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El anarquismo y las protestas en Bielorrusia

Published on: miércoles, 2 de diciembre de 2020 // ,


22 de noviembre de 2020

En el momento en que escribo estas líneas, todavía no está claro si el presidente bielorruso Lukashenko permanecerá en el poder o si las protestas y sanciones lo obligarán a dimitir [1]. Sin embargo, ya está claro que las protestas en Bielorrusia revelan algunos problemas de la izquierda en Alemania en lo referente a analizar estado, democracia y dictadura.

No es extraño que las protestas pacíficas contra las elecciones obviamente manipuladas (exclusión de candidatos, falsificación de los resultados) y el uso masivo de la fuerza por parte del Estado en un país hostil generen amplias simpatías en Alemania. Casi todos los que apelan de manera positiva al concepto de democracia, muestra una actitud solidaria. Los partidos del Bundestag (el parlamento alemán, AyR), con la excepción de partes de la AfD (la extrema derecha populista) y el partido Die Linke (la extrema izquierda alemana surgida del Partido Comunista pro-soviético y los restos del partido único de la dictadura prosoviética de Alemania del este, AyR), están indignados. ¿Es este un tema sobre el cual no hay ni izquierda ni derecha? ¿La discusión sobre este tema es simplemente entre dictadura  y democracia, y no hay otras discusiones posibles al respecto? ¿Y cómo deberían comportarse los que rechazan al Estado en cualquier forma? ¿Qué contiene ya la democrática?

“Dictadura”: ¿qué explica esta palabra?

Bielorrusia afirma ser un estado democrático, y al mismo tiempo las diferencias con la República Federal Alemana son innegables. El presidente Alexander Lukashenko invoca la "voluntad del pueblo" y quiere decir, sobre todo, que el pueblo en su conjunto le respalda. Con tanta unidad entre el liderazgo y el liderado, la oposición, ya sea liberal, de izquierda o nacionalista, es vista como algo que no pertenece al pueblo, y su participación en los procesos políticos se hace virtualmente imposible. Las expresiones de descontento, ya sea mediante manifestaciones o huelgas, son criminalizadas en nombre de la democracia, y los medios de comunicación de la oposición son marginalizados. Esto puede despertar la sospecha de que el estado en Bielorrusia desconfía de su muy querido pueblo más de lo que lo hace el estado alemán. La aprobación del sistema político por parte del pueblo no se confirma con elecciones libres, como debería ser bajo un sistema democrático. El personal gobernante no se enfrenta a la competencia a intervalos regulares, sino que afirma que simplemente no existe. Se niega que la crítica contribuya de manera constructiva a mejorar el gobierno: se la califica de enemiga del Estado. Si sabemos todo esto, ¿sabemos algo sobre el programa de los círculos gobernantes? Si  un gobierno tiene un sentido más allá de la autoconservación, entonces no se explica sólo con su forma (dictadura o democracia). Está claro que un sistema de gobierno que dice tener el apoyo de todo un pueblo miente, porque si todos tuvieran la misma opinión, no necesitaría un potente aparato represivo. Lo que está claro es que se suprimen ciertas cosas, pero señalando que es un sistema dictatorial no basta para explicar a qué se debe el conflicto entre el gobierno y la oposición.

Ésta es un cruce de caminos importante: la decencia democrática prohíbe hacer preguntas una dictadura y exige que todas las fuerzas democráticas se unan contra la violación de las reglas del buen gobierno. Por el contrario, para una parte de la izquierda, la forma es secundaria siempre que el contenido sea correcto. Siguiendo las teorías de Lenin, no ven una diferencia fundamental entre dictadura y democracia, porque lo único que importa es qué clase ejerce sobre qué clase la dictadura. Visto así, todo Estado es una dictadura y la democracia real sería una dictadura de la mayoría proletaria sobre la minoría de los explotadores. Es por eso que varias corrientes leninistas en Bielorrusia, Rusia, pero también en Alemania discuten si Lukashenko no es el mal menor y sobre a quien está reprimiendo realmente. ¿Cómo se comporta en este conflicto la izquierda antiautoritaria, antiestatista, libertaria-socialista? ¿Es posible que las personas "autoorganizadas, no violentas, valientes y sin un líder" simplemente aspiren a un nuevo liderazgo?

La democracia: ¿una etapa en el camino hacia la anarquía?

La "Graswurzelrevolution" (organo del anarquismo no violento alemán, AyR) respalda las protestasen Bielorrusia  incondicionalmente y sin dudarlo. Quienes se oponen a una dictadura sin hacer uso de la violencia pueden estar seguros de contra con la solidaridad del anarquismo alemán. ¿No les molesta acaso estar en línea con la CDU (el PP alemán, AyR), la UE y el FMI? ¡Pues no! Su número de septiembre dice que la situación en Bielorrusia es social revolucionaria y se queja de que Lukashenko trate injustamente a sus opositores [2]. La redacción de una revista anarquista acusa al “déspota” Lukashenko de “aplastar los tiernos brotes de democracia y dedicarse a resovietizar Bielorrusia” [3]. El programa de la oposición apenas merece ser tenido en cuenta, pero la situación es, por supuesto, "social revolucionaria".

No se puede pasar por alto que la democracia occidental aparece aquí como un mal menor en comparación con el sistema del antiguo bloque soviético. Deesta manera, los anarquistas se convierten en el socio menor de las potencias occidentales en su intento de eliminar todo lo que de alguna manera (en el caso de Lukashenko, muy remotamente) recuerde al socialismo real (así se denominaba al sistema bolchevique, AyR). Tomemos en serio este argumento. Si Lukashenko es derrocado por la oposición liberal pro occidental, que lleva la voz cantante en la oposición, ¿qué ganarán con ello los anarquistas? Ya no se les procesa por cada acción pública y pueden fundar sus propias organizaciones, sindicatos, asociaciones, como el resto de fuerzas políticas. Es probable que los presos políticos sean puestos en libertad antes de cumplir su condena. Debido a su participación en las protestas, tendrán cierta atención por parte de los medios de comunicación. Si se mantienen alejados de las protestas, difícilmente serán escuchados en el período posterior a Lukashenko. Los frutos de la victoria se reservarían a aquellas fuerzas que ya hablan de las “necesarias reformas”, préstamos del FMI, aliviar a las “pequeñas y medianas empresas” y fin de los subsidios estatales a las empresas no rentables. Después de lo que han logrado estas reformas en favor del mercado en otros estados postsoviéticos, ¿es necesario explicar qué significaría para una gran parte de la población? ¿Es un problema para el anarquismo si el personal gobernante fue realmente elegido de manera justa? Al contrario, ¿no ven al menos algunos de los anarquistas, como Lenin, que cada estado es esencialmente dictatorial y no diferencian entre las diversas formas de estado?

Por supuesto, en una democracia, los partidarios de la anarquía pueden expresar libremente sus ideas. Pero solo pueden tomar decisiones los políticos que han sido legitimados por las elecciones. Ellos gobiernan, mientras los demás se manifiestan. Desde el punto de vista de un estado constitucional democrático, no importa si los anarquistas o los nazis se manifiestan, siempre y cuando no infrinjan ninguna ley, y también da igual si se prende fuego a unas obras de cárceles en construcción o albergues de refugiados, porque eso lo hacen ciudadanos individuales que no han sido votados que pasan de la opinión a la acción, y la voluntad de la mayoría se protege de la minoría militante. La democracia no significa usar la fuerza como quieran los ricos, sino según unas reglas fijas. Si eso es un consuelo para las personas que son apaleadas por la policía, deportadas o castigadas por la burocracia gubernamental, es algo sin importancia.

La pretensión del Estado democrático es el no es convertirse en un instrumento de los intereses personales del aparato de gobierno. Gracias a su poder regulador y normativo, está allí dónde están los ciudadanos individuales por sí mismos, y eso siempre significa, bajo las condiciones de la propiedad privada impuesta por el estado, el actuar contra otros. Define el marco para la competencia y lo vigila. Las protestas actuales en Bielorrusia no cuestionan estas reglas del gobierno democrático, sino si Lukashenko y su camarilla las están cumpliendo.

Por supuesto, muchos izquierdistas antiautoritarios en Bielorrusia se están dando cuenta de que se arriesgan a sacar las castañas del fuego a los “neoliberales” en las protestas, motivadas por la idealización de la democracia. Algunos, como por ejemplo la organización anarquista “Pramen”, han intentado encontrar un compromiso entre sus propias ideas y la opinión de los manifestantes con un “programa mínimo”. El resultado ha sido un programa que también podría provenir de los “Verdes” de los años ochenta (el partido alemán Die Grünen, surgido en las filas de militantes ecologistas y antimilitaristas que tuvo un ministro (Joschka Fischer) en el gobierno de Gerhard Schröder, apoyó la guerra de Kosovo de la OTAN contra Yugoslavia, en la que se bombardearon ciudades matando civiles, se usó armamento que sembró el país de material radioactivo, y Lleó al poder a una mafia dedicada al tráfico de drogas y írganos, AyR). Pero en el Consejo de Coordinación de la oposición, reconoce hasta el único representante de los trabajadores que se declararon en huelga, Sergei Dylewski, los trabajadores de la fábrica en la que trabaja, una de las más grandes del país, está en huelga “por razones políticas, no sociales” [4].

Cualquiera que no considere que un estado nacional, llevar a cabo reformas para inponer el libre mercado, establecer lazos de amistad con la UE, etc. no son una buena perspectiva para el futuro, debería plantearse ya cómo luchar contra los líderes y probablemente contra algunos activistas de base de las protestas de hoy.

NOTAS

[1] He escrito en detalle en otra parte sobre lo que hace que el “modelo bielorruso” sea tan especial y cómo surgieron las protestas actuales: enlace.

[2] Ver: Revolución de base en lugar de golpe militar. Revuelta social en Bielorrusia y golpe de Estado en Maili, editorial de Bernd Drücke, en: GWR 451, septiembre de 2020, p. 2.

[3] ¿El fin del anciano bielorruso? El levantamiento contra Lukashenko, comentario en la web de GWR por Mathias Schmidt, enlace.

[4] https://novayagazeta.ru/articles/2020/08/21/86770-ya-ne-vozhd.




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