Señor Steffen, ¿que ha motivado a un empresario de la profundamente católica ciudad de Hunsrück, a patrocinar precisamente al critico de iglesia y religión Deschner?
Los medios financieros provienen al empresario que soy, el motivo radica en mi historia personal como pensador en el muy católico Hunsbrück.
¿Como empezó su historia como "pensador"?
Debido a los nueve años que pasé en un internado católico que dé marcado -como mi hermano, cuyo compañero de banco se llamaba Oskar Lafontaine (1). Mi hermano intentó seguir el camino de la Iglesia, y ha tenido incluso la ordenación sacerdotal, pero decidió tirar la toalla. Yo también me apunté al seminario de Trier.
¿Y por qué no fué?
Por que soy un radical. Como sacerdote habría estado obligado a seguir el camino de Jesucristo. Pero yo sufría por aquello que no lograba hacer. En la iglesia no se hablaba nunca del bien o del mal. Lo decisivo era el pecado. Yo tenía un sentido terriblemente acusado respecto al pecado. No poder seguir las enseñanzas de Jesucristo me ha hecho sufrir durante muchos años. Yo siempre me mantuve file a la máxima bíblica "puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca" (Apocalipsis 3:16). Eso dice Jesucristo. Y esa es también mi actitud fundamental. Durante toda mi vida nunca he hecho cosas a medias. O caliente o frío, pero nunca tibio. Cien por cien o cero. Por ello es evidente que no podía ser sacerdote.
Usted se mantuvo como hombre de mundo.
No ocurrió de la noche a la mañana, fué un proceso que tardó años. Primero aparecieron las dudas, que siempre me llevaban a situaciónes sin esperanza. Por entonces leí un libro tras otro, antes de leer a el primer libro de Deschner. Poco a poco se me fué haciendo evidente que las raices de nuestra fé son fingidas, que no existe ningún dios, o al menos ningun ser espiritual, un ser que ordene las cosas y esté a cargo del universo. Pero si no hay un dios personificado, tampoco hay pecados. Mi mujer lo puede confirmar: solo tras reconocer que mi conflicto personal era algo creado de la nada por la Iglesia, me convertí en un hombre de verdad. Eso me hizo ser libre de repente.
¿Libre en qué sentido?
Lo primero de manera puramente practica mediante mi abandono de la Iglesia. Una vez que lo hice, se informó de ello de inmediato al obispo de Trier. En mi caso mi marcha representaba la pérdida de una cantidad de impuestos destinados a la Iglesia. Normalmente en esos casos el cura local tiene instrucciones de intentar recuperar a la oveja perdida para el rebaño. En mi caso ni lo intentaron. Pero el cura local dedicó su siguiente sermón del año nuevo al tema "Jesús, el traidor", que por treinta monedas de plata abandona al mesias. Y todos sabían a quien se refería. Esto se me contó rapidamente. ¡No puede usted imaginarse qué opiniones católicas hay por aquí! Algunos ha dicho: "Tu ya no formas parte de la Iglesia. Tu te has vuelto incluso ateo". Por ello eres a partir de ahora verdaderamente alguien que desprecia a las personas, que avanza por encima de cadáveres.!".
¿Cuando fué eso?
Hace diez, once años.
Deschner y el empresario alemán Alfred Schwarz, su primer mecenas, fallecido en agosto de 1988, año en que se publicó el tomo II de la Historia Criminal del Cristianismo. Su muerte puso en peligro la continuación del proyecto, que se salvó gracias a la generosa ayuda de Herbert Steffen
¿Y como conoció a Deschner?
Se vá a reir. Debido a mi trabajo no tengo casi nada de tiempo para leer. En mis fábricas trabajan dos mil personas. Por ello no me queda tiempo para leer. Por ello siempre me llevo libros cuando voy de vacaciones. Como entonces, en el año 1987, cuando viajé con mi mujer a los mares del sur.
¿Conoció a Deschner en los mares del sur?
Si, en Tahití. Vivíamos en un típico bungalow de los mares del sur en medio de una laguna azul. Había un sendero para llegar a tierra. Nuestra cabaña era de lujo: completamente climatizada, teléfono internacional, nos traían la comida en una barca. Un paraiso, de verdad. Y en lugar de tirarme al agua y disfrutar del paraiso yo estaba todo el tiempo sentado -y leí a Deschner. Un libro tras otro. Mi mujer me habría matado con gusto. Pero era como si tuviese una adicción enloquecida, hasta que acababa los libros. Incluso llamé a mi suegro en Alemania: "ahora quiero también este libro y aquel y envíamelo por correo aéreo inmediatamente".
¿Por qué esa adicción? Usted ya se había liberado de la fé y había abandonado la iglesia.
Los libros de Deschner han despertado mi radicalismo. Porque a través de ellos se me hizo cada vez mas evidente como me habían mentido y engañado en mi vida pasada y lo que la iglesia había hecho, esa misma Iglesia que predica la fé pura y sólo el amor y lo bueno y promete a los hombres paz, consuelo y salvación. Cuando uno lee a Deschner se vé confrontado con la montaña de datos que ofrece, y si uno lo toma en serio, puede volverse uno loco por todo aquello que durante la historia de la Iglesia hubieron de sufrir y aguantar nuestros antepasados. Los libros de Deschner me han afectado profundamente, porque yo también soy un extremista. Antaño, en mi época de creyente, me habría apuntado a todas las guerras de religión. Habría ido en primera linea llevando el estandarte, y habría sido el primero en luchar con la espada. Hoy me he pasado al otro bando. Ya no soy capaz de hacer nada malo a otros hombres por ninguna creencia. Por ello tenemos Deschner y yo mucho que ver en el fondo. Sus libros han acertado en el punto más sensible de mi ser. Lo más importante para mí en la vida es la justicia. Como Deschner, de todas las cosas tan solo una no puedo aguantar: cuando alguien es oprimido. Tantas veces como he leido los libros de Deschner habría abandonado con gusto mi trabajo y puesto en práctica lo que decía Voltaire: ¡écrasez l'infâme!. Pero en mi negocio tengo obligaciones, me siento responsable de conseguir que siga habiendo trabajo.
Usted estaría entonces dispuesto a luchar por más justicia y contra la opresión.
Quizás entre en el futuro en la política. Yo he podido notar en mi mismo cuanto he ganado en calidad de vida desde que me libré del lastre espiritual del pecado, la culpa y el castigo. Yo he podido disfrutar en mi mismo los placeres de la ilustración. A todos mis trabajadores les he regalado al menos un libro de Deschner. Con poca resonancia. Ninguno me ha dicho nada al respecto. En fin. También es cierto que para la mayoría supone un cierto riesgo.
¿Ha sufrido desventajas personalmente?
No. Debido a mi fuerte situación económica no se han atrevido a atacarme. Si no... Pero, por otro lado, ¿qué es lo que puedo hacer yo? No pago impuestos a la Iglesia. Bien. Pero no, para ahorrarme las treinta monedas de plata. Por eso he financiado cosas a nivel local y regional.
¿Y que pasó para que decidiese financiar a Deschner?
Cuando leí su primer libro, antaño en Tahití -fué "De nuevo cantó el gallo"-, entonces me díje: ¡Tienes que conocer a este hombre!.
¿Y cómo logró conocerle?
No fué nada fácil. Deschner vive bastante apartado por buenas razones. Y la editorial Rowohlt ha protegido sus datos, manteniendo en secreto su número de teléfono y dirección. Pero en algún momento me enteré: Haßfurt. Y al día siguiente me acerqué allí con el coche. Fuí a su puerta y llamé al timbre. "¿Sí? ¿Qué quiere?" me preguntó. "Señor Doctor Deschner,", le dije, "he leido un libro suyo. Me gustaría conocerle". Y el repondió, muy reservado: "Lo lamento. Pero no recibo visitas. No puede ser". Pero soy bastante pesado. Le hablé como si fuese un vendedor a domicilio, durante un cuarto de hora. Al principio me dijo: "No sé quién es usted. Muchos me molestan". Pero al final logré convencerle de que lo que decía era cierto. Por fín me dejo entrar. Pasamos toda la tarde juntos. Se tomó mucho tiempo para hablar conmigo.
Deschner y Herbert Steffen durante la presentación del último tomo de la Historia Criminal del Cristianismo (Oberwesel, 25 de marzo de 2013). Tras varias décadas de un inmenso trabajo, el objetivo había sido alcanzado.
¿De qué hablaron?
Primero sobre su libro, el "gallo", que me había agitado y recordado que el fundamento de nuestra fé no es un fundamento, sino un castillo en el aire. Y entonces le conté mi desarrollo personal, en lo religioso, ese conflicto que yo logré eliminar en una época tardía de mi vida.
¿Y que pasó después?
A partir de entonces nos hemos visto a menudo. La mayor parte de las veces fuí en coche a visitarle. También hablamos por teléfono. Ultimamente una vez al més, aproximadamente.
¿Y de qué hablan?
De todo un poco. También de política. Y de cosas personales. Nos hemos convertido en amigos que se tutean. Un tema es (el tiene ya setenta años) ¿cuantos tomos voy a lograr escribir? La "Historia Criminal del Cristianismo" es lo más importante. También para él. Él quiere avanzar en ese trabajo lo máximo posíble. Ahora aparece el cuarto tomo. Tienen que seguirle otros seis. Si se vé de manera realista, él ha de lograr vivir mucho y mantenerse lúcido, ante todo. ¿Cuantas páginas se han publicado hasta ahora?
Más de dos mil quinientas
Dividido por cuatro, son seiscientas páginas por tomo. Es decir, que faltan unas tres mil quinientas páginas hasta acabar la obra. Lleva hecho un cuarenta por ciento. Pero le falta aún el sesenta por ciento de la obra. Y es un trabajo de Sísifo. ¡Es de locos! Yo le creo capaz de muchas cosas. Es un creador increible. Juntos pensamos sobre qué trabajos puede delegar a otras personas, para que pueda concentrarse a la parte creativa. Lo que puedo hacer, lo que él me deja hacer, para facilitarle un poco su trabajo, lo hago. Como dice la cita de la Biblia que nombré antes: patrocinando la "Historia Criminal del Cristianismo" ciertamente no soy frío, no soy tibio, pero tampoco soy caliente, sino que estoy ardiendo.
(1) Oskar Lafontaine es el ex-presidente del partido socialdemócrata alöemán, que abandonó su partido así como su puesto de ministro de finanzas en el giobierno de coalición entre socialdemócratas y verdes en protesta a la intervención alemana en la guerra de Kosovo, y pasó a convertirse en el licer del partido La Izquierda, formado por el ala izquierda del partido socialdemócrata y el antiguo partido único de la Alemania comunista