viernes, 7 de septiembre de 2018

Dos culturas, diferentes estigmas, por Rabioso

Las diferentes reacciones a dos candidatas a puestos de marcada representación pública tras saberse que se prostituyeron muestran la artificialidad del estigma judeocristiano


En 2005, Christine Wheatley presentó su candidatura para ser elegida representante del Partido Laborista del distrito rural de Copeland (Cumbria, UK), Era la única mujer de los 7 candidatos que lograron pasar la selección preliminar, y todo favorecía que fuese nominada. Hasta que dio una entrevista a la prensa.

“Si, trabajé como prostituta. Y no me avergüenzo de ello. Fue antes de que consiguiese un trabajo propiamente dicho. Llegué a París (en 1979) con 300 libras, no tenía mucho dinero para gastar, tenía que conseguir dinero. Acababa de trabajar para IBM en Bruselas (como secretaria) y  quería tomarme unas vacaciones sin trabajar por Europa, y me pareció algo perfecto. Fue muy divertido y era una práctica comúnmente aceptada [En 2008 una organización estudiantil afirmó que en Francia se prostituyen anualmente 30.000 estudiantes para poder sobrevivir, AyR].

Yo vivía en la margen izquierda (Rive gauche) y era una hermosa mujer joven. Solía sentarme en un café en el Boulevard St. Michel. Era tan romántico. Jóvenes franceses venían y preguntaban “¿Quieres beber algo?”, y yo decía “Quiero un café”. Y entonces yo preguntaba: “¿Quieres hacer el amor?” Siempre decían que sí. Y entonces yo decía “¿Tienes el dinero para ello?” y entonces íbamos a un hotel.

No era verdadero amor parisino. Normalmente duraba tres minutos. Pero no me avergüenzo en absoluto. He trabajado como vendedora de enciclopedias en Alemania, y estoy mucho más avergonzada de eso. Tenemos mujeres solteras que quieren ser parlamentarias, candidatos gays y lesbianas, por lo que, ¿por qué no ex-trabajadoras sexuales?”


La BBC haciéndose eco del "escándalo" de Christine Wheatley.


Estas declaraciones desataron un enorme escándalo, y los demás candidatos expresaron su sorpresa de que hubiese lograse superar la selección preliminar, insinuando que la “discriminación positiva” para favorecer la participación de mujeres en la candidatura, había logrado que formarse parte de la treintena de candidatos, mientras la prensa británica la calificaba de excéntrica y fumadora empedernida.

Lo cierto es que,a demás de ser la única mujer que se presentó, tiene un coeficiente intelectual de 160, fue elegida representante por tres comités de barrio del partido de Birminham, y  su currículum es impresionante: se graduó en la St. Paul’s Grammar School for Girls, Birminham (donde aprendió francés), y luego en el St. Anne’s College de la Universidad de Oxford, donde estudió ciencias políticas, filosofía y economía. Y tras graduarse en derecho en la University of Central England en 1999, se preparaba para ser abogada en Londres.


Alastair Campbell (IZDA), ideólogo del 'Nuevo Laborismo', con Tony Blair  (DCHA)en 1997. Aunque antes del "escándalo"de Christine Wheatley se supo que Campbell se había prostituido durante años, y no como ella, que lo hizos unas semanas, nadie pidió su dimisión.


A pesar de ello, su nombre fue tachado de la lista de candidatos porque no contó “todos los datos que puedan ser relevantes para su candidatura”, y el Partido Laborista dijo que lo ocurrido había afectado a su reputación.

La hipocresía de esta afirmación se hace evidente cuando se tiene en cuenta que entonces se supo que Alastair Campbell, uno de los arquitectos del “Nuevo Laborismo” (New Labour) y director de comunicación y estrategia de Tony Blair (entre 1994 y 2007 presidente del Partido Laborista, y de 1997 y 2007 primer ministro británico), se había prostituido, trabajando como Gigoló en la Riviera francesa cuando tenía poco más de 20 años. Nadie pidió expulsar a Alastair por “afectar la reputación del partido”, a pesar de que mientras Christine solo se prostituyó durante seis semanas, hasta que logró otra fuente de ingresos, Alastair lo hizo durante dos años: para ella fue un recurso para salir del paso, para él su trabajo habitual. Pero había otra “pequeña“ y fundamental diferencia: era mujer y había trabajado como prostituta, motivo más que suficiente para cerrarle las puertas en la puritana cultura judeocristiana imperante en UK.

Otro país, diferente estigma

A finales del pasado febrero se informó que la atleta japonesa Melo Imai, que representó a su país en los Juegos Olímpicos de Turín, había decidido volver a practicar el snowboard de manera profesional. Tras una década sin competir a nivel profesional, Imai había revolucionado el deporte asiático al lograr, en 2017, hacerse acreedora de una medalla de oro en el Campeonato Nacional de Japón con una puntuación que roza la maestría. Y ello pese a que, según varios medios locales, sólo habría comenzado a entrenar cuatro días antes del torneo. Aunque Imai no postuló para representar a Japón en los Juegos Olímpicos de  Pyongyang, su nombre ha resonado en la prensa durante los últimos días. Sobre todo, después de que trascendiera que es la número 1 del snowboard japonés.


Melo Imai tras su accidente en los Juegos Olímpicos de Turín (2006)


Imai explicó a la revista Tokyo Weekender que, tras fracasar a los 17 años en 2006 en Turín -se lesionó gravemente y acabó en la última posición-, se alejó de su pasión. “Para muchos atletas, las Olímpiadas son la cima de su carrera, pero para mí fueron una pesadilla. En el camino tenía este miedo constante de fallar, como un sentimiento asfixiante”. Según The Tokyo Reporter, sus seguidores no fueron comprensivos y tuvo que soportar graves insultos en público, como que era “un gasto innecesario de impuestos” o “una vergüenza nacional”.

En Japón las personas se definen por el resultado de su trabajo, y su fracaso era especialmente grave al ser la hija del snowboarder Takashi Narita, que la obligó desde los siete años a enfocarse solamente en el deporte y a someterse a entrenamientos de hasta 18 horas. Narita prefirió que sus hijos no fueran al colegio para que se centrasen en su entrenamiento. Por ello, Imai se sumió en una depresión que la llevó a renunciar a sus sueños e intentar convertirse en una chica normal.




Melo Imai: Representante de Japón en los Juegos Olímpicos de Turín, en 2006 (IZDA). Posteriormente, como actriz porno (DCHA) 


Carente de estudios y madre soltera, Imai trabajó en bares, y acabó trabajando como escort, donde, según el New York Post, ganaba “tanto como el presidente de una compañía”, y finalmente en el porno,  algo de lo que jamás se ha arrepentido: “Hubo un tiempo de mi temeraria juventud en el que me convertí en chica de compañía porque necesitaba dinero, pero también lo hice por mi propia voluntad. No me arrepiento ni estoy avergonzada”, añadiendo que ha sido una buena madre para sus hijos, a los que ha criado soltera con mucho cariño y afecto. Sentimientos que sí le hicieron falta en su infancia como niña prodigio.

Melo Imai, tras ganar el Campeonato de Japón de Snowboard en marzo del año pasado


En Japón la religión mayoritaria es el Shintoismo, que no ve el sexo como un tabú, y Imai, dispuesta a luchar para conseguir una plaza en los próximos Juegos Olímpicos, se ha transformado en un ejemplo de superación. Sin que nadie considere “inapropiado“ su pasado.