sábado, 16 de mayo de 2020

Miedo eterno


Una de las principales características de la etapa americana del capitalismo es la guerra eterna: una vez iniciado un conflicto, no se acaba nunca. Basta echar un vistazo a la situación actual de Somalia, Afganistán, Irak o Siria, para saber que para Washington la guerra eterna se ha convertido en el instrumento perfecto para controlar el mundo. Es lógico que así sea: al aparato militar-industrial de EEUU le sale muy cara la paz, y nunca la ha aceptado fácilmente; la derrota en Vietnam fue seguida por su apoyo militar y diplomático al régimen asesino de los Jémeres Rojos en Camboya, y cuando se disolvió el espantajo de la “amenaza soviética” fue sustituido por el espantajo de la “amenaza yihadista”, que está siendo sustituido actualmente por el de la “amenaza china”, una versión actualizada del “peligro amarillo”.

Económicamente, la situación es similar: el fin de el modelo de sociedad industrial debido a la caída de la tasa de beneficios ha dado lugar a su sustitución -más bién canibalización- por el modelo de la precariedad neoliberal y la crisis eterna. Desde su puesta en marcha en los ochenta, a pesar de las continuas profecías de su próximo fin, este modelo ha sido un éxito total gracias a la combinación de polarización social y difusión de ideología de la diferencia, que ha balcanizado a la izquierda, asegurando la “paz social”. Pero todo lo que empieza acaba, y este modelo está dando muestras de su agotamiento, visibles tanto en el hundimiento de la tasa de beneficios que generaba la globalización como en la creciente dificultad de llevar a cabo los ajustes periódicos -”crisis”- necesarios para asegurar su funcionamiento. Un repaso lo confirma: la primera “crisis” a finales de los 80 se superó devorando el espacio económico soviético; a partir de entonces las burbujas financieras se suceden: la de los 90 se supera con la puesta en marcha de la burbuja puntocom, que pincha en 2000/1 y da lugar a la puesta en marcha de la burbuja inmobiliaria; esta, a su vez, pincha en 2008/9 y da lugar a la llamada burbuja generalizada, que acaba de pinchar.

Consciente de la debilidad creciente del modelo actual, el capital ha puesto en marcha un nuevo modelo cuyo principal componente -el económico- será el proteccionismo, poniendo punto final a la globalización. Como esto dará lugar a un fuerte empobrecimiento de amplias capas de la población, el otro componente -el político-social- será el uso del miedo para pastorear a la población. Este miedo eterno, como demuestra el Coronavirus, permite a la derecha apoderarse de un concepto -la defensa de la libertad individual- que hasta ahora había sido parte del argumentario de la izquierda, y difundir teorías conspirativas que generan odio y silencian la guerra de clases al llamar a luchar contra enemigos invisibles. La única forma de luchar contra esta sociedad empobrecida y paranoica es, como siempre, organizarse desconfiando de las mentiras del poder.