Comunicado del colectivo Amor y Rabia
Más allá de quién sea nombrado presidente, las pasadas elecciones en EEUU han provocado una división profunda del país, ya que la mitad de la población que ha votado a Trump se niega a reconocer a Biden como presidente. Otro resultado ha sido el resquebrajamiento de la legitimidad del sistema electoral estadounidense ante el resto del mundo, debido a los datos que está difundiendo el equipo de Trump para demostrar sus denuncias de pucherazo electoral por el Partido Demócrata.
Aparentemente, poco importa cual de los dos candidatos logre ser nombrado presidente, ya que su programa es idéntico: ambos proponen seguir financiando a la oligarquía mediante subvenciones gigantescas a costa del resto de la población, ambos favorecen ideologías identitarias interclasistas para evitar que la discusión política se centre en la distribución desigual de la riqueza, y ambos tienen los mismos objetivos estratégicos: asegurar la hegemonía global de EEUU aplastando a Irán, cercando a Rusia y provocando la quiebra de China. La diferencia aquí estriba quizás en los tiempos: Trump favorece una estrategia aislacionista centrada en asfixiar a China, considerada la amenaza principal, mientras que Biden, candidato del Complejo Militar-Industrial, divide el planeta en buenos y malos y podría, por ejemplo, reanudar la guerra contra Siria iniciada por Obama y Clinton.
Pero lo que está teniendo lugar en EEUU importa mucho por varios motivos:
1) Si se confirmasen las denuncias de manipulación de las elecciones mediante algoritmos con los aparatos de Dominion y Smarmatic, automáticamente podrían cuestionarse también aquellos procesos electorales en otros países que han utilizado dichas máquinas y cuyo resultado fue también muy ajustado, como los referéndums británicos por el Brexit o la independencia de Escocia.
2) Ha puesto de manifiesto el enorme poder de la nueva oligarquía digital y mediática, concentrada en muy pocas manos: tan sólo tres redes sociales -Facebook, Google/YouTube y Twitter- y cuatro gigantescos consorcios mediáticos de EEUU controlan la imagen de la realidad en occidente; este monopolio de la verdad, que tras 2016 favoreció la difusión de teorías conspiranoicas que aseguraban que Putin estaba detrás de la inesperada victoria electoral de Trump, ha nombrado presidente de EEUU a Biden en pleno recuento de los votos y se ha dedicado desde entonces a censurar las denuncias de manipulación electoral.
3) Pone al descubierto las consecuencias del monopolio ideológico que EEUU ha logrado imponer sobre la izquierda occidental mediante las políticas balcanizadoras de las identidades, y cuyo principal impulsor es el entorno del Partido Demócrata. El silencio absoluto actual de la izquierda ante lo que está pasando en EEUU -quien calla otorga- es consecuencia de esta lobotomía ideológica.
Pase lo que pase en los próximos meses, lo único que es seguro es que nos estamos adentrando en una “era del desorden”, como avisó el pasado septiembre el Deutsche Bank; un desorden que no es casual, sino consecuencia directa de la aplicación de la estrategia del shock por parte de la oligarquía para imponer sus intereses, empobreciendo a la población occidental y sembrando de guerras y desestabilización el resto del planeta. Desde Amor y Rabia llamamos a la clase trabajadora, hoy más que nunca, a organizarse para luchar contra la concentración de la riqueza en pocas manos y rechazar las visiones pesimistas con las que nos bombardean los medios de comunicación constantemente. Porque, como decía Brecht, quien lucha puede perder, pero quien no lucha ya ha perdido.