Ahora tenemos una situación que se está gestando en Turquía, sin embargo, hay muchos en los medios financieros que ya se apresuran reducir el colapso actual de la lira turca como si estuviese confinado solo a Turquía y que el tamaño del PIB de Turquía la hace menos amenazadora. Sin embargo, el PIB de Turquía es el doble del tamaño de Tailandia durante la crisis asiática. Por lo tanto, para entender la crisis actual en Turquía, vale la pena mirar atrás a la crisis asiática de 1997.
En 1997, justo antes de que estallara la crisis, la economía de Tailandia estaba en auge. Los bancos estaban prestando dinero libremente. Las grandes cantidades de crédito resultantes que estaban disponibles generaron un clima económico altamente endeudado, lo que llevó a una especulación inmobiliaria excesiva y elevó los precios de los activos hasta un nivel insostenible. Nadie quería parar la expansión económica que estaba en marcha. De hecho, el banco central tailandés mantuvo la moneda artificialmente alta, alimentando la burbuja especulativa.
Supongo que se podría haber dicho que había signos de que se estaban creando las bases de una crisis si se hubiese decido centrar en ello la atención. Los bancos comenzaron a prestar dinero aceptando como garantía edificios para los que no había demasiada posibilidad de encontrar gente que viviese en ellos. Muang Thong Thani era una urbanización construida con capacidad de albergar 700.000 personas y se convirtió en una víctima del crash económico. En la época de mediados de la década de 1990, Tailandia, Indonesia y Corea del Sur tenían grandes déficits de cuenta corriente privados y el mantenimiento de los tipos de cambio fijos alentaba el endeudamiento externo, lo que llevaba a una exposición excesiva al riesgo cambiario en los sectores financiero y corporativo. Los controles de capital se estaban reduciendo y había una falta de transparencia.
En 1995, el dólar estadounidense comenzó a fortalecerse. Para las naciones del sudeste asiático que tenían monedas vinculadas al dólar estadounidense, un dólar estadounidense más caro hacía que sus propias exportaciones se volvieran más caras y menos competitivas en los mercados globales. El crecimiento de las exportaciones del sudeste asiático se redujo drásticamente en la primavera de 1996, deteriorando su posición de cuenta corriente. Una vez que los mercados financieros sintieron que las reservas de divisas extranjeras tailandesas estaban disminuyendo, comenzaron a vender sus existencias de Baht, la moneda tailandesa. La información asimétrica en los mercados financieros condujo a una "mentalidad de rebaño" entre los inversores. Sus acciones ayudaron a ampliar las debilidades subyacentes y, por lo tanto, hiceron que cayese la primera ficha del dominó.
La economía pegó un parón, los salarios cayeron y los precios comenzaron a subir. El FMI intervino con un préstamo, pero eso no ayudó, por lo que fueron a EEUU en busca de ayuda, pero se la denegaron. A EEUU no le preocupaba que un país pequeño como Tailandia pudiera provocar causar daños importantes fuera de sus fronteras.
Una vez que la economía tailandesa comenzó a hundirse en el caos, los especuladores y los comerciantes comenzaron a preocuparse por otros países del sur de Asia, como Malasia, Indonesia y Corea del Sur. De la misma manera que harían con las acciones de bancos durante un pánico bancario clásico, los inversores empezaron a abandonar sus posiciones en esos países, y al mismo tiempo los especuladores se apresuraron a vender las existencias que tenían de las monedas de esos países, ejerciendo más presión a la baja sobre ellas. El Dr. Mahathir bin Mohamed, actual primer ministro de Malasia, que era también primer ministro en ese momento, declaró: "A medida que la moneda y el mercado bursátil caían, nos sentíamos totalmente indefensos". Una vez que el contagio golpeó Indonesia, el gobierno y la economía colapsaron y como consecuencia, el tejido social comenzó a colapsar. El FMI tuvo que intervenir y proporcionar enormes préstamos, pero esos préstamos fueron concedidos a cambio del cumplmiento de ciertas condiciones. Estos países fueron sometidos a una austeridad económica aguda.
El contagio se extendió a Corea del Sur, pero cuando el FMI llegó su banco central ya no tenía dinero. Y ello, a pesar de que los surcoreanos habían convencido a todos de que su base financiera era estable. Para evitar un impago, Corea del Sur recibió un rescate de 55.000 millones $ en nuevos préstamos y créditos. Al final, aproximadamente 116.000 millones $ se fueron de los mercados financieros del sudeste asiático.
Imagen mundialmente famosa de Camdessus, jefe del FMI comprovando con mirada severa como el jefe de gobierno de Indonesia, Suharto, firma el plan de ajuste del FMI. Pocas semanas después, el dictador indonesio fue derrocado.
En ese momento, el fondo de inversión estadounidense LTCM controlaba 100.000 millones $ en activos globales y un billón $ indirectamente. No tuvo en cuenta la posibilidad de una crisis financiera asiática en sus complejas ecuaciones de riesgo matemático lo que, por tanto, tomó por sorpresa a los gestores de LTCM. El contagio llegó a EEUU.
Mirando hacia atrás, un punto importante a tener en cuenta es que este contagio no fue provocado por nada que fuese importante fuera de Tailandia. Si se hubiese contenido la crisis en Tailandia, las otras economías podrían haber llevado a cabo ajustes y establecer controles de capitales más estrictos para evitar un escenario tailandés. Fue el miedo a lo desconocido y la pérdida de confianza lo que obligó a los mercados financieros a hacer los movimientos que hicieron. La corrupción, el exceso de construcción de edificios y los préstamos absurdos fueron solo gasolina para el fuego una vez que se encendió la cerilla. Los mercados financieros y las economías mundiales de hoy en día están tan interrelacionados que los sucesos que afectan una región tendrán un impacto emocional en el comportamiento de otra. La caida de una pieza de dominó provoca que los mercados teman que otras fichas seguramente caerán a continuación.
El desplome del valor bursátil del fondo LCTM. Para evitar un contagio global que habría afectado al sistema financiero en su conjunto, la Reserva Federal de Nueva York organizó su rescate con ayuda de los principales grupos financieros de EEUU
Entonces la pregunta al observar los mercados de hoy es, ¿quién será la primera ficha de dominó en caer? Algunos pensaban que sería Chipre pero se pudo parar. Luego vino Grecia, pero se contuvo. Luego se habló de que Italia sería la primera ficha en caer. Y entonces, la semana pasada, vino Turquía. Si la situación turca se deteriora, puedes apostar a que los mercados financieros se pondrán nerviosos en áreas más allá de Turquía, como pasó durante la crisis asiática, lo que conlleva riesgos considerables de que tenga lugar un contagio financiero. Ya vimos a los inversores vendiendo acciones del banco italiano UniCredit la semana pasada, por temor a que estuviera expuesto a riesgos en Turquía. Según el Banco de Pagos Internacionales, los bancos internacionales tenían préstamos pendientes de cobrar a prestatarios turcos por valor de 224.000 millones $, incluyendo 83.000 millones $ de bancos españoles, 35.000 millones $ de bancos franceses, 18.000 millones $ de bancos italianos, 17.000 millones $ de bancos estadounidenses y británicos repectivamente, y 13.000 millones $ de los bancos alemanes. Por eso, lo que va a pasar ahora es una incógnita, pero es posible que creer que no podría volver a pasar no sea la visión más prudente.