Esto está demostrado por multitud de ejemplos. Muchos tipos de árboles, cuando son atacados por plagas de orugas, aumentan la dosis de Tanino y fenol en sus hojas. Mediante ese mecanismo de defensa son capaces de reducir el crecimiento de las orugas y evitar así su expansión.
Los árboles también pueden comunicar a otros árboles de su entorno su estado de salud. Informan sobre sucesos peligrosos que han tenido lugar de manera súbita, o sobre daños que hayan sufrido. Notan cuando son atacados por parásitos, y se lo comunican a los árboles que están próximos. Así, los árboles pueden protegerse de manera preventiva para hacer frente a ataques de insectos, cuando reciben señales de aviso de otros árboles que crecen en sus proximidades y están siendo víctimas de ellos [1].
Aviso de la llegada de escarabajos
Los árboles producen venenos para los insectos y otras sustancias para defenderse cuando son atacados por plagas de, por ejemplo, pulgones, orugas, larvas de escarabajo u otros animales. Estas sustancias las difunden también a su entorno. Los árboles vecinos pueden reconocerlas y reaccionar de manera preventiva, iniciando la producción de sus propios venenos.
El motivo de la comunicación entre árboles es evidente: para protegerse y manener su propia población, y para hacer frente a los parásitos en su entorno. La posibilidad de sobrevivir de un árbol depende de la precisión con la que percibe su entorno. A fin de cuentas, tiene las raices profundamente hundidas a un sitio y ni puede huir ni defenderse o morder [2].
al mismo tiempo, los árboles que son víctima del ataque de parásitos se ponen también en contacto con los depredadores de los insectos que les están atacando y pueden hacerles saber que tienen para ellos un banquete de su alimento favorito. Los árboles reconocen con exactitud quienes les causan heridas. Y envian fragancias muy distintas, dependiendo del tipo de insecto, ya que pueden diferenciar un gran número de ellos [3].
Las plantas, insectos y microbios emplean en parte el mismo repertorio de señales. Algunas de esas señales son empleadas por tanto de una manera muy estratégica. Por ejemplo, las plantas emplean también hormonas de insectos, para poder atraer a los enemigos correspondientes o mejor aún para atraer a los insectos que los ayudan. También pueden emplear hormonas de insectos para ciertas maniobras defensivas. El robo de señales es una estratégia de uso común. Ya que los árboles pueden diferenciar sus propias señales de las de otros árboles, se da por supuesto que son capaces también de reconocer señales parecidas que por ejemplo son empleadas por los insectos para comunicarse entre ellos [4].
Los árboles viven también en simbiosis con animales, que les protegen y son premiados por ello por los árboles mediante la producción de nectar azucarado en el caso de insectos u ofreciendo sitios para poder anidar [5].
Los árboles son también parte de una extremadamente compleja red de comunicación entre diversos organismos. Se comunican entre ellos y con los enemigos de sus atacantes y ofrecen a los insectos que los protegen comida y alojamiento mientras estén amenazados por el enemigo correspondiente.
Interesante a este respecto es el descubrimiento de que ciertos tipos de plantas de cultivo han perdido la capacidad de comunicarse, especialmente con quienes las ayudaban. No podían entender las alarmas de sus parientes y ellas tampoco eran capaces de avisar. Son criadas sordas y mudas. Es decir, ya no son capaces de expulsar sustancias aromáticas para atraer a otros seres que las puedan ayudar comiéndose a los parásitos o expulsándolos [6].
Desde el punto de vista de quienes cuidan árboles es interesante en este contexto si los árboles también son capaces de reconocer, si no son atacados por un hongo que destruye la madera, así como por cuál, y si se defienden o avisan a otros árboles. Se ha descubierto que los árboles no sólo pueden avisar a sus vecinos de sus heridas, sino también cómo se han herido y quien ha sido el responsable. También está claro que antes de colonizar un sistema de raices, los hongos han de señalar a la planta huésped que no son parásitos. Los árboles disponen de diversos métodos para reconocer agentes patógenos y protegerse de ellos.
A pesar de ello, algunos hongos son capaces de transmitirse a otros árboles cercanos a través de las conexiones de las raices (del mismo tipo de árbol). Los mecanismos de defensa de los árboles están aparentemente desactivados. ¿Tienen algunos hongos aún más estrategias contra las cuales el árbol no puede defenserse y mediante las cuales puede evitar sus mecanismos de defensa? ¿O tiene que estar un árbol debilitado por diversos motivos, como por ejemplo heridas, para que sus mecanismos de defensa estén lo suficientemente debilitados para que una infección pueda tener lugar?
Los mensajes se envían mediante el viento
Los árboles se comunican mediante compuestos orgánicos volátiles o señales químicas que se transmiten por el aire. Principalmente se trata de etileno (C2H4), una molécula gaseosa que es emitida por las ojas de los árboles en muchas situaciones. Los mensajes que envían los árboles de esta forma, pueden difundirse a vaios cientos de metros de distancia gracias al viento [7].
Los árboles no sólo se comunican por encima de la superficie - también lo hacen bajo tierra de manera intensa. De llevar a cabo el intercambio de informaciones bajo tierra se encarga una gigantesca y dinámica red de raices, la "Wood Wide Web". En la comunicación en la Wood Wide Web los hongos Micorriza juegan un papel clave. Si las raices se informan sobre bacterias dañinas, virus u hongos, puede activar el sistema inmunitario o adaptar su crecimiento de manera flexible a la situación.
Hasta hace poco se consideraba que la simbiosis entre los árboles y los hongos Mikorriza tan sólo servían para mejorar la absorción de nutrientes. Entre tanto se ha descubierto que los Mikoriiza también sirven para transportar de manera eficiente informaciones y señales. El intercambio de información tiene lugar mediante el empleo como mensajeros de sustancias que se disuelven en el agua, que pueden ser leidas por las raices [8].
A través de esa red de hongos se comunican los grandes árboles de los bosques, los llamados árboles madre, con sus descendientes. EL árbol madre vigila el crecimiento de sus descendientes, para en caso de necesidad enviar nutrientes a través de esa conexión a los árboles jóvenes [9].
Los árboles también se dan cuenta de si bajo tierra entran en contacto con las raices de un árbol de la misma especie o de otra diferente. Si contactan con raices de un árbol de la misma especie, cooperan con él, y si es de una especie distinta, tiene lugar la competencia por los nutrientes [10].
Las plantas se espÍan entre ellas
Lo expuesto hasta ahora puede dar la impresión de que existe algo similar a la solidaridad y la caridad también entre los árboles. Hay que tener en cuenta que en la evolución solo se consiguen imponer aquellas caracteríticas que dan vantajas a quienes disponen de ellas, y valen para asegurar la propia supervivencia. Las señales, que podemos interpretar a primera vista como alarmas, no están pensadas principalmente para los otros, sino que sirven siempre y por principio a la propia defensa.
Las plantas no se avisan entre sí, sino que se espían entre ellas. Pueden percibir señales olorosas que emiten sus vecinas, y emplean las informaciones así obtenidas para mejorar su propia defensa. Las plantas oyen -o mejor dicho huelen- lo que ocurre con sus vecinas. Por lo tanto, no tienen la intención de mantener una conversación con otras, más bien se dedican a espiarse mutuamente.
Pero, ¿hasta donde llega la percepción de un árbol? ¿Pueden los árboles detectar cambios en su entorno y reaccionar a ellos para asegurar la supervivencia de su especie? Un estudio biológico descubrió que la tala de árboles madre en la selva brasileña da lugar a que los arboles restantes produzcan semillas más pequeñas y débiles de lo normal en su especie.
El detonante de este desarrollo no es simplemente la ausencia de árboles madre, sino la consecuencia de ello, la desaparición de las aves de gran tamaño, que usaban los árboles madre como hábitat en esas áreas forestales. Esas aves, como por ejemplo los Bucerótidos (los tocos y cálaos), podían dispersar las grandes y pesadas semillas, ya que sus picos son lo suficientemente grandes y fuertes para ello [11].
La pregunta lógica es si es un factor de evolución que solo se extiendan las mutaciones de ciertas especies, que de todos modos generan semillas pequeñas. O, ¿es posible que los árboles sean capaces de percibir que sus semillas ya no pueden ser transportadas y reaccionen a esta situación creando semillas más pequeñas?
NOTAS
[1] Vgl.: Breuer, H.: Soziales Netzwerk, Pflanzen kommunizieren nicht nur oberirdisch – sondern über Wurzelpilze auch unter der Erde, en: SonntagsZeitung, 11.09.2013
[2] Billig, S., Geist, P.: Die Intelligenz der Pflanzen. Wie botanische Gewächse unterirdisch miteinander kommunizieren. (18.07.2010)
[3] Ebd.
[4] Scinexx, das Wissensmagazin: Pflanzen haben Insekten-Signale kopiert (03.08.2013); Universität Zürich: Kopierte Kommunikation: Pflanzen nutzen Insekten-Duftsignale (12.03.2010), 17.05.2013
[5] ZDF: Trickreiche Pflanzenwelt, Können Gewächse kommunizieren? Programa emitido el 14.07.2010, (03.01.2014).
[6] Kugler, H. G., Int. Institut für Erfahrungsheilkunde e.V.: Pflanzenkommunikation, 05.05.13
[7] Rüschemeyer, G.: Chemische Ökologie, Abwehrkämpfe im Pflanzenreich, en: FAZ (23.06.2008).
[8] Witzany, G.: Plant Communication from Biosemiotic Perspective, Differences in Abiotic and Biotic Signal Perception Determine Content Arrangement of Response Behaviour. Context Determines Meaning of Meta-, Inter- and Intraorganismic Plant Signaling (05.08.2013).
[9] Vgl.: Breuer, H.: Soziales Netzwerk, Pflanzen kommunizieren nicht nur oberirdisch, en: SonntagsZeitung, 11.09.2013
[10] Vgl.: Witzany, G.: Plant Communication from Biosemiotic Perspective, Differences in Abiotic and Biotic Signal Perception Determine Content Arrangement of Response Behaviour (05.08.2013).
[11] Galetti et al., 2013: Functional Extinction of Birds Drives Rapid Evolutionary Changes in Seed Size, Science, Vol. 340, pp.1086-1090