Como apoyó EEUU al ISIS en Siria e Irak
Published on: domingo, 15 de noviembre de 2015 //
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Por SEUMAS MILNE
(3 junio 2015)
La Guerra contra el Terror, esa campaña militar sin fin puesta en marcha por George Bush hace 14 años, se está enredando a sí misma en contorsiones cada vez más grotescas. El lunes pasado colapsó el juicio contra un sueco, Bherlin Gildo, acusado de terrorismo en Siria, después de que quedase claro que los servicios de inteligencia británicos habían estado armando a los mismos grupos rebeldes a los que le acusaban de apoyar.
La acusación abandonó el caso, aparentemente para evitar una situación embarazosa para los servicios de inteligencia. La defensa argumentó que seguir adelante con el juicio habría sido una «afrenta a la justicia» ya que hay pruebas suficientes de que el Estado británico está suministrando «un amplio apoyo» a la oposición armada siria.
Esto no incluye la «asistencia no letal» de la que alardea el gobierno (incluyendo protecciones corporales y vehículos militares), sino también entrenamiento, apoyo logístico y el suministro en secreto de «armas a una escala masiva». Se citaron informes según los cuales el MI6 (el servicio secreto británico) colaboró con la CIA en crear una ruta clandestina para suministrar armas de los arsenales libios a los rebeldes sirios en 2012 tras la caída del régimen de Gadafi.
Evidentemente, era demasiado absurdo encarcelar a alguien por hacer algo que los oficiales de seguridad y ministros estaban haciendo. Pero no es más que el último ejemplo de una larga lista de casos similares. Menos suerte tuvo el taxista Anis Sardar, que fue condenado a cadena perpetua quince días antes por formar parte en 2007 de la resistencia contra la invasión de Irak por tropas británicas y de EEUU. La oposición armada a una invasión y ocupación ilegales es algo que está claro que no es ni terrorismo ni asesinato en la mayoría de las legislaciones, incluida la Convención de Ginebra.
Pero el terrorismo hoy día depende totalmente del punto de vista del observador. Y en ningún otro lugar del mundo es más cierto que en Oriente Medio, donde los terroristas de hoy serán los luchadores contra la tiranía del mañana —y los aliados son enemigos— a menudo dependiendo del capricho desconcertante de una llamada telefónica de un dirigente occidental.
El pasado año, EEUU, los británicos y otras fuerzas occidentales han vuelto a Irak, supuestamente para destruir el grupo terrorista hipersectario Estado Islámico (anteriormente conocido como Al Qaeda en Irak). Esto ocurrió después de que el ISIS se hiciese con el control de enormes trozos del territorio de Siria e Irak y se autoproclamase como un autodenominado califato islámico.
La campaña no está saliendo bien. El pasado més, el ISIS invadió la ciudad iraquí de Ramadi, mientras que en el otro lado de la actualmente inexistente frontera sus fuerzas conquistaron la ciudad siria de Palmira, y la franquicia oficial de Al Qaeda, el Frente al-Nusra, también conseguía algunos avances en Siria.
Algunos iraquíes consideran que EEUU observó impasible mientras todo esto tenía lugar. Los americanos insisten que están intentando evitar víctimas civiles, y afirman haber logrado éxitos significativos. En privado, los oficiales de EEUU dicen no querer ser vistos arrasando los bastiones sunitas en una guerra sectaria y arriesgarse a contrariar a sus aliados sunitas en el Golfo Pérsico.
Un informe de la inteligencia estadounidense escrito en 2012 y recientemente desclasificado a expuesto cómo hemos llegado a esta situación, al predecir misteriosamente —y en la práctica dar la bienvenida— a la perspectiva de la creación de un «principado salafista» en el este de Siria y un estado islámico en Siria e Irak controlado por Al Qaeda. Contrastando fuertemente con las declaraciones occidentales de esa época, el documento de la DIA (Defense Intelligence Agency: la Agencia de Inteligencia Militar, el servicio de inteligencia del ejército de EEUU) identifica a Al Qaeda en Irak (que se convertiría en el ISIS) y sus compañeros de viaje salafistas de ser «las principales fuerzas que dirigen la insurgencia en Siria», y asegura que «os países occidentales, los estados del Golfo y Turquía» están apoyando los esfuerzos de la oposición de hacerse el control del este de Siria.
Planteando la «posibilidad de que se cree un principado salafista declarado o no», el informe del Pentágono continúa diciendo que «eso es exactamente lo que quieren las potencias que apoyan a la oposición, para poder aislar al régimen sirio, que se considera como la extensión estratégica de la expansión chiita (Irak e Irán)».
Las fuerzas de EEUU bombardean un grupo de rebeldes en Siria mientras apoyan a otro
Lo cual es exactamente lo que ocurrió dos años más tarde. El informe no es un documento estableciendo la política a seguir. El texto está fuertemente censurado y tiene ambigüedades en el lenguaje. Pero las implicaciones que tiene son suficientemente claras. Un año después del inicio de la rebelión siria, los EEUU y sus aliados no solo estaban apoyando y armando una oposición que sabían estaba dominada por grupos extremadamente sectarios; también estaban dispuestos a tolerar la creación de cierto tipo de «estado islámico» —a pesar del grave peligro que implica para la unidad de Irak— como un estado tapón para debilitar a Siria.
Esto naturalmente no quiere decir que los EEUU hayan creado el ISIS, aunque algunos de sus aliados del Golfo jugaron sin duda un papel en ello, como el vicepresidente de EEUU, Joe Biden, reconoció el pasado año. Y los EEUU sin duda han aprovechado la existencia del ISIS contra otras fuerzas de la región como parte de un intento general para mantener el control occidental de la región.
Estos cálculos cambiaron cuando el ISIS empezó a decapitar a occidentales y colgar en la red sus atrocidades, y los estados del Golfo están hoy día apoyando a otros grupos en la guerra Siria, como el Frente al-Nusra. Pero esta costumbre de EEUU y occidente de jugar con grupos yihadistas, que acaban mordiéndoles, tiene lugar al menos desde la guerra de la Unión Sovietica en Afganistán en los 80, que fomentó la Al Qaeda original tutelada por la CIA.
Fue reorganizada durante la ocupación de Irak, cuando las fuerzas de EEUU dirigidas por el general Petraeus organizaron una guerra sucia usando escuadrones de la muerte similares a los de El Salvador para debilitar a la resistencia iraquí. Y se volvió a retomar en 2011 en la guerra orquestada por la OTAN contra Libia, donde la pasada semana el ISIS se hizo con el control de Sirte, la ciudad natal de Gadafi.
En realidad, la política de EEUU y Occidente en el conflicto en que está sumido Oriente Medio hoy día es el modelo clásico de «divide y vencerá» imperial. En Siria las fuerzas de EEUU bombardean un grupo de rebeldes mientras apoyan a otro, y montan lo que son en la práctica operaciones militares conjuntas junto con Irán en Irak contra el ISIS mientras apoyan la campaña militar de Arabia Saudí en Yemen contras las fuerzas Huties apoyadas por Irán. Por muy confusa que pueda ser las políticas de EEUU, Siria e Irak debilitadas y divididas encajan perfectamente con sus planes.
Lo que está claro es que el ISIS y sus monstruosidades no serán derrotados por las mismas potencias que le llevaron al principio a Irak y Siria, o aquellas cuya guerra abierta o encubierta han fomentado su aparición desde entonces. Las intervenciones sin fin de Occidente en Oriente Medio tan solo han traído destrucción y división a Oriente Medio. Es la gente que vive allí quien puede curar las enfermedades que padece la región, y no quienes incubaron el virus.
PRISMA
Nº 3