BlackRock, el corazón del sistema
Published on: domingo, 19 de abril de 2020 //
lucha de poder,
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Un fenómeno habitual en cada crisis es la aparición de teorías conspirativas, la búsqueda del gran culpable. Dichas teorías suelen coincidir en una cosa: no cuestionan el sistema capitalista, centrándose en señalar a personas u organizaciones como culpables de todos los males de la sociedad. Su naturaleza es reaccionaria porque, en lugar de buscar soluciones, buscan culpables: los americanos, los Rothschild, los judíos, Bildelberg, y un largo etc. Otro común denominador de esas teorías: no cuestionar la propiedad privada, base del capitalismo. Por estos motivos no es de extrañar que el conspiracionismo sea un semillero de odio y paranoia, un problema más en lugar de una solución.
La realidad es mucho más sencilla, y está a simple vista: los responsables del desastre que sufrimos son quienes más se benefician de ello, y para saber quienes son no hay más que mirar quienes son los principales propietarios de la riqueza, la oligarquía, un reducido número de familias que controla en cada país los resortes del poder. Pero como estamos en un mundo globalizado, esto no basta: hay que ir más allá, y mirar quienes son los principales propietarios a escala global.
Según explicaba la revista New Scientist en 2011, “un estudio de 43.000 corporaciones transnacionales ha identificado el grupo relativamente pequeño de compañías, en su mayoría bancos, con un poder desproporcionado sobre la economía global”; al analizar la madeja de relaciones entre esas empresas, los autores de dicho estudio, un trío de teóricos de sistemas complejos en el Instituto Federal Suizo de Tecnología en Zurich, descubrió que “una “super-entidad” de 147 empresas... controla 40% de la riqueza total en la red”. Según John Driffill, experto en macroeconomía de la Universidad de Londres, 147 es demasiado para llevar a cabo una coordinación, mientras que Dan Braha, del New England Complex Systems Institute (NECSI), sospecha que competirán en el mercado, pero actuarán juntos por intereses comunes.
Sin embargo, este análisis se hizo en 2011, poco después de la crisis financiera global. Desde entonces las cosas han cambiado bastante, debido a la aceleración de la concentración del capital en cada vez menos manos. Fruto de aquella crisis fue el ascenso meteórico de BlackRock: si en 2008 ni siquiera estaba en las listas de las 147 mayores empresas del mundo, hoy es el mayor gestor de capitales del mundo, responsable -directa e indirectamente- de unos 27 billones de dólares, 19 veces el PIB de España y casi el doble del PIB de la UE, y que tiene importantes participaciones en todas las empresas importantes. Para hacerse una idea, BlackRock es más grande que a la suma de JP Morgan, Goldman Sachs y el Deutsche Bank.
Importante accionista de empresas petroleras y del automóvil, BlackRock era -y es- también el principal impulsor del Green New Deal, un gigantesco programa de subvenciones que, con la excusa del “cambio climático”, busca subvencionar la reestructuración general del capitalismo para adaptarlo a la era postindustrial. De hecho, en enero Francia y Alemania se han aliado con BlackRock en proyectos relacionados con el clima para países en desarrollo, y desde marzo asesora a la UE en temas climáticos.
BlackRock alcanzó su monstruoso tamaño gracias los fondos ETF, responsables de ayudar a inflar la burbuja generalizada (Everything Bubble), gracias a la cual se logró salir de la crisis de 2008, y que estalló hace unas semanas, en plena cuarentena. Tras poner en marcha la Reserva Federal un gigantesco programa de emergencia para estabilizar los mercados, encargó a BlackRock administrarlo. El lobo y las gallinas...