miércoles, 19 de octubre de 2022

De "operación militar especial" a guerra abierta


por Gilbert Doctorow


El significado de los referéndums en el Donbás, Jersón y Zaporiyia


22 de septiembre de 2022


El discurso televisado ayer por la mañana por Vladimir Putin y los comentarios de seguimiento de su Ministro de Defensa Shoigu anunciando la movilización parcial de las reservas del ejército de Rusia para añadir un total de 300.000 hombres a la campaña militar en Ucrania es algo de lo que ha informado ampliamente la prensa occidental. La prensa occidental también informó sobre los planes para celebrar referéndums sobre la adhesión a la Federación Rusa en las repúblicas de Donbás este fin de semana y también en las provincias de Jersón y Zaporiyia en un futuro muy cercano. Sin embargo, como suele ser el caso, la interrelación de estos dos sucsos no se ha entendido o, si se ha entendido , no se ha explicado al público en general. Dado que es precisamente esta interrelación lo que se ha destacado en los programas de entrevistas de la televisión estatal rusa en los últimos dos días, aprovecho esta oportunidad para exponer a mis lectores los hechos clave sobre qué giro tomará ahora el conflicto en curso en Ucrania y una visión actualizada de cuándo terminará y con qué resultados.


La idea misma de los referéndums en el Donbas ha sido ridiculizada por los principales medios de comunicación de EEUUs y Europa. Son denunciados como "farsa" y se nos dice que los resultados no serán reconocidos. De hecho, al Kremlin no le importa en absoluto si los resultados son reconocidos como válidos en Occidente. Su lógica ha de buscarse en otra parte. En cuanto al público ruso, el único comentario crítico sobre los referéndums ha sido sobre el momento en que han tenido lugar, e incluso algunas personas conocidas por su patriotismo dijeron abiertamente que es demasiado pronto para celebrar el referéndum dado que la República Popular de Donetsk, los oblasts (regiones, AyR) de Zaporiyia y Jersón aún no lo han sido completamente "liberados". También en este caso, la lógica de esos referéndums ha de buscarse en otra parte.


Es una conclusión inevitable que las repúblicas de Donbás y otros territorios de Ucrania ahora bajo ocupación rusa votarán a favor de unirse a la Federación Rusa. En el caso de Donetsk y Lugansk, fue solo bajo la presión de Moscú que sus referéndums de 2014 se centraron en declarar su soberanía y no sobre convertirse en parte de Rusia. Tal anexión o fusión no era bien recibida por el Kremlin por aquel entonces porque Rusia no estaba lista para enfrentar el esperado ataque económico, político y militar masivo de Occidente que habría tenido lugar a continuación. Hoy, Moscú está más que preparada: de hecho, ha sobrevivido muy bien a todas las sanciones económicas impuestas por Occidente incluso antes del 24 de febrero, así como al suministro cada vez mayor a Ucrania de material militar y "asesores" de los países de la OTAN.


La votación sobre unirse a Rusia probablemente alcanzará el 90% o más a favor. Lo que sucederá inmediatamente por parte rusa también está perfectamente claro: pocas horas después de la declaración de los resultados del referéndum, la Duma (parlamento, AyR) del Estado ruso aprobará un proyecto de ley sobre la "reunificación" de estos territorios con Rusia y dentro de un día más o menos, será aprobada por la cámara alta del parlamento e inmediatamente después el proyecto de ley será aprobado por el presidente Putin.


Mirando más allá de su servicio como agente de inteligencia de la KGB, que es todo lo que los "especialistas en Rusia" occidentales dicen sin cesar en sus artículos y libros, recordemos también la licenciatura en derecho de Vladimir Putin. Como presidente, se ha mantenido sistemáticamente dentro del derecho nacional e internacional. Lo seguirá haciendo ahora. A diferencia de su antecesor, Boris Yeltsin, Vladimir Putin no ha gobernado por decreto presidencial; ha gobernado por leyes promulgadas por un parlamento bicameral constituido por varios partidos. Ha gobernado de manera conforme al derecho internacional promulgado por las Naciones Unidas. La ley de la ONU habla de la santidad de la integridad territorial de los Estados miembros; pero la ley de la ONU también habla de la santidad de la autodeterminación de los pueblos.


¿Qué se sigue de la fusión formal de estos territorios con Rusia? Eso también está perfectamente claro. Como partes integrales de Rusia, cualquier ataque contra ellos, y ciertamente habrá tales ataques provenientes de las fuerzas armadas ucranianas, es un casus belli. Pero incluso antes de eso, los referéndums han sido precedidos por el anuncio de la movilización, que apunta directamente a lo que Rusia hará más adelante si los acontecimientos en el campo de batalla así lo requieren. Las fases progresivas de movilización se justificarán ante el público ruso como necesarias para defender las fronteras de la Federación Rusa del ataque de la OTAN.


La fusión de los territorios ucranianos ocupados por Rusia con la Federación Rusa marcará el final de la "operación militar especial" (SMO). Un SMO no es algo que llevas a cabo en tu propio territorio, como tertulianos del programa de entrevistas de la televisión rusa Velada con Vladimir Solovyov comentaban hace un par de días. Marca el comienzo de la guerra abierta contra Ucrania con el objetivo de obtener la capitulación incondicional del enemigo. Es probable que esto implique la destitución de los líderes civiles y militares y, muy probablemente, el descuartizamiento de Ucrania. Después de todo, el Kremlin advirtió hace más de un año que el camino a formar parte de la OTAN dictado a Ucrania por EEUU dará lugar a la pérdida de su condición de Estado. Sin embargo, estos objetivos particulares no fueron declarados hasta ahora; la SMO trataba de defender el Donbas contra el genocidio, y de la desnazificación de Ucrania, este en sí mismo un concepto bastante vago.


Añadir otros 300.000 hombres armados a la fuerza desplegada por Rusia en Ucrania representa casi el doble del número actual y seguramente servirá para afrontar la escasez de efectivos de infantería que ha limitado la capacidad de Rusia para "conquistar" Ucrania. Fue precisamente la falta de tropas en el terreno lo que explica la dolorosa y vergonzosa retirada de Rusia de la región de Járkov en las últimas dos semanas. No pudieron resistir la concentración masiva de fuerzas ucranianas contra su propio control de la región, que estaba escasamente protegido. El valor estratégico de la victoria de Ucrania es cuestionable, pero mejoró enormemente su moral, que es un factor importante en el resultado de cualquier guerra. El Kremlin no podía ignorar esto.


En la conferencia de prensa en Samarcanda la semana pasada, después del final de la reunión anual de jefes de estado de la OCS (Organización de Cooperación de Shanghai), se le preguntó a Vladimir Putin por qué ha mostrado tanta moderación frente a la contraofensiva ucraniana. Respondió que los ataques rusos a las plantas generadoras de electricidad ucranianas que siguieron a la pérdida del territorio de Járkov fueron solo "disparos de advertencia" y que se aproxima una acción mucho más "impactante". En consecuencia, a medida que Rusia pasa de SMO a la guerra abierta, podemos esperar una destrucción masiva de la infraestructura civil y militar de Ucrania para bloquear por completo todo movimiento de armas suministradas por Occidente desde los puntos de entrega en la región de Leópolis (capital de la Galizia, la zona más occidental, pronas y rusófoba de Ucrania, AyR) y otras fronteras hasta el frente. Eventualmente podemos esperar bombardeos y destrucción de los centros de toma de decisiones de Ucrania en Kiev.


En cuanto a una mayor intervención occidental, los medios occidentales se han dado cuenta de la amenaza nuclear apenas velada del presidente Putin a los posibles cobeligerantes. Rusia ha declarado explícitamente que cualquier agresión contra su propia seguridad e integridad territorial, como habían propuesto en las últimas semanas generales retirados en los EEUU entrevistados en cadenas de televisión estadounidenses en programas sobre la ruptura de Rusia, será respondida con una respuesta nuclear. Cuando la amenaza nuclear de Rusia se dirige a Washington, como es el caso actual, en lugar de a Kiev o Bruselas, como se suponía hasta ahora, es poco probable que los responsables políticos en el Capitolio mantengan por mucho tiempo su arrogancia sobre las capacidades militares rusas y sigan buscando una mayor escalada.


A la luz de todos estos acontecimientos, me veo obligado a revisar mi apreciación de lo que ocurrió en la reunión de la Organización de Cooperación de Shanghai. Los medios occidentales han centrado toda su atención en un solo tema: la supuesta fricción entre Rusia y sus principales amigos globales, la India y China, por su guerra en Ucrania. Eso me pareció muy exagerado. Ahora parece ser una completa tontería. Es inconcebible que Putin no discutiera con Xi y Modi lo que está a punto de hacer en Ucrania. Si Rusia realmente ahora proporciona a su esfuerzo bélico una parte mucho mayor de su potencial militar, entonces es completamente razonable esperar que la guerra termine con la victoria rusa el 31 de diciembre de este año, como parece haber prometido el Kremlin a sus leales seguidores. 


Mirando más allá de la posible pérdida de la condición de Estado de Ucrania, una victoria rusa significará más que para Washington acabar sangrando por la nariz, como ocurrió en Afganistán. Pondrá a la vista de todos el bajo valor del paraguas militar estadounidense como protección de los estados miembros de la UE, y conducirá necesariamente a una reevaluación de la arquitectura de seguridad de Europa, que es lo que los rusos exigían antes de que se lanzara su incursión en Ucrania en febrero.