Más allá de la AIT (2ª parte)
OBJETIVOS DE LA CNT CON LA NUEVA AIT
AMOR Y RABIA: El acuerdo de la CNT en el XI Congreso deja muy claro que para la CNT el trabajo del movimiento anarcosindicalista “tiene que asentarse sobre el trabajo local (…) La solidaridad internacional surge entonces como extensión de este trabajo”. Esto puede interpretarse como una posición clara ante el típico problema de los grupos que forman parte de una organización a la hora de delimitar sus tareas de coordinación para evitar que sus actividades a nivel local se vean afectadas. Pero también podría entenderse como que la acción internacional es algo de carácter secundario, ignorando la complejidad que implica un trabajo coordinado a nivel internacional, muy diferente a las actividades de carácter local.
De ser así, continuaría la actitud que es parte del problema y que llevó a tolerar en el pasado el actual sistema de toma de decisiones en la AIT mientras se aceptaba la entrada de secciones sin existencia real en igualdad de condiciones a la hora de tomar decisiones que las secciones con existencia real, que acabaron quedándose en minoría. Al mismo tiempo, el acuerdo del XI Congreso habla de fundar “una Internacional del sindicalismo revolucionario”, una descripción tan amplia como difusa en su definición. ¿Tiene la CNT una vision estratégica de la actuación internacional, o meramente una visión táctica, centrada en el apoyo a las actividades locales?
AMOR Y RABIA: Un vistazo al pasado muestra que la AIT solo tuvo una existencia real como organización en el periodo de entreguerras (1922-1930), cuando tenía secciones activas y fuertes y actividad internacional. La creación de la AIT podría calificarse de canto del cisne del movimiento anarcosindicalista internacional, ya que a partir de su fundación éste se derrumbó rápidamente. La llegada al poder del fascismo en Italia acabó con la USI, de la misma forma que el golpe de Salazar acabó con la CGT portuguesa, que disfrutaba por cierto del monopolio sindical; enfrentamientos internos acabaron con la FORA argentina, que había llegado a tener dos periódicos diarios, el ascenso del bolchevismo destruyó el anarcosindicalismo francés, y el crecimiento en aluvión de la FAUD alemana en la posguerra fue seguido por un hundimiento fulminante una vez se estabilizó la situación económica a mediados de los años 20.
La ilegalización de la CNT durante la “Dictablanda” de Primo de Rivera permitió a la CNT conservarse como un mamut en el hielo siberiano, haciendo posible su resurrección en 1930/31, pero para entonces de la AIT tan solo quedaba la SAC sueca como organización con influencia real. En términos prácticos, el anarcosindicalismo desapareció tras la derrota de la CNT en la Guerra Civil/Revolución y la decisión de la SAC de inclinarse hacia el reformismo tras la Segunda Guerra Mundial. De esta forma, y tras la salida de la SAC, la AIT se convirtió en un mero apellido de la CNT en el exilio francés, cuya insignificancia se pone de manifiesto en el nulo interés existente en su pasado: hoy día, la única historia bien documentada de la AIT es “La internacional desconocida”, de Vadim Damier, dos tomos de 1.600 páginas (Tomo 1: 1918-1930, Tomo 2: 1930-1939). Es sintomático que haya sido escrito y publicado en Rusia, país en el que la AIT jamás tuvo la más mínima influencia, y que nadie se haya preocupado en traducirlo a un idioma que domine la mayoría de la militancia de la AIT.
La caída del comunismo y el franquismo permitieron que resucitase la CNT y con ella la AIT, apareciendo secciones que merecían tal nombre, pero nunca se logró poner en marcha una verdadera actuación de carácter internacional. La debilidad de las nuevas secciones y sus “enfermedades infantiles” provocadas por el enfrentamiento entre adaptar la teoría de la década de los 30 a la práctica en países en pleno apogeo del neoliberalismo dieron lugar rápidamente a escisiones en España, Francia e Italia, convirtiendo a la resucitada AIT en una jaula de grillos incapaz de ofrecer una perspectiva real a aquellas organizaciones que mostraron interés por ella. Teniendo en cuenta los precedentes, ¿que sentido tiene el anarcosindicalismo hoy día a nivel internacional?¿Es un movimiento real, o un mero fósil de una época pasada? ¿La pertenencia a la AIT, o la acción internacional misma, es mero postureo o algo más?
Mientras que hace treinta años muchísima gente asumía que el centralismo democrático de corte leninista era una forma natural e incuestionable de organización, ahora se privilegia la asamblea y el consenso. Desde luego, habría mucho que decir a este respecto, y éste no es el lugar adecuado, pero sí queremos insistir en que consideramos las ideas libertarias y el modelo anarcosindicalista como herramientas de futuro, y no reliquias pasadas. Eso sí, esto plantea un serio reto a los libertarios y anarcosindicalistas, que debemos saber adaptar nuestras estrategias a la situación actual, sin renunciar en ningún caso a nuestros planteamientos centrales e idiosincráticos (rechazo del estado, renuncia a la participación institucional, acción directa, apoyo mutuo, etc.). En este sentido se deben enmarcar los cambios de enfoque que ha aplicado CNT a su actividad sindical en los últimos años. A quienes no son capaces de distinguir las cuestiones de fondo de las de forma les viene bien para decir que un nuevo enfoque estratégico de la acción sindical supone una traición a los principios, pero es falso absolutamente. Al contrario, es un esfuerzo para dotar al anarcosindicalismo, y a las ideas libertarias por extensión, de una actualidad y un futuro del que ha carecido en las últimas décadas.
AMOR Y RABIA: Luchar contra algo es siempre mucho más fácil que luchar por algo. Crear algo nuevo requiere un enorme gasto de energía, y este será sin duda el caso del Proyecto de crear una nueva internacional del sindicalismo revolucionario. Hasta ahora, y a pesar de haberse limitado al movimiento anarcosindicalista, la AIT en la que militaban la CNT, la FAU y la USI ha sido incapaz de hacer frente a las luchas internas de las secciones (hoy día hay cuatro CNTs francesas), establecer una relación satisfactoria con grupos microscópicos afines en países sin presencia real o establecer una frontera clara entre anarquismo y anarcosindicalismo. Abandonar el terreno más o menos bien delimitado del anarcosindicalismo por el del “sindicalismo revolucionario” implica sustituir una palabra con un contenido preciso por un otro que se emplea para describir organizaciones muy diferentes, desde la IWW, que es una organización internacional por sí misma, a los grupos puramente sindicalistas italianos seguidores de las tésis de Sorel sobre la violencia que acabaron apoyando a Mussolini).
La “Carta abierta de invitación a la Conferencia Internacional de organizaciones anarcosindicalistas y sindicalistas revolucionarias, Bilbao 26-27 noviembre 2016” tan solo establece como requisitos para formar parte de la nueva Internacional no tener una estructura vertical de toma de decisiones, no recibir financiación estatal, no apoyar partidos políticos y tener más de 100 personas afiliadas. ¿Implica esto que la CNT abandona de facto intentar formar una organización internacional puramente anarcosindicalista?¿Qué pasa, por ejemplo, con organizaciones sindicales que tienen funcionarios que cobran un sueldo? ¿O con organizaciones que sea apolíticas, nacionalistas o incluso confesionales? ¿Es posible que haya dos secciones en un mismo país, como por ejemplo CNT y IWW? ¿Donde está el límite?
Creo que más que el término que se adopte, se debe tener clara la adscripción a las ideas y, como decíamos antes, cuáles son los límites que nos automarcamos para poder estar seguros de que nuestro devenir es inequívocamente avanzar hacia una sociedad verdaderamente libre sin quedarnos por el camino. Se ha hablado muchas veces de los asalariados en las organizaciones de este corte y de forma general se rechazan. Otra cosa ha sido la necesidad de contar con abogados, o procuradores en juicios, profesionales a la hora de hacer reformas en locales, instalaciones informáticas, etc, cuando este tipo de trabajos no lo hemos podido cubrir de forma militante.
Ninguna de las organizaciones que estamos tratando de reimpulsar la internacional mantiene funcionarios de ningún tipo. De igual modo, estamos seguros de que en el Congreso a convocar se redactarán límites que ninguna organización del carácter de las que apuntas (nacionalistas o confesionales) podría cumplir para ser aceptada. No por cuestiones de elitismo sino porque dichas ideas son contrarias al mismo internacionalismo y a una visión libertaria de la sociedad que queremos construir a través de esta herramienta.
AMOR Y RABIA: Un tema fundamental para una organización internacional es la proyección de sus actividades e ideas por el mundo. En este sentido, la AIT ha sido un rotundo fracaso, al tener un carácter innegablemente eurocentrista. A lo largo de las últimas décadas, la AIT ha sido incapaz de ofrecer un sitio en su seno a organizaciones sindicales reales de países del llamado “tercer mundo” que se han acercado a ella, mientras que no ha tenido problema alguno en integrar a grupos de países occidentales sin presencia real en el mundo sindical o que, en algunos casos, eran en realidad grupos puramente anarquistas y no anarcosindicalistas. Nigeria, Sudáfrica, Nepal y Bangladesh son un ejemplo de oportunidades perdidas.
Al eurocentrismo se ha de añadir una cierta islamofobia, consciente o inconsciente, a pesar de que la llamada “primavera árabe” ha dado lugar a la aparición por primera vez de grupos anarquistas en el mundo árabe (Túnez, Egipto), o al creciente interés por las ideas anarquistas en Turquía, el interés de la AIT en estos países brilla por su ausencia. Y lo mismo ocurre con la propaganda en otros idiomas diferentes de los puramente occidentales, como árabe, chino o hindi, idiomas maternos de la mayoría de la población mundial. Más allá de las grandes palabras, una organización internacional implica mucho más que la solidaridad con las luchas locales de la que habla el Acuerdo del XI Congreso de CNT.
Para que una organización internacional tenga una existencia real, ha de ser capaz de integrar en su seno a grupos de países con estructuras sociales y económicas muy diferentes. ¿Qué planteamientos tienen la CNT, la FAU y la USI, que reúnen al 90% de la militancia anarcosindicalista internacional, para atraer o colaborar con organizaciones sindicales de los países del llamado “tercer mundo”, que son la mayor parte de la población mundial? ¿Está la CNT dispuesta a apoyar (y financiar) una actividad dinámica por parte de la nueva internacional?