Esta situación no durará siempre, al contrario. Si la arrogancia precede a la caida, como dice la Biblia, entonces los EEUU de Trump están aproximándose peligrosamente al precipicio, al usar el dólar como una herramienta más de su política exterior, olvidando que es la posición hegemónica del dólar lo que permite a la hiperpotencia estadounidense vivir por encima de sus posiblidades; y quien crea que su gigantesco arsenal es suficiente para imponer su voluntad al mundo debería recordar que la URSS disponía también de un inmenso arsenal y eso no impidió que se desplomase tras quebrar su economía. Un vistazo al estado real de la economía estadounidense nos muestra un país que debido al peso de su moneda ha perdido su músculo productivo, como avisaba el dilema de Triffin, y basa su poder en un aparato financiero monstruoso.
Ha habido otra potencia hegemónica en una situación similar: el Imperio Británico, cuya arrogancia rivalizaba con la de EEUU, y que logró extenderse por todo el globo, aplastando al gigantesco imperio chino, conquistando la India y buena parte de Africa. A comienzos del siglo XX, no había rival capaz de desafiar al inmenso aparato imperial británico y su control de los siete mares, con los mercados de capitales de Londres dominando el sistema financiero global y la libra como divisa hegemónica. El precio de todo ello fue la decadencia de su industria, antaño la más potente del mundo, como le pasa a EEUU hoy día. Concentrar todas sus energías en conservar el poder global tuvo efectos nefastos para su economía (como le pasó al Imperio español), y en 1914 su sistema financiero estaba tan debilitado que, antes del primer cañonazo de la Primera Guerra Mundial, las bolsas de todo el mundo se derrumbaron de manera más profunda que durante el Crash de 1929, marcando el fin de la hegemonía británica.
No sabemos cuando caerá el Imperio Estadounidense, pero es evidente que, con su infinita arrogancia, cada vez se parece más a Pirro, rey griego que cuantas más batallas ganaba más se debilitaba. De esta forma, EEUU imita a las potencias hegemónicas que le precedieron en su camino al basurero de la historia.