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Noticias Amor y Rabia

#CovidCero y el Coronaestado autoritario

Published on: miércoles, 24 de febrero de 2021 // ,


por Karl Reitter


16 de febrero de 2021


Cómo el enfoque supuestamente progresista y la ingenuidad van de la mano con los llamamientos a medidas estatales autoritarias


A primera vista, la iniciativa #ZeroCovid parece ser una historia de éxito. Ha recibido unas 100.000 firmas de apoyo y los medios de comunicación han publicado innumerables informaciones al respecto. Hacía mucho tiempo que una opinión de la izquierda lograba llamar tanto la atención. Sin embargo, un análisis sobrio y crítico nos lleva a un resultado menos positivo. #ZeroCovid actúa como el flanco izquierdo de un Coronaestado autoritario y ha dañado considerablemente la imagen de la izquierda: la ingenuidad y la inocencia se combinan con un llamamiento en favor de medidas estatales autoritarias.


Desde el punto de vista de la psicología social, el momento de la iniciativa #ZeroCovid es comprensible. Después de casi un año de restricciones y prohibiciones que han tenido como consecuencia daños masivos a todos los niveles, el agotamiento entre la población es grande. No se puede y no se quiere seguir. Es probable que el verdadero factor desencadenante sea la profunda decepción a la vista de la hasta ahora infructuosa campaña de vacunación.


El año pasado se esperaba que las vacunas fueran la salvación. Ahora la vacuna está aquí, pero no hay redención. Pasarán meses antes de que se vacune a toda la población. No se sabe hasta qué punto la vacuna previene realmente nuevas infecciones; y tampoco se sabe si ciertos grupos de la población podrían enfermar de Coronavirus meses después, o transmitir el virus a pesar de estar vacunados. De ahí surge este grito de auxilio: mejor un final horroroso que un horror sin fin.


¿Qué ha llamado realmente la atención? En la convocatoria, se pide la expansión del sistema sanitario, la disociación de la producción de vacunas de la obtención de beneficios económicos y un "impuesto de solidaridad Covid a quienes tienen mucha riqueza, a los beneficios empresariales, las transacciones financieras y los ingresos más elevados" a nivel europeo. Si ese fuera el contenido determinante del llamamiento, casi nadie habría asentido, nos siquiera por cansancio. Además, estas secciones del llamamiento son vagas y su formulación indefinida deja muchas preguntas sin respuesta. Pero esta no es la cuestión.


El gran revuelo que ha causado esta iniciativa se debe al núcleo mismo de lo que pide: cero Covid. Cero es algo fascinante. En el llamamiento se dice así:


El objetivo no puede ser 200, 50 o 25 nuevas infecciones, tiene que ser cero infecciones (…) El primer objetivo es reducir a cero el número de infecciones. Para evitar un efecto ping-pong entre países y regiones, todos los países europeos deben actuar rápida y simultáneamente(...) Confinamiento significa: Limitar nuestros contactos directos al mínimo, ¡incluso en el trabajo! Las medidas no pueden tener éxito si solo se centran en el tiempo libre pero excluyen las horas de trabajo. Tenemos que cerrar aquellas áreas de la economía que no son socialmente esenciales durante un corto espacio de tiempo. Se deben cerrar fábricas, oficinas, fábricas, obras de construcción, escuelas y suspender la obligación de trabajar. Esta pausa debe durar hasta que se logren los objetivos anteriores.


Llamamiento #ZeroCovid


Si la iniciativa hubiera llamado a "reducir masivamente el número de contagios", difícilmente habría llamado la atención. Es su orientación hacia la completa erradicación del virus lo que da a la iniciativa ese aura aparentemente fascinante. Hay algo de religioso en la idea de eliminar toda lo social y la vida de la sociedad hasta que la tasa de infección sea absolutamente cero. Porque es tan absurdo pensar que un mundo sin resfriado y tos es posible como un mundo sin virus. Mientras otros creen en el poder de rezar, esta iniciativa cree en la maravillosa efectividad de las medidas para lograr un Covid cero.


Sabine Teng de #ZeroCovid me respondió a mis preguntas: "En teoría, las nuevas infecciones desaparecen después de tres o cuatro semanas si todos atienen a las medidas". El mundo es así de simple. Tres o cuatro semanas de sufrimiento y así lograremos con seguridad la vida plena.


Este cero mágico está ligado a un análisis que a primera vista suena bastante anticapitalista. Los confinamientos anteriores se hicieron sin entusiasmo porque se ha prestado demasiada atención a los intereses de las empresas. Se habría sacrificado nuestra salud y aceptado la muerte de miles de personas para asegurar los beneficios empresariales.


"Las medidas imperantes contra la pandemia no tiene como objetivo frenar la dinámica de la infección, sino más bien -teniendo en todo momento en cuenta los intereses del capital- reducir las infecciones para que el sistema de salud no colapse por completo, ya que eso provocaría que los gobierno sufriesen una pérdida masiva de confianza", afirman Verena Kreilinger y Christian Zeller.


Este mensaje también se puede descifrar así: como la clase dominante no está dispuesta a poner en marcha un confinamiento radical, la clase trabajadora tiene que actuar. En vista del trasfondo trotskista de algunos de los que han puesto en marcha el llamamiento #ZeroCovid, también se podría decir: confinamiento bajo control obrero. Esto explica el extraño llamamiento a los sindicatos: "Con este llamamiento, también pedimos a los sindicatos que trabajen decididamente en defensa de la salud de los trabajadores, que apoyen los esfuerzos de los trabajadores por su salud y que organicen la necesaria gran y común pausa".


REESTRUCTURACIÓN MASIVA DEL MERCADO CAPITALISTA


Este escenario inicial es erróneo y muestra una negación de la realidad. Por supuesto, las diversas medidas de confinamiento están causando daños masivos a la economía capitalista. Industrias enteras están amenazadas con la bancarrota, los indicadores económicos apuntan a la baja y no se sabe si podrán sobrevivir muchas empresas pequeñas y muy pequeñas.


El abogado austríaco y ex miembro del Consejo Nacional, Alfred J. Noll, resumió de manera precisa los problemas del estado con respecto a la economía capitalista: "El Coronaestado es el ángel estrangulador del modo de producción capitalista al impedir la producción y el consumo en grandes periodos de tiempo -está haciendo exactamente lo contrario de aquello para lo que fue creado". (Noll, p. 93)


El científico social Alex Demirović dedica una sección separada a este tema en su crítica #ZeroCovid con el subtítulo "¡Los intereses del capital son más complejos de lo que afirma el llamamiento!" Allí dice, entre otras cosas: "Para obtener beneficios puede tener sentido cerrar los negocios: El mercado se ajustará, ante la baja demanda se evitarán costos, se recibirá apoyo gubernamental y al mismo tiempo se protege la salud de los asalariados, vinculados a la empresa mediante subsidios estatales por jornada reducida, para que vuelvan a producir de inmediato cuando la economía se recupere".


En realidad, se está limpiando el mercado. Crisis siempre significa debilidad; económicamente, pero también ideológica y culturalmente. Para el capital de los sectores de vanguardia se abre la oportunidad de impulsar aún más la "destrucción creativa", término utilizado por Joseph Schumpeter. Lo que significa la destrucción creativa se puede demostrar fácilmente con dos ejemplos.


La empresa de transporte y servicios Uber está destruyendo el viejo y tradicional negocio de los taxis y los está reemplazando por los nuevos falsos autónomos, que tienen que trabajar siendo completamente dependientes de la gran corporación. Asimismo, el portal en línea AirBnB ha revolucionado casi toda la industria de los pequeños alojamientos.


Sin embargo, no hay rastro de una visión diferenciada de la dinámica de la economía capitalista a la luz de las medidas contra el Coronavirus. Las posibilidades del capital de vanguardia para seguir avanzando gracias a los los trastornos socio-tecnológicos ni se reconocen ni se comprenden.


Este fallo analítico justifica el objetivo ilusorio del contagio cero. Las medidas necesarias, que deberían llevar al objetivo de #ZeroCovid, son vagas y poco claras. ¿Qué significa realmente el cierre de "áreas no esenciales de la economía"?


El 18 de enero les hice a los iniciadores del llamamiento varias preguntas por correo electrónico, entre ellas las siguientes: "¿Qué significa eso en términos concretos? ¿Se cerrarán las tiendas de comestibles, se cerrará la producción de alimentos? ¿Se paralizarían la oficina de correos, los servicios de entrega a domicilio, la recolección de basura, el transporte público, los taxis?". Recibí una respuesta de inmediato que no respondía a mis preguntas. Entonces, lo que realmente significa el confinamiento, hasta qué nivel ha de llevarse a cabo, se deja a la imaginación de cada individuo. Debido a ello, algunos partidarios de esta iniciativa están dando marcha atrás vigorosamente. En lugar de cero infecciones, Klaus-Dieter Kolenda escribió en Telepolis sobre una "reducción masiva en el número de infecciones" (¿Tiene sentido una "estrategia de cero Covid" que no es factible?).


Nadie negará que esto es posible, especialmente si aceptamos como un daño colateral adicional la destrucción masiva de la vida social, incluido el sufrimiento psicológico y físico. Pero eso nos lleva a una discusión completamente diferente.


Un error común de la izquierda es utilizar slogans que suenan bien. Este mal hábito se refleja en el inicio feliz del llamamiento: "La democracia sin protección de la salud es inútil y cínica. La protección de la salud sin democracia conduce al estado autoritario", dice sin cortarse un pelo. Pero, ¿qué significa eso en términos concretos? Nada. "Es importante que los empleados diseñen las medidas en las propias empresas y las pongan en marcha en común", proclama el llamamiento.


Les pregunté a los iniciadores del llamamiento: "Democracia es un término complejo. ¿Está bien la siguiente definición provisional?: La gente decide votando en sus poblaciones. ¿Qué pasa si los trabajadores de las empresas, los gestores de jardines de infancia y escuelas, etc. se pronuncian en contra del confinamiento radical mediante un procedimiento democrático? ¿Y si vota en contra?".


Tampoco obtuve respuesta a esta pregunta. Aparentemente se asume que si los empleados deciden de acuerdo con lo que pone el llamamiento, entonces obviamente esto es democracia, y si no, no es democracia.


UNA PERCEPCIÓN COMPLETAMENTE EQUIVOCADA DEL ESTADO DE ÁNIMO IMPERANTE EN LA SOCIEDAD


La confianza de que ahora mismo las masas se unirían con entusiasmo en favor de un confinamiento total, y de hecho lo exigirían enfáticamente, se basa en otra suposición ingenua e inocente. #ZeroCovid solo puede ser aplicado por el estado mediante la aplicación de medios represivos, es algo que ninguna reunión de trabajo y ningún comité ciudadano puede imponer.


Básicamente, esto también se admite en el llamamiento. "#ZeroCovid obliga al estado a anteponer el bienestar de la gente al bienestar de la economía -y poner el estado al servicio de la gente, no de la economía. Al final esto es política de izquierdas", asegura el primer signatario del manifiesto, Malte Göbel. Si la última chispa de sentido común político no se ha extinguido, entonces está claro, entonces debería de estar claro: #ZeroCovid solo podría hacerse cumplir mediante un estado policial despiadado.


Los protagonistas del llamamiento ya no podían ignorar esta crítica. Por eso, se puede discutir en la página web del llamamiento y dicen con la boca pequeña: "Para representar diferentes posiciones del contexto de la campaña sin ignorar artificialmente las diferencias entre nuestras opiniones, hemos recopilado algunas tesis y declaraciones a continuación". Una extraña ingenuidad que se vincula con la defensa de una represión estatal autoritaria.


Al igual que ocurre con el concepto de democracia, el concepto de solidaridad es despojado de todo contenido y se convierte en su contrario. En esencia, la solidaridad requiere varios niveles de preocupación. La solidaridad no es una expresión del interés propio e inmediato. Poner sus propias necesidades altamente individuales en primer plano no tiene nada que ver con la solidaridad. Muestras solidaridad con las personas y sus necesidades y luchas, aunque no sean directamente las tuyas.


Nos solidarizamos con Black Lives Matter, aunque no somos negros y no estamos amenazados por policías racistas en los Estados Unidos. Como hombres, nos solidarizamos con la lucha de las mujeres polacas por el derecho al aborto, aunque no podemos quedar embarazados. Nos solidarizamos con las huelgas de las costureras en Bangladesh, aunque sus realidades de vida y las nuestras son completamente diferentes.


La solidaridad se basa en la idea de que existe un oponente común, incluso si actualmente no te está atacando o amenazando a tí. La solidaridad es una expresión de la comprensión de los mecanismos del gobierno social y político y la comprensión de la necesidad de un frente de resistencia general.


La solidaridad que exige #ZeroCovid es simplemente el resultado de la necesidad de no dejarse contagiar a uno mismo y a su especie. Este tipo de solidaridad no tiene "una base que vaya más allá del mero miedo a la supervivencia. (...) La solidaridad desde el punto de vista de los intereses de clase (...) se diferencia fundamentalmente de la 'nueva solidaridad' de la comunidad pandémica (...) La ‘nueva solidaridad' de la teoría del empobrecimiento está guiada por la esperanza de que la necesidad existencial, el miedo y la miseria puedan movilizar políticamente". (Obermayr 2020; 509ff)


En la práctica, la solidaridad exigida por #ZeroCovid no significa constituirse como sujeto político capaz de actuar socialmente. La autoridad a la que se apela es el estado, que como razón encarnada finalmente se convierte en un buen gobernante. Y, esa, según escribe Göbel, ¿debe ser "política de izquierda en última instancia"?.


LA ERA DE UN AMENAZANTE ESTADO AUTORITARIO


El llamado a #ZeroCovid llega en un momento en que los rasgos amenazadoramente autoritarios del estado y los medios asociados con él se están volviendo cada vez más evidentes. El miedo y el terror a un enemigo escurridizo e inquietante se han sembrado deliberadamente. Cualquier oposición y contradicción es denunciada como irracional, peligrosa e irresponsable.


El compañerismo estrecho entre los gobiernos autoritarios y la prensa diaria se ha vuelvo amenazante. Parece que los creadores de medios tradicionales nunca han superado su enfado narcisista por la aparición de Internet y las nuevas redes sociales. El monopolio de periódicos, revistas, empresas de radio y televisión en la distribución de noticias ha pasado a la historia. En plena la pandemia, su odio secreto a las redes sociales ha estallado abiertamente de manera pública.


El desprecio a las redes sociales, que no es nada nuevo, se ha intensificado, y se ha aplicado deliberadamente para hacer frente a la difusión en internet de contrainformación y opiniones que cuestionan las medidas oficiales. La acusación simplista, de que en internet están activos negacionistas del Coronavirus, teóricos de la conspiración y antisemitas haciendo de las suyas es algo funcionalmente necesario desde el punto de vista de los medios de comunicación que apoyAn al estado.


"Podemos observar una radicalización del discurso público, que algunos comparan con el período del McCarthismo" (Se están cavando las trincheras).


Las medidas autoritarias no deben ser cuestionadas, no se debe verificar su pretendida efectividad. Se están realizando análisis y estudios científicos insuficientes sobre la eficacia de las medidas adoptadas. En el mejor de los casos, generalmente se dice de manera generalizadora: "Si no hubiéramos actuado, habría habido más infecciones y muertes". Los daños que se han provocado al hacerlo se menosprecian o incluso se niegan por completo. El estado de derecho y la constitución se socavan, algo que se legitima conscientemente por la necesidad de una buena causa.


Así es como se muestra el Coronaestado. La iniciativa #ZeroCovid no tiene un significado político real. Los estados de la UE en disputa que actualmente están siguiendo la lógica de "sálvese usted mismo quien pueda" no podrán ponerse de acuerdo de manera sincrónizada y conjunta en medidas tan radicales, ni tampoco querría seguirles el juego mucha gente -que tampoco pueden hacerlo.


El significado real es simbólico e ideológico: el Coronaestado autoritario ha recibido el respaldo de la izquierda. Los críticos de la izquierda, que siempre lo supieron, pueden sonreír: "Así es la izquierda, ingenua e inocente, al mismo tiempo autoritaria y subordinada al Estado". Políticamente no se alcanzará con el llamamiento nada más, pero esto es seguro. Al menos los iniciadores pueden disfrutar de la importancia que alcanzaron en los medios de comunicación en la primavera de 2021 y decirles a sus nietos: "Entonces éramos importantes".


BIBLIOGRAFIA


Noll, J. Alfred (2020) Seuchenzeit: der Staat als ideeller Gesamtkapitalist, in: Hofbauer, Hannes; Kraft, Stefan (Hg.): Lockdown 2020, Wie ein Virus dazu benutzt wird, die Gesellschaft zu verändern, Wien


Obermayr, Linda Lilith (2020) (C)Ovid, Matamorphosen. Die Rückkehr ins Goldene Zeitalter, in: Zeitschrift für Praktische Philosophie Band 7, Heft 2, S. 499 - 530

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