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Ironías de la historia (1): Introducción. El nacimiento del “Mundo Libre” de la Gran Depresión capitalista de los años 30

Published on: miércoles, 15 de agosto de 2018 // ,

El siguiente artículo es producto de mi colaboración simultánea en dos proyectos de investigación: Emancipación e identidad latinoamericana: 1492-1992 y El nacimiento del Mundo Libre a partir del espíritu del capital. Las conclusiones que han ido surgiendo de ambos proyectos a lo largo de los años pueden servir de ejemplo de una lógica férrea del proceso histórico que resulta a nivel subjetivo deprimente, y en términos políticos y científicos sorprendente – y eso incluso habiendo aceptado como correcta la teoría marxista que concibe la historia como ‘historia de luchas de clases’.

Este ‘shock’ a nivel personal que se produce con frecuencia a la hora de extrapolar verdades concretas de las abstractas resulta sobre todo de los siguientes dos resultados obtenidos.
Primero: El sistema internacional de dominio y explotación instaurado desde 1492 por Occidente ha sabido neutralizar todos los intentos de emancipación de los pueblos a los que ha saqueado. Es decir, que las luchas de los pueblos americanos, dolorosas y marcadas por sacrificios humanos, en casi 500 años ni han conducido, por ejemplo, a una mejora en las condiciones de vida reales de un 95% de las masas latinoamericanas, ni al derecho a un desarrollo propio que fuera fáctico y autónomo. Este resultado, deprimente, de los resultados históricos de liberación –muy en contradicción con el optimismo de la Ilustración y de las utopías concretas de una Sociedad sin clases- se manifiesta de forma dramática en los actuales procesos en marcha en Hungría y Polonia, donde la restauración del capitalismo y de la superestructura burguesa reconvierten el socialismo en un paraíso de la Coca Cola, de los McDonald y del consorcio de Axel Springer.

El segundo aspecto resulta de la coincidencia que se da entre la lógica de la expansión y dominio nacionalsocialista y la división actual en Primer y Tercer Mundo. La relación entre ambos era de esperar, y Horkheimer, con unos fines y dentro de un contexto distinto, la había formulado diciendo que el que habla de fascismo no puede silenciar el capitalismo (lo que vale, por supuesto, también al revés). Pero precisamente esto es lo que se ha convertido en norma generalizada. El silencio de las clases dominantes del sistema acerca de la relación social y política existente entre capitalismo – fascismo – capitalismo está tapando el carácter organizado y la continuidad de esta relación. Esto se produce de dos maneras:

a) a lo largo de la Historia, en tanto que la restauración sistemática y a nivel mundial de las élites del gran capital, compuestos por fascistas y criminales de guerra, ya no tiene una importancia constitutiva para la conciencia política actual; igual que no la tiene la aplicación sistemática y a nivel mundial de las formas de terrorismo estatal burgués y de los métodos de represión antidemocráticos que se han seguido en la reconstrucción de las metrópolis después de 1945.

b) además, en el momento histórico actual, en el sentido de que, por un lado, ha desaparecido de la conciencia política colectiva la correlación viva entre la forma específicamente nacionalsocialista de la barbarie capitalista y su presencia diaria en el Tercer Mundo (tortura, desapariciones, asesinatos políticos, etc.…). Y, por el otro, que se ha desplazado de esta conciencia la continuidad de los principales contenidos capitalistas/fascistas en los que se basa la situación actual y la riqueza de las metrópolis.

Todo un sistema de aparatos ideológicos y formas de indoctrinación sirve para excluir, a la manera de Orwell, estas relaciones estructurales del ámbito de lo ‘pensable’. Incluso una parte de los movimientos de solidaridad contribuye a ello, negando sistemáticamente estas relaciones estructurales y entendiendo su trabajo como algo exótico. Como ejemplo de este trabajo de solidaridad exótico podemos mencionar aquéllos cuyas actividades consisten, en general y en su esencia, en la presentación de personajes exóticos (revolucionarios, cristianos de base, luchadores por los derechos humanos), mostrando su vida, lucha y muerte en las regiones sombrías del Primer Mundo, con lo que se transmite a la audiencia nuevas motivaciones para el trabajo mediante la empatía y la catarsis. (Cuanto más heroico y derrotado el representado, tanto mejor para este proceso.) Efectivamente, la liturgia y estética de lo trágico, tal como se concretaron en el teatro griego, son paradigmas excelentes para entender gran parte de los movimientos de solidaridad que se mueven por razones de caridad y reformas en las metrópolis de Europa y América, es decir, este subsistema ideológico del Imperio de los 500 años (1).

A diferencia de esto, la tarea más importante de la reflexión y trabajo intelectual sobre el “V. Centenario del Descubrimiento de América” consiste en la corrección de esta imagen narcisista producida por conocimientos típicamente ‘primermundistas’ y de determinadas actividades de solidaridad en el Primer Mundo, mediante la demostración de las realidades del Imperio de los 500 años. Esta corrección es dolorosa y difícil como cualquier corrección antinarcisista del ego; pero, ¿a quién le gustará vivir tranquilamente en la consciencia de ser un beneficiario económico del ‘Cuarto Reich’? La honradez intelectual y disposición del pensamiento de Sartre tendente a superar la situación privilegiada de lo que el llamó ‘pueblos jefes’ para llegar a justificar de manera radical la némesis (2) de la violencia de los pueblos marginados, no suele estar muy extendida en as sociedades del bienestar de los años 80. Y difícil nos resulta también el paso del teatro clásico al teatro épico, dado por Brecht, es decir, el cambio de papel, del espectador de la tragedia que siente pena de los distintos personajes, al del que toma partido de manera radical. Pero, puesto que ningún ‘deus ex machina’ terminará con la tragedia del Imperio de los 500 años, ante el 12 de octubre de 1992, ‘lo negativo que termina con lo inmediato’ (Hegel) tiene que ser un enfoque científico, crítico y de solidaridad. Ambos tienen que contribuir, en el mejor sentido de la ilustración, a la desintegración de los mitos y sistemas de dominación existentes en este Cuarto Reich.

El nacimiento del “Mundo Libre” de la Gran Depresión capitalista de los años 30

El “Mundo Libre”, tal y como lo conocemos hoy en día, es en su esencia el resultado de las estrategias de solución de la crisis de las metrópolis dominantes a finales de los años 30, es decir del Japón, de Alemania y del mundo anglosajón liderado por los EEUU.

Estas tres potencias habían buscado su salvación de la Gran Depresión en el intervencionismo capitalista del Estado: los EEUU en el Keynesianismo (3) civil del New Deal de Roosevelt, los japoneses y nazis en uno de carácter militar. Los espacios políticos habían sido limitados por las burguesías correspondientes en todos estos países, pero de forma especialmente extensiva en Alemania con el desarrollo de una nueva forma totalitaria de poder burgués, el fascismo. Puesto que los japoneses y nacionalsocialistas fracasaron en el intento de imponer sus soluciones imperiales, la construcción del Orden Mundial después de la Segunda Guerra Mundial se convirtió en privilegio de los EEUU: el “imperialismo republicano” venció al imperialismo colonial; la forma de explotación global con criterios de mercado, adecuada a las necesidades del siglo XXI, se impuso a la variante anacrónica de un saqueo del planeta controlado militarmente.

PIB de las principales potencias en 1939, antes de empezar la Segunda Guerra Mundial

Mientras los totalitarismos políticos burgueses, debido a su derrota militar en 1945/46, volvieron a desaparecer en un primer momento dentro del cajón de sastre de las estructuras burguesas de superficie, los contenidos económicos de los intentos de solución de las crisis imperiales se impusieron, no obstante, sin alteraciones. Estas soluciones estratégicas y estructurales de la crisis política/social de los años 30 a que llegaron las élites de poder capitalistas, entonces (y hoy en día otra vez) hegemónicas, están ya contenidas en el concepto del Espacio Vital (Lebensraum) de los nacionalsocialistas, en el Gran Área (Grand Area) de las élites de poder norteamericanas y en la llamada Esfera Mayor de Co-prosperidad de Asia del este (Greater East Asia Co-Prosperity Sphere) de los Japoneses. Su esencia se ha materializado en lo que hoy en día conocemos como primer y tercer Mundo y en lo que el discurso propagandístico del capital internacional ha acabado por llamar el “Mundo Libre”. No obstante, la mencionada continuidad histórica y a situación desesperante de los “condenados de esta tierra” (F. Fanon) que resulta de ella hacen políticamente necesario y científicamente justificado sustituir el término Mundo Libre por el de IV Reich (4).

Esperamos que una descripción breve de las estrategias expansionistas de solución de la crisis que emprenden el gran capital japonés, alemán y norteamericano, junto con referencias comparativas a la división actual del mundo en países de Primer y Tercer Mundo, le permita al lector adentrarse en el problema. Dedicaremos más espacio a la discusión de las estrategias nazis y de los EEUU por dos razones:

a) porque el discurso de los primeros formula con más precisión la lógica brutal de explotación del IV. Reich que el discurso liberal de las élites de poder de los EEUU, y

b) porque el modelo de solución de crisis norteamericana se ha impuesto finalmente a nivel mundial.
Entendemos que hace falta una investigación sistemática y la profundización en los conocimientos sobre las similitudes estructurales que se observaron entre los conceptos de Mundo Libre y de Cuarto Reich, ambos utilizados para designar una etapa del Imperio de los 500 años de los Pueblos  o “pueblos jefes” (Herrenvölker) (5) del Atlántico, al igual que, además, es necesario un discurso nuevo, liberador. E presente artículo quiere ser una contribución a este proceso.



NOTAS

(1) El síndrome de lo exótico es complejo y cumple, a nivel subjetivo, múltiples funciones psico-sociales. Comparte con la utopía la función de convertir lo así denominado en algo trascendental, sin superar, no obstante, el status de utopía regresiva y malamente abstracta. Su base, en el contexto discutido aquí, es la imagen del bon sauvage, es decir, la idea simplista de que el ‘hombre natural’ (el ‘nativo’) sea bueno en sí mismo. Esta versión paternalista del racismo, que considera al nativo como extensión esencialmente no mediatizada de la naturaleza, negando de esta manera su condición humana, es el correlato pequeñoburgués, filantrópico e ideológico, del cliché del indígena vago que no quiere trabajar y que sólo puede ser llevado al trabajo y a una existencia civilizada mediante la disciplina y el orden (en Alemania se puede escuchar, por ejemplo, con frecuencia que el orden colonial de los alemanes había sido ’severo pero justo’). Ambos estereotipos son correlatos ideológicos necesarios de la explotación imperialista: el primero sirve para la satisfacción filantrópica y proyectiva de las necesidades no satisfechas por la propia realidad del filisteo, y e la mala conciencia que resulta de la explotación del Tercer Mundo; y el segundo racionaliza y legitima la explotación, con medios terroristas, de las masas del tercer Mundo.

Como ocurre con cualquier tipo de ideología, también las manifestaciones del racismo dependen de la existencia de determinadas condiciones sociales que las producen. Es decir, mientras siga existiendo la explotación imperialista seguirán existiendo el racismo abierto y xenófobo y el otro, el encubierto y paternalista, al que pertenece el exotismo. Y como cualquier ideología, el exotismo se caracteriza también por su ceguera frente a las realidades objetivas. Estas son inequívocas. La historia del colonialismo/imperialismo europeo, por ejemplo, no es sólo la historia de la explotación de los “nativos”, “indios”, “negros”, etc. por los “blancos”, sino al mismo tiempo es también la historia de la cooptación de élites locales para la dominación y explotación de las masas. Los scouts que llevaban a la caballería de los EEUU a los escondites y asentamientos de los “indios” de Norteamérica eran, por regla general, “indios”, con frecuencia incluso del mismo grupo étnico que luego era masacrado por los “camisas azules” (ver, entre otros libros, Dee Brown, "Bury my Heart at Wounded Knee"). El control en las reservas norteamericanas de “indios” se mantiene esencialmente mediante una capa corrupta de funcionarios “indios” y miembros de las tribus que colaboran, a cambio de ciertos privilegios, con el aparato del Estado norteamericano y con las empresas multinacionales en contra de los intereses de su pueblo. Estas élites locales de poder incluso mantienen, a veces, “escuadrones de la muerte” propios (cf., por ejemplo, Covert Action Information Bulletin (CAIB), no 24, 1985). También en muchos países de Latinoamérica se oprime y explota a los indígenas mediante élites de poder locales, integradas en el sistema y protegidos por él. Generalmente es conocido que en los territorios coloniales españoles y americanos las élites locales fueron incorporadas al sistema mediante privilegios (como la liberación del trabajo obligatorio en las minas etc.) y que el colonialismo/imperialismo incluso consiguió, a veces, emplear masas de “indios” en la represión de los elementos progresistas de su propio pueblo. En la represión, por ejemplo, del gran levantamiento “indio” de Tupac Amaru (Perú), a finales del siglo XVIII, muchos “caciques” combatían con sus comunidades al lado de los españoles contra el descendiente del Inca. Y lo mismo vale para el presente. Los imperialismos norteamericano y europeo intentan con una política sistemática (de división, confusión y corrupción) ganar o retener, respectivamente, la hegemonía sobre las distintas organizaciones americanas locales y suprarregionales de “indígenas”. Forma parte de esta política el debilitamiento sistemático de aquellas posiciones que, por ser realmente emancipadoras, no pueden ser integradas en el sistema atlántico de dominio, y que son representados por personalidades “indias” como Domitila Chungara, Leonard Peltier, Rigoberta Menchú, etc. Y parte de esta política es el fomento continuo de organizaciones de “indios” y posiciones oscurantistas y sectarias que presentan el 1992 como un problema de “indios” y “blancos”, como uno de los españoles, etc. Consúltense acerca de este tema las entrevistas con Domitila Chungara, Leonard Peltier, Rigoberta Menchú, y los artículos correspondientes, en América, la Patria Grande (APG), no 3, 5 y 6.

(2) “Todo hombre que incurre en ‘desmesura’ provoca la ira de los dioses o sus celos, y se atrae la venganza, personificada en Némesis, representación mitológica de la justicia y suerte personal y del ritmo del destino, que a menudo hace que los excesos de prosperidad y de orgullo vayan seguidos de grandes desgracias” Enciclopedia Larousse.

(3) Como principio central de las teorías económicas de Keynes se puede considerar la reivindicación de inversiones estatales en “épocas de vacas flacas” para reanimar el mercado capitalista (nota del traductor).

(4) IV. Reich, es decir IV. Imperio, el que sucedió en 1945 al III. Reich/Imperio de los nacionalsocialistas alemanes.

(5) Es decir, pueblos que reclaman para ellos el derecho a recurrir en cualquier parte del mundo a las materias primas, la mano de obra y las ideologías mercantiles (por ejemplo el liberalismo) necesarias para asegurar el bienestar material propio. Y esto, incluso, a costa de la miseria del resto del mundo.

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