Turquía, el ISIS y la lucha por el control de Oriente Medio
Published on: domingo, 1 de noviembre de 2015 //
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La interminable guerra de Siria, iniciada en 2011, es una fuente inagotable de teorías absurdas. El caleidoscopio de grupos políticos y religiosos, un pasado tan complejo como desconocido y la propaganda de los medios de comunicación dificultan la comprensión de dicho conflicto y facilitan creer la propaganda de los bandos enfrentados. Un ejemplo es el documento desclasificado de la DIA (el servicio de inteligencia del ejército de EEUU) que ha sido calificado como la prueba definitiva de que el Estado Islámico (ISIS) es una marioneta de Washington; en realidad, el análisis de dicho documento (que aquí traducimos) demuestra justo lo contrario, pero para ello es necesario conocer el contexto en que se escribió.
MITO Y REALIDAD DE LA 'PRIMAVERA ÁRABE'
El documento está escrito a mediados de 2012; este es un detalle importante para poder entender su contenido, pero para ello es necesario hacer un repaso cronológico del desarrollo del conflicto sirio y la (mal)llamada «primavera árabe», cuyo carácter escalonado muestra una planificación que buscaba concentrar las fuerzas cada vez en un objetivo para no tener que luchar en varios frentes al mismo tiempo: Finales de 2010: Inglaterra y Francia camuflan un despliegue militar frente a la costa libia como unas «maniobras militares», mientras se introducen armas en Libia a través del puerto de Misurata.
17-12-2010/14-01-2011: En Túnez un «golpe blando» (revolución de colores) lleva al poder a la Hermandad Musulmana y aísla al régimen de Gadafi en su frontera occidental, abriendo el camino a Trípoli y a los suministros de armas a islamistas y a los bereberes libios.
25-01-2011/11-02-2011: Tras derribar al régimen tunecino se inicia una «revolución de colores» contra el régimen egipcio de Mubarak por manifestantes entrenados por EEUU. El carácter artificial de las protestas se pone de manifiesto en que para camuflar su reducido número se concentraron en una simple plaza en El Cairo, modelo repetido en el «Golpe del Maidán» en Ucrania. La negativa de Mubarak a dimitir obligó al ejército egipcio (importante receptor de ayuda de EEUU tras Israel) a dar un golpe de Estado. La Hermandad Musulmana llegó entonces al poder y abrió la puerta al envío sin obstáculos de armas y militantes islamistas a la Cirenaica, en el este de Libia.
15-02-2011/20-08-2011: Tras una campaña de mentiras de la prensa occidental contra el régimen de Gadafi apoyada por las ONGs occidentales, la OTAN pone en marcha una campaña de bombardeos en apoyo de islamistas que lograron hacerse con el control de Bengasi y Misurata, segunda y tercera ciudades de Libia. El fracaso islamista en tomar Trípoli y las inesperadas victorias de Gadafi en el frente occidental prolongaron de forma inesperada el conflicto, forzando a la OTAN a un esfuerzo militar superior al esperado y retrasando el ataque contra Siria e incluso a intentos de negociación con Gadafi.
18-08-2011/21-08-2013: EEUU y la UE exigen a Assad que abandone el poder (18 agosto) mientras tiene lugar la etapa final de una ofensiva conjunta de comandos de la OTAN, nacionalistas bereberes y fundamentalistas islámicos que llevará a la toma de Trípoli (20 agosto); el linchamiento de Gadafi y la desintegración del Estado libio permitió a Occidente concentrar sus fuerzas para intentar destruir el régimen sirio mediante los grupos armados islamistas del FSA (creado en julio) y representados políticamente por el Consejo Nacional Sirio (creado en agosto) dirigido por los Hermanos Musulmanes. El veto ruso-chino en la ONU hace imposible una «intervención humanitaria» occidental en Siria similar a la de Libia, y el apoyo decidido de Rusia al régimen de Assad y su despliegue militar en el Mediterráneo, Golfo Pérsico y Cuerno de África hace imposible repetir el escenario de Kosovo, lo que provoca el empantanamiento de la situación.
LA RUPTURA DE TURQUÍA CON EEUU
Es en este contexto cuando la DIA redacta el documento desclasificado, fechado el 30 de julio de 2012 (meses después de iniciarse el conflicto), en el que afirma 1) que la «oposición» son grupos islamistas radicales, 2) que sólo pueden derrotar a Assad creando un estado propio (un «principado salafista») en el este de Siria, protegido por una «zona de exclusión aérea» (es decir, la protección de la aviación occidental) y 3) se plantea la posibilidad de que el ISI (precursor del ISIS) se unifique con otros grupos islamistas para crear su propio estado (como finalmente ha ocurrido).
El documento de la DIA se escribió mientras la maquinaria propagandística occidental usaba cínicamente las masacres de los rebeldes para pedir una «intervención humanitaria» en Siria (como denunciamos en esa época en el CNT); por ello, confirma la sincronización entre las maquinarias militar y propagandística de Occidente. Lo que el documento no dice en ningún lado es que el ISIS fuese creado por Occidente, como algunos afirman. Para entender quién está detrás de su conversión en uno de los principales actores del conflicto sirio es necesario —nuevamente— mirar el contexto en el que de manera repentina el ISIS hace su aparición como un factor clave del conflicto sirio, a principios de 2013.
Por aquel entonces, la situación militar se había empantanado y Occidente había desistido de iniciar una campaña de bombardeos debido al apoyo ruso-chino-iraní y las amenazas rusas de suministrar misiles antiaéreos al régimen de Assad que, además de haber infligido cuantiosas pérdidas a los atacantes, habrían roto el equilibrio militar en la región en perjuicio de Israel. Es entonces cuando aparecieron las primeras grietas en el seno de la coalición dirigida por EEUU, especialmente entre Obama y Erdogan; Turquía se había jugado mucho al apoyar el rediseño de Oriente Medio que impulsaban Obama y Hillary Clinton, y no se había beneficiado lo más mínimo (lo que hemos analizado en detalle en otro artículo); y mientras Washington podía cambiar sus alianzas en la región, el gobierno turco de Erdogan se había convertido en un apestado, enfrentado con todos sus vecinos.
La imposibilidad de derribar al gobierno sirio hizo ineludible una negociación con Assad y sus aliados, lo que puso de manifiesto los diferentes intereses de Turquía y EEUU. Obama buscaba un acuerdo que afectase lo menos posible sus intereses en Oriente Medio, mientras que Erdogan prefería una escalada en la situación; en este contexto tuvo lugar el 11 de mayo un atentado de falsa bandera en la ciudad turca de Reyhanli, poco antes de una reunión entre Obama y Erdogan; el gobierno turco acusó a Siria de la masacre, y presionó a EEUU para que interviniese en Siria, pero la política de hechos consumados de Erdogan fracasó, ya que Obama se negó a atacar a Siria.
Es entonces cuando se acaba la «paz social» de que había disfrutado el gobierno de Erdogan. El 28 de mayo se puso en marcha de manera apresurada una «revolución de colores» contra Erdogan, mediante la organización de protestas sociales por todo el país con la excusa de la eliminación del Parque Gezi en Estambul; y el uso masivo de twitter para movilizar a la gente, que se organizaron en torno a la ocupación de la céntrica Plaza de Taksim (siguiendo el modelo de Egipto y Ucrania) participó todo el arco político, incluidos anarquistas y fascistas; dichas protestas fracasaron ante el uso decidido del aparato represivo estatal por Erdogan, mientras denunciaba un complot occidental para sacarle del poder. Poco después, Turquía se planteó oficialmente comprar un sistema de defensa aéreo fabricado en China, que hacía imposible integrarle en los sistemas de la OTAN, algo que no quería hacer el gobierno.
A continuación se inició un enfrentamiento entre Erdogan y Fethullah Gülem, antiguo miembro de las redes anticomunistas de la OTAN en la Guerra Fría y colaborador de la CIA en el Asia Central ex-sovietica, líder del movimiento Hizmet, organización islamista similar al Opus Dei particularmente fuerte entre los estamentos policial y judicial de Turquía; los medios de comunicación cercanos a Gülem (incluido Zaman, el periódico turco de mayor tirada) iniciaron la publicación de documentos destapando la corrupción en las altas esferas del gobierno de Erdogan (incluida su familia) y filtrando documentos que mostraban que el servicio secreto turco (MIT) estaba relacionado con el atentado de Reyhanli, que fue llevado a cabo por el aún minúsculo Estado Islámico. Erdogan reaccionó al desafío de Gülem deteniendo periodistas y con una oleada de expulsiones en masa de mandos del aparato policial y judicial miembros del movimiento Hizmet que continúa hoy día, como demuestra la reciente huida a Siria del juez del caso Ergemekon, que desactivó al ejército y llevó a Erdogan al poder.
Erdogan se negó a aceptar la derrota en Siria, y el 21 de agosto de 2013 tuvo lugar un ataque con armas químicas en las afueras de Damasco organizado por la «oposición» islamista siria y el servicio secreto turco. El resultado fue lo contrario de lo que pretendía Erdogan, ya que puso de manifiesto la debilidad en el seno de la coalición antisiria occidental: por primera vez desde 1782 el Parlamento inglés se negó a apoyar una guerra del gobierno, y no había mayoría en el congreso de EEUU en apoyo a un ataque contra Siria. Rusia ofreció entonces a EEUU la destrucción del arsenal químico sirio a cambio de un acuerdo no escrito que excluía cualquier intervención directa en Siria, convirtiendo a Siria en una versión a gran escala del Líbano fragmentado de los 80; Obama aceptó, pero esta solución era inaceptable para Turquía, que veía evaporarse sus planes de ser un «hub» [centro, eje] energético. Es entonces cuando entra en escena el ISIS.
EL ISIS O LA INVASIÓN TURCA DE SIRIA
De manera paralela a la «reactivación» del Estado Islámico, Tenían lugar las negociaciones entre EEUU y Rusia sobre Siria. Cuando Obama hizo público el abandono de los planes de atacar Siria (septiembre de 2013) se inició el ascenso del Estado Islámico (ISIS) como un actor importante en el conflicto sirio; la primera aparición pública del ISIS tuvo lugar en abril de 2013, poco antes del atentado de Reyhanli (que al parecer fue obra suya) y de manera paralela a las crecientes tensiones entre EEUU y Turquía. Al-Baghdadi, líder del entonces minúsculo Estado Islámico, inició una lucha por hacerse con el control del Frente al-Nusra, grupo islamista que forma parte de Al-Qaeda; la jefatura de dicha nebulosa organización intervino mediante un comunicado a Al-Yazira en junio expulsando al Estado Islámico de la organización, tras lo cual el Estado Islámico puso en marcha una campaña de absorción y ataques contra otros grupos «rebeldes» sirios para extenderse territorialmente.
La principal diferencia del Estado Islámico frente a los demás grupos islamistas es su organización profesional similar a la de un servicio secreto, y que en las zonas bajo su control ha puesto en marcha un aparato administrativo propio. Mientras los grupos apoyados por occidente son meras bandas de mercenarios en busca de botín que arrasan los territorios por donde pasan, el ISIS en cambio lleva a cabo tareas típicas de un estado, desde la educación (oposiciones para profesores incluidas) al asfaltado de las calles, para asegurarse el control de los territorios que gobierna. Desde finales de 2014 se inició desde Turquía un goteo creciente de islamistas que pasaban a engrosar las filas del ISIS, que en diciembre de 2014 extendió sus actividades a la provincia Al-Ambar de Irak. A partir de 2014 se puede hablar de una verdadera invasión, ya que el ISIS pasó a tener decenas de miles de combatientes y ser capaz de ocupar gran parte del este de Siria y el norte de Irak, dando lugar a una nueva fase del conflicto sirio.
La aparición del ISIS fue paralela a la desactivación de la Hermandad Musulmana, que había sido hasta entonces el principal aliado de Occidente en la región: el día 24 de junio abdicó «voluntariamente» el emir de Qatar, principal apoyo de la Hermandad Musulmana junto a Turquía, y un golpe militar en Egipto el 3 de julio derrocó al gobierno de la Hermandad Musulmana, llevando al poder al general Al-Sissi, que abandona el frente anti-Assad y se acerca a Rusia. Mientras Arabia Saudí apoyó con generosos créditos de miles de millones a Egipto y declaró la guerra a la Hermandad Musulmana, la reacción de Erdogan a estos acontecimientos fue cortar las relaciones diplomáticas con Egipto y ofrecer refugio a la Hermandad Musulmana frente a la persecución egipcia.
Además de perder el poder en Egipto y ser incapaz de derrocar al régimen sirio, la Hermandad fue incapaz de hacerse con el control de una Libia rica pero hundida en el caos, y la normalización de la situación en Túnez, el país de tendencias más laicas de todo Oriente Medio, acabó con su control del gobierno. De esta forma, en 2014 la Hermandad había perdido la influencia que había ganado galopando la ola de la «primavera árabe».
El fracaso de la Hermandad en hacerse con el control de Oriente Medio fue seguido por el castigo a quienes la habían apoyado. Tras forzar el derrocamiento del emir de Qatar, Arabia Saudí exigió que el nuevo emir se comprometiese a dejar de apoyar a la Hermandad y dejar de atacar al régimen egipcio a través de Al-Yazira. La continuación por Qatar de su apoyo a la Hermandad dio lugar a inicios de 2014 a una tensión creciente en las relaciones diplomáticas de Qatar con sus vecinos, que desembocó el 5 de marzo en la retirada de los embajadores de Arabia Saudí, los EAU y Bahréin. Riad amenazó entonces a Doha con cerrar la frontera terrestre y prohibir el uso de su espacio aéreo a Qatar, dejándola a merced de Irán e Irak, los principales enemigos de la Hermandad. Esta situación insostenible llevó a Qatar a cortar sus lazos con la Hermandad y expulsar a sus representantes el 16 de septiembre, que buscaron refugio en Turquía; de esta forma, Erdogan perdió a su último aliado en la región, y la pérdida del gas qatarí y egipcio convertía en una quimera sus proyectos energéticos. Y la relación con EEUU pasaba su peor momento, ya que Erdogan admitía no hablar con Obama.
En junio de 2014, el ISIS inició la ocupación del norte de Siria e Irak, (con ayuda de Turquía y sus aliados kurdos iraquíes) tomando la ciudad de Mosul y proclamando el califato. Desde un punto de vista puramente técnico, la reactivación del Estado Islámico por Turquía para ocupar el este de Siria y crear una zona bajo control rebelde seguía al pie de la letra el análisis del documento de la DIA, salvo en lo relativo a la creación de una zona de exclusión aérea, al menos más allá de la zona cercana a la frontera, donde Turquía, que había derribado un caza sirio meses antes en la zona fronteriza, anunció que planeaba crear una «zona neutral". Pero desde un punto de vista político la situación había cambiado por completo desde el verano de 2012: el gobierno de Assad había sido capaz de sobrevivir a las bandas de mercenarios islamistas de occidente (como preveía la DIA), y el acuerdo entre Putin y Obama consistía básicamente en que occidente no intervendría directamente en Siria a cambio de que Rusia no rompiese el equilibrio estratégico de la región suministrando a Siria armas que pudiesen amenazar la seguridad de Israel.
Para EEUU, más importante aún que proteger a Israel es su política de contención de Irán, que es el eje de su política en Oriente Medio desde comienzos del siglo XXI. El objetivo de EEUU en Siria era eliminar al único gobierno aliado de Irán en Oriente Medio; en lugar de ello, Irán demostró ser un aliado fiable, apoyando con todos los medios posibles al régimen de Asad, incluyendo la intervención de Hezbolá, que logró recuperar para Damasco el control de la ciudad de Al-Qusair y parte de la frontera siriolibanesa. El empleo por Turquía de los grupos islamistas empleados por EEUU para provocar una guerra civil en Irak durante la ocupación aumentó la influencia de Irán en la región, al estrechar los lazos entre Irán e Irak para combatir a los aliados kurdos de Turquía y los fundamentalistas sunitas del ISIS.
Por si todo esto no fuera suficiente, mientras el ISIS extendía sus actividades a Irak, EEUU estaba ocupado poniendo en marcha el golpe del Maidán, lo que dio a Erdogan una ventaja estratégica de varios meses antes de que Washington pudiese reaccionar. Tras el verano, cuando la situación en Ucrania se había «estabilizado» tras el golpe en Kiev, la anexión rusa de Crimea, y la derrota ucraniana en el Donbass, Putin y Erdogan anunciaron la construcción del megagaseoducto Turkish Stream, que habría de sustituir al proyecto ruso South Stream. Tras reunirse con Erdogan por primera vez tras 16 meses, Obama decidió entonces poner en marcha una respuesta a las actividades de Erdogan para impedir que diesen lugar a un nuevo equilibrio en Oriente Medio contrario a los intereses de EEUU.
GRUPOS FANTASMAS Y REACTIVACIÓN DEL PKK
La estrategia de Obama se basó en tres pilares: por un lado, llevó a cabo una serie de ataques en el noroeste de Siria contra el «Grupo Jurasán», milicia islamista hasta entonces desconocida para los expertos que forma parte del Frente al-Nusra, el grupo más eficaz de la oposición anti-Assad y que tiene parte de Alepo bajo su control. Debido a que no hay más candidatos en la zona y el Frente al-Nusra además de formar parte de Al-Qaeda depende de Turquía, el objetivo del ataque contra el «Grupo Jurasán», cuya existencia misma es dudosa, es provocar la ruptura de Al-Nusra para poder «reciclar» a parte de sus militantes; de esta forma EEUU lograría tener aliados sobre el terreno.
El segundo pilar fue poner en marcha una campaña de bombardeos contra el ISIS (y Al Nusra en el norte), que no ha parado desde entonces. Con ello EEUU no pretende aplastar al ISIS, algo imposible con tan solo bombardeos sino destruir las infraestructuras para dificultar su financiación y con ella la explotación neocolonial turca del territorio del ISIS. Debido a que el ISIS utiliza las infraestructuras energéticas del Kurdistán iraquí para exportar a Turquía el petróleo que extrae en las zonas bajo su control y como EEUU no quiere bombardear a los kurdos, los bombardeos contra la infraestructura petrolera bajo control del ISIS sólo pueden tener un éxito relativo. Pero combinados con la puesta en marcha de una campaña de atentados del PKK contra las infraestructuras energéticas en territorio turco y el hundimiento de los precios del petróleo, ha tenido como consecuencia afectar gravísimamente a la economía del Kurdistán iraquí, único aliado turco en la región e importante socio comercial del ISIS.
El tercer pilar es aislar al ISIS de Turquía, su patrocinador, fuente de suministros y logística y, lo que es más importante, su principal cliente, ya que Erdogan ha utilizado al ISIS como un mecanismo neocolonial para poder saquear Siria y comprar sus recursos a precio de saldo. Para ello se estableció una alianza entre los kurdos del PYD (brazo sirio del PKK) y los escuadrones de la muerte del FSA, que pasó a cumplir el papel de tropas al servicio de EEUU, evitando así un despliegue militar estadounidense; la alianza PKK/FSA pasó a estar apoyada por EEUU mediante una campaña de bombardeos a gran escala que lograron impedir que el ISIS se hiciera con el control de la frontera con Turquía (llegados a este punto, es interesante señalar que EEUU no aprovechó para atacar al ejército sirio, respetando lo acordado con Rusia).
La ciudad de Kobane, un importante paso fronterizo con Turquía, fue el lugar elegido para hacer frente al ISIS. Los bombardeos de EEUU la redujeron a un montón de escombros, y lograron debilitar al ISIS facilitando su derrota a manos de la alianza PKK/FSA, en una batalla que se inicia en octubre de 2014 y se prolonga hasta enero de 2015. A continuación, las fuerzas combinadas del PYD/PKK y el FSA iniciaron una ofensiva, y en pocos meses se hicieron con el control de la mayoría de la frontera con Turquía, amenazando con cortar la línea de suministros del ISIS; de manera paralela, los buenos resultados del HDP, partido cercano al PKK, quitaron al partido de Erdogan la mayoría absoluta, imposibilitando el plan de transformar a Turquía en una república presidencialista. Todos estos fracasos han forzado a Erdogan a negociar con Obama, que a cambio comprará misiles a China.
A cambio de permitir que EEUU use sus bases militares en Turquía contra el ISIS, Washington se ha opuesto a que el PYD/PKK atraviese el Éufrates y ha eliminado el apoyo aéreo a los kurdos, paralizando su expansión territorial. Tras el acuerdo con EEUU, Turquía puso en marcha una campaña de bombardeos contra las bases del PKK en el norte de Irak y Siria, y Erdogan anunció la creación de una zona de exclusión aérea en el territorio de la frontera turco-siria en manos del ISIS, para evitar que pueda caer en manos del FSA/PKK. Al mismo tiempo Turquía paralizó las negociaciones con Rusia sobre el gaseoducto Turkish Stream, un gesto meramente simbólico debido tanto a que la UE quiere que Grecia participe, como a la puesta en marcha de una escalada de la tensión étnica en Macedonia por parte de EEUU que amenaza con relanzar el conflicto de hace una década, lo que imposibilita extender South Stream por los Balcanes.
Tras cuatro años sembrando el caos en Oriente Medio, Erdogan sólo ha logrado aislar a Turquía, convertir el país en un peligroso nido de terroristas, reactivar el conflicto con los kurdos, poner en marcha un estado policial, volver al terrorismo de estado y atentados de falsa bandera de los 80, perseguir a la disidencia llevando a cabo purgas contra la oposición, y crear una descomunal burbuja inmobiliaria a costa de endeudar a la población. Como consecuencia, Turquía se encuentra en una situación mucho peor que cuando Erdogan llegó al poder; un paso en falso o una nueva ronda de crisis económica y podría convertirse en un estado fallido similar a México.
La fragilidad turca aumenta por al cambio de la política de EEUU. Incapaz de derrotar a Irán, Obama negocia con Teherán no sólo para proteger el petrodólar, como ha dicho Kerry: el fin del embargo convertirá a Irán en el principal suministrador energético de la India, dando lugar a la creación de un bloque indo-iraní que sería el aliado ideal de EEUU para frenar a Rusia y China en el seno de Eurasia. Un Irán libre del embargo dificulta los planes de Erdogan de convertir a Turquía en un «hub» energético: Azerbaiyán, principal socio energético turco, se está acercando a Irán, y lo mismo sin duda ocurrirá con Turkmenistán. Sin aliados, fracasado en todos los frentes e incapaz de aceptar su derrota, Erdoga —y con él Turquía— se acerca lentamente al borde del abismo... ¿dará la vuelta antes de que sea tarde?