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¿Estamos al borde de un colapso financiero global?

Published on: domingo, 27 de diciembre de 2020 // ,


por Raúl Diego


15 de mayo, 2020


A medida que los puestos de trabajo y nuestras vidas cotidianas son alteradas en el nombre del aplanamiento de la curva del coronavirus, todavía es difícil vislumbrar una imagen de cómo será el mañana, pero todas las indicaciones muestran que estamos cerca de un punto de ruptura.


El dinero se ha estado moviendo como lava por la economía durante casi dos meses en medio de los cierres por coronavirus que han dado como resultado millones de despidos, lo que algunos representantes bancarios como Bob Michele, de J.P. Morgan, dicen que mantendrá el desempleo alto durante al menos una década. La lúgubre predicción llegó a la vez que el informe de puestos de trabajo de abril, que informó que 20,5 millones de personas se sumaron a las filas de desempleados en EEUU. Si consideramos un estudio hecho por el Instituto de Política Económica, la cifra real podría ser el doble de grande.


Mientras tanto, los créditos hipotecarios se han estancado a medida que la disponibilidad de crédito se hundió un 26% desde febrero y los trabajadores despedidos en todo el país están descubriendo que ganan más dinero cobrando el desempleo que con sus nóminas. Michele especuló sobre lo que podría ocurrir “cuando el Programa de Protección de Pago de Salarios se quede sin dinero”, aventurando que el gasto restringido de los consumidores causará incluso más despidos en el futuro próximo.



Pero los peligros de una economía estadounidense, excepcionalmente ralentizada, puede y está ya empezando a tener un agudo efecto en el resto del mundo. El ministro de Economía brasileño Paulo Guedes advirtió ayer de un “colapso económico” como resultado de las medidas puestas en práctica para frenar el brote de coronavirus. La súbita crisis ha dejado abandonado el plan del presidente brasileño Jair Bolsonaro de “reiniciar” la economía de Brasil, mientras el FMI predice una contracción del 5,3% de la economía brasileña este año.


Un informe emitido y actualizado el 4 de mayo por la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial proyecta que los países en desarrollo, especialmente en América Latina y Eurasia, serán los “más golpeados” por el impacto económico de la respuesta a la pandemia de covid-19. De forma elocuente, el informe incluye un estudio que muestra “fugas de capital sin precedentes de las economías emergentes” hacia las arcas del primer mundo.


A medida que los puestos de trabajo y nuestras vidas cotidianas son alteradas en el nombre del aplanamiento de la curva del coronavirus, todavía es difícil vislumbrar una imagen de cómo será el mañana, pero todas las indicaciones muestran que estamos cerca de un punto de ruptura.


Sin empleos y sin crédito


En una “serie de indicaciones económicas” que llevaron a la decisión del presidente Donald Trump de desechar las directrices de reapertura de la CDC, el presidente fue advertido de que hasta “el 50% de los pequeños negocios del país” podrían desaparecer.


Los préstamos hipotecarios también se han estancado, ya que los bancos se vuelven más estrictos en cuanto a los términos de los préstamos y reservan las reglas más duras para los préstamos de Fannie & Freddie Mac [empresas de préstamos hipotecarios financiadas por el Gobierno de EEUU]. J.P. Morgan y Wells Fargo, dos de los sospechosos habituales en los escándalos financieros de este siglo, están pidiendo puntuaciones de riesgo privilegiadas de 700 o más y, en el caso de JPM, un pago inicial de al menos el 20% del precio de la vivienda. De hecho, nuestras instituciones financieras ‘demasiado grandes para caer’ que se beneficiaron tan escandalosamente en los rescates de 2008 están, una vez más, mitigando su riesgo por nuestra cuenta, pero esta vez antes de que ocurra la quiebra.


Como informó Bloomberg, los prestamistas están imponiendo “restricciones” en la forma en que desembolsan los 2,2 billones de dólares que les acaba de entregar el Congreso en el paquete de estímulo de marzo. Bloomberg también sugiere que estos límites también se están aplicando a “las refinanciaciones habituales”. La pausa en el movimiento de dinero se extiende hasta mar abierto, donde tanto los cruceros como las cuentas bancarias offshore están en espera.


Sentados cómodamente en el Titanic


Unos asombrosos 4,77 billones de dólares en efectivo están en paraísos fiscales en el mundo, la mayoría de ellos vinculados a bonos del tesoro estadounidenses y otras inversiones de bajo riesgo sin intención de ir a ningún otro sitio. Los gestores de fondos están bloqueando los fondos a nuevos inversores para maximizar los rendimientos de aquellos que ya están en un fondo concreto a medida que los márgenes se vuelven mínimos. Los enterados reconocen que “tanto clientes como gestores de fondos van a sentir algo de dolor”.


Para el resto de nosotros, la incertidumbre es mucho mayor que las preocupaciones de los gestores de dinero y su clientela extremadamente acomodada. El mayor operador de centros comerciales del país, SIMON, anunció que reabriría 49 centros comerciales con nuevas pautas de centros comerciales post-coronavirus para visitantes, instando a la gente a llevar mascarillas e imponer reglas de distanciamiento social.




Una realidad cotidiana de este tipo probablemente no estimulará mucho gasto de los consumidores o incluso socializarse en bares y restaurantes, aumentando la presión en los más vulnerables económicamente que trabajan en el sector servicios. Las instrucciones de Trump sobre la reapertura del país calculaban que la economía real todavía sentiría el dolor en otoño y los asesores reconocieron que sería “brutal” para millones de estadounidenses.


Mientras se destinan miles de millones de dólares a instituciones financieras que no quieren deshacerse de nada de ello y los poseedores de activos intentan sobrellevarlo, los empleos de la gente común están desvaneciéndose rápidamente y sin fecha de retorno. Y si Brasil sirve de algún tipo de indicación, el problema está a punto de expandirse más rápida y ampliamente que como el coronavirus jamás pudo hacerlo.

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