Pascal-Emmanuel Gobry
Desde el inicio de la Edad Media hasta hace pocas décadas, cualquier persona educada tenía que estudiar la historia de Grecia y Roma. Hay una razón para ello, y hay una razón por la cual es una vergüenza que hace mucho que no lo hacemos.
No es tan solo que la historia encierra importantes lecciones. Es que vivimos en una época levantada por las personas ya fallecidas que nos precedieron. América es una república constitucional. Sus instituciones de gobierno fueron imaginadas y nos fueron legadas por unas personas, todas las cuales habían estudiado la historia de Grecia y Roma, como hicieron los filósofos y escritores y hombres de estado que tomaron como inspiración, y como aquellos a su vez hicieron también. La democracia en la que vivimos es como una pieza de maquinaria extranjera que se supone tenemos que emplear. Si no eres un mecánico, no intentarías arreglar tu coche sin intentar primero leer alguna de sus instrucciones. Para poder entender como funciona nuestra república, necesitamos entender la forma de pensar de la gente que la levantó. Tenemos que entender de donde venimos.
Los Padres Fundadores de los EEUU, y los filósofos de la Ilustración de los que aprendieron –de nuevo, la gente cuya máquina supuestamente hemos de mantener en marcha– estaban obsesionados con Grecia y Roma. La razón por la cual los discursos de los políticos se dedicaban a referirse a América como un "experimento" en democracia, por que en este sentido estaban intentando algo arriesgado y precario, es porque vivían bajo la sombra de Roma.
La creencia habitual hasta la fundación de América es que la democracia está destinada a hundirse. Un sistema político que promete la igualdad formal no puede soportar la tensión de un sistema que siempre tendrá desigualdades de estatus, da igual como se intente legitimarlas. En una auténtica democracia, los demagogos vencerán sobre el pueblo mediante promesas vanas y acciones llamativas, y acumularan suficiente poder como para destruir la verdadera democracia que es la fuente de su poder (deténganme si lo que digo les suena familiar). La razón por la cual creían esto es por que eso es exactamente lo que pasó con Roma. Por eso el dicho popular: "Una república, si puedes mantenerla".
Si sabemos algo sobre la caída de la República romana, sabemos vagamente algo sobre Julio Cesar, sobre cómo era un general popular que usó su apoyo en el seno de los militares para llevar a cabo un golpe de estado. El golpe de estado desató una guerra civil en la cual el hombre más fuerte, Augusto, prevaleció, pensando que podría usar bien el poder que Cesar había reclamado para si mismo.
Si sabemos un poco más, sabremos que Cesar no era tan solo un general de éxito, sino también un político astuto, que usó sus victorias políticas no solo para obtener la lealtad de las legiones, sino también para levantar una base de poder populista en Roma. También deberíamos de estar prevenidos de que cuando Cesar intentó dar su golpe de estado, la República romana ya estaba exhausta, con una élite complaciente engordada por siglos de victorias militares y los correspondientes botines.
Pero aquellos a lo que los historiadores hoy día llaman la crisis de la República romana tenía un profundo componente clasista. Como todas las repúblicas, Roma se veía a si misma bajo el prisma del mito de su propio derribo de tiránicos gobernantes y el establecimiento de una, digamos, unión más perfecta. Como todos los mitos nacionales, esto solo era verdad en parte.
En realidad, la sociedad romana estaba dividida en dos clases, los patricios y los plebeyos (palabras que siguen teniendo un significado hoy día, aunque más débil); tres si se cuenta a los esclavos, algo que obviamente deberías, aunque eran menos activos políticamente que las otras dos clases.
Los patricios eran la aristocracia. Eran grandes terratenientes, en una época en la que la fuente de la riqueza era la tierra. Lo que es más, mientras la gran mayoría de la tierra en Roma era de propiedad pública en teoría, en la práctica los patricios podía n cosechar esas tierras y quedarse los beneficios como si fueran de su propiedad. El hecho de que los patricios podían depender de mano de obra esclava para cultivar esas tierras las hacía aún más beneficiosas para ellos, incluso aunque así expulsaban a los plebeyos de los trabajos que habrían tenido mediante su cultivo. Esta igualdad fundamental entre una clase patricia poseedora de tierras y la más insegura económicamente de los plebeyos es la cosa más importante a recordar sobre la historia de la República romana.
Y ¿qué pasaba con el sistema político? Bien, como es bien sabido, Roma estaba dirigida por un Senado, pero el Senado estaba compuesto de patricios. Para simplificarlo al extremo, el Senado era como el ramo legislativo, que nombraba a los cónsules que dirigían el ejecutivo. ¿No tenían voz los plebeyos? Los plebeyos estaban representados por oficiales elegidos en elecciones llamados tribunos de la plebe, cuyo mayor poder era su capacidad de proponer nuevas leyes y vetar al Senado. Los tribunos de la plebe en su gran parte eran también patricios, ya que este era el único camino para poder participar en la política, pero eran patricios con un contacto con la población, y los buenos patricios, como los buenos tribunos, sabían como agradar a sus votantes.
Los hermanos Graco
A finales del siglo II a.C., décadas antes de que Cesar apareciese, esta desigualdad abrumadora dio lugar a una crisis política. Dos hermanos, Tiberio y Cayo Graco, intentaron llevar a la práctica varias reformas para reequilibrar las desigualdades, incluyendo la redistribución de tierras y el reparto de grano entre los pobres de Roma. ¿Cómo resultó? Bien, para resumir una larga historia, Gracchus acabó cometiendo suicidio para evitar ser asesinado por una horda financiada por un cónsul patricio para eliminarle por la fuerza (previamente, Tiberius había sido linchado por otra horda financiada por un patricio, nota AyR).
El fracaso de los Gracos (plural de Graco) tuvo dos consecuencias: primero, restableció el uso de la fuerza para solventar disputas políticas. Y segundo, consolidó las divisiones de clase en el corazón de la sociedad romana, debido a que el complejo sistema de controles y contrapesos (así como el obstinado inmovilismo de la clase aristocrática) era incapaz de solucionar el problema. Naturalmente, los aristócratas romanos no creían estar simplemente defendiendo sus bolsillos. Roma, después de todo, era una de las civilizaciones más sofisticadas del mundo, y su aristocracia tenía una elevada educación. Creía que al defender sus privilegios, se estaba defendiendo de lo que consideraban la plebe, sin educación y ordinaria, que tenía creencias contrarias a lo que ellos creían que eran los valores de Roma. Con este trasfondo, el gobierno de Roma, crecientemente implicado en llevar a cabo guerras en el extranjero y mantener el imperio, se fue militarizando cada vez más, subiendo los impuestos para poder mantener sus gastos.
Debido a que esos conflicto estaban tan profundamente enraizados, Roma se mantuvo dando bandazos de una crisis social a una crisis política y de esta a una constitucional un año tras otro, década tras década, de manera que cuando apareció un "cirujano de hierro" la república cayó como una fruta madura que espera ser cosechada.
Todo esto me lleva a la actual situación. Sabes ¿cuántos millones han dejado de trabajar de manera activa? ¿Qué aumenta el número de personas sin estudios universitarios y que es expulsada de la economía? ¿Qué el sistema globalizado y meritocrático recompensa a una pequeña élite dejando al resto fuera?
Ahora no es aún el momento de Cesar. Ni siquiera es la época de los Gracos. No lo creo. Pero ha habido un incremento en la violencia política, aunque ni de lejos similar al nivel de la década de los 60. Y aunque la economía de América sin duda podría funcionar mejor, también podría funcionar mucho peor –de hecho, ha salido mejor de la recesión global que prácticamente el resto de las principales países del mundo.
Pero los paralelismos están ahí, ¿no es cierto? Puede que no haya disturbios pidiendo grano, o grandes latifundios, pero existe sin duda una clase de patricios, y una clase de plebeyos, y están sin la menor duda enfrentadas. Y la incapacidad del sistema político y económico de ofrecer una salida que sea positiva para ambas clases intensifica el conflicto.
El martes (en las elecciones en las que Trump salió elegido y Hillary Clinton fue derrotada, nota AyR), América rechazó a un patricio y eligió un tribuno. Esperemos ver implementar algunas reformas genuinamente tipo Graco, y esperemos que funcionen bien durante una temporada. Por que en caso contrario, me temo que mis hijos un día verán a Cesar cruzar el Potomac (referencia al paso del Rubicón por César para derribar la república e imponer su dictadura, AyR).