-

Noticias Amor y Rabia

Nazis en Wall Street, 6ª y final: Las amistades peligrosas de la familia Bush

Published on: sábado, 23 de mayo de 2020 // ,


La familia del actual presidente de los EEUU es una de las muchas familias de industriales norteamericanos involucrados en tratos comerciales con los nazis. Todo empezó con su bisabuelo materno George Herbert Walker, un hombre de negocios de St Louis que fundó la firma bancaria e inversora G.H. Walker and Company en 1900. Más tarde la compañía se trasladó su sede al número 1 de Wall Street. En los años 20, en una época en que la economía alemana en pleno proceso de recuperación atraía a muchos inversores norteamericanos, George Herbert Walker era presidente de Union Banking Corporation, que hacía de intermediario entre la poderosa firma estadounidense Harriman & Company y el industrial alemán Fritz Thyssen, que financiaba el por entonces todavía pequeño partido de Hitler. Y llegado el año 1926, Walker decide poner a su yerno, Prescott Bush, en el puesto de vicepresidente de Harriman & Company, que vendía bonos alemanes a inversores americanos. Poco después, en 1931 esta compañía se fusionó con una compañía de inversiones Brown Brothers, Harriman.

Además Walker entró en un acuerdo para hacerse cargo de las operaciones norteamericanas de la empresa de traslado de mercancías Hamburg-Amerika Line, que era una tapadera que ocultaba una unidad de espionaje de la IG Farben. A través de Hamburg-Amerika Line entraron en los EE.UU. agentes nazis, propaganda y dinero para sobornar a políticos norteamericanos y acercarlos a posturas nazis. De hecho, en 1934, una investigación del Congreso destapó que la mencionada compañía financiaba gran parte de los esfuerzos propagandísticos de los nazis en EEUU y Alemania. Aunque Walker no lo sabía, uno de sus empleados norteamericanos, Dan Harkins, dio el soplo al Congreso sobre estas actividades de espionaje pro-nazis y Harkins acabaría por convertirse en un doble agente del presidente Roosevelt. Poco después en noviembre de 1935 en un artículo para la publicación Common Sense el general Smedly Butler acusó a la Brown Brothers, Harriman de hacer actuar a los marines norteamericanos como mafiosos y gangsters explotando a los campesinos de Nicaragua. A pesar de todo esto, Prescott Bush en vez de deshacerse del dinero nazi contrató los servicios de un abogado para ocultar sus activos. Ese abogado era Allen Dulles. Dulles ocultó el dinero del abuelo del actual presidente de los EEUU en una cuenta a nombre de Brown Brothers Harriman-Shroeder Rock. El nombre de Shroeder era el del banco nazi en el cual tenía un cargo Dulles y “Rock” era por Rockefeller, pues también había dinero de la Standard Oil. Pero poco después del episodio de Pearl Harbor, la compañía de Prescott Bush fue investigada por ayudar a los nazis en tiempos de guerra.


 Prescott Bush (en el centro) en una reunión de Brown Brothers, Harriman


Cuando las investigaciones sobre las actividades pro-nazis de Prescott Bush empezaban a dar sus primeros frutos, su hijo George abandonó sus planes de entrar en la Universidad de Yale y se alistó en la Marina de los EEUU, en lo que era un intento de limpiar la reputación de la familia. En octubre de 1942, cuando el joven George estaba en la escuela de aviación, su padre fue formalmente acusado de colaborar con el enemigo y todas las acciones de la Union Bank Corporation fueron incautadas por el gobierno.

Llegado este punto merece la pena dedicar unas líneas a los Thyssen y el secreto de su espectacular fortuna, la cual ha llamado la atención de diversos investigadores. Uno de ellos es John Loftus, antiguo fiscal del Departamento de Justicia de los EEUU encargado de la investigación de los crímenes de guerra nazis y actualmente presidente del Museo del Holocausto de Florida, además de autor de varios libros sobre el tema que nos ocupa. Según Loftus, al acabar la guerra el botín que consiguió reunir la familia Thyssen durante el III Reich, se esfumó en las barbas de los aliados gracias a lo cual el grupo Thyssen es el conglomerado industrial más fuerte de Alemania y sus propietarios, los auténticos triunfadores del III Reich. ¿Cómo fue esto posible? En los años 20 la familia Thyssen creó una intricada telaraña de instituciones financieras, un sistema de “tuberías subterráneas” para trasladar el dinero negro.

 El presidente Eisenhower y Prescott Bush

A otro estudioso del caso, William Gowen (1), las investigaciones le llevaron hasta la familia real holandesa. Gowen, que fue el primer agente de inteligencia americano que supo de la existencia de las “rutas de las ratas”, descubrió en 1999 que gran parte de la fortuna de los Thyssen fue puesta a salvo antes del fin de la guerra poniéndola a nombre de parientes lejanos en Holanda. Al ser éstos ciudadanos de un país neutral pudieron reclamar a los aliados buena parte del imperio industrial Thyssen en Alemania. En cuanto a sus ganancias en metálico, Gowen descubrió a través del periodis- ta Paul Manning (2) que Fritz Thyssen usó un banco holandés, el Bank voor Handel en Scheepvaart de Rotterdam para sacarlas del país. Se daba además la circunstancia que este banco había sido fundado por August Thyssen (padre de Fritz) en 1916 y que en 1923, Fritz Thyssen obtuvo de él un préstamo para construir la primera sede del Partido Nazi en Munich y que el abogado del banco no era otro que Allen Dulles.

Todo esto hizo a Gowen desplazarse a Holanda y allí un ex-agente de inteligencia de éste país le ayudó a reconstruir la historia de la fortuna de los Thyssen. Al parecer las pérdidas económicas que supuso para esta dinastía de empresarios alemanes las restricciones impuestas por el tratado de Versalles llevó a August Thyssen a buscarse subterfugios para que su imperio quedara intacto en caso de guerra. Así, uno de sus hijos, Fritz, se uniría a los nazis en 1923 mientras que el otro sería neutral. Éste último se casaría con una aristócrata húngara y llevaría el título de Barón de Thyssen-Bornemizsa, poseyendo las nacionalidades húngara y holandesa. En público el segundo hacía ver que odiaba a su hermano nazi pero en privado se reunía periódicamente con éste para dirigir sus actividades económicas. La maniobra era perfecta: si un hermano era privado de sus propiedades siempre podía transferir la titularidad de los bienes al otro. Para ayudar a sus hijos en estas maniobras August Thyssen había creado tres instituciones financieras: el Banco August Thyssen en Berlín, el Bank voor Handel en Scheepvaart en Rotterdam (Holanda) y la Union Banking Corporation de Nueva York, de la cual Prescott Bush fue presidente. Los hermanos Thyssen lo único que tenían que hacer es trasladar los títulos de propiedad de sus inmensos activos de un banco a otro. Cuando los nazis invadieron Holanda investigaron el Bank voor Handel en Scheepvaart por transferir dinero fuera de la Alemania nazi pero allí no estaba lo que buscaban: Fritz Thyssen lo había transferido a su banco de Berlín. Y cuando los aliados tomaron Berlín llegó la hora de que los documentos viajaran a la neutral Holanda desde donde se podía reclamar propiedad incautada por los nazis. Pero esta vez había un pequeño problema: el Banco August Thyssen en Berlín había sido bombardeado, y lo que es peor, estaba en la zona controlada por los soviéticos.


Edwin Pauley y el presidente Truman


Según pudo saber Gowen, inmediatamente se organizó una operación de inteligencia para recuperar los papeles comandada por el príncipe holandés Bernhard. Éste engañó a los rusos diciendo que lo que se buscaba eran las joyas de su esposa la princesa Juliana. La Operación Juliana tuvo éxito y se recuperaron los documentos de debajo de los cascotes. Esta maniobra constituyó una burla a los esfuerzos aliados de dar con la fortuna de los Thyssen.

Una  vez acabada la guerra tras la ocupación nazi, el director del Bank voor Handel en Scheepvaart de Rótterdam, al ser restablecido en su cargo, se dio cuenta de que su banco albergaba el secreto de los Thyssen. Quiso hacerlo público en Holanda peo los Thyssen le despidieron. Entonces muy ingenuamente decidió viajar a Nueva York para contárselo al director del Union Bank, Prescott Bush. Dos semanas más tarde fue hallado muerto en Nueva York. Muchos años después, el periodista holandés Eddy Roever viajó a Londres para preguntar sobre el particular al Barón Thyssen, que era vecino de Margaret Thatcher. Dos días más tardes también apareció muerto. “Quizá”, como iró- nicamente afirma Loftus citando a Gowen, “fue sólo una coincidencia que dos hombres sanos murieran de sendos ataques al corazón tras tratar de desvelar la verdad sobre los Thyssen”.


El presidente Roosevelt con Henry Morgenthau (al fondo)
 

Volviendo a los Bush, la influencia de los hermanos Dulles sobre éstos no acaba con Prescott Bush. Incluso cuando el hijo de éste, George, se traslada a Texas para convertirse en un próspero hombre de negocios, la conexión con los “piratas de Wall Street” perdura. Para empezar, George Bush en sus negocios petroleros en Méjico contaba con un socio, Edwin Pauley, que era un espía de los hermanos Dulles infiltrado en las filas del Partido Demócrata. Este personaje había sido nombrado en 1945 por el presidente Truman representante de los EEUU en el Comité Aliado de Reparaciones, y desde su puesto privilegiado se dedicó a proteger los intereses de los hermanos Dulles. Éstos estaban por entonces muy ocupados en transferir el dinero nazi fuera de Europa y Pauley les facilitaba el trabajo manteniendo a los rusos lejos del botín o incluso impidiendo que se dieran cuenta de que éste existía. Y después de trabajar para el gobierno, Pauley se dedicó al mundo de los negocios petroleros fundando la compañía Pauley Petroleum. Esta compañía descubrió unas reservas de petróleo muy ricas frente a la costa del Golfo de Méjico en 1959 por las cuales entró en disputas con el gobierno mejicano, que consideraba que los royalties pagados por la empresa por la explotación de los pozos eran demasiado bajos. Pero ante todo Pauley fue el hombre que inventó un sistema usado por el servicio secreto de lavado de dinero en Méjico, que fue más tarde refinado en los 70 como parte del escándalo del Watergate protagonizado por Nixon. Así, en un determinado momento, una serie de agentes de la CIA usaron Pemex, la compañía de petróleos estatal mejicana como tapadera mientras Pauley lavaba dinero que se usó para contribuir a la campaña presidencial. Aquí convendría tener en cuenta que la conexión mejicana de la CIA jugó un papel clave en la carrera política de George Bush padre. De hecho los negocios petroleros que compartía con Pauley fueron los que le catapultaron a la vida política. No es extraño pues que George Bush se refiriera a Nixon como su mentor y que éste último apoyara al primero desde sus primeros pasos en política.


Prescott Bush y su hijo, el presidente George Bush



Tras la victoria electoral de Nixon del año 72, éste hizo limpieza política en la Casa Blanca dejando sólo a sus hombres más leales. “Eliminad a todos”, dijo el corrupto mandatario americano, “excepto a George Bush. Bush está dispuesto a hacer cualquier cosa por nuestra causa”. Como consecuencia, George Bush padre fue puesto al frente del Comité Nacional Republicano. Además trabajó en la formación del núcleo de ex-fascistas emigrados a EEUU (los traía Allen Dulles) dentro del Partido Republicano, para contrarrestar la fuerza que daba el voto judío al Partido Demócrata. Y esta relación con antiguos fascistas se mantuvo incluso durante su mandato como presidente de los EEUU Tras la dimisión de Nixon por corrupción, George Bush esperaba ser el vicepresidente de Gerald Ford, pero fue nombrado embajador de EEUU en la ONU, pues el puesto de vicepresidente lo ocupó Nelson Rockefeller. Éste creó una comisión para investigar los abusos de la CIA, que estaba copada por antiguos hombres de confianza de Dulles como Ronald Reagan, el cual había dirigido una organización de lavado de dinero que se conoció con el nombre de “Cruzada por la Libertad”. Finalmente, en 1988 Project Censorship, una organización que investiga la censura en los medios de comunicación premió a un artículo sobre George Bush. El artículo revelaba cómo los principales “media” ignoraron o encubrieron al menos diez noticias críticas con el candidato a la presidencia, la mayoría conectadas con la formación de grupos nazis y antisemitas dentro del Partido Republicano. Entre ellos estaba Nicholas Nazarenko, líder de una división cosaca de las Waffen SS y Bohdan Fedorak, criminal de guerra ucraniano implicado en pogromos contra judíos durante la Segunda Guerra Mundial.

Y parece que el sino de la familia Bush pasa por “comerciar con el enemigo”. Así cuando George Bush hijo anunció su cruzada contra el terrorismo internacional, justo antes de arrasar lo poco que quedaba en pie en Afganistán, no dijo que el terrorista que supuestamente planeó el devastador atentado contra el World Trade Center de Nueva York, a saber, Osama bin Laden, era un viejo conocido de la familia Bush. En efecto, cuando George W. Bush quiso seguir los pasos de su padre en 1978 y convertirse en empresario fundó la compañía de exploraciones petroleras Arbusto, en la que el hermano mayor de Osama bin Laden, Salem bin Laden, era un importante inversor de esta compañía. Éste último, que moriría en un accidente de avión en 1988, nombró a James Bath representante en Houston (Texas) de sus negocios. Bath era un broker de la industria aeronáutica que había apoyado económicamente las campañas de Bush padre y tenía conexiones con la CIA. Según un antiguo socio de Bath, éste estaba en tratos con millonarios saudíes como el banquero Sheik Khalid bin Mahfouz, uno de los principales accionistas del siniestro BCCI (3) , un banco implicado en el lavado de dinero de la droga y del tráfico de armas, en la financiación de dictaduras y movimientos terroristas (como la Yihad Islámica) y en el uso del dinero del petróleo de Oriente Medio para influenciar a políticos norteamericanos. Y lo más importante: Sheik Khalid bin Mahfouz financia las actividades armadas de Osama bin Laden y su grupo de combatientes islámicos.


 El presidente Nixon y Prescott Bush


Pero las aventuras empresariales de George Bush hijo no resultaron y éste se involucró en turbias maniobras empresariales con el objeto de recuperar el dinero de aquellos que habían invertido en sus negocios petroleros. Para empezar cambió el nombre de su empresa para llamarla Bush Explorations y a continuación fusionarla con la Spectrum 7 Energy Corporation en 1984. Poco después la compañía de Bush hijo se camufla dentro de la Harken Energy Corp., una firma con base en Dallas. Entonces George W. Bush usa el apellido familiar para conseguir un lucrativo contrato con el gobierno de Bahrein. Y en 1990 justo antes de la invasión de Kuwait por parte de Irak y el conflicto bélico subsiguiente Bush Jr. vendió sus acciones en la empresa cuando todavía su valor estaba en alza. Se cree que un soplo de su padre le alertó.

Pero además George W. Bush recibió dinero del magnate de Arkansas Jackson Stephens, también conectado con el BCCI. Éste estaba implicado en el escándalo del BCCI porque había ayudado a esta corrupta entidad a hacerse con el control de First National Bank en Washington DC. Stephens invirtió en los negocios de los Bush e hizo donaciones para la campaña presidencial de Bush padre a través de la rama suiza del BCCI, a pesar de que en el pasado había financiado a personajes del Partido Demócrata, como Carter y Clinton. Igualmente obsequió con una generosa contribución a George W. Bush tras la controvertida votación de Florida que le hizo presidente.

ALGUNAS PRECISIONES


Lo que hemos expuesto no significa que el enfrentamiento entre los EEUU y Alemania por el liderazgo del capitalismo fuera una farsa. Nada más lejos de nuestras intenciones y de la realidad histórica. Existe una visión conspirativa de la historia por la cual se pretende hacer creer que el capitalismo es un bloque unitario dirigido por un puñado de oligarcas que forman un “gobierno invisible” a escala mundial. Según esta teoría los grandes conflictos bélicos no serían más que puro teatro. Nosotros, desde Amor y Rabia pensamos que, muy al contrario, existe una lucha feroz entre diversos sectores del capitalismo mundial (que nos parece bastante evidente en el caso de los EE.UU. y la UE liderada por Alemania, a pesar de que la mayoría de los “media” lo quieran ocultar) y que las guerras tienen que ver con planes de ampliación de la esfera de dominio de estos bloques de poder. La concepción conspirativa de la realidad histórica, por otra parte, es de la que se ha venido valiendo la Iglesia Católica en su forcejeo con el capitalismo angloamericano. Así cuando el “cristianismo de base” habla de, por ejemplo, la Comisión Trilateral, rescata para ello las teorías del “gobierno invisible” de los años 30, aunque en aquella ocasión se referían a un supuesto gobierno judío en la sombra, dispuesto a dominar el mundo. Y no es extraño detectar la misma idea en algunos sectores del llamado “movimiento antiglobalización”, en el que hay no pocos grupos de orientación católica.

En el caso que nos ocupa, no se debe pasar por alto el hecho de que tras la Primera Guerra Mundial los EEUU, al frente del bloque aliado, se propusieron reventar económicamente a Alemania para acabar con ésta como potencia rival. Cuando los EEUU vieron que tenían la posibilidad de hacerse con al hegemonía mundial idearon el Plan Young para chantajear a Alemania; ésta fue obligada a hacer frente a los pagos por las compensaciones económicas derivadas de la Gran Guerra a través de créditos emitidos por compañías norteamericanas (lo que suponía endeudarse y perder su iniciativa individual) o bien aceptar la entrada del capital estadounidense en sus empresas (es decir, que los centros de poder del imperialismo alemán pasaran a estar controlados por EEUU). La única salida de una Alemania que quería mantener su estatus de potencia era, por tanto, la guerra; mediante la guerra Alemania podía expoliar a los países del este y exprimir la mano de obra esclava de los presos de los campos de concentración para tapar el enorme agujero económico dejado por la derrota en la Primera Guerra Mundial.

Más tarde tras la Segunda Guerra Mundial, los EEUU se plantearon cómo conducir la posguerra en Europa de manera que no afectara negativamente a sus intereses geopolíticos. Entonces se enfrentaron dos líneas estratégicas muy distintas. Una era la propuesta por Morgenthau, secretario del Tesoro con Roosevelt. Henry Morgenthau, estadounidense descendiente de judíos alemanes, pretendía acabar para siempre con Alemania como potencia mundial dividiéndola en pequeños estados y desmantelando su industria. Pero el gran capital norteamericano sabía que si prosperaban los planes de Morgenthau Europa se desestabilizaría y que podría acabar firmando pactos con la URSS (algo nefasto para la política exterior de los EEUU). De hecho, algo parecido había ocurrido tras la Primera Guerra Mundial, dando alas al nacionalismo alemán más extremo (que Hitler supo explotar) y posibilitando que las empresas alemanas trasladaran su capital y centro de operaciones a Suecia, Suiza y España, y colaboraran política y militarmente con la recién nacida URSS (con el pacto de Rapallo). En su lugar los EEUU permitieron que el capitalismo alemán disfrutara de su botín de guerra (4) pero, eso sí, se preocupó muy mucho de alejar a Alemania de la URSS, para que no surgiera una nueva potencia en el bloque euroasiático (con sus enormes recursos energéticos) que acabara con la hegemonía mundial norteamericana. Con ello se acentuaba la dependencia energética de Europa occidental con respecto a EEUU (un dato curioso: el Plan Marshall impedía la financiación de refinerías en Europa).

Nuestro propósito, por tanto, no es otro que el ya habitual de denunciar que tras las guerras no hay más que intereses de poder por mucho que se aleguen motivos humanitarios. Esto continúa siendo así hoy día, en que los intereses geopolíticos de la UE y los EEUU han entrado en conflicto en lo que se refiere al tema de Irak (un país petrolero cuyo gobierno está predispuesto a entenderse con Alemania). Es, pues, un buen momento para hacer valer los planteamientos antimilitaristas del anarquismo para, sobre la base de un análisis profundo de lasluchas en el seno del capitalismo mundial, alertar a la población de la desinformación y la manipulación de que es objeto.


NOTAS

  1. El padre de Gowen fue enviado por Roosevelt ante Pío XII como emisario diplomático en un inútil intento de persuadir al Papa de que condenara la política de Hitler contra los judíos. Esto implica que la supuesta condena de Pío XII del Holocausto de la que hablan muchos autores católicos es una total y absoluta falsedad.
  2. Paul Manning se topó con una copia de los interrogatorios a que sometieron los aliados a Fritz Thyssen cuando buscaba material para escribir un libro sobre el lavado del dinero nazi. Al instante, Allen Dulles tuvo conocimiento de esto y se prestó a “ayudarle”. Tanto le ayudó que convenció a Manning para que buscara al nazi Martin Bormann en Latinoamérica. Así Dulles evitó que desenterrara información sobre su pasado de colaboracionista nazi.
  3. El tema del BCCI ya fue tratado en el número 64 (“El Estado y la Mafia”) de Amor y Rabia.
  4. Durante la posguerra este botín acabó por ser poco a poco trasferido desde Latinoamérica, donde estaba oculto, a Alemania. En esto, precisamente, consistió el llamado “milagro” Alemán.

BIBLIOGRAFIA


A) Monografías


  • Black Edwin: IBM and the Holocaust, Little Brown, 2001.
  • Higham, Charles: Trading With the Enemy: An Expose of the Nazi-American Money Plot 1933-1949, Delacorte Press, N.Y. 1983.
  • Lebor, Adam: Los banqueros secretos de Hitler, Grijalbo, Barcelona, 1998.
  • Loftus, John and Aarons, Mark: The Secret War Against The Jews: How Western Espionage Betrayed The Jewish People, St. Martin’s Press, NY. 1994.
  • Sampson, Anthony: El estado soberano de la ITT, Dopesa, Barcelona, 1974.
  • Seldes, George y Seldes, Helen: Facts and Fascism, In Fact, Inc., N Y. 1 9 4 3
  • Simpson, Christopher: Blowback: America’s Recruitment of Nazis and Its Effect on the Cold War, Weidenfeld & Nicolson, N Y. 1 9 8 8
  • Tetens, T.H.: The New Germany and the Old Nazis by Random House, NY.  1961.

B) Artículos



ECONOMÍA