jueves, 21 de mayo de 2020
Hacia la masacre
La guerra no es otra cosa que el imperio de la muerte, y a eso nos dirigimos: a una sociedad sumida en el pánico existencial. Tras la masacre del virus, que se ha concentrado en más del 95% en personas de más de 60 años, ahora la muerte se desbordará gracias a la crisis económica y pasará la guadaña por todos los sectores y edades.
La primera fase de esta “crisis” (más bien ajuste del capital y su sistema de administrar la muerte) ha pasado: por mucho que se empeñen en sembrar el pánico desde arriba, las cifras de muertos no cuadran ni con las cifras de enfermeras despedidas de los hospitales, ni con la normalidad que ha vuelto a los hospitales. Por mucho que se empeñen en prolongar el emparedamiento los políticos de “derechas” y de “izquierdas”, meros administradores de la sociedad al servicio del capital, esto ya no da más de sí. Antes o después van a tener que abrir el puño y dejar que la gente vuelva a salir a la calle. Y es eso precisamente a lo que tienen miedo.
Nada menos que la Guardia Civil lo ha puesto negro sobre banco en un informe confidencial para el gobierno: el fin del confinamiento será el pistoletazo de salida “oficial” de la crisis social, ya que será entonces cuando seremos conscientes de lo que significa la “nueva normalidad”: una reestructuración brutal de la sociedad, y una nueva vuelta de tuerca del neoliberalismo, que no es más que una vuelta al siglo XIX. No se trata tan solo de la cantinela aquella de “los ricos más ricos, los pobres más pobres”..., sino que se trata de un nuevo modelo social basado en una sociedad polarizada, como ha sido siempre, si dejamos de lado el intermedio de la época industrial, donde su dependencia de la clase trabajadora forzó al capital a hacer concesiones.
Pero la época de la clase obrera como una fuerza dinámica y decidida a tomar la iniciativa pasó a la historia, no nos engañemos. De hecho, esta “crisis” lo ha puesto a la vista de todo el mundo: hoy día, los trabajos más indispensables -cajeras de supermercado, enfermeras, trabajadores de la limpeza- son trabajos con una amplia presencia femenina, están peor pagados y es donde los sindicatos son especialmente débiles. Todo ello es una clara muestra de falta de conciencia de clase, como se decía antaño.
El capital es consciente de ello, y de que estamos en guerra: una guerra de clases. Por eso va a aprovechar -lo está haciendo ya- nuestra debilidad para crujirnos. Como decía la pintada, Obreros del mundo, uníos. Último aviso.