por Jorge Richter
19 de abril de 2020
El COVID libera las ansias de represión y silenciamiento para implementar el modelo neoliberal
Desde sus espacios de aislamiento individual, la intelectualidad del mundo debate sobre las sociedades que irrumpirán después de la pandemia. Hoy pasan a revisión innumerables elementos que hacen a la vida societal y de las naciones. En la visión de unos, un nuevo orden internacional redistribuirá el poder mundial; quienes vivieron esperando la crisis final del sistema capitalista, encuentran que hoy están ante el momento soñado; los más optimistas discurren por la idea de una sociedad de conciencia reflexiva, solidaria en lo global y con vocación altruista. Frente a todos ellos, un grupo de pensadores entiende que lo medular está en observar las tentaciones restrictivas de gobiernos que, apoyados en su éxito contra la peste del COVID-19, encuentran motivos suficientes para apostar por la cancelación de la ciudadanía y considerar que los sistemas de extrema vigilancia social y política, apoyados en tecnologías invasivas de la propiedad y los derechos privados, son el nuevo modelo de Estado.
LA PANDEMIA ANTE DOS MODELOS DE GOBIERNO
La debacle de los Estados Unidos ante la pandemia logra que las miradas giren a lo hecho por los países asiáticos, en especial China. Las cifras oficiales son un matemático misterio. Sin embargo, allí, la contención del COVID-19 tiene soporte en un estado autoritario que ha devenido en Estado Policial Digital, que hace suya la utilización absoluta del Big Data proporcionado por compañías telefónicas y de tecnología, esto con el fin de ubicar y contactar, hoy en el caso de la pandemia, a todos aquellos que dan señales de ser portadores del virus. Cámaras con identificación facial de enorme sensibilidad, han convertido a sus ciudadanos en seres ultravigilados. Esta información va a formar parte del historial del Sistema de Crédito Social, una especie de tarjeta de crédito donde el régimen lleva cuentas del comportamiento individual, bueno o negativo, de cada ciudadano. Un modelo donde lo privado es un factor menor, pues la seguridad y el control colectivo constituyen el objetivo prioritario.
Sin necesidad de cuarentenas generales, este modelo que pulveriza la noción de lo que se entiende por “información privada”, va acompañado de la lógica de partido único y un fuerte dispositivo militar que supervisa, milimétricamente, el cumplimiento del orden público. China hoy acredita un éxito que los países europeos y Estados Unidos no pueden presentar con su sistema democrático liberal, caracterizado por una tradición cultural contrapuesta a a asiática y con lógicas de Estados con menor interferencia y control sobre la vida individual y privada de los ciudadanos. Las distancias culturales entre occidente y oriente revelan esta aparente docilidad de la sociedad china ante el poder estatal, poblaciones con mayor obediencia y conciencia colectiva. Un país con mentalidad autoritaria, heredada de una larga tradición cultural en el que todo está ordenado en derredor del Estado y a la confianza que en él depositan los ciudadanos.
Las advertencias de Giorgio Agamben, las propuestas de Zizek y las respuestas de Byun Chul Han, se sintetizan en sociedades que se debatirán entre dos modelos políticos, aquellos restrictivos de los derechos ciudadanos, soportados por estructuras policiales, con imponentes redes de digitalización al servicio del control estatal, frente a sistemas democráticos de tradición republicana donde lo privado siga siendo un elemento central de la lógica política y económica del sistema.
EL DEBATE EN LA REALIDAD BOLIVIANA
En un momento de sustitución de élites, gobernantes y económicas, el nuevo eje del poder político nacional avanza con la urgencia de restaurar el modelo conservador, históricamente elitario y asociado a sectores productivos capitalistas. Esto le impide inevitablemente un accionar -siquiera en lo formal- democrático e institucionalista.
La pandemia COVID libera las ansias de represión y silenciamiento para implementar el modelo neoliberal. El aislamiento sobreviene en dictadura sanitaria con ciudades militarizadas y decretos restrictivos de los derechos constitucionales. Dictadura sanitaria por causa noble, juicios abreviados por infringir el decreto supremo. Ciudadanos con sentencia de cárcel. Justicia selectiva y demonización del enemigo político y sus sectores de apoyo (este artículo está escrito mientras gobernaban Bolivia los responsables del golpe de estado de 2019, AyR).
Sin las posibilidades del modelo chino, ni cultural ni menos tecnológicamente, el poder político boliviano enfrenta la pandemia con rústicas aproximaciones conceptuales, una implementación subdesarrollada del ideario de referencia. Prioriza lo represivo y reduce la ultravigilancia a una acción manual que debe ser conducida por los órganos de represión del Estado. El Estado Policial Digital chino deviene un Estado Policial Analógico, y el partido único se expresa en la reedición de élites sociales renovadoras de un viejo modelo de administración del Estado, que, fracasado en el tiempo, insiste en avanzar en la consumación de una democracia restrictiva y de contención demográfica que, como señala Habermas, detiene “la inclusión del otro”.
ESTADO POLICIAL ANALÓGICO
Bajo formas discursivas de aparente democracia, libertad e igualdad, el modelo policial analógico envuelve causas nobles y humanitarias. Son democracias con estados de excepción, condicionantes de los derechos ciudadanos y estructuradas sobre un poder que controla la información, que circunscriben al relato vertical y único, intolerantes con el disenso y la interpelación popular. Una retórica que no deja espacio a la transparencia discursiva pues está construida sobre material autoritario, de negación y acusatorio. Es un modelo de Estado que construye referencias: funcionarios endurecidos en su discurso del temor y la advertencia y alguien que busca un liderazgo intentando empatizar con una población contenida. La confianza se cambia por temor y el respeto es un silencio reprimido.
Liberal en lo económico e interventor en lo político, el Estado Policial Analógico agrega a la población que no le es funcional a su visión elitista, no entrega su liderazgo en favor de sus ciudadanos y crea un segmento social de gente con derechos nominales a quienes contiene militarmente.
La peste te busca, dice la pieza comunicacional del miedo, la causa noble por tu salud es el momento para ajustar la presencia del Estado Policial Analógico; antes fue la libertad, el narcotráfico y la democracia. Cuando Harry Truman accedió a la presidencia de Estados Unidos, sustituyendo a Franklin D. Roosevelt en el año 45, dejó sobre su escritorio un pequeño letrero en el que se leía: “La responsabilidad es mía”, era una referencia a no excusarse de las decisiones que se asumían. Acá la responsabilidad de quien construye este Estado indeseable empieza a ser inexcusable.