sábado, 5 de diciembre de 2020

CLODIUS - el Trump de la antigua Roma, un demagogo populista que ayudó a hundir la república


por Philip Freeman

El populismo tiene una historia larga y colorida en la política americana, de Huey Long en la izquierda (gobernador de Luisiana durante la Gran Depresión, con un amplio apoyo popular debido a su programa de ayudas sociales; murió ‘casualmente’ cuando amenazaba con romper el sistema bipartidista de EEUU -AyR) a George Wallace en la derecha (gobernador derechista de Alabama, defensor del apartheid en EEUU -“segregación ahora y segregación siempre“, dijo -AyR) hasta –más recientemente- Ross Perot en 1992 y Donald Trump hoy día. 

Durante la mayoría de su historia, la república romana estuvo gobernada por viejas familias políticas y de intermediarios políticos de confianza que sabían cómo mantener controladas a las masas. Se llevaban a cabo elecciones, pero estas estaban diseñadas deliberadamente para dar la parte del león del voto popular a las clases dominantes. Si la aristocracia romana, que votaba primero, elegía a una persona para mandar, los funcionarios a menudo ni siquiera se atrevían a contar los votos de las clases bajas.

De vez en cuando, campesinos descontentos, dueños de tabernas y transportistas dueños de burros se alzaban y exigían a sus gobernantes que les aliviasen sus deudas y tener una voz propia en el gobierno, pero esas revueltas eran rápidamente aplastadas mediante promesas de que venían mejores tiempos y pagando a gladiadores que ya no estaban en activo para partir la cara a los principales alborotadores. A finales del siglo II antes de Cristo, los aristocráticos hermanos Graco intentaron llevar a cabo una revolución política desde dentro, pero solo lograron ser asesinados por la nobleza conservadora.

Quien finalmente derribó el sistema fue un rico y ambicioso noble llamado Publius Clodius Pulcher, un demagogo populista que se negó a seguir las reglas del juego. Clodius siempre había sido impredecible de maneras que habían sorprendido y divertido al populacho romano. Siendo joven, incitó un amotinamiento contra las tropas de su cuñado. Después, cuando unos piratas le capturaron, se ofendió profundamente por el pequeño rescate que aceptaron por liberarle.

Nada era sagrado para Clodius. Cuanto más audaz era su comportamiento, más le quería la opinión pública por ello. En Roma, por ejemplo, Clodius –un conocido mujeriego- cometió un sacrilegio al disfrazarse de mujer e infiltrarse en el festival religioso sólo para mujeres dedicado a la diosa Bona Dea, con el objetivo de seducir a Pompeya, la esposa de Julio Cesar. El escándalo llevó a Cesar a divorciarse de Pompeya y llevó al famoso sofismo de que la mujer del Cesar debía estar fuera de toda sospecha.

Tras escapar el castigo empleando un amplio equipo legal y pagando generosos sobornos, Clodius entró en la política en un intento de asegurarse el respeto de la clase dominante, la cual rápidamente le despreció como a un bufón. De lo que los críticos de Clodius no fueron capaces de darse cuenta es que era inteligente, estaba decidido y estaba muy en contacto con las frustraciones del pueblo llano.

Después de que la élite le rechazase, Clodius empezó a romper todas las reglas en su lucha por llegar al poder. Repudió su estatus de noble y pasó a formar parte de la clase de los plebeyos de manera oficial, posicionándose como líder de la enfadada clase trabajadora romana. Usando su atractivo natural, su fiera retórica y un agudo sentido de cómo hacer que los políticos del establishment se enfrentasen entre ellos, consiguió imponerse a las leyes y llevó a cabo el primer reparto gratuito de grano de la historia de occidente. Esto le generó enormes apoyos entre el pueblo llano, especialmente entre aquellos que habían perdido su trabajo en las recientes crisis económicas. Se convirtió en el rey de las calles de Roma y desató un alzamiento populista como no se había visto antes en la historia de la República.

Las clases dominantes de Roma no tenían ni idea de cómo someter a Clodius a su control, al cual seguían despreciando. Si la República iba a ser destruida, dijo Cicero, famoso orador y político del Establishment, dejemos al menos que caiga por la acción de un hombre de verdad.

Exigiendo venganza, Clodius organizó el exilio de Cicero y preparó sus planes para llegar a la cúspide de la pirámide del poder político. Durante su campaña para ser elegido pretoriano, cargo romano de magistrado electo que tenía una posición justo por debajo de los cónsules que dirigían Roma, las elecciones tuvieron que posponerse dos veces debido a las luchas callejeras entre sus seguidores y los de su enemigo, Annius Milo. Cuando Clodius se encontró con Milo en la Vía Apia, se desató una lucha entre sus guardas y Clodius fue herido de gravedad. Consciente de que un rival muerto era menos amenazador que uno vivo y enfadado, Milo ordenó a sus hombres que le rematasen.

Pero pese a que Clodius había sido asesinado, las fuerzas populistas que había desatado siguieron muy vivas y rápidamente encontraron nuevos líderes –en especial Cesar. Las clases dominantes estaban aturdidas e indefensas cuando el control del estado que habían dirigido desde hacía siglos se les fue de las manos.

El año 49 antes de Cristo, Cesar cruzó el Rubicón y sumergió a Roma en una guerra civil. El asesinato de Cesar en las Ides de Marzo dio paso a una revuelta que destruyó, de una vez por todas, el poder de las clases dominantes. Surgió un Imperio basado en la Autocracia, y la República Romana desapareció para siempre.