por Chema Álvarez Rodríguez
No tuvieron compasión ni con los viejos. Francisco Portales Sirgado, maestro libertario de 69 años de edad, a punto de cumplir los 70, murió en la llamada Cárcel Nueva de Valladolid, el 18 de marzo de 1941, a las 3 de la mañana. El médico de la prisión determinó en su autopsia como motivo de la muerte “colapso cardiaco a causa de una insuficiencia mitral”. Sin embargo, algunos de sus compañeros de cárcel, testigos de los hechos, le contaron a su familia que la verdadera causa de su asesinato fue una paliza propinada por estar enseñando a leer a otros presos.
Sabemos de su vida y de su muerte gracias al libreto publicado en el invierno de 2019 por el Grupo de Memoria Histórica de CNT Valladolid, Francisco Portales Sirgado, El Maestro libertario, que se nutre en gran medida de la información aportada por María Luisa Hernández Portales, familiar directa de Francisco y una descendiente más de una prolífica familia con ideales libertarios, con mujeres tan reconocidas como Suceso Portales Casamar, cofundadora de Mujeres Libres y que ya cuenta con una plaza con su nombre en Mérida. Otros reconocidos miembros de esta familia fueron Francisco Portales Casamar, de la UGT, asesinado el 23 de agosto de 1936 en la Sevilla fascista junto a su cuñado Rafael Herrera Mata, marido de Luisa Portales Casamar, poeta, impresor y amigo personal de Federico García Lorca, Luis y Juan Portales Casamar, afiliados a las Juventudes Libertarias y luego a la CNT en la clandestinidad, Hortensia Portales Casamar, maestra que también sufrió el destierro junto a su marido y Acracio Ruiz Gutiérrez, compañero de Suceso Portales y muy ligado a Cipriano Mera y al MLE (Movimiento Libertario Español en el exilio).
Todo comenzó en Zahínos, en el suroeste de la provincia de Badajoz, entre Oliva de la Frontera y Jerez de los Caballeros, tierra roja de barbechos y de paredes blancas, encaladas de los pueblos, montes bajos donde vacas, cabras y ovejas herbajean por dehesas con nombres como Herrumbre y Gamonosa, carrasqueras y olivares entre los que laboran por igual hombres que mujeres, con tareas como la limpia, el desmamone, el alza, la bina, el maquineo, propias del campo y de sus penurias.
Allí, el 10 de mayo de 1871, hace ahora 150 años, nació Francisco Portales Sirgado, hijo de un Inspector de Educación de Badajoz, Juan Portales, cesante desde 1867 (1), y de la maestra del pueblo, Catalina Sirgado. Con tales ascendientes, su destino estaba escrito: sería maestro en su pueblo y moriría maestro, tratando de enseñar a los demás. Entre esos dos momentos su vida es un camino hacia las ideas libertarias, como la de tantos hombres y mujeres que, entre finales del siglo XIX y principios del XX fueron descubriendo y caminando hacia una nueva aurora que les prometía libertad, igualdad y fraternidad. Lo de la verdad, la justicia y la reparación es algo que todavía está por venir.
Francisco Portales Sirgado hizo ese camino en un carro de dos ruedas: la de la política y la de la enseñanza. Con 19 años, el 22 de septiembre de 1889, fue nombrado maestro interino de su pueblo. Dos días antes renunció voluntariamente al acta de concejal que tenía en el ayuntamiento, por considerar “este cargo incompatible con el de maestro”. Volvería a ser concejal en 1902 y en 1906, siendo nombrado alcalde en dos ocasiones: en julio de 1909 y en enero de 1910, cargo del que fue cesado y suspendido el 9 de octubre de 1911, como resultado de su procesamiento y por orden del Juez de Instrucción (2). La causa: a principios de septiembre de 1910, siendo alcalde, ordenó la detención de un propietario de Zahínos, Manuel Matamoros, miembro también de la sociedad obrera “El Progreso”, una sociedad que el mismo Francisco Portales había contribuido a fundar en 1902 y de la que llegó a ser vicepresidente en 1905. En un turbio asunto aún sin resolver, el alcalde impidió que la sociedad El progreso celebrara unas asambleas (3), poniendo mil impedimentos y finalizando con la detención de Matamoros, hecho por el que el maestro-edil fue primero cesado y luego juzgado, el 3 de junio de 1914, en juicio por jurados en el Juzgado de Jerez de los Caballeros (4). El delito: detención arbitraria.
En ese mientras tanto se casó con una pariente lejana, Luisa Casamar Portales, también paisana y mujer de gran cultura, con la que llegó a tener 14 hijos, de los que no todos sobrevivieron, pero que gozaron de una educación adelantada a la época. Testigo de esa educación y de las ideas de la familia Portales Casamar es la suscripción de Francisco al periódico anarquista Tierra y Libertad y de la suscripción de su hija Hortensia, que después sería también maestra, a la revista libertaria Humanidad Nueva, cuyos ejemplares llegaban a Zahínos desde Valencia por vía de compañeros paqueteros que recibían la revista en Jerez de los Caballeros (5).
A través de este periódico, Tierra y Libertad, sabemos también del interés de Francisco Portales por la nueva pedagogía que se estaba desarrollando en La Escuela Moderna de Barcelona, cuya dirección (calle Bailén, Nº 56, Barcelona) se le facilita en el mismo periódico con el fin de cartearse, incluso más allá del cierre gubernamental de dicha escuela y del procesamiento de Ferrer i Guàrdia.
Las ideas de Ferrer i Guàrdia estaban presentes desde inicios de siglo en Badajoz a través de las escuelas racionalistas (6). Aparte de Francisco Portales, hubo otros extremeños que tuvieron relación directa con el fundador de la Escuela Moderna. Sabemos de ellos gracias a las anotaciones hechas por Ferrer en su cuaderno agenda de direcciones del año 1901 (7).
Algunos de estos extremeños fueron el cacereño Ventura Vega (Cáceres), Lorenzo Pinto (calle Afligidos, nº 65, Badajoz) y Ángel González (Plaza Mayor, nº 36, Badajoz), miembro destacado de “La Germinal Obrera” que se autodefinía en los mítines como “obrero anarquista dispuesto a morir por sus ideas si es preciso” (8).
Tras su vida política y escolar en Zahínos, Francisco Portales Sirgado es destinado en calidad de maestro nacional a diversos colegios, recorriendo el territorio español y recalando en pequeñas escuelas como la del pueblo leonés de Santa Martas o la de Sesnández de Tábara, en la Sierra de la Culebra de Zamora, donde nacería su último hijo, de nombre Juan. Según consta en el libreto editado por la CNT de Valladolid, su salario anual como docente hasta el 1 de junio de 1931 fue inferior a las 3.000 pesetas, fecha en la que se le aumentó el sueldo como resultado de la reforma escolar y dignificación de la labor de los maestros y maestras llevada a cabo por la II República, empeñada en mejorar la enseñanza y hacerla llegar hasta el último rincón de España.
Durante todo este tiempo, desde su salida de Zahínos, sus hijos e hijas han ido creciendo y adoptando las ideas libres que en la que tanto su padre como su madre les han educado, implicándose muchos de ellos en los movimientos sindicalistas y obreros del momento.
El 28 de julio de 1936, apenas diez días después de la insurrección del ejército fascista, Francisco Portales Sirgado se afilia al sindicato único de enseñanza de la CNT, convirtiéndose en delegado de este sindicato en la Comisión Provincial de Abastos de Guadalajara, dependiente de la Junta de Defensa, bajo el mando de Félix Pineda. Allí, en Guadalajara, estuvo desde noviembre de 1936 hasta abril de 1937, por lo que fue testigo de la derrota de los fascistas italianos ante las brigadas internacionales y los cuerpos comandados por Lister y Cipriano Mera, que lograron frenar el avance hacia Madrid y así salvar la capital de una caída segura.
Poco después, el 1 de octubre de 1938, Francisco Portales se afilia a la FAI, la Federación Anarquista Ibérica, y participa en la comisión republicana formada para defender el patrimonio artístico de la provincia de Guadalajara.
A pesar de la guerra y de su implicación en la defensa de las libertades, no deja su oficio de maestro. La ocupación fascista le pilla en Yélamos de Arriba, pueblo de La Alcarria, donde sigue ejerciendo su labor docente. Allí los sublevados le toman declaración el 30 de julio de 1939, trasladándole primero a la prisión de Brihuega y luego a la de Guadalajara. Tenía 68 años.
En Brihuega se encuentra un importante núcleo ferroviario. Según narró a CNT Valladolid Hortensia, hija de Suceso Portales, “los sexagenarios que habían sido detenidos, entre ellos Francisco, fueron trasladados en tren hasta el pueblo en unas condiciones vergonzosas para su edad”.
En su primera declaración afirmó sin ambages pertenecer al movimiento libertario. A la pregunta de si ha participado en formaciones políticas antes del 18 de julio de 1936, responde que no, pero afirma que propagó “ideas políticas y sociales de emancipación y superación humanas”, un testimonio que evidencia su entereza y la convicción de sus ideales.
En un nuevo interrogatorio en la prisión de Brihuega del 29 de marzo de 1940, tratan de implicarle en los hechos sucedidos en la cárcel de Guadalajara, donde tras el bombardeo de la Luftwaffe del 6 de diciembre de 1936 se produjo un asalto ilegal a la cárcel y en el que fueron asesinadas 280 personas.
Sin embargo, Francisco Portales no había tenido nada que ver con aquellos hechos, que debían parecerle, además, reprobables. Visto que no se le puede incriminar por tales sucesos, ni imputarle afiliación alguna a partidos políticos o sindicatos antes de la insurrección militar, se trata de demostrar su relación con la CNT-FAI, por lo que se repite constantemente un relato “sobre si portaba o no un gorro de miliciano rojo y negro a lo que responde afirmativamente” (9).
A partir de ese momento se inicia un proceso contra su persona, el 27 de mayo de 1940, en el que no solo se trata de relacionarle con las formaciones anarquistas, sino que también se le acusa de “adiestrar a su hija Suceso en las armas de fuego, de registrar casas y de confiscar mobiliario para su oficina en la plaza de abastos, y de dejar para ello apartado su oficio de maestro” (10).
El 26 de junio de 1940, con 69 años recién cumplidos, se le somete a un consejo de guerra, sin ninguna garantía para su defensa, por el que se le condena a una pena de 20 años. El delito: “auxilio a la rebelión militar”. Poco después se le conmuta la pena por la de 12 años y un día y comienza a cumplirla en la cárcel de Guadalajara. Sin embargo, posiblemente debido a su avanzado estado de edad, se ordena que con fecha de 10 de marzo de 1941 sea trasladado al campo de concentración de la isla penal de San Simón, junto a otros seis presos.
San Simón ocupa un lugar preferente en la memoria del horror de los campos de concentración franquistas. Frente a la ría de Vigo, fue el cruel destino al que llegaron personas con enfermedad crónica, discapacidad o de edad avanzada que suponían un estorbo en los penales de la dictadura franquista (11). Cientos de personas murieron en esta isla, de hambre, frío, infecciones… o, simplemente, a manos del carnicero que la dirigía (Fernando Lago Búa) y del cura párroco que la “auxiliaba”, de quien algunos supervivientes contaron que acostumbraba a dar el tiro de gracia con su propia pistola a los moribundos. En una ocasión, dado que uno de los que iban a fusilar no quiso confesarse, le destrozó el cráneo a golpes con un enorme crucifijo. Su nombre, para que quede grabado en el listado de los monstruos, era el del Padre Nieto, un jesuita vigués.
Francisco Portales jamás llegaría a pisar aquella horrible isla. Durante su traslado recaló en la prisión de Valladolid, conocida como la Cárcel Nueva, sobre la que hay numerosos testimonios de tortura y crímenes impunes. Maestro de profesión, hijo y padre de maestros y maestras, hizo lo que mejor sabía hacer: enseñar a leer a quienes en condiciones infrahumanas sobrevivían, como él, a la venganza fascista. Aquello, para la nueva España que empezaba a amanecer, suponía uno de los peores delitos. Ya lo ponía en grandes letras rojas un cartel de la República: “¡Leed! Combatiendo la ignorancia derrotaréis al fascismo”.
El Boletín Oficial de la Provincia de Guadalajara, en su número 133, del 3 de junio de 1940, publicó la Orden de Depuración del Ministerio de Educación Nacional mediante la que se resolvía “la separación definitiva del servicio y baja en el Escalafón” de Francisco Portales Sirgado. Dicha depuración debió de serle comunicada en el consejo de guerra que le condenó, dejando sin efecto su condición como maestro nacional. La paliza que le dieron el 18 de marzo y por la que murió fue, sin duda, por ejercer una profesión para la que ya había sido inhabilitado.
Esa misma tarde fue enterrado sin ningún miramiento y sin avisar a ningún familiar en la fosa llamada de los pobres (parcela 89 del cementerio del Carmen de Valladolid). En aquellos días, previos a su último viaje, seguramente ya conocedor del asesinato de algunos de sus hijos, debió de recordar los tiempos de su infancia y juventud en Zahínos, donde pronto florecería la jara y el tomillo, su tierra extremeña, a donde algunas de sus hijas volverían desterradas, mientras el resto de la familia, quienes quedaban vivos, iniciaba una diáspora por los difíciles caminos del exilio. Poco a poco la memoria, gracias al esfuerzo y a la labor de estos descendientes, rescata la impronta de esta familia libertaria, cuyo afán siempre fue, como declaró Francisco Portales cuando fue apresado, “la emancipación y superación humanas”.
Una de sus hijas, Luisa Portales Casamar, viuda de Rafael Herrera Mata, a quien mataron en la Sevilla fascista el 29 de enero de 1938, dejó escrito este poema, en recuerdo de su marido y de los compañeros asesinados con él (12):
REMEMBRANZA
Muerte, que te llamas muerte.
Muerte, muerte carcelera.
La Luna te está esperando
con su corte en su escalera.
Ponte roja de luceros
y anima tu faz escueta,
que hoy te llevan bien nutrida,
y galas de días de fiesta.
En la cárcel de Sevillla
diez hombres la muerte esperan,
diez claveles reventones
de juventud y de ideas.
Por ellos un hombre justo
se atrevió a pedir clemencia,
y contestó el que dictara
aquella infame sentencia:
“¡Que la descarga conmigo
la escuche Sevilla entera!”
Y aquel manojo, valiente,
paladines de nobleza,
cayeron en la estacada,
como millares cayeran.
A padres, hijos, hermanos
y sufridas compañeras
lágrimas y represalias
les dejaron por herencia.
Sus edades, comprendidas
en el tiempo de la siembra,
veintiocho, treinta y tantos…
y un viejito de sesenta.
Han pasado tantos años
que la memoria flaquea.
¡Valientes, seguid luchando
como los nuestros lo hicieran:
sin crímenes, noblemente,
con la cara descubierta
y evitando a vuestros hijos
los horrores de otra guerra!
NOTAS
1) La constancia: revista de primera enseñanza destinada a las personas ilustradas que se interesan por el fomento de la educación a los padres de familia y sobre todo a los maestros de ambos sexos, Año I, Nº 2, 07/08/1867, pág. 18.
2) Acta de la sesión de pleno municipal de Zahínos del 26/10/1911, folio 1.
3) La Región Extremeña, Diario Republicano, 27/09/1910, pág. 1.
4) La Región Extremeña, Diario Republicano, 03/06/1914, pág. 1.
5) Tierra y Libertad, 16/05/1907, Sección Correspondencia administrativa, pág. 3.
6) Chema Álvarez Rodriguez (El Salto diario, 3 de enero de 2021): La escuela de los sindios.
7) Agenda personal de Ferrer i Guardia (PDF).
8) La Región extremeña, Diario Republicano, 26/07/1901.
9) Grupo de Memoria Histórica CNT Valladolid, 2019: Francisco Portales Sirgado, el maestro libertario, pág. 14.
10) Ibid.
11) Sol López-Barrajón (Público, 25 de octubre de 2016): San Simón: la isla de la muerte.
12) Rafael Herrera Mata, en Todos los nombres. .