Nuestra crisis ecológica, por El Aullido
Aprovechando este confinamiento que se nos ha impuesto desde arriba, experimento de control social cuyas consecuencias nada descartables podrían ser traducidas en pérdidas de algunos derechos que creíamos consolidados, y que no fueron más que concesiones otorgadas por quienes detentan el poder —y que de la misma forma que se dan se quitan—, reflexiono sobre otro asunto.
Antes de esta crisis sanitaria se nos ha hablado de la crisis climática, que no cuestiono, pero matizo. Como problema ecológico principal se nos habla del cambio climático. Creo que no hay que reducir la crisis ambiental mundial solo al cambio climático, es más complejo y diverso el número de problemas por culpa de la mano humana, pero, también hay que reconocer de la manipulación que se está haciendo de ello. Son los organismos internacionales quienes nos lo simplifican al cambio climático por culpa de las emisiones del CO2, un único problema una única solución, reducir tales emisiones. Y no es así, hay más. Y con el llamado Nuevo Pacto Verde lo que se pretende es que los gobiernos inyecten grandes cantidades de dinero para una nueva reconversión industrial a los verdaderos responsables de tales emisiones. Dinero que saldrá de recortes sociales. Para justificarlo se sirve del discurso por el bien del planeta, para que los más débiles paguemos los platos rotos. No es nuevo que se sirvan de bellas causas por otros intereses más egoístas. Se ha bombardeado e invadido países en nombre de los valores democráticos, la defensa de los derechos humanos y la lucha antiterrorista, por otros intereses menos comunitarios. La lucha de clases es consecuencia de la desigualdad de riqueza y poder en nuestras sociedades, y no la causa. El fin del capitalismo supondría su verdadera sustitución por un mundo más justo, y eso es la lucha de clases. El «capitalismo verde» capitalismo es. Aceptar o no el cambio climático es insuficiente.
Entre los vertebrados se conocen unas 4 mil especies de mamíferos y 9 mil de aves, como 8 mil reptiles, 5 mil anfibios y unos 25 mil peces (siendo la mayor partes peces óseos), conforman el grupo más conocido y llamativo de animales, pero se estima que puede haber otras diez mil más. Los vertebrados forman solo uno de los treinta tipos de animales existentes, a los restantes se les conoce vulgarmente como ‘invertebrados’ y son mucho más diversos (más de un millón que se conozcan), entre los que están los artrópodos y moluscos. Dentro de los artrópodos el grupo con mayor variedad de especies que se tienen clasificados es el de los insectos, unas 900 mil especies (casi la mitad escarabajos), pero se cree que el número real existente puede ser cinco o seis veces mayor. Otros artrópodos son los crustáceos, 40 mil especies; y los arácnidos, datados unos 10 mil, entre los que se estima que pueden existir hasta un millón de ácaros diferentes. De los 200 mil moluscos estimados (cefalópodos, bivalvos y gasterópodos, los más conocidos) solo se conocen menos de la mitad. Faltan por contabilizar las medusas, corales, gusanos y otros, en total se conoce en torno al millón y medio de animales, solo una séptima parte. Pero no son los únicos seres vivos que conforman la vida planetaria.
Unas 300 mil plantas comparten el planeta (de las cuales la mayor parte son las plantas con flor) siendo esenciales para todos los animales, aunque no estén todas clasificadas ya que pueden haber otras cien mil más. Y qué decir del tercer reino de seres pluricelulares que son los hongos, bastante más desconocidos, de unos 90 mil identificados (incluidos los líquenes) se estima que pueda haber hasta 1,5 millones de especies. Recordemos que sin plantas no habría animales, y sin hongos no hay plantas terrestres. Más desconocidos son los microbios, importantes y vitales para el desarrollo de la vida en la Tierra, solo se conocen apenas el 20 por ciento de protozoos y cromistas (microalgas). Como son seres de reproducción asexual, el concepto de especie no es atribuible, tenemos a los organismos más antiguos y versátiles de la Tierra, las bacterias y arqueas. Se desconoce exactamente su número, casi las 10 mil variedades, pero se sabe que es una mínima parte de lo que son. Se estima que nuestra biodiversidad debe tener entre 5 a 9 millones de especies (o más, según otros autores), de los que solo conocemos menos de una cuarta parte (según mi estimación a la baja).
Pero biodiversidad es más que el simple conteo de seres vivos, también están las relaciones que estos forman entre sí y su medio, conformando el conjunto de ecosistemas que hacen la biosfera. Y lo más importante, la vida en este planeta se sustenta a sí misma —incluidos nosotros— a través de servicios ecosistémicos, por ejemplo, como el origen y mantenimiento de la atmósfera (el oxígeno que respiramos es producido por las plantas, algas y cianobacterias), el control y mejoramiento del clima (los gases que producen el efecto invernadero, aunque minoritarios en volumen, son esenciales para la temperatura del planeta dependiendo de su cantidad dentro de unos márgenes), regulación del suministro del agua y su depuración (además de su ciclo natural, la existencia de materia vegetal previene la pérdida de humedad y varios seres vivos actúan para su filtrado), creación del suelo o mantillo terrestre (partiendo de un origen mineral, los microorganismos y pequeños invertebrados intervienen en su formación), reciclado de nutrientes (bacterias que fijan el nitrógeno atmosférico que fertiliza los suelos, y otras bacterias descomponedoras que lo devuelven a la atmósfera, sin olvidar los animales carroñeros y los hongos saprófitos), sumideros de residuos (el mismo dióxido de carbono es absorbido por los bosques y el fitoplancton marino hasta unos límites), control de plagas y enfermedades (papel de los depredadores que controlan superpoblaciones), polinización (sin polinizadores no se reproducen muchas plantas con flor), alimentos y medicamentos, así como variedad genética para los cultivos. Estos servicios no existirían si la mayor parte de los seres vivos desapareciesen. Y este problema no es imaginario, es real, por lo menos lo que marca la tendencia.
La extinción de especies es el problema que conlleva la pérdida de biodiversidad, son sinónimas. Partiendo del exterminio de la megafauna pleistocena tras la última glaciación, que en los continentes australiano y americano la presión humana fue el factor clave para su extinción. Y seguido del comienzo de la alteración de nuestro patrimonio natural que fue la domesticación de plantas y animales, agricultura y ganadería acompañadas de tala de bosques y urbanización con sus infraestructuras, necesaria para el sustento de nuestra especie, dentro de unos límites, límites que se han sobrepasado desde hace tiempo. La degradación de los ecosistemas es un hecho.
Desde el siglo XVI se han exterminado 350 especies de vertebrados, en el último siglo al ritmo de una especie al año, añadiendo que otras han perdido un 30% de su área de distribución mundial. En las últimas décadas un 40% de las poblaciones de vertebrados experimentaron declives importantes, en especial en las regiones tropicales. 500 especies de anfibios han disminuido y 90 se han extinguido en cincuenta años (una cuarta parte en situación crítica por la quitridiomicosis). Un 25% de las poblaciones de insectos terrestres han descendido (aunque haya aumentado las especies acuáticas por la menor contaminación de las aguas), sin olvidarnos de la importancia que tienen algunos como polinizadores. Y una quinta parte de los crustáceos peligran su situación. No se conocen más datos sobre otros componentes del reino animal, pero también se sabe de la disminución de los corales.
Más de 500 especies de plantas han desaparecido desde el siglo XVIII, un 10% de las catalogadas entonces por Linneo. Una de cada cinco especies están en peligro de extinción (1/3 de las coníferas), siendo dos tercios en zonas tropicales. En un solo árbol en la selva tropical existen y dependen muchos seres vivos que con él desaparecen también. Datos exactos de especies de hongos no se saben, en muchas partes del mundo descienden y están amenazados, pero se tienen citados más de 200 especies en Lista Roja. Sin olvidarnos de los microbios, de vital relevancia para la biosfera, que pocos datos tenemos.
Como consecuencia del impacto de la presión humana ha conllevado a la degradación y fragmentación de hábitats y ecosistemas; contaminación; caza, sobrepesca y deforestación; enfermedades e introducción de especies foráneas, y el cambio climático. Se habla de casi un millón de especies de seres vivos amenazados., suficientes para darnos cuenta de lo preocupante de esta situación que supondría la pérdida de biodiversidad y sus servicios ecosistémicos. Tristemente podemos estar presenciando la Sexta Gran Extinción masiva en la Tierra.
Se dice que la vida de este planeta iría mejor sin la presencia humana, cierto es, pero también hay que matizar que aunque para el resto de los seres vivos no somos importantes, ellos sí que lo son para nosotros. Los humanos no estamos al margen ni por encima de la naturaleza, somos parte de ella. Tenemos que ser conscientes que sin biodiversidad nuestra situación empeoraría, ¡no es una letanía catastrofista!
No es cuestión de pregonar el fin del mundo inminente, se puede hacer algo entre todos. Pero, para ello es necesario, junto a un cambio de mentalidad y hábitos, de un cambio social revolucionario, ya que si estamos todos en el mismo barco no podemos responsabilizarnos y sacrificarnos conjuntamente y, a su vez, mantener las diferencias entre pasajeros de primera clase con sus privilegios y los del resto. «Que desaparezcan de una vez las escandalosas distinciones entre ricos y pobres, amos y lacayos, gobernantes y gobernados», como se decía en el «Manifiesto de los Iguales» durante la Revolución Francesa.