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Noticias Amor y Rabia

La crisis de la AIT desde la perspectiva de la CNT (y II)

Published on: miércoles, 2 de noviembre de 2016 // , ,


Volver a empezar: de la CNT a la AIT

Históricamente, la AIT nunca jugó un papel relevante en la historia del movimiento obrero; la única excepción ha sido, quizá, la Revolución española de 1936, en la que la CNT jugó un papel clave. Tras su derrota, el ascenso del fascismo y la Segunda Guerra Mundial, provocaron la destrucción de todas las secciones excepto una, la SAC sueca, gracias a la neutralidad del país durante la guerra. Inicialmente, la SAC se mantuvo fiel a los principios del anarcosindicalismo mientras se iniciaba la construcción del Estado de bienestar sueco; la pérdida de militantes y el miedo a quedarse marginada llevó a que la organización decidiese un cambio de 180 grados en su Congreso de 1942, en plena guerra, pasando a aceptar formar parte de la maquinaria del Estado del bienestar sueco, del cual paso a recibir una amplia financiación.

El primer paso fue aceptar crear formar parte de la distribución del dinero para los parados, como el resto de sindicatos; para ello crearon un fondo gracias a la generosa ayuda del Estado, que a su vez colaboraba generosamente en financiar los pagos. Esta colaboración, aparentemente inocua, ha degenerado hasta la aceptación de la afiliación de policías y la creación de una casta de funcionarios; un buen ejemplo de ello es Arbetaren, el órgano de la SAC, con una tirada de 3.500 ejemplares, que hasta 2010 tuvo nada menos que 10 redactores cobrando sueldo fijo del sindicato gracias a las subvenciones estatales, y que adoptó una versión crítica hacia las propias luchas de la organización por «radicales». Hay que decir, en honor a la verdad, que en el Congreso de 2009 la SAC radicalizó su estrategia, pero no del todo: la mayoría de la organización votó en contra de prohibir la afiliación de policías en la organización...

En 1951 la AIT celebró su VII congreso, el primero desde el inicio de la Segunda Guerra Mundial (el anterior se celebró en 1938); allí se denunciaron las actividades de la SAC. En 1956, la SAC dejó de pagar sus cuotas a la AIT, y en 1959 una votación interna decidió salirse de la AIT; de esta forma se marchó el último sindicato digno de tal nombre, y la AIT pasó a convertirse en una mera federación de grupos de propaganda minúsculos repartidos por el mundo sin la menor influencia en el mundo laboral. Los años más duros de la Guerra Fría fueron también los de la 'travesía del desierto' del movimiento anarcosindicalista, que hubo de sufrir además las diversas escisiones internas del exilio de la CNT, su mayor sección, a gran distancia del resto.

En los años 70 la situación cambió por completo. La crisis económica y a la resurrección de la CNT en 1976 abrieron paso a la creación de nuevas organizaciones anarcosindicalistas: la FAU alemana, heredera de la FAUD, fundada en 1976, el Directe Action Movement británico (hoy Solidarity Federation) creado en 1979, en 1983 la reactivada USI, la histórica sección italiana, organizó su primer congreso, y a finales de los 80 la CNT-F (francesa) logró dar sus primeros pasos en el mundo laboral. Desgraciadamente, en una repetición del Mito de Sísifo, las nuevas organizaciones sufrieron problemas muy similares a los que acababa de pasar la CNT, que estaba empezando a recuperarse de ellos.


La AIT de los años 20, el canto del cisne de un movimiento
que en menos de 5 años pasaría a la historia debido a las luchas
internas y el ascenso de fascistas y bolcheviques.
La vuelta al mundo laboral y las crisis internas de la CNT-F y la USI

La primera fue la CNT-Francesa, a comienzos de los años 90; tras lograr crear una sección sindical en la empresa COMATEC encargada de la limpieza del metro de París, y lograr ganar una huelga, la CNT-F participó en 1991 en las elecciones sindicales; lo mismo sucedió en STES, otra empresa donde la CNT-F había logrado tener una sección sindical potente. La participación en las elecciones sindicales en París y sus consecuencias (subvenciones, privilegios para una casta sindical, etc.) dio lugar a fuertes tensiones en el seno de la organización, que finalmente se dividió en noviembre de 1992.

La CNT-F se dividió en la CNT-F/Vignoles (París), creada en un congreso en febrero de 1993, favorable a participar en las elecciones sindicales; y la CNT-F/Burdeos, creada en un congreso en mayo de 1993, contraria a participar. La división era total: mientras París tenía el mayor número de miembros de la antigua CNT-F, la mayor parte de los sindicatos pasaron a formar parte de Burdeos, reproduciendo así la estructura de Francia, con un París enorme a gran distancia del resto del país.

La principal consecuencia de la ruptura de la CNT-F fue el cambio de los estatutos de la AIT, eliminando la posibilidad de que haya dos secciones en un mismo país; este fue el primer cambio de los estatutos de la AIT desde 1922, lo que dice mucho sobre la falta de contacto con la realidad de la organización durante décadas. Finalmente, en el XX Congreso de la AIT (Madrid, 1996) se decidió expulsar a la CNT-F/Vignoles, y Burdeos pasó a convertirse en la sección francesa. En cuanto a la participación en las elecciones sindicales, pese a que la CNT-F/Vignoles se había dedicado a asegurar que era una medida excepcional, en su congreso de 2008 se convirtió en uno de los ejes de su acción sindical.

De manera paralela a la ruptura de la sección francesa por motivos de estrategia sindical, surgió un conflicto similar en Italia. De nuevo, el contexto era el inicio de una actividad sindical real y la necesidad de definir una estrategia válida para el mundo laboral. Y, de nuevo, como antes en España y luego en Francia, la estrategia sindical estaba en el centro del debate. En el caso de la USI, la discusión se centró en torno a la relación con otros sindicatos de base italianos, especialmente los COBAS (Comités de Base).

A comienzo de los 90, tras haber logrado convertirse en un verdadero sindicato; fue entonces cuando estalló un enfrentamiento entre sus tres sectores (sindicalista puro, anarquista y anarcosindicalista). El primer enfrentamiento fue con el sector anarquista, que abandonó la organización a mediados de los 90 tras un congreso en Prato Cárnico (Udine). A continuación se desató otro enfrentamiento entre los dos sectores restantes, que giró en torno a la interpretación de un acuerdo de 1993 sobre la colaboración con otros sindicatos de base. En 1995 la mayoría de asistentes a una conferencia de delegados que tuvo lugar en febrero en Bari aprobó establecer un «pacto federativo con otros sindicatos»; interpretado por el sector sindicalista puro (centrado en Roma) como luz verde para una fusión con otros grupos, lo que habría dado lugar a la disolución de la USI.

Al darse cuenta de lo que pretendían los sindicalista puros, los organismos de coordinación de la organización y el sector anarcosindicalista convocaron otra conferencia de delegados, esta vez en Milán, que revocó el acuerdo anterior. Fue el inicio de un enfrentamiento abierto entre ambos sectores, que eligieron caminos diferentes; los sindicalistas puros de la USI-Roma no tardaron en dar muestras de autoritarismo, con las mismas personas a cargo de los puestos de coordinación, y no tuvieron inconveniente en aceptar colaborar con el sindicato fascista HISNAL. Peor aún, se negaron a dejar de llamarse USI-AIT, provocando una confusión que aprovecharon para boicotear las huelgas del sector anarcosindicalista; para ello aprovecharon que la legislación italiana exige que las huelgas sean comunicadas al Estado para ser válidas y, cada vez que el sector convocaba una huelga, enviaban un escrito a las autoridades desconvocándola. Al mismo tiempo, en 1995 el sector anarcosindicalista se reconcilió con el sector anarquista que había abandonado poco antes la organización, y este sector unificado pasó a llamarse USI-Prato Carnico o USI-AIT a secas.

Los conflictos de la CNT-F y la USI alcanzaron su punto álgido en 1995-1996, provocando que el Congreso de la AIT de 1996 fuese fundamental para el futuro de la organización. Ambos conflictos se resolvieron en el seno de la AIT al irse voluntariamente la USI-Roma y reconocer el congreso a la CNT-F de Burdeos como la sección francesa. Por desgracia, el congreso tuvo lugar en en una atmósfera cargada de emociones, lo que marcó el futuro de la AIT, que inició una etapa marcada por los enfrentamientos y las luchas internas.

Aprendices de brujo

El Congreso de 1996, que debería haber sido el inicio de la resurrección de la AIT, se convirtió en cambio en el punto de partida de una dinámica interna infernal, y la CNT jugó un papel fundamental. El primer paso se dio en el Congreso de la AIT de 1984 (Madrid), en el que se aprobó una moción presentada por la CNT —que acababa de sufrir su peor escisión hasta la fecha— que prohibía todo tipo de contacto de las secciones con la SAC. El motivo era el apoyo financiero de la SAC a la escisión (la futura CGT). El acuerdo prohibía contactos «oficiales» pero permitía los «inoficiales» [u «oficiosos»], abriendo un peligroso espacio a la interpretación.

Lo grave de este acuerdo es la mentalidad que reflejaba. Como un animal herido, tras sufrir escisiones en sus mayores secciones la AIT pasaba a no fiarse de nadie. La confianza, base del federalismo, fue sustituida por la vigilancia de las secciones y la amenaza del castigo si se considerase oportuno. Un acuerdo tomado en el siguiente congreso (Granada, 2000) profundizaba en esta lógica al prohibir que una sección pueda entrar en contacto con organizaciones de otros países sin el consentimiento previo de la sección local, una lógica feudal y no federal que tendría graves consecuencias. Un detalle importante a tener en cuenta es que este acuerdo fue propuesto por la NSF, la sección noruega, que carece de presencia en el mundo laboral.

Otro cambio importante iniciado en el congreso de 1996 fue que a partir de entonces los grupos de «Amigos de la AIT» hasta entonces limitados a poder participar en las reuniones expresando su opinión, empezaron a presentar propuestas y participar en votaciones. Estos grupos, dedicados a la propaganda y sin actividad sindical, son propensos a posturas más dogmáticas al carecer de contacto con el mundo laboral. Una mentalidad similar es mantenida por sus gemelos, las organizaciones carentes de actividad sindical pero que no obstante han logrado ser admitidas en la AIT, así como las secciones que en el pasado fueron verdaderos sindicatos pero que hoy son meros fósiles sin presencia en el mundo laboral.

Debido a que la toma de decisiones en la AIT se lleva a cabo mediante votaciones y cada sección dispone de un voto, estos sindicatos y grupos fantasma, más cercanos al pasado y a los libros de historia que a la realidad del mundo laboral, dominan en la práctica la toma de decisiones.

Tras las crisis de la USI y la CNT-F, a lo largo de los 90 tuvieron lugar varios sucesos verdaderamente surrealistas; una de ellas fue la crisis de la WSA, la sección de EEUU, en el cual una nueva sección local (Minnesota), creada en 1999, se dedicó a expulsar a los militantes «de toda la vida», cambiar el nombre de la organización para, finalmente, salirse de la AIT a comienzos de 2002, quejándose de su «falta de solidaridad» desapareciendo a continuación. Tras su marcha, la vieja militancia de la AIT en EEUU se reorganizó como WSA y pidió volver ser reconocida como sección, negándose el secretariado de la AIT (en Granada) a aceptarlo, y siendo rechazada en el congreso de la AIT de 2004, a pesar del apoyo de la FAU y la USI.

Otro suceso similar fue protagonizado por la sección checa, admitida en la AIT en el Congreso de 1996. Pese a su nombre (Federación Anarcosindicalista), esa sección era más una federación anarquista que un sindicato anarcosindicalista, como denunció la USI en 2005. La FSA, que se destacó en atacar a la USI y a la FAU, dos de las principales secciones de la AIT, carecía de la menor práctica anarcosindicalista. En su congreso de 2004, la FSA adaptó su nombre a la realidad y pasó a llamarse Federación de Grupos Anarquistas, y finalmente en 2007 se salió voluntariamente de la AIT.

Contra la USI y la FAU

Tras las escisiones en la CGT-F y la USI, en el seno de la AIT se desató una verdadera «caza del hereje». Una de sus víctimas fue la USI, debido a su participación en un órgano de representación sindical (la RSU, Rappresentazione Sindicale Unitaria). A partir de 2002, esto se convirtió en un tema central de discusión en la AIT, y las voces a favor de expulsar a la USI en nombre de una supuesta «ortodoxia» fueron en aumento. El hecho de que las secciones que más pedían su expulsión fuesen la rusa y checa, sin la menor actividad sindical, llevó a la USI en 2005 a denunciar las consecuencias nefastas de aceptar como secciones de la AIT a grupos anarquistas. La discusión sobre la participación de la USI en la RSU acabó tras el congreso de Manchester (2006), donde la mayoría aceptó que era conforme con los estatutos de la AIT. Para entonces, la FSA checa había abandonado la organización y se había convertido en la federación anarquista que siempre había sido.

La FAU, que se opuso a la dinámica separatista y emocional desde un principio, no tardó en convertirse en el objetivo a abatir. Se negaba a aceptar ver a la AIT convertida en un mero foro de debate sin contacto con las luchas sociales, por lo que hacía frente a la línea estéril impulsada por grupos sin actividad sindical alguna; Asimismo defendió desde el principio su libertad de acción como organización, rechazando la línea paranoica que en lugar de intentar crear un espacio propio veía por todas partes conspiraciones reformistas contra la AIT. Por todo ello, no es de extrañar que el sector más ortodoxo considerase a la FAU su principal enemigo a batir.

La sección española tuvo su papel lamentable en todo esto durante el mandato como secretario general de la AIT de José Luis García Rua, de Granada (ex-secretario general de la CNT). Fue la CNT la que pidió la expulsión de la FAU, y debido a la presión de la CNT se aprobó un acuerdo que daba al secretariado de la AIT poderes ejecutivos para expulsar a la FAU a la más mínima infracción. Mientras las supuestas conspiraciones para crear internacionales paralelas a la AIT (como la SIL) se han demostrado con el paso del tiempo como meras entelequias sin el menor contacto con la realidad, los acuerdos para impedir que las secciones colaboren con ello permanecen vigentes, cual espada de Damocles.

Por su parte, en el seno de la FAU se inició un debate sobre la permanencia en la AIT tras el Congreso de la AIT de 1996. Sin embargo, los dos referéndums realizados entre la militancia sobre una salida de la AIT (en 2001 y 2005) han fracasado por falta de la mayoría necesaria que exigen sus estatutos. El segundo y último de estos referéndums tuvo lugar tras el Congreso de Granada de 2004, que dio al secretariado de la AIT el derecho a expulsar a la FAU. A pesar de que la mayoría estaba a favor de abandonar la organización, el aviso de destacados militantes de la organización (de Hamburgo) de que abandonarían la organización en caso de aprobarse la salida de la AIT logró impedirlo.


¿El principio del fin de una época oscura? Participantes del Congreso
de la FAU en mayo de 2016, que ha aplaudido (textualmente)
a iniciativa de CNT y la USI de reorganizar la AIT.

¿Principio del fin o fin del principio?

Es una ironía de la historia que el motivo por el que la CNT se enfrente a hora a la AIT sea la aplicación de un acuerdo de 2004, impulsado por la CNT, que permite al secretariado expulsar a la FAU. El actual secretariado, en manos de una sección minúscula de reciente creación que está enfrentada a la FAU, ha decidido utilizar el poder ejecutivo que nunca habría tenido si la AIT hubiese permanecido fiel a los principios federales.

Sin embargo, este no ha sido el único motivo, ni mucho menos, sino más bien la gota que ha colmado el vaso. Otros motivos son la negativa del secretariado polaco a permitir el acceso a sus cuentas bancarias y del correo electrónico al subsecretario nombrado en el último Congreso de la AIT en Lisboa, que es de la CNT y lleva un año esperando; el que el secretariado haya permitido la presencia de sindicatos desfederados de la CNT en ese mismo Congreso de la AIT; o que se exija a la CNT (cuyas cuotas representan el 80% del total de la AIT) el pago puntual de las cuotas cuando esta ha solicitado más tiempo, debido a tener que hacer frente al pago inesperado de 500.000 € debido a un accidente.

Pero el motivo principal del radical cambio de postura de la CNT es el cambio de equilibrios en su seno desde el Congreso de Córdoba, que acabó con la fuerza de los pseudosindicatos. Que la CNT haya propuesto hacer lo mismo en la AIT es lógico, pero el fracaso era inevitable debido al poder de las pseudosecciones: 30 afiliados en Polonia, 15 en Serbia, 10 en Eslovaquia, 5 en Rusia... y cada una con un voto, como la CNT. Consciente de que la actual AIT en su actual configuración es un proyecto fracasado, la CNT ha lanzado la propuesta de reorganizarla, que ha sido inmediatamente apoyada por la USI y aplaudida por la FAU. Si la única sección real restante (ver mapa), la SF británica, decidiese apoyarlo, la AIT actual quedará convertida en un cascarón vacío en manos de la ZSP polaca y centrado en el este de Europa, que se dedicará a apoyar escisiones, como ya hace el secretariado con los desfederados de la CNT.


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