Los pasaportes de vacunas son un campo de minas técnico y ético
por Melinda Mills (directora del Leverhulme Centre for Demographic Science at Nuffield College de la Universidad de Oxford)
Recuerdo la noche en que un compañero de trabajo llegó a nuestra puerta agitando un teléfono y sonriendo: "¡Lo tengo!" Su teléfono móvil Android era la única forma de poder utilizar la app del gobierno británico que permitía a los ciudadanos de la UE solicitar el estatus de residente en el Reino Unido después del Brexit. Después de algunas bromas inquietantes sobre guardar mis datos biométricos privados en su dispositivo, completamos la escritura y desapareció en la noche. Mientras los gobiernos de todo el mundo reflexionan sobre los pasaportes de vacunas digitales, esa noche permanece en mi mente.
Los pasaportes de vacunas son esencialmente certificados que vinculan la prueba de vacunación con la identidad del titular, una posible bala de plata (solución, AyR) para regresar a nuestras vidas anteriores al Covid-19. Antes de la pandemia, la UE estaba trabajando en planes de certificados electrónicos transfronterizos para reemplazar los folletos impresos que llevan muchos viajeros. En la cumbre de la UE de esta semana, algunos líderes presionaron para que se dieran más pasos hacia los pasaportes del coronavirus.
Un informe reciente de la Royal Society que dirigí presentó 12 criterios diferentes que deberían cumplirse para que dichos pasaportes sean viables. Este es un ecosistema complejo que requiere una comprensión de todo, desde la inmunidad y la infección hasta la tecnología, la ética y los factores de comportamiento. Pero la pregunta subyacente debe ser: ¿para qué se podría usarse un pasaporte de vacunación?
El director del aeropuerto de Heathrow ha pedido certificados sanitarios digitales para reiniciar los viajes internacionales. Los gobiernos de Estonia e Islandia ya vinculan los certificados de vacunación electrónica con los viajes y la exclusión de la cuarentena. Grecia está presionando a la UE para que actúe con rapidez. Hay precedentes, como la iniciativa de pases de viaje del grupo de la industria de aerolíneas Iata. Pero, ¿estos certificados solo serían necesarios para viajes internacionales o podrían ser necesarios para conseguir un trabajo, asistir a un partido de fútbol o comprar leche?
Israel introdujo recientemente un pasaporte verde anunciado como "el primer paso para volver. tener una vida casi normal". Permite is a gimnasios, cines, hoteles y cumple con algunos de nuestros criterios técnicos, como credenciales verificables, portabilidad, (intentos de) seguridad de los datos personales e interoperabilidad. Tiene una validez de seis meses para quien se haya vacunado con la segunda dosis y para "aquellos que se han recuperado del coronavirus".
Pero esto podría resultar problemático. Las vacunas actuales protegen contra enfermar gravemente de Coronavirus, pero aún no sabemos si detienen su transmisión, con qué rapidez disminuye la inmunidad o si pierden validez ante las nuevas variantes del virus. Sigue sin estar claro si alguien que se ha "recuperado" cumple con los criterios de inmunidad. Además de una fecha de vencimiento del pasaporte de vacunación, necesitaríamos la capacidad para revocarla. La advertencia de Israel de que aplicará severos castigos a quienes falsifiquen el pasaporte de vacunación es otro aviso de lo que podría salir mal.
También está la cuestión de que esta misión acabe empantanándose. Recordemos la primera aplicación de rastreo de contactos digitales británica, que generó preocupaciones sobre la privacidad, la vigilancia gubernamental y el intercambio de datos con el sector privado. O considere los problemas técnicos que ha tenido la aplicación Tawakkalna, introducida en Arabia Saudita, que se usa para poder entrar en muchos sitios pero cuyo uso se paralizó recientemente.
Todos los pasaportes de vacunas tienen el potencial de impedir a las personas el acceso a bienes y servicios esenciales, y excluir a aquellos que carecen de identificación, o a quiene no poseen o no pueden permitirse pagar un smartphone.
Los criterios de la Royal Society para un pasaporte de vacunación que fuese viable incluían la equidad, la ética y la no discriminación. Eso significa que debemos preguntarnos a quién excluiríamos. Existe una mayor vacilación respecto a vacunarse entre las minorías étnicas, y la vacunación se está llevando a cabo por tramos de edad. Además, algunas personas están completamente excluidas: niños, mujeres embarazadas y personas con alergias.
A otros les preocupa que se cree una pendiente resbaladiza hacia la salud digitalizada o hacia las tarjetas de identificación digitales. Ya estamos a mitad de camino, como descubrí, debido al vínculo de Apple con las instituciones de salud, que me permite descargar mis registros médicos y de inmunizaciones en mi iPhone. Esta tecnología podría significar una mayor eficiencia en el sistema de salud y mejores resultados. Pero habría serias preocupaciones éticas si un código QR de una vacuna que rastrea el movimiento está vinculado a otros datos, como la vivienda y el estatus de inmigrante, sin nuestro conocimiento, o si aumenta la vigilancia de los grupos que ya están en una situación de desventaja.
Las tarjetas de crédito y los datos de las redes sociales contienen una gran cantidad de datos de comportamiento y ubicación, que las empresas extraen regularmente. Con los pasaportes de vacunas, esto afectará la confianza en el gobierno, que sólo se puede ganar mediante la transparencia. Existe el riesgo de que el gobierno invierta tiempo y dinero en crear un sistema de pasaportes, solo para que después el público retroceda ante el horrorizado.
Tampoco debemos olvidar que estamos interconectados globalmente. Cuando se reanuden los viajes, los visitantes y trabajadores cruzarán fronteras y necesitarán estándares globales como el Smart Vaccination Certificate (Certificado de Vacunación Inteligente) de la OMS. Este podría ser un campo minado legal de problemas. Los derechos humanos y la protección de datos deben equilibrarse respecto a la obligación de cuidar y la libertad comercial de actuar. Los gobiernos pueden hacer que los pasaportes de vacunas sean obligatorios por motivos económicos o para proteger la salud pública. O pueden decidir esquivar esto, pero permitir que sean las empresas las que los requieran.
También está la cuestión de si vale la pena invertir en un pasaporte nacional para vacunas. Eso depende, por supuesto, del lanzamiento de la campaña de vacunación, la mutación del virus y otros factores. Para funcionar, una porcentaje importante de la población necesita un acceso universal a la vacuna, lo que en la mayoría de los países tardará meses en poder llevarse a cabo. Mientras tanto, juntemos las piezas de este rompecabezas y juzguemos cuidadosamente si nos gusta la imagen que surge.