por Jacob Hornberger
En el debate sobre si un militar recientemente retirado, el general Lloyd Austin, debería ser nombrado secretario de Defensa, el New York Times publicó ayer un editorial recalcando la importancia del "control civil" sobre los militares.
¡Que pintoresco! No importa que el Times, por su propia admisión, apoyase al candidato del presidente Trump a secretario de Defensa, el general James Mattis. El Times dice ahora que hacerlo dos veces seguidas sería demasiado, porque el control civil de las fuerzas armadas es de vital importancia en Estados Unidos.
Qué absurdo. Lo cierto es que el sistema de seguridad nacional, que consiste en el Pentágono, la CIA y la NSA, ha estado durante mucho tiempo al mando de los mecanismos de poder dentro del gobierno federal. Cualquiera que se convierta en secretario de Defensa, militar o civil, va a recibir órdenes, no va a darlas.
Pero tenemos que aferrarnos a nuestros mitos y mentiras, ya sabes, como el que sostiene que los militares estadounidenses murieron en las muchas guerras extranjeras de Estados Unidos para proteger nuestra "libertad". Mientras nos aferremos a tales falsedades, mitos e irrealidades, todo estará bien, o eso dice el argumento.
Pero no todo está bien. Solo mire alrededor. Observe el número cada vez mayor de jóvenes que se suicidan. ¿Eso es normal? Esa es la señal más segura hasta ahora de lo que aferrarse a las mentiras y los mitos y venderlos como realidad puede hacer en una nación. Añada a esos suicidios los suicidios de veteranos y la masiva adicción a drogas, el alcoholismo y otros comportamientos autodestructivos y todos los asesinatos irracionales y otros actos de violencia que impregnan la sociedad estadounidense.
Sí, solo mira a tu alrededor. No es difícil ver que Estados Unidos es una sociedad muy enferma.
Hay un libro que captura a la perfección lo que le ha sucedido a Estados Unidos: National Security and Double Government (Seguridad nacional y doble gobierno) de Michael J. Glennon. La tesis de Glennon es simple: es el establishment de seguridad nacional el que manda sobre el gobierno federal.
Oh, sí, lo sé, todos piensan que las otras partes del gobierno federal: el presidente, el Congreso y la Corte Suprema están al mando. Eso es porque se les inculca esa noción en sus clases de educación cívica en las escuelas públicas o en las universidades estatales a las que asistieron. Como señala Glennon, esa noción es falsa. El verdadero poder y control recae en el Pentágono, la CIA y la NSA. Permiten que las otras partes del gobierno federal mantengan la apariencia de poder. Eso no les importa. Lo que importa es que están al mando y que las otras tres ramas ceden ante ellos en asuntos críticos, como el nombramiento del secretario de Defensa,
Y por si acaso se lo está preguntando, Glennon no es una especie de autor chiflado, lo que hace que su libro sea muy peligroso para el sistema de seguridad nacional. Desde 2002, ha sido profesor de derecho en la Facultad de Derecho y Diplomacia Fletcher de la Universidad de Tufts. También trabajó durante tres años como abogado del Comité de Relaciones Exteriores del Senado. También fue profesor de derecho en la Universidad de California y miembro de la Woodrow Wilson International School for Scholars. Glennon es un autor a tener en cuenta.
Recuerde que cuando Trump se presentó como candidato para la presidencia, estaba haciendo declaraciones audaces contra el estado profundo y sus "guerras eternas". Esta fue uno de los principales motivos por el que tanta gente votó por él. Desde que Dwight Eisenhower y John Kennedy ninguno presidente se había enfrentado al "complejo militar-industrial".
Y luego mire lo que pasó, casi de inmediato. Mire lo que el establishment de la seguridad nacional le hizo a Donald Trump. Al comienzo mismo de su administración, lo desangraron y lo dejaron impotente. Trump se rodeó de generales. Incluso nombró a uno para que fuera su secretario de defensa. Ahora que se acerca al final de su mandato de cuatro años, no pudo poner fin a sus “guerras eternas”, como prometió hacer. Peor aún, hizo todo lo posible para comenzar nuevas guerras, en Irán, Yemen, Siria y Somalia.
Una de las mayores señales de que Trump cedió se pudo ver en relación con los documentos secretos de JFK del establishment de seguridad nacional. Piénselo por un momento: casi 60 años calificados como secreto de estado debido a la ridícula noción de "seguridad nacional". Al principio, Trump declaró públicamente que iba a publicar los documentos, según lo ordenado por el Congreso 25 años antes en la JFK Records Act. Y luego, en el último minuto, Trump se rindió a la voluntad de la CIA, accediendo a sus demandas de mantenerlos en secreto más años.
Además, a riesgo de insistir en lo obvio, la prensa dominante no emitió ni una pizca de protesta por el continuo secreto de los documentos. El secreto continuo de documentos que tienen décadas de antigüedad relacionados con el supuesto asesinato de un presidente en solitario se trata como si fuese algo completamente normal. Es solo un ejemplo más de la extraña disfunción que impregna la vida estadounidense, sin mencionar el control que el establishment de seguridad nacional ejerce sobre la prensa convencional, especialmente cuando se trata del asesinato de Kennedy .
¿Por qué cedió Donald Trump sobre los documentos de JFK, las guerras eternas y el estado profundo, sabiendo que inevitablemente decepcionaría a sus millones de seguidores? No creo que podamos eliminar la posibilidad de que Trump haya sido "Hooverizado", es decir, que el establishment de seguridad nacional haya empleado la misma táctica que dominaba el exjefe del FBI J. Edgar Hoover, usar secretos de la vida personal de una persona para controlar su vida pública.
Con Joe Biden, no necesitan hacer eso. Dada la vida de Biden de subordinación pública al establishment de Washington DC, se inclinará ante lo que quiera el establishment de seguridad nacional. De hecho, no creo que podamos eliminar la idea de que fueron el Pentágono, la CIA y la NSA quienes rechazaron la elección de Biden como secretario de defensa, otro lacayo estatal llamado Michèle Flournoy, y eligieron al general Austin. Pero bueno, al menos el nombramiento de Austin reflejará quién está a cargo del gobierno federal en realidad.