La conciencia de la revolución
Published on: domingo, 12 de enero de 2014 //
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Boletin03
100 años después de su nacimiento, sus contrincantes
han acabado en el basurero de la historia y sus ideas son más actuales que
nunca. es necesario quitar de una vez el muro de silencio que le impuso el
estalinismo. En el aniversario de los 100 años de
su nacimiento la opinion pública debería de conocer el trasfondo libertario del
filósofo de la revuelta
Hoy día Albert Camus sigue siendo conocido en España por el gran publico como escritor y por sus novelas El extranjero y La peste. Pero camus entendía dichas novelas tan solo como ilustraciones de diversos aspectos de sus principales escritos filosófico-políticos, El mito de Sisifo y El hombre rebelde, que han tenido una difusion mucho menor, en su mayoría en activistas de movimientos sociales. Existe el peligro de que en el aniversario de los 100 años de su nacimiento el 7 de Noviembre de 2013 de nuevo se le celebre como autor de novelas sin presenter el trasfondo politico de sus obras, que se manifiesta a través de sus escritos periodísticos para muchas publicaciones del anarquismo francés así como su multiples amistades personales con libertarios franceses y españoles. La primera traducción de estos textos libertarios, que aparecerá (en Alemania) este otoño en la editorial Laika de Hamburgo, permitirá una recepción de dichos escritos que hace mucho tiempo tenía que haber tenido lugar. Solo así sera por fín posible entender la obra de Camún a través de su vision política, y dejará de ser condenado como hasta ahora desde el punto de vista de Sartre sin siquiera tener en cuenta el de Camus.
La lucha con Sartre y la lucha de Camus por una "tercera vía"
Albert Camus llevó a cabo en la postguerra (o, más exactamente: 1951-52) un gran enfrentamiento filosófico con Jean-Paul Sartre, que provocó la rupture entre los hasta entonces amigos –esto se recuerda vagamente. Pero, ¿de qué se exactamente? Se trataba de la obra de Camus L’Homme revolté (trad.: El hombre rebelde), que Camus calificó como el más importante de sus escritos. Este tratado sobre la traición de las ideologías autoritarias burguesas y socialistas a los orígenes de la Revuelta en las Revoluciones Francesa y Rusa apareció en 1951.
(IZQUIERDA) París bajo la ocupación alemana
(1941): de pié, Picasso y Simone de Beauvoir, sentados en el suelo Sartre
-izquierda- y camus -centro-. Mientras Camús se comprometió a fondo con la
resistencia, Sartre y los demás intelectuales del Partido Comunista Francés
(PCF) participaron en las actividades culturales de los nazis. (DERECHA)
Primera edición de L’Homme revolté (1951), la obra central en la que Camus
rechaza todo totalitarismo, y que dió lugar a la ruptura con Sartre y los
intelectuales del estalinismo
Sartre y su estrecho colaborador Francis Jeanson despedazaron el libro
en dos números de la revista de Sartre Les Temps Modernes en 1952. Entre
medias se quedó una respuesta de Camus al “señor editor“ de la revista
(es decir, Sartre), que no pueden encontrarse ni en las publicaciones de la
editorial Rowohlt (editora de las obras de Sartre en Alemania), ni en una
biografía de Sartre (1). Camus se defendía filosóficamente de la filosofía historicista
de Sartre (por entonces indiscutible en la izquierda autoritaria europea);
según esa teoría, la organización o partido responsable de una mejor sociedad en el futuro está
legitimada para provocar en la actualidad victimas en las filas de los
poderosos (y quienes les apoyan), que se justificarán al lograrse así la futura
victoria aún más rapidamente.
Para Camus esa futura victoria no estaba garantizada en absoluto, sino
que era una mera especulación, basada en un cálculo de probabilidades o, en el
caso de tener lugar gracias al método del asesinato legítimo, será tan solo el
inicio de una nueva época de dominio, cuyas vítimas también han de ser puestas
en la balanza del cálculo de posibilidades. Basicamente acusaba Camus a Sartre
y Jeanson de resucitar a Dios, que había sido eliminado filoóficamente por Nietzsche (“Dios ha
muerto“), solo que para Sartre se llama “Historia”. Ese concepto
justifica todo, sobre todo el asesinato.
Por ello intentaron Sartre y Jeanson con todo su poder teórico imponer
a Camus una de las dos partes de la Guerra Fría: como crítico del autoritario
socialismo estatista de estilo soviético era Camus simplemente un defensor de
occidente, de los EEUU (algo especielmente absurdo, ya que Camus desde una
época temprana se posicionó a favor de
un socialismo europeo) y de la democracia capitalista, un “colonialista de
buena voluntad“. Camus contraatacó diciendo que defendía unas tradiciones,
las libertarias, más o menos representadas
por la publicación revolucionaria-sindicalista La Révolution
Prolétarienne, y echó en cara a Sartre y Jeanson su “silencio y burla
en relación con toda tradición revolucionaria que no es marxista. La Primera
Internacional y el movimiento bakuninista, aún vivo entre las masas de las CNT
española y francesa, son ignoradas. Los revolucionarios (rusos) de 1905, cuya
experiencia está en el centro de mi libro, son esquivados con el silencio. El
sindicalismo revolucionario es objeto de burlas...“ (2).
Tan sólo las corrientes de esa “tercera vía“, los amigos
libertarios de Camus (Louis Lecoin y su publicación antimilitarista-anarquista Défense
de l’Homme und Liberté; Georges Fontenis, Maurice Joeux y sus publicaciones
anarquistas clásicas Le Libertaire y Le Monde Libertaire;
Jean-Paul Samson, Robert Proix y Rirette Maîtrejean y su publicación cultural
libertaria Témoins; o Pierre Monate, Louis Mercier y Nicolás Lazarévizch
y la tendencia revolucionaria-sindicalista influenciada por troskistas
undogmaticos y anarquistas en torno a La Révolution Prolétarienne) y
entonces también en la continuación de esas polémicas debido a la posición de
Camus en tornbo a la guerra de liberación argelina. La lucha en torno a Argelia
y el apoyo de Camus del anticolonialismo de la linea del Mesalismo.
(IZQUIERDA) El enfrentamiento entre Camus y
Sartre siguió las pautas típicas de la época de la “hegemonía intelectual” del
comunismo: silencio sepulcral ante sus obras, manipulación de sus ideas para
presentarle como un reaccionario, campañas de desprestigio encubiertas...
(DERECHA) La madre de Camus fué utilizada en una de esas campañas: cuando Camus
viajó a Suecia a recibir el Premio Nobel de literatura, hablando sobre la
guerra de independencia argelina rechazó que el fin justifique los medios, y
dijo: “En este momento se arrojan bombas contra los tranvías de Argel. Mi madre
puede hallarse en uno de esos tranvías. Si eso es la justicia, prefiero a mi
madre”. Los comunistas mutilaron la frase, reduciendola a “entre la justicia y
mi madre prefiero a mi madre”, para presentarle como un defensor del
colonialismo
También aquí se mantuvo durante mucho tiempo el rumor, extendido por
toda Europa por Sartre y sus seguidores (y que solo cambia tras la guerra civil
argelina de los 90), de que Camus era sencillamente procolonialista, dejando de
lado algunos detalles humanitarios. Eso era completamente falso: Camus
participó por ejemplo en pegadas de carteles anarquistas contra la Guerrra
francesa de Indochina y testificó a favor de activistas libertarios juzgados;
además, era una difamación, si tenemos en cuenta la amistad de décadas entre
Camus y Messali Hadj, el fundador del movimiento independentista argelino, que
ya en 1927 había pedido la independencia.
Camus y Messali Hadj, que habían trabajado juntos en los años 30,
fueron expulsados en Argelia (en 1937) del partido comunista acusados de
troskistas. La izquierda autoritaria intentó durante mucho tiempo ocultar el
hecho de que ambos mantuvieron su amistad también durante toda la guerra por la
independencia de Argelia (1954-62), con excepción de ciertas diferencias
temporales de opinión (en 1959, tras salir de prisión, Hadj tendió de nuevo
hacia la lucha antiviolenta favorecida por Camus). Buena muestra de ello es por
ejemplo la siguiente carta de solidaridad de Camus del año 1955 al “Comité
de solidaridad Messali Hadj“, que es casi darles carta blanca:
“Pueden al menos en su actual acción utilizar mi nombre cada vez que se
trate de liberar activistas árabes o protegerlos de la represión policial. Pero
si nuestros compañeros árabes tuviesen interés en conocer mi opinión cuento con
ustedes para hacerles saber que rechazo por completo un terrorismo que afecte a
la población civil“ (3).
En 1954, la diferencia entre Messali Hadj y el MNA (Mouvement National Algérien, llamado comunmente Mesalismo), influenciado por sus ideas, y el FLN (Front de Libération Nationale) se debía a que Messali Hadj justificaba la revuelta argelina, pero no estaba de acuerdo en que fuese el momento oportuno para la lucha armada. El Mesalismo tenía al inicio de la Guerra de Independencia de Argelia cerca de diez veces más activistas que el FLN. El problema era que el FLN decidió sin avisar llevar a cabo acciones armadas y la primera oleada de repreión del colonialismo francés afectó casi solamente a los Mesalistas, eliminando sus estructuras y puntos de reunión, lo que provocó una modificación de la relación de fuerzas en el interior de Argelia.
La masacre de Melouza (1957), en la que cientos
de habitantes de un pueblo (hombres, mujeres, niños, ancianos) fueron
masacrados para sembrar el miedo entre los simpatizantes del MNA, fué el punto
culminante de la campaña de eterminio del FLN contra el MNA en el campo
argelino. La responsabilidad del FLN en llevar a cabo la masacre fué reconocida
tras el hundimiento de la Unión Soviética por Said-Mohammedi, el jefe del la
Wilaya III del FLN durante la Guerra de Independencia y responsable de haberla
organizado. Said-mohammedi había sido miembro de las ss francesas durante la
segunda Guerra Mundial y luchó en el frente ruso, donde los nazis llevaron a
cabo masacres similares de manera sistemática. En los 70, la dictadura del FLN
apoyó a ETA y a otros grupos durante la estrategia de la tensión contra Suarez,
para forzarle a ceder en el conflicto entre ambos países por un contrato de
suministro de gas. Según decía el nacionalismo vasco, Euskadi es una colonia de
España - algo así como decir que Portugal es una colonia de Angola...
En los años siguientes tuvo lugar una guerra en el seno de la guerra
contra el colonialismo, que no fué muy diferente a las luchas internas durante
la guerra civil española. Los Mesalistas fueron víctimas de varias masacres
organizadas por el FLN: en 1956 la “noche roja“ de Tifraten con casi 490
habitantes de la localidad asesinados (se les rebanó el cuello con cuchillos:
los islamistas de hoy no tienen ningún monopolio sobre dicho método); en 1957
la masacre de Melouza con unas 370 víctimas.
El FLN no tuvo escrúpulos y echó la culpa a los franceses de esos asesinatos (con ayuda del portavoz de
prensa del FLN, Frank Fanon), que llevaban a cabo masacres similares. En 1957
esa guerra civil interna se trasladó a las ciudades cuando el FLN decidió
imponer sus sindicatos en sustitución de los sindicatos Mesalistas. Camus
estaba bien informado de esas confrontaciones e identificó la tendencia
autoritaria-militarista en el seno del FLN, que pensaba que llevaría
directamente a la imposición de una dictadura en una Argelia independiente,
algo en lo que tuvo razón. Camus protestó publicamente contra los ataques del
FLN a los Mesalistas, pero tan solo Le Monde Libertaire y La
Révolution prolétarienne publicaban sus protestas, Sartre/Jeanson y la
izquierda autoritaria francesa callaban al respecto y, al canalizarse todo a
través de Sartre, la izquierda europea
nunca se enteró. Camus declaró en relación con esos asesinatos de sindicalistas
Mesalistas:
“¿Vamos a permitir que los mejores organizadores sindicales argelinos sean asesinados, que se obtenga el control del movimiento argelino utilizando el asesinato? Los mandos sindicales argelinos, a los cuales la futura Argelia, tenga la forma que tenga, no puede prescindir, son pocos (y nosotros tenemos la culpa de esa situación)“ (4)
En 1958 Camus escribió en su libro “Chroniques algériennes”: “La época del colonialismo ha pasado, ha de reconocerse y asumir las consecuencias de ello” (5). ¿Puede decirse de manera más clara? Pero nuevamente se ignoró ese libro, sobre el cual no escribió ninguna publicación que no fuese anarquista. En lugar de ello, encima se echó en cara a Camús frente a todos los datos objetivos que callase sobre Argelia. Pero en aquella época Camus estaba en contra de una independencia dominada por el FLN, y no contra la independencia en sí. Acusar a Camus de ser un “colonialista de buena voluntad“ es por tanto mera denuncia pública y un descenso a las lineas de pensamiento de la Guerra Fría, ya que el FLN recibía armas de la Unión Sovietica a través del Egipto de Nasser; el MNA de Messali era mucho más independiente, pero también peor armado; el FLN calló ante el alzamiento húngaro de 1956 en deferencia por los suministros de armas soviéticos: el MNA en cambio condenó publicamente los metodos de represión soviéticos como la actuación de un nuevo poder colonial, cuyos métodos comparó con el colonialismo francés.
Hay muchos indicios de que Camus habría apoyado sin reservas un movimiento pro independencia no violento en el que estuviesen incluidas todas las corrientes pluralistas. En ese sentido escribió en 1958, en una comparación con el movimiento de Gandhy por la independencia de la India: “Gandhi ha demostrado que uno puede luchar y morir por su pueblo, sin dejar de merecer respeto un sólo día” (6).
Otro “supuesto“ escándalo de la izquierda sartriana: durante su estancia en Suecia a finales de 1957 para recibir el premio nobel de la paz, Camus supuestamente dijo durante una discusión con estudiantes de Estocolmo: “entre la justicia y mi madre prefiero a mi madre”. En realidad, como recuerda por ejemplo el traductor de Camus Bjurström, que estaba presente, Camus no estaba generalizando, sino que nombraba una condición para solidarizarse en referencia a los metodos de lucha del FLN. En plena campaña de atentados del FLN contra los tranvías urbanos de Argel, Camus afirmaba que su madre (que vivía en esa ciudad) podría viajar en uno de esos tranvías, y dijo concretamente: “Si esa es su forma (del FLN) de justicia, yo antepongo mi madre a esa justicia“. De nuevo pudieron verse los metodos manipuladores de Sartre en acción, idénticos en su estructura a las mentiras de la propaganda estalinista.
“Tregua para los civiles“, artículo publicado
el 10 de enero de 1956 por Camus en L’Express. En esa época, el ejército francés
en Argelia llevaba a cabo una campaña de terror contra la población civil,
mediante el empleo generalizado de la tortura y elasesinato de sospechosos sin
juicio. Para ello contaban con la ayuda de muchos miles de antiguos soldados alemanes,
muchos de ellos de las SS, que ofrecieron sus servicios a Francia a cambio del
olvido de lo que habían hecho en la Segunda Guerra Mundial. No debe sorprender
por tanto que la Guerra de Argelia haya sido la partera del fascismo francés
contemporaneo: Le Pen, lider del Frente Nacional francés, fué paracaidista en Argelia
y participó activamente en el empleo de torturas, y los líderes del ejército
francés en Argelia que se rebelaron contra la decisión de De Gaulle de conceder
la independencia a Argelia crearon la OAS, que utilizó la España franquista
para lanzar una ola de terror en Francia. Los miembros de la OAS, amnistiados
por De Gaulle en 1968 para lograr el apoyo del ejército contra las protestas
sociales, participarán en los escuadrones de la muerte anti-eta y en el
resurgir del fascismo francés
Sobre la actualidad de la teoría de la revuelta de Camus
El libro “El hombre rebelde“ se inicia con una frase decisiva: “¿Qué
es el hombre rebelde? Un hombre, que dice no“ [7]. Un sometido (sea una victima de la esclavitud, del capitalismo
o de cualquier forma de dominación) descubre de repente su dignidad a través de
su negativa a seguir aceptando aquello que ha aguantado sin quejarse hasta
entonces. Ese es el origen de la Revuelta. Porque en ese segundo, en el que el
hombre deja de aceptar la justificación de la dominación en algún ámbito, se
derrumba al mismo tiempo como un castillo de naipes toda justificación para la
dominación en el resto de relaciones de dominación. Y en el mismo momento en el
que una persona dominada descubre su humanidad, su dignidad a través de nu
rechazo de la dominación, descubre a su vez la dignidad en todos los demás
seres humanos: “Yo me rebelo, luego existimos“ [8]. Ese racionaliento en cadena se
completa de manera fulminante, y está en el inicio de la revuelta. El origen de
la revuelta es un recuerdo mágico, místico en cada revuelta social. Es el
recuerdo a la plaza de Taksim, que permanecerá grabada para siempre en el
movimiento de protesta turco; el recuerdo a las acampadas contra Mubarak en la
plaza de Tahir en Cairo en 2011. Y es casi siempre el recuerdo a una revuelta
inicial que se desarrolla sin violencia o con una violencia mínima.
Pero Camus no concibe la Revuelta como lo contrario de la revolución , a diferencia de muchas otras teorías, que le califican de reformista. Al contrario, la Revuelta y la Revolución mantienen por el contrario una relación inseparable. La revuelta no es en sí la revolución y sin esta puede perder sus características y logros iniciales. La Revolución como conservación de la Revuelta por su parte, exige Camus, ha de conservarse fiel a los valores ganados al inicio de la Revuelta, porque en caso contrario pasa un límite y traiciona la Revuelta, se vuelve en su contra. Y precisamente eso es lo que Camus echa en cara al FLN: la Revuelta argelina en sí está justificada, pero los metodos del FLN superan un límite (al afectar a los civiles), con lo que se convierte en el heraldo de un nuevo regimen de dominación, contra el cual una nueva revuelta está justificada. Quien originalmente se rebela en nombre de la dignidad humana, no puede negar a otro el derecho a luchar contra lo que el mismo ha combatido: “Cuando algo en el mundo irreemplazable de la hermandad falta, esta está despoblada, vacia“. (9)
En el origen y en el ideal de Camus la Revuelta es una revuelta no
violenta. Cuando esta a lo largo de su transformación en una revolución empieza
a matar, niega el origen de su propia aparición, y según la concepción de Camus
empieza a alejarse del origen de la Revuelta. Camus exige por ello de la
Revolución su fidelidad a los valores de la Revuelta, y un intento constante de
volver al origen de la Revuelta en el caso de alejarse de ella.
En la tensa relación así definida es la concepción de la Revuelta de Camus una fuente permanente de inspiración y al mismo tiempo de desafío y reflexión sobre el desarrollo de la Revuelta, sea de los Indignados en España y Brasil, de los ocupantes de Taksim en Estambul, de las rebeliones en Grecia y -algo bastante evidente y actual- en Egipto y Túnez.
El objetivo social de la Revuelta y la revolución en el sentido de Camus es el objetivo de una sociedad libertaria-socialista. Camus ha rechazado siempre el orden de la propiedad privada capitalista por ser una dominación que ha de ser rechazada y contra la cual hay que rebelarse, defendiendo al mismo tiempo un socialismo libertario y no cesalista. Su concepto de la Revuelta no estuvo siempre libre de controversias, desarrolladas eso sí siempre en forma de discusiones solidarias con sus amigos anarquistas y en publicaciones libertarias. En una de ellas, Le Monde Libertaire, escribió en 1952, en el punto álgido de su enfrentamiento con Sartre, que escribió “El Hombre Rebelde” (en realidad, debería de traducirse “El hombre en la Revuelta”) “(para) servir al pensamiento libertario“ (10). Lo logró, y es hora de que la opinión pública sea consciente de ello.
Lou Marin (artículo publicado en Hintergrund (Q4/2013) con el título “Albert Camus: el gran desconocido)
NOTAS
(1) Albert Camus: Carta al editor de „Temps Modernes“ (30 de
Junio de 1952), en: Frieden 2, Reinbek 1982, p. 7-26.
(2) Camus, cit. ebenda, p. 17.
(3) Albert Camus: Carta al „Comité Mesali Hadj“, 25 März 1955, en: Albert
Camus: Gallimard, Obras
Completas Pléiade, Paris 2008, p. 1115.
(4) Albert Camus: Post-scriptum, en: Lou Marin (Hg.): Albert Camus et les libertaires Marseille 2008; edición alemana: Albert Camus: Libertäre Schriften Lou Marin, Laika Verlag, Hamburg 2013.
(5) Albert Camus: Prologo a la cronica argelina, en: Albert Camus: Fragen der Zeit.
(6) Camus, cit. ebenda, p. 146.
(7) Albert Camus: Der Mensch in
der Revolte, Reinbek 1969, p. 14.
(8) Camus, cit. ebenda, p. 21.
(9) Camus, cit. ebenda, p. 228.
(10) Albert Camus: Respuesta a Gaston Leval,
in: Lou Marin: Albert Camus et les libertaires, p. 143.