Por Antonino del Giudice (2020)
Pfizer, la empresa de la Big Pharma más multada de la historia, entre condenas y acciones colectivas
Hace unos días Pfizer anunció la próxima producción de vacuna contra el Covid-19, con una eficacia del 90% (luego aumentó al 95% en 10 días). La noticia representa una ola de optimismo, tanto en el campo de la salud como en el económico. Tanto es así que, al margen de la conferencia, los índices bursátiles mundiales lograron resultados positivos casos desde el 4% en Wall Street hasta el 11,4% en Atenas, picos a decir verdad no difíciles de predecir.
En este contexto, despertó muchas sospechas el comportamiento del director ejecutivo Albert Bourla, que vendió 132.508 acciones del gigante farmacéutico por la suma de 5,56 millones de dólares, al margen de la conferencia. La empresa responde a las denuncias de la prensa asegurando que la venta ya estaba planificada y ligada a alcanzar un nivel de cotización de las acciones de la empresa.
Pese a querer creer en la buena fe de la dirección de la empresa, se sembró la semilla de la duda y se abrió la caja de Pandora sobre todas las actividades ilícitas y condenas que han involucrado a la empresa en Estados Unidos.
Por supuesto, es un error sospechar “a priori” de la vacuna de Pfizer, pero conocer el pasado de la empresa también es fundamental para comprender que, lamentablemente, los parámetros económicos y otros intereses están vinculados a la salud.
QUIÉN ES REALMENTE PFIZER: DISPUTAS Y PROBLEMAS NO RESUELTOS
Pfizer es una gran empresa farmacéutica con sede en Nueva York fundada en 1849. Alcanzó la fama en su punto más alto en 1997 cuando la revista Fortune la sacó en portada como la empresa farmacéutica más grande del mundo.
Famosa por sus productos, como Xanax, Viagra y Advil, la empresa también es conocida por el descubrimiento del ácido cítrico (que se usa en Coca Cola, Pepsi, etc.) y por la producción masiva de penicilina y vitamina C.
Tiene un crecimiento continuo y constante que la ha llevado a ser la segunda empresa farmacéutica del mundo por facturación en 2017.
Detrás de las cuantiosas ganancias, sin embargo, había prácticas de marketing ilegales (como la venta de productos aprobados para un uso como si fueran aptos para el tratamiento de diversas enfermedades) y la venta de productos “defectuosos” extremadamente nocivos para la salud.
Así, 20 años después de su coronación de Fortune, Pfizer logró otro récord, esta vez negativo, convirtiéndose en 2018 en la peor empresa farmacéutica del mundo para los consumidores, según el Reputation Institute (empresa que publica informes sobre la reputación de las empresas, basados en encuestas de consumidores y cobertura de los medios) (1).
DEMANDAS JUDICIALES EN LAS QUE HA ESTADO INVOLUCRADA PFIZER
Pfizer se ha enfrentado a miles de demandas por lesiones y prácticas de venta ilegales. Es famosa por haber recibido la multa más grande de la historia que haya sido impuesta a una empresa farmacéutica, por valor de más de 2.300 millones de dólares.
Algunas de las demandas judiciales contra Pfizer han sido archivadas, otras aún están siendo examinadas por investigadores estadounidenses. Se han hecho varias acusaciones contra la compañía farmacéutica, desde la comercialización de productos para usos para los que no fueron aprobados hasta lesiones personales y asesinatos de seres humanos en ensayos ilegales de medicamentos.
Estas son solo algunas de las causas que enfrenta la empresa:
Protonix (Protoprazol, utilizado para problemas gastrointestinales)
En 2013, la empresa se comprometió a pagar 55 millones de dólares en compensación por vender medicamentos para usos diferentes a aquellos que habían sido aprobados, y aún podría tener que hacer frente a demandas por lesiones renales.
Prempro (utilizado para tratar los sintomas de la menopausia y para prevenir la osteoporosis)
Se han presentado hasta 10.000 demandas judiciales contra Prempro por parte de mujeres a las que se les recetó incorrectamente el medicamento para tratar el cáncer de mama. Las demandas se resolvieron en gran parte en 2012 por alrededor de 1.000 millones de dólares.
Chantix (medicamento utilizado para tratar la adicción a la nicotina)
Pfizer ha hecho frente a unas 3.000 demandas judiciales relacionadas con su medicamento Chantix, presentadas por personas que afirmaron haber experimentado pensamientos suicidas y trastornos psiquiátricos después de tomarlo. Nuevamente Pfizer resolvió parte de la demanda pagando 288 millones de dólares de indemnizaciones.
Depo-Testosterona (usada para hipogonadismo, oligozoospermia, impotencia)
Se han presentado miles de demandas judiciales contra la Depo-Testosterona por la ineficacia de las terapias sustituidas por el fármaco. Desafortunadamente, muchas de estas demandas han sido desestimadas en beneficio de Pfizer.
Zoloft (recetado para el tratamiento de la depresión y los trastornos de ansiedad en pacientes adultos y adolescentes)
Las demandas judiciales contra Pfizer de más de 250 consumidores acusa a la empresa de haber promovido activamente el uso del fármaco por mujeres embarazadas a pesar de saber que había riesgo de malformaciones para el feto. Los casos se cerraron en gran parte en 2016 debido a la falta de pruebas.
Effexor (recetado para tratar la depresión, la ansiedad y los ataques de pánico)
También en este caso, las víctimas de Effexor acusan al medicamento de efectos secundarios que van desde malformaciones de los fetos hasta frecuentes pensamientos suicidas de los pacientes. Nuevamente, en septiembre de 2015, se cerraron las demandas contra Effexor.
Casos Bextra, Geodon, Zyvox y Lyrica y la maximulta de 2.300 millones de dólares
El gigante farmacéutico Pfizer Inc. pagó 2.300 millones de dólares en 2009 en un acuerdo tras el proceso judicial del fraude de atención médica más grande en la historia del Departamento de Justicia de EEUU. Pfizer ha accedido a pagar la cuantiosa suma debido a las responsabilidades civiles y penales derivadas de la promoción ilegal de cuatro fármacos: Bextra, un fármaco antiinflamatorio; Geodon, un fármaco antipsicótico; Zyvox, un antibiótico; y Lyrica, un fármaco antiepiléptico.
La empresa instruyó a sus vendedores a dar a los médicos medicamentos para enfermedades distintas a las indicadas y en dosis superiores a las aprobadas, a pesar de los riesgos para los pacientes (riesgos que llevaron a la retirada definitiva de Bextra en 2005).
La investigación fue posible gracias al testimonio de John Kopchinski, ex representante de ventas de Pfizer, según el cual “Toda la cultura de Pfizer está impulsada por las ventas, y si no vendes productos para usos diferentes a los que han sido aprobados, no formas parte del equipo y sufres mobbing”.
La investigación estuvo a cargo, entre otros, del fiscal federal interino del Distrito de Massachusetts, Michael K. Loucks, quien reveló otras prácticas perturbadoras: “Pfizer suele invitar a médicos a reuniones de consultores, muchas en paraísos turísticos. Naturalmente, los gastos de los participantes los pagaba la empresa y los médicos recibían una compensación solo por estar allí”; obviamente, la intención era presionar a los médicos para que aumentaran la cantidad de veces que recetaban sus medicamentos, a pesar de que estaba prohibido por ley.
Y esto no es todo, la empresa fue culpable de otro crimen escalofriante, la experimentación ilícita en seres humanos de un antibiótico, Trovan. Esta historia se conoce como “El litigio de Kano”.
El litigio de Kano
A mediados de la década de 1990, Pfizer fue pionera en un nuevo antibiótico, Trovan, que tenía un gran potencial para convertirse en un multimillonario fármaco, y su eficacia fue probada por 87 estudios en 27 países diferentes. “Solamente” faltaba una prueba pediátrica en el caso de una enfermedad aguda infecciosa como la meningitis. Una prueba imposible de realizar en Estados Unidos.
En 1996 hubo en Kano, un pequeño pueblo del norte de Nigeria, una epidemia de meningitis que provocó la muerte de 12.000 personas. La Organización Mundial de la Salud lanza un programa de emergencias y Pfizer ve en esa epidemia la oportunidad de realizar por fin las pruebas pediátricas.
Se unió al programa de la OMS al proponer tratar a 200 niños con Ceftriaxona, el mejor fármaco contra la meningitis en ese momento. Sin embargo, solo la mitad de los niños fueron tratados con Ceftriaxona mientras que al resto se les administró Trovan para evaluar las diferencias entre los 2 medicamentos.
De 100 niños tratados con Trovan, 5 fallecieron y muchos otros fueron víctimas de ceguera, malformaciones y parálisis.
Para los médicos de Pfizer, sin embargo, fue un buen resultado. El antibiótico se comercializó en Europa solo para adultos en 1996 y, dos años después, se retiró del mercado por su alta toxicidad.
El caso sacudió a la opinión pública de todo el mundo en el año 2000, cuando el Whashington Post publicó una investigación de 11 meses con el elocuente título “The body hunters” (Los cazadores de cuerpos), dedicada a la experimentación ilícita con niños nigerianos (2).
En la serie de artículos dedicados a los hechos de Kano, causó especial impacto el caso de una niña de 10 años cuyo nombre en la historia clínica fue sustituido por el número 6587-0069.
El contenido del artículo del Washington Post dedicado a Kano
6587-0069 tenía 10 años y pesaba poco menos de 20 libras. Vivía en Nigeria y en abril de 1996 enfermó de meningitis.
Se desató una mala epidemia y muchas docenas de personas murieron en esta ajetreada ciudad de polvo ámbar. De alguna manera, la pequeña encontró un refugio: un hospital de campaña donde habían llegado médicos extranjeros para dar gratis costosas medicinas.
Detrás de un portón asediado por multitudes sufrientes había dos hospitales muy diferentes. Uno era de Médicos Sin Fronteras, que había construido un hospital de campaña únicamente en un intento por salvar vidas. El segundo fue creado por investigadores de Pfizer Inc. para realizar experimentos con niños.
La niña solo vio batas blancas. Los médicos que trabajaban para Pfizer la trataron y recolectaron líquido cefalorraquídeo, evaluaron los síntomas y la registraron como paciente número 1. 0069 en el sitio de prueba N°. 6587 en el experimento N°. 154-149.
El primer día, la dieron 56 miligramos de Trovan.
Al día siguiente las fuerzas de la niña se hundieron y uno de sus ojos se quedó blanco.
Al tercer día murió.
Una sola línea en la historia clínica:
Acción tomada: “La dosis se mantuvo sin cambios”. Resultado: “Muerta”.
A pesar de las múltiples acciones legales emprendidas en Estados Unidos y Nigeria, las víctimas aún no han sido indemnizadas y el juicio aún no ha comenzado en Estados Unidos.
Quizás Pfizer salve al mundo con su vacuna, quizás sea cierto que será la más segura pero una cosa podemos decir: en medicina el fin no justifica los medios, sobre todo si los “medios” son los seres humanos.
NOTAS
(1) Forbes (06.06.2017): The World’s Most Reputable Pharmaceutical Companies In 2017.
(2) The Washington Post (17.12.2000): Where Profits and Lives Hang in Balance.