Nazis en Wall Street, 3ª parte: La industria del automóvil (revista Amor y Rabia, N° 65)
Published on: jueves, 7 de mayo de 2020 //
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LA INDUSTRIA DEL MOTOR NORTEAMERICANA PROVEE A LA MAQUINARIA DE GUERRA NAZI: FORD, GENERAL MOTORS Y CURTISS-WRIGHT
La familia Ford, propietaria de una de las compañías más emblemáticas del capitalismo norteamericano, fue un caso prototípico de colaboración entre la burguesía de los EE.UU. y el fascismo europeo. Henry Ford, que llegaría a figurar en las encuestas norteamericanas como el hombre más popular después de Jesucristo y Napoleón también era uno de los más ricos del país. Se dice que cuando su hijo Edsel cumplió 21 años (la mayoría de edad en EE.UU.) le regaló un millón de dólares en oro. De hecho, Henry Ford controlaba la mitad del mercado automovilístico norteamericano en 1940, fecha en la que ya estaba en tratos con Hitler.
Primera edición en EEUU (1920) de El judio Internacional, y edición en español de 1925 (Leipzig, Alemania).
Ford admiró a Hitler desde el principio. Con éste compartía un furibundo antisemitismo, antisemitismo que plasmó en un libro publicado en 1927 llamado The International Jew (“El judío internacional”) en el que alertaba a los sectores más conservadores de la sociedad estadounidense sobre una supuesta conspiración judía a escala mundial, en términos casi idénticos a los utilizados por Hitler (1). Ya desde 1920, Henry Ford lanzaba desde un periódico de su propiedad, el Dearborn Independent, virulentas soflamas que promovían el odio hacia los judíos. No es extraño, pues, que el mismísimo Führer reconociera la influencia del libro de Ford, que en su Mein Kampf se refiriera al magnate de la industria del automóvil como a un personaje digno de elogio y que tuviera un gran retrato de Ford en su residencia de Munich. Hitler incluso llegó a ofrecer tropas a Ford para dar un golpe de estado cuando se enteró de que éste estaba planeando convertirse en presidente de los EE.UU.
El Dearborn Independent, periódico antisemita propiedad de Ford
Pero el hecho más significativo ocurrió en 1940 cuando la familia Ford se negó a fabricar motores de aviones para el ejército inglés y en cambio fabricaron vehículos terrestres de 5 toneladas para los alemanes que se convertirían en la columna vertebral del transporte militar del III Reich. Además una gran parte de los neumáticos fabricados por la compañía americana iban a territorios ocupados por el ejército nazi. Y tampoco hay que olvidar que Ford tenía por costumbre obsequiar al Führer con 50.000 marcos por su cumpleaños. No obstante, los tratos de la compañía Ford con la Alemania nazi iban más allá. La compañía americana llegó a abrir una sucursal alemana, la Fordwerke, que se ganó el total apoyo del gobierno nazi protegiéndola frente a otras compañías extranjeras rivales asentadas en Alemania. Uno de los motivos de este apoyo era que en la planta alemana de la Ford en Colonia se aplicaban las teorías raciales nazis a la hora de producir. Miles de trabajadores-esclavos de las zonas de Europa ocupadas por el ejército alemán así como prisioneros de campos de concentración, trabajaban en esta planta industrial. Por otra parte, la sucursal alemana de la Ford importaba gran cantidad de materia prima de la que Alemania carecía y que era vital para los planes de dominio del imperialismo nazi.
Henry Ford, al ser condecorado por el gobierno nazi
Al final de la guerra muchos soldados norteamericanos que tomaron las plantas alemanas de la Ford en Colonia y Berlín tuvieron que sentirse horrorizaros de lo que allí presenciaron. Confinados tras las vallas de alambre de espino había a un grupo de trabajadores extranjeros y las oficinas de la empresa estaban llenas de documentos que alababan el “genio de Hitler”. Pero esto no impidió a la firma automovilística norteamericana pedir compensaciones por los bombardeos aliados a sus fábricas en Alemania tras el fin de la guerra.
Símbolo de la anticomunista Liga Americana de la Libertad (American Liberty League)
Al igual que Henry Ford, Irenee Du Pont, cabeza visible de una poderosa estirpe de empresarios de Delaware, que habían fundado la Du Pont Corporation, simpatizaba con las ideas fascistas que intentaban dominar Europa. Los Du Pont desde 1929 habían tomado el control de la General Motors, una de las más grandes compañías automovilísticas delos EE.UU., junto con la Ford. Ya desde 1920 Irenee Du Pont hablaba a favor de Hitler en sus discursos y lo que es más grave, en una alocución ante la Sociedad Química Norteamericana, defendió la experimentación con sustancias para conseguir crear una raza de superhombres. Poco después en 1933 Du Pont comienza a financiar a grupos fascistas de los EE.UU. que se dedicaban a extender el odio contra la población judía y negra norteamericana. Una de las organizaciones fascistas más activas financiadas por Du Pont era la llamada (irónicamente) Liga Americana de la Libertad que recibió de Du Pont abundante financiación (unos 500.000$ en su primer año de existencia) para distribuir todo tipo de propaganda pro-nazi y racista por toda la geografía norteamericana. Su simpatía por el fascismo le llevó en 1936 a financiar con dinero de la General Motors a la temible Legión Negra, un grupo paramilitar que dedicó todos sus esfuerzos a luchar contra judíos y comunistas. Este grupo terrorista llegaría a asesinar a un buen número de sindicalistas pues tenía cómo uno de sus principales objetivos aterrorizar a los trabajadores de la industria del automóvil para que no se organizaran en sindicatos. Además tenían importantes vinculaciones con el Ku Klux Klan, algo que delataba su manera de actuar, siempre con el rostro cubierto por una capucha.
Una publicación de la General Motors previa a la Segunda Guerra Mundial informando de la reunión del jefe de la empresa, James D. Mooney, con Hitler
Mientras tanto, en Alemania, la Opel, que había sido adquirida por la General Motors, es decir, por los Du Pont, producía en su planta de Brandenburgo tanques y vehículos blindados para el ejército alemán, que se estaba preparando para la guerra. Por esto y por otras contribuciones a la puesta a punto de la maquinaria bélica nazi, James Mooney, principal directivo de la General Motors para Europa recibió de Hitler la Orden del Águila Alemana. Pero la cosa no quedó aquí; paralelamente a sus tratos comerciales con el III Reich, los Du Pont preparaban un plan para dar un golpe de estado en EE.UU. con un grupo de terroristas de extrema derecha pagados con 3 millones de dólares, y así obligar al presidente Roosevelt a ponerse a las órdenes de un selecto grupo de hombres de negocios, entre ellos, por supuesto, ellos mismos. Para ello importantes cargos de la General Motors, la Banca Morgan y otros conspiradores de las cla- ses altas norteamericanas intentaron convencer a un general llamado Smedly Butler de que fuera el “Hitler americano”. Pero Butler, si bien les siguió el juego en un principio, acabó por informar del complot a la Casa Blanca. Ante la gravedad de los acontecimientos, Roosevelt consideró la idea de arrestar a los directivos de la Banca Morgan y la General Motors pero se echó atrás argumentando que ello “causaría una impensable crisis nacional en medio de la depresión económiva y quizás otra caida de la Bolsa de Wall Street”.
Irenee Du Pont
Al igual que la Ford, la General Motors también pidió compensaciones por los daños causados a sus plantas alemanas por los bombardeos aliados, y en 1967 el gobierno de los EE.UU. accedió a indemnizar a los Du Pont con 33 millones de dólares por el bombardeo de su fábrica de Russelsheim.
Curtiss-Wright Hawk II/III vendido a la Alemania nazi
Por último hay que destacar que una de las grandes empresas de aeronáutica de los EE.UU., la Wright-Curtiss, vendió a los nazis tecnología para bombardear desde el aire. Así cuando la Luftwaffe arrasaba ciudades enteras en Europa con sus bombarderos estaba usando técnicas que habían sido desarrollada por el ejército norteamericano. Contar el secreto al enemigo estaba terminantemente prohibido pero la Wright-Curtiss usó un subterfugio para burlar la ley: mostrarn en exhibiciones aéreas delante de militares nazis cómo funcionaban las bombas y después se dedicaron a embolsarse los abundantes beneficios que generó su venta.
NOTAS
- Si alguien quiere comprobar la veracidad de este dato no tiene más que echar un vistazo al texto íntegro en Wikisource.