En medio de la reflexión sobre cómo adaptarnos a la situación creada por las medidas contra el Coronavirus, que afectan de lleno a la distribución de publicaciones en papel, al llevar a la ruina a los espacios habituales de distribución -bares y librerías-, twitter ha intervenido de manera decisiva, echándonos una mano (al cuello). El 15 de noviembre publicamos un tuit con un comunicado de la empresa Scytl negando las acusaciones de los trumpistas de haber participado en un pucherazo electoral; el tuit contenía el comunicado en imágenes, para facilitar su difusión y evitar que se perdiese, así como tres enlaces: dos al comunicado (en la web y en archive.org), y un tercero a un artículo que mostraba de qué se acusa a Scytl. Nada más publicarlo, la cuenta fue inmediatamente bloqueada por twitter, que nos exigió que lo borrásemos para poder seguir utilizando esa red social. Dicho de otra forma, twitter nos exigía borrar un tuit que negaba las acusaciones trumpistas, como parte de su campaña para luchar contra las acusaciones trumpistas de pucherazo electoral. De esta manera, nos convertimos en víctimas colaterales de la política de twitter de matar moscas a cañonazos, al estrechar su definición de lo que consideran válido o aceptable.
Dado que nos negamos a someternos a la censura y a su hija más siniestra, la autocensura, tenemos claro que nuestros días en twitter están contados; por ello, a partir de ahora nos centraremos en publicar artículos en nuestro blog, convertido así en el eje de nuestra presencia en la red; además, volvemos a publicar Desde el confinamiento, esta vez con una periodicidad más fácil de mantener y con una mezcla de artículos propios y otros traducidos de otros idiomas; y todo ello, sin dejar de vender nuestras revistas impresas (revista Amor y Rabia, Prisma, el Boletín…). Vamos a seguir publicando noticias en twitter, pero pasarán a un tercer plano, al no ser más que editar contenidos en beneficio de twitter y no tiene sentido invertir nuestras energías en un trabajo que puede ser eliminado en cualquier momento por motivos más allá de nuestra comprensión.
Lo ocurrido no es algo excepcional: este tipo de censura aumentará en el futuro, debido a que la dependencia de las llamadas redes sociales y la internet para comunicarnos es un talón de Aquiles que permite al estado y el capital borrarnos con tan solo apretar un botón. Cuanto antes acabemos con esta dependencia, mejor.