jueves, 2 de septiembre de 2021

Artículo censurado por Forbes criticando el uso obligatorio de mascarilla en la escuela


La obligación de usar mascarillas en las escuelas traumatiza a millones de niños, especialmente a los de familias de bajos ingresos


por Zak Ringelstein


18 de agosto de 2021 (artículo original censurado)


He pasado mi carrera como educador luchando contra los exámenes estandarizados y los estragos que han causado en la salud mental y el bienestar de los escolares estadounidenses, especialmente los niños de familias de bajos ingresos.


Antes de la pandemia de Covid-19, nuestros años de activismo finalmente estaban dando sus frutos y la legislación estaba comenzando en todo el país a hacer retroceder los exámenes draconianos, citando los daños que causan psicología, la salud y el rendimiento académico de los escolares estadounidenses. En lugar de mesas individuales en fila, recomendamos mesas redondas. En lugar de exámenes con múltiples posible respuestas, recomendamos proyectos colaborativos. En lugar de aplicar una disciplina punitiva, recomendamos una atención plena y el aprendizaje socioemocional.


El futuro parecía prometedor para una educación para todos los niños constructiva, gratuita y centrada en los alumnos. Parecía que finalmente no serían solo las familias ricas las que podrían darse el lujo de optar por no participar en entornos académicos restrictivos basados en exámenes.


Eso fue hasta que llegó a EEUU el Covid-19, transformando de la noche a la mañana el sistema de educación pública estadounidense en algo irreconocible: un sistema de restricciones y obligaciones mucho más represivo que los exámenes estandarizados. Los estudiantes en la mayoría de las aulas estadounidenses ahora deben ponerse una mascarilla sobre su rostro y mantenerse alejados de sus compañeros durante toda la jornada escolar. En muchas escuelas, los estudiantes se ven obligados a jugar solos durante el recreo. Incluso para los escolares más pequeños, los pupitres están alineados en filas. Los niños no pueden ver las sonrisas de los demás ni aprender habilidades sociales y verbales cuya importancia es crítica.


La frase que escucho repetida una y otra vez para justificar las máscaras es: "los niños son capaces de resistirlo".


Pero como educador de escuela primaria y graduado de la Universidad de Columbia en instrucción informada sobre los traumas, me preocupa que esa afirmación sea demasiado simplista y engañosa. Lo que deberíamos decir es: "las máscaras y el distanciamiento social traumatizan, y los traumas a una edad temprana son peligrosos para el desarrollo, especialmente para los niños que están experimentando traumas en otras partes de sus vidas". Cada año de la vida temprana de un niño sienta las bases de su edad adulta y las bases inseguras, de hecho, acaban derrumbándose. De acuerdo con la Jerarquía de necesidades de Maslow, los niños cuya seguridad personal (por ejemplo, ansiedad social por máscaras y distanciamiento social) no está garantizada a menudo son incapaces de establecer relaciones sociales saludables y pueden tener dificultades para establecer relaciones íntimas en sus vidas. La investigación neurológica demuestra que los niños que experimentan este tipo de miedo y trauma a una edad temprana se someten a una reestructuración estructural y funcional de la corteza prefrontal de su cerebro, lo que resulta en problemas de procesamiento emocional y cognitivo. Este trauma es especialmente preocupante para los niños que crecen en la pobreza y que a menudo tienen el efecto agravado de otros traumas en el hogar o en su comunidad. Antes de Covid-19, ya casi la mitad de todos los niños estadounidenses habían experimentado traumas en sus vidas.


Además, los niños que tienen que llevar mascarillas y mantener la distancia social tienen más probabilidades de llevar un estilo de vida sedentario en la escuela y el hogar y, por lo tanto, también tienen más probabilidades de engordar y deprimirse. La obesidad afecta de manera desproporcionada a los niños de bajos ingresos y puede conducir a problemas de salud de por vida que a menudo resultan en una muerte prematura. Trágicamente, la prevalencia de la depresión clínica y la ansiedad ya se ha duplicado para los niños en todo el mundo desde el comienzo de la pandemia de COVID-19 y probablemente empeorará con las continuas restricciones.


También es probable que los niños que lleven mascarillas se pierdan el desarrollo crítico del lenguaje, otra área fundamental de crecimiento en los primeros años, donde los niños de entornos de bajos ingresos ya tienen desventajas desproporcionadas.


Los casos de Covid-19 entre los niños han aumentado debido a la variante Delta, pero según decía la semana pasada la Academia Estadounidense de Pediatría, “0.00% -0.03% de todos los casos de COVID-19 en niños resultaron en muerte”. A pesar de la cobertura sensacionalista de noticias para lograr más visitas, la probabilidad actual de muerte de un niño por Covid-19 en Estados Unidos es menor que la probabilidad de morir por un rayo o un accidente automovilístico.


Debemos seguir observando los datos para monitorear si los niños experimentan una morbilidad y mortalidad peor de lo que experimentan actualmente, y hacer los ajustes necesarios. Pero debemos preguntarnos: ¿los beneficios de las mascarillas y el distanciamiento social realmente superan los daños psicológicos, físicos, sociales y académicos a largo plazo que estamos infligiendo a toda una generación de escolares estadounidenses? Si nos preocupamos por la igualdad y por los miembros más vulnerables de nuestra sociedad, al menos no debemos tener miedo de preguntárnoslo.