La campaña de invierno rusa
Published on: lunes, 12 de diciembre de 2022 //
lucha de poder,
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Por Gordon M. Hahn
La única forma de que los ucranianos puedan ver algo parecido a unas navidades sería si se pudiera organizar un alto el fuego para el día de Año Nuevo, y es algo que podría suceder, independientemente de las repetidas afirmaciones del presidente Volodomyr Zelenskiy de que no habrá negociaciones con Rusia hasta que retire todas sus tropas. de todos los territorios ocupados, incluida Crimea. Hay varias razones para el posible alto el fuego.
Primero, el martillo ruso está a punto de caer sobre Ucrania. Se está quitando los guantes; están siendo atacadas las estaciones de energía eléctrica, los puentes e incluso los 'centros de decisión', como los edificios gubernamentales del centro de Kiev. Rusia está a uno o dos ataques masivos con bombas más contra la infraestructura de energía y transporte de Ucrania de desarticular de manera permanente permanentemente los sistemas de electricidad, agua y ferrocarril de Ucrania. Con 'solo' el 50% de la infraestructura eléctrica ucraniana destruida en los primeros tres bombardeos a gran escala sobre los componentes de la red eléctrica, ya están teniendo lugar manifestaciones en Odessa y otros lugares del país en protesta por el deterioro de la situación humanitaria, con Zelenskiy enviando a la KGB ucraniana, la SBU, para disolver las protestas y prohibir qu se informe sobre ellas en los medios de comunicación. Según los informes, los técnicos informaron recientemente a la Oficina del Presidente que el sistema eléctrico había entrado en la etapa de "desequilibrio arbitrario e incontrolado", y un funcionario instó a los ucranianos a estar preparados para irse del país en invierno. ¿Cómo será la situación sociopolítica cuando estas infraestructuras críticas colapsen completamente y las temperaturas sean 20 grados más bajas? Rusia se acercará a la estrategia de 'conmoción y pavor' (en referencia a la campaña militar 'Shock & Awe' de EEUU contra Ieak, AyR) destruyendo por completo toda la infraestructura, militar o de otro tipo, como lo hizo EEUU en Serbia e Irak, y probablemente tendrá menos cuidado que ahora en evitar víctimas civiles. ¿Cómo será la situación sociopolítica cuando estas infraestructuras críticas estén en completo colapso y las temperaturas sean 20 grados más bajas?
Después de que las infraestructuras estén completamente destruidas o incapacitadas, los refuerzos de Rusia de 380.000 soldados regulares recién movilizados se habrán integrado por completo en las fuerzas de Rusia en el sureste de Ucrania. Incluso sin estos refuerzos, las fuerzas rusas continúan logrando pequeños avances en Donbass alrededor de Ugledar, Bajmut (Artemevsk), ya que las retiradas y la estabilización de los frentes en Jarkov y Jersón han dado lugar a un redespliegue y, por lo tanto, a la concentración de fuerzas en Zaporozhe, Donetsk y Lugansk. Una ofensiva invernal de alrededor de medio millón de soldados logrará avances sustanciales en esos tres frentes y multiplicará las pérdidas ucranianas en personal y material, que ya son elevadas. Esto podría conducir fácilmente al colapso de las fuerzas ucranianas en uno o más frentes.
En segundo lugar, Occidente sufre empieza a estar cansado de Ucrania. Los suministros de armas de los países de la OTAN han ido más allá de lo tolerable, y la cohesión social se está derrumbando ante la inflación de dos dígitos y la recesión económica. Todo esto convierte a Rusia en ganadora a nivel estratégico y obliga a Washington y Bruselas a buscar al menos un respiro a través de un alto el fuego. Esto se evidencia por la plétora de líderes occidentales que piden a Zelenskiy que reanude las conversaciones con Putin y el surgimiento del 'plan Sullivan' (el consejero de seguridad nacional del gobierno de EEUU, Jake Sullivan, se reunió a comienzos de noviembre con Zelensky para hablar d aun posible plan de paz, AyR). Más recientemente, los rumores dicen que el nuevo primer ministro británico, Rishi Sunak, utilizó un paquete de ayuda militar y financiera que anunció durante su reciente viaje a Kiev para camuflar su mensaje a Zelenskiy de que Londres ya no podía soportar más la carga de liderar el apoyo europeo a Kiev. y que Kiev debería volver a encontrar un compromiso con Moscú.
En tercer lugar, el mayor activo político de Ucrania, el propio Zelenskiy, acaba de devaluarse, lo que pone en riesgo aún mayor la estabilidad política de Ucrania. El ataque de la defensa aérea ucraniana que golpeó a Polonia (accidental o intencional) y la insistencia del presidente ucraniano de que fue un ataque aéreo ruso, a pesar de la evidencia y la opinión opuesta casi unánime entre sus partidarios occidentales, ha dañado duramente la credulidad de Zelenskiy. La insistencia de Zelenskiy en los orígenes rusos del misil y los aspectos técnicos de la defensa aérea ucraniana sugiere que el suceso pudo haber sido un ataque intencional de bandera falsa ucraniana contra territorio polaco/OTAN, diseñado para provocar que la OTAN o Polonia entraran en guerra. Algunos en Occidente están comenzando a darse cuenta de los peligros del ultranacionalismo y el neofascismo ucranianos, sin mencionar la creciente megalomanía de Zelenskiy, quien ha aparecido en más de una ocasión dispuesto a arriesgarse a dar lugar a un invierno nuclear global para evitar tener que sentarse a la mesa de negociaciones frente a Putin. Algunos ahora pueden llegar a entender que las afirmaciones de que Putin quiere apoderarse de toda Ucrania y restaurar la URSS, si no conquistar Europa, son historias inventadas por Kiev para conseguir asistencia militar y financiera y, en última instancia, atraer a las fuerzas de la OTAN a la guerra. Sigue existiendo el peligro de que el sueño de Kiev de una intervención de la OTAN se haga realidad en el próximo intento. La OTAN ha declarado que una derrota de Ucrania en la guerra es una derrota para la OTAN, y no se puede permitir que la OTAN pierda una guerra contra Rusia porque eso aceleraría el fin de la hegemonía estadounidense. No se puede excluir e incluso puede ser probable que, si Kiev parece estar perdiendo la guerra, fuerzas polacas, de la OTAN o alguna 'coalición de los dispuestos' traslade fuerzas militares del oeste de Ucrania hasta el Dnepr, pero sin atacar a las fuerzas rusas. Esto obligaría a Rusia a cesar gran parte de su actividad militar o correría el riesgo de atacar a las fuerzas de la OTAN y una guerra más grande en toda Europa. Esto o algo parecido probablemente ya se esté considerando en Washington.
Por ahora, para mantener a Occidente a bordo, se rumorea que Zelenskiy está presionando al comandante de las fuerzas armadas ucranianas, Viktor Zalyuzhniy, para que inicie una última ofensiva antes del invierno en el norte de Donetsk (Svatovo y Severodonetsk) o Zaporozhe para poner fin a los murmullos de alto el fuego de Occidente y lograr más ayudas. Al mismo tiempo, se habla de las continuas tensiones entre Zelenskiy y Zalyuzhniy por la buena prensa y el estatus de estrella de este último en Occidente. Las tensiones surgieron primero por los desacuerdos sobre anteriores ofensivas y la entrada anterior de Zalyuzhniy en el escenario de los medios occidentales. En el contexto del deterioro del campo de batalla y la situación estratégica internacional, tales tensiones entre civiles y militares están cargadas con el potencial de dar lugar a un golpe de estado. Gran parte de la estrategia y las tácticas de Zelenskiy están impulsadas más por consideraciones políticas que militares. No menos importante entre los primeros es la supervivencia política de Zelenskiy, que estaría condenado si tuviera lugar un alto el fuego o conversaciones de paz que requieran que Kiev acepte la pérdida de más territorio. Los neofascistas, los militares y gran parte de la opinión pública no tolerarán que los sacrificios hechos con sangre y dinero den lugar a nuevas pérdidas adicionales de territorio ucraniano. Otros se preguntarán entonces por qué no se evitó todo esto si se podría haber evitado aceptando que Ucrania fuera neutral y cumpliendo los acuerdos de Minsk 2.
Puede que estemos llegando al punto de inflexión en la guerra de Ucrania. Sin electricidad, sin ejército, sin sociedad. Pero aquí, como con cualquier ocupación rusa de las tierras de Ucrania central u occidental (no planeada pero tal vez una necesidad en algún momento del camino para Putin), al Kremlin le espera un atolladero. Rusia no puede permitir que la ruptura social y el caos total reine en Ucrania, no más de lo que podría tolerar una Ucrania miembro de la OTAN que incluya un gran componente neofascista. Todo lo anterior y las próximas elecciones presidenciales previstas en Moscú, Kiev y Washington para 2024 hacen que este invierno sea crucial para todos los principales partidos de la guerra.