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John Brown y Henry David Thoreau: La experiencia jacobina en Estados Unidos

Published on: domingo, 17 de octubre de 2021 // ,


por Rafael Rodríguez Cruz

John Brown y un grupo de ciudadanos negros libres impulsaron en 1859 la idea de una insurrección armada en contra de la esclavitud.

Hace más de siglo y medio, el 2 de diciembre de 1859, el gobierno de Estados Unidos ejecutó vilmente al abolicionista John Brown, uno de los personajes políticos más significativos en la historia de las luchas progresistas de Estados Unidos. Brown, quien nació en Torrington, Connecticut, es conocido, entre otras cosas, por sus vínculos ideológicos y políticos con la ciudad de Springfield, Massachusetts, residencia hoy de decenas de miles de negros y boricuas pobres. De hecho, no muy lejos de donde vivo, en el núcleo de la comunidad negra de este pueblo, está todavía la iglesia en que él y un grupo de ciudadanos negros libres impulsaron en 1859 la idea, casi jacobina, de una insurrección armada en contra de la esclavitud.

Efectivamente, fue en Springfield, Massachusetts, que Brown, un blanco descendiente de un revolucionario de la guerra de independencia, vinculó su vida a la idea de una organización de resistencia armada a la esclavitud. Lo que enlaza su pensamiento a la tradición jacobina de Francia y Haití, es que él creía en la emancipación de los esclavos por la vía de una insurrección armada en el corazón mismo de los estados esclavistas. Nada como eso se había dado en Estados Unidos, ni siquiera alrededor de la lucha en contra de Inglaterra: el levantamiento insurreccional de los más oprimidos en contra de la clase dominante en el sur. No en balde Slavoj Žižek admira tanto a Brown.

John Brown vivió en Springfield entre 1846 y 1849. La ciudad había sido desde finales del siglo XVIII un santuario para la población negra que huía de la esclavitud. En 1849, Brown se muda a Nueva York con la idea de promover en ese estado la proliferación de ciudades santuarios, como Springfield. Pero en eso llega la ley federal de esclavos fugitivos de 1850. Bajo esta, todos los estados de la nación (incluyendo los del norte) quedaban obligados a cooperar en la captura de esclavos fugitivos. Brown regresa enseguida a Springfield para organizar la resistencia no legal a los cazadores de esclavos. La organización que crea, junto a la comunidad de negros de la ciudad, fue bautizada como la Liga de Galaaditas, en referencia al pasaje de la Biblia en que los judíos se organizan en una guardia o milicia para la autodefensa de los vados del Jordán (Jueces 12:5). El resultado es que, en Springfield, en la misma parada del tren que he tomado cantidad de veces, era común ver en 1850 grupos de negros libres armados que prevenían la entrada de los cazadores de esclavos fugitivos. Bajo la ley federal, la Liga era una organización ilegal, una milicia o tropa antiesclavista, integrada por ciudadanos blancos y negros resistiendo el poder federal y en defensa de los negros.

En 1859 Brown dio el paso definitivo para la realización de sus ideales: la toma de la armería federal de Harpers Ferry en Virginia. Los datos son conocidos: El 16 de octubre de 1859, un grupo conformado por 5 hombres negros y 17 blancos, bajo el mando de Brown, tomaron control del segundo depósito de armas más grande de la nación. La idea era, precisamente, tomar las armas y distribuirlas, para dar inicio a una rebelión masiva de esclavos armados. El plan fracasó, pues el norte y el sur se unieron para derrotarlo. Al día siguiente, tropas federales (casi todas de Massachusetts) pusieron fin al operativo. Diez personas, incluyendo los dos hijos de Brown y un soldado federal, perdieron la vida. Brown fue capturado con vida y enjuiciado por tres cargos: asesinato, incitación a rebelión de esclavos y traición en contra del estado de Virginia. Fue encontrado culpable y condenado a muerte.

Resulta irónico que el verdugo de John Brown fuera Robert E. Lee, el general sureño que vendría a dirigir las tropas secesionistas durante la Guerra Civil. En defensa del régimen de la esclavitud, este provocó la muerte de más de medio millón de personas. Lee, y el otro criminal sanguinario que estuvo envuelto en las operaciones militares del sur, el general de caballería Jeb Stuart, solo se detuvieron cuando Lincoln nombró a Sherman para dirigir las tropas del norte. En lugar de la insurrección armada de esclavos que proponía Brown, el norte terminó desplegando una gigantesca fuerza militar, que, al igual que el sur, fue sanguinaria en sus métodos.

No solo la del sur, sino buena parte de la prensa liberal del noreste, criticó en 1859 la decisión de Brown de recurrir a la violencia para poner fin a la esclavitud. La alternativa, decían muchos políticos liberales, era esperar a que la opinión pública evolucionara en contra de la esclavitud. Lo tildaron de lunático, fanático e irrealista.

Paradójicamente, la voz más autoritativa que salió en defensa de las virtudes de John Brown fue Henry David Thoreau, gestor originario de la desobediencia civil pacífica.

En un discurso pronunciado en Concord, Massachusetts, el 30 de octubre de 1859, Thoreau expresó su simpatía y admiración por John Brown. Incluso fue más allá y lo comparó con Cristo, condenando a sus verdugos con un lenguaje fuerte: «Ustedes que pretenden importarles el Cristo crucificado, consideren lo que están a punto de hacerle al que se ofreció para ser el salvador de millones de personas». Después de elogiar los principios, valentía y devoción al humanismo del condenando a muerte, Thoreau hizo una plegaria no por la vida de Brown, sino por sus virtudes: «No arguyo por su vida, sino por su carácter, por su inmortalidad». Imposible no ver aquí un eco, sin duda no intencional, de la vida y pensamiento de Maximilien Robespierre. Brown fue también una chispa de «divinidad» hecha acción radical y de milicia a favor de los oprimidos. Al respecto nos dice Žižek: «John Brown es la figura política clave en la historia de Estados Unidos: en su fervientemente cristianismo y abolicionismo radical, él es quien ha estado más cerca de introducir la lógica del jacobinismo en el escenario político de Estados Unidos».

REFERENCIAS:

• Dubois, W. E. B. John Brown. (1909). John Brown. Philadelphia: George Jacobs Publishers.
• Thoreau, David (1859). A Plea for John Brown. (Internet)
• Žižek, Slavoj. (2017). Robespierre. London: Verso, 2017.


Este texto es parte de un dossier sobre Thoreau publicado en el número 35 de la revista Desde el Confinamiento, que puede descargarse gratuitamente aquí. Una introducción puede leerse aquí.


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