domingo, 9 de septiembre de 2018

Olvídate de la libertad sexual: ha llegado el modelo puritano sueco, por Martin Ekdahl

Muchos creemos que Suecia es una sociedad bastante libre donde los adultos que consienten tienen derecho a ejercer su libertad sexual de la forma que elijan. Pero cuando se trata de la compra de servicios sexuales Suecia es sorprendentemente moralista.

En 2008, el director de la Universidad de Chicago y ex profesor de la Universidad de Estocolmo Don Kulick comentó: “De ser admirados y envidiados por muchos como un faro de ilustración sexual en las décadas de los 60 y los 70, los países escandinavos tienen hoy algunas de las leyes sexuales más represivas del mundo occidental. Suecia es el más draconiano. El mensaje transmitido por leyes recientes es claro: tu sexualidad es propiedad del estado, y el estado reclamará su derecho a regular y castigar esa sexualidad, estés donde estés. ¿Qué pasó con el sexo en Escandinavia?”.

Varios expertos y políticos consideran que el llamado “modelo sueco” es la solución perfecta para combatir el comercio y tráfico de esclavos sexuales. El modelo sueco de trabajo sexual hace que sea ilegal comprar servicios sexuales, pero no venderlos. Los defensores del modelo afirman que atacar la demanda de comprar sexo y, en general, reducir la industria del sexo es un método perfecto para luchar contra el tráfico sexual y la esclavitud.

Desde que se introdujo en 1999, la ley también ha sido adoptada por Noruega, Islandia y Francia (aunque Noruega ahora está considerando la posibilidad de abolirla). La eurodiputada laborista británica Mary Honeyball quiere que la UE adopte esa política. Y las feministas estadounidenses la alaban. Pero tanto los hechos como las cifras contradicen las promesas del modelo sueco de la Sra. Honeyball. No hay absolutamente ninguna investigación creíble que respalde la idea de que el modelo realmente reduce la venta, la compra o el tráfico de mujeres.

Un informe de la Junta Nacional de Policía sueca (Trata de seres humanos con fines sexuales y de otro tipo sobre el año 2011) muestra que la política, en lugar de mejorar la situación, ha llevado al trabajo sexual a la clandestinidad y ha hecho que las trabajadoras sexuales sean aún más vulnerables. La Ley de Compra de Sexo también ha llevado a una expansión del trabajo sexual a puerta cerrada. Los salones de masaje tailandés que ofrecen servicios sexuales en el área de Estocolmo, según el informe, han aumentado de 90 en 2009 a 250 en 2011/2012.

560 ONG y organizaciones de la sociedad civil, así como 86 académicos e investigadores han escrito a Mary Honeyball para expresar sus objeciones en contra de sus planes. Instan a otros Estados miembros de la UE a no penalizar la compra de sexo.


Miembros y partidarios del Comité Internacional por los Derechos de las Trabajadoras Sexuales en Europa y del Colectivo de Prostitutas de Inglaterra protestan frente a la embajada sueca en Londres en 2013 para exigir el fin de la violencia hacia las trabajadoras sexuales.


Las leyes actuales sin duda deben ser reevaluadas para mejorar la seguridad de las trabajadoras sexuales. En la mayoría de los países occidentales las trabajadoras sexuales se ven obligadas a trabajar solas. Esta es una regulación que aumenta drásticamente el riesgo de que sean víctimas de violación, robo y violencia.

Te guste o no, criminalizar la compra y venta de sexo es un intento de legislar la moralidad y ejercer control sobre el comportamiento sexual privado. También se puede argumentar que la fusión del trabajo sexual y el tráfico de mujeres es un intento consciente de evitar que las personas emigren voluntariamente para realizar trabajo sexual.

Las trabajadoras sexuales son seres humanos y vender sexo es su negocio (privado). Las trabajadoras sexuales deben tener los mismos derechos laborales que otros trabajadores y los mismos derechos humanos que otras personas. Es la vulnerabilidad, no el trabajo sexual, lo que crea víctimas.
Entonces, ¿cuáles son las alternativas al modelo sueco? Bueno, ¿y la despenalización? La mayoría de todas las trabajadoras sexuales trabajan a puerta cerrada. La despenalización permitiría a estas mujeres y hombres trabajar en locales en equipos de dos o más que serían más seguros para ellas. Lo mismo es cierto para los trabajadores sexuales masculinos. La despenalización de la venta de sexo también empoderaría a las trabajadoras sexuales para poder utilizar el sistema de justicia para buscar compensaciones por abusos y discriminación. Eliminar la amenaza de sanciones penales permitiría a las trabajadoras sexuales a colaborar con la policía. También alentaría un mayor acceso abierto a los servicios de salud, legales y sociales.

En su libro Porr, horor och feminister (Pornografía, putas y feministas) y en su tesis de maestría Synden ideologiserad, Modern svensk prostitutionspolicy som identitets- y trygghetsskapare (El pecado ideologizado. La Política moderna sueca hacia la prostitución como base para la identidad y la seguridad, 2003), la antropóloga social sueca Petra Östergren sostiene que la posición sueca sobre la prostitución tiene más que ver con las creencias morales cristianas sobre el pecado que con la igualdad de género. El estado de bienestar sueco contemporáneo y sus instituciones fueron en gran parte creadas por personas que provenían de las iglesias libres evangélicas, el movimiento obrero y el movimiento pro abstinencia. No pocas veces con valores morales conservadores sobre la sexualidad.

El trabajo sexual desafía las normas sociales y culturales actuales de la misma manera que lo hicieron el sexo anal y oral, la homosexualidad, la ilegitimidad (hijos “bastardos”) e incluso la masturbación. Hemos cambiado la manera en que pensamos sobre esos temas. Ha llegado la hora de que cambiemos también nuestra forma de pensar sobre el trabajo sexual. Muchos países occidentales han legalizado el matrimonio entre personas del mismo sexo. Suecia es uno de ellos. Ahora es el momento de mostrar a los vendedores y compradores de sexo el mismo respeto y tratarlos como individuos adultos con su propia voluntad.

Y con el derecho a su propio cuerpo. Es interesante observar que las feministas, que a menudo atacan a los hombres y las normas masculinas por oprimir a las mujeres, no son capaces de darse cuenta de cómo ellas mismas están destruyendo y controlando las vidas de todas las mujeres que no encajan en la patrón ideológico feminista. Las trabajadoras sexuales incluso tienen que hacer frente al odio de las feministas radicales cuando se atreven a hablar abiertamente en los medios sociales o de comunicación. Esto es simplemente odio feminista contra las trabajadoras sexuales y no tiene nada que ver con la igualdad de género.

Pero esto no es solo un problema de valores morales. También se trata de algo más materialista: el derecho a tener un hogar sin que te desalojen. Un propietario puede ser declarado culpable de proxenetismo si una trabajadora sexual vende sexo en su casa, a puerta cerrada.

Entonces, ¿es esto lo que está tratando de exportar al mundo ahora la nación que nos dio el pecado sueco?

Organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional exigen que Suecia cambie sus leyes de comercio sexual. Un nuevo informe de la Organización Mundial de la Salud reitera su posición a favor de la despenalización y la protección legal explícita de los derechos de las personas que ejercen el trabajo sexual como la mejor manera de proteger su salud sexual. Sin embargo, la reacción de los legisladores suecos es inexistente. Las feministas y otros expertos solo han reaccionado con indignación ante estas demandas.