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«Yo soy una prostituta, no una prostituida ni una víctima»

Published on: lunes, 10 de septiembre de 2018 // , , ,

Las prostitutas contestan a Manuela Carmena y su guía para medios sobre cómo hablar de la prostitución

Hay temas que en los medios siguen provocando urticaria. Decir puta en televisión quema tanto la lengua como decir negro. Pero algunas veces los periodistas no nos damos cuenta de que el eufemismo es la peor elección que podemos hacer a la hora de hablar de un tema.

Optar por decir "Mujer en situación de prostitución" cuando hablamos de libertad sexual es lo mismo que decir "raza negra" cuando todos sabemos que raza no hay más que una. El problema sobreviene cuando son las propias instituciones políticas las que nos quieren imponer esos eufemismos. Y eso es lo que acaba de suceder en Madrid.

Con motivo del Día Internacional contra la explotación sexual y la trata de niños, la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, presentó el pasado viernes toda un guía en la que se nos instruye a la hora de escribir sobre el tema de la prostitución. El enfoque de las directrices, sin embargo, deja mucho que desear.

Según Carmena, "mujeres en situación de prostitución" y "puteros" eran los términos adecuados con los que los periodistas nos tenemos que referir a partir de ahora a las prostitutas y a sus clientes.
"Es fuerte, terrible y triste pensar que ahora mismo en Madrid, en nuestro Madrid, hay tantas mujeres que están sufriendo esa degradación", puntualizaba Carmena en la presentación. La alcaldesa no se daba cuenta de que, con su guía, la primera persona en degradar a las prostitutas era ella misma.

Degradación institucional

La guía corrió como la pólvora en las redes sociales encendiendo la ira de los colectivos de trabajadoras sexuales. En las instrucciones a los periodistas del consistorio madrileño, la prostitución se equiparaba con la trata. Se obviaba que muchas de las meretrices que trabajan en España no lo hacen obligadas, no forman parte de ninguna mafia. Son mujeres libres de elegir, de consentir y no entienden el afán de algunos de intentar "salvarlas".

"Soy mayor de edad, elijo qué vida quiero llevar, soy independiente y libre, y he elegido un trabajo que se adapta a mis necesidades. Me niego a que me traten como a una niña o como a una disminuida a la que hay que tutelar porque no sabe lo que hace", me comenta Anna de la asociación de trabajadoras sexuales Aprosex, cuando le pregunto su opinión sobre la guía.


Las razones de Anna son las mismas que esgrimen otras trabajadoras sexuales que llevan años intentando desligar la prostitución de la trata de blancas. "Básicamente se está reforzando la idea de que los hombres que contratan prostitutas compran mujeres, y esto es algo que llevamos tiempo desmintiendo. No somos cuerpos en venta", asegura Natalia Ferrari, una de las primeras en protestar contra la guía en Twitter.

Con la publicación de las directrices, Carmena ha intentado equiparar al mismo nivel a las mujeres obligadas a prostituirse y a las que lo hacen por elección propia. Pero la comparación ha sido un error colosal que ha indignado a las prostitutas.

"Yo soy una prostituta. No una prostituida ni una víctima. A mí nadie me prostituye, ejerzo el oficio de manera libre e independiente, ofrezco un servicio sexual remunerado y los que lo demandan son mis clientes, no mis prostituidores. Debería darle vergüenza tantos inventos", explica indignada Kenia García, escort independiente.


Feminismo y prostitución

Para colectivos como Hetaira o Aprosex, el trato de Carmena hacia las prostitutas es síntoma claro de una preferencia por el feminismo abolicionista que pretende acabar con la prostitución sin consultar a las propias trabajadoras si es lo que ellas quieren.

Según Anna, ese discurso del feminismo abolicionista ha calado enormemente en la sociedad. Se ha vuelto mainstream y ha provocado que guías de este estilo sean publicadas sin ningún pudor.

Para ella, la última batalla del feminismo tendrá que ver con la libertad sexual. "La libertad sexual y de las putas es la última barrera del feminismo, y a algunas, les da miedo. Me parece correcto, pero a las que no nos da miedo que nos dejen en paz", comenta.

Desde el colectivo Hetaira y AFEMTRAS (Agrupación Feminista de Trabajadoras del Sexo) insisten en que el feminismo no es la degradación de unas mujeres con respecto a otras sino "la solidaridad entre mujeres". "La guía expresa todo lo contrario a esta filosofía y pretende generar divisiones entre unas y otras cuando no es algo real", aseguran.


Prostitutas y putas, nunca esclavas

Legislar sobre el lenguaje es en general un tema espinoso. Pero legislar sobre cómo hay que llamar a todo un colectivo de personas, sin antes consultar el sentir de esas personas, parece un error de bulto.
"De la prostitución se debe hablar sin rodeos, con claridad y objetividad, es decir sin prejuicios, y mucho menos con eufemismos. Las prostitutas son prostitutas, trabajadoras sexuales y sus demandantes son clientes, punto. Las víctimas de trata son eso: ‘víctimas de explotación sexual' y sus verdugos son proxenetas", explica Kenia.

En Hetaira están de acuerdo con su opinión. "Cuando un periodista tiene ante sí a una trabajadora del sexo, meretriz, puta o prostituta que se autodefine de este modo ha de respetar su forma de autonombrarse y entender que en este país la prostitución no es ningún delito".


Lo fácil es hablar de esclavismo cuando hablamos de prostitución. Presentar víctimas y verdugos, clasificar el mundo en blancos y negros es mucho más simple que meter la cabeza entre los grises.
"Es mucho más popular hablar de salvar a las víctimas que de proteger a las mujeres que deciden trabajar follando. Todos sabemos que el sexo es tabú y que los coños aún están muy santificados", comenta Ferrari cuando le pregunto sobre los motivos que pueden haber llevado a Carmena a publicar una guía de este estilo.

De la prostitución se debe hablar sin rodeos, con claridad y objetividad, es decir sin prejuicios, y mucho menos eufemismos. Las prostitutas son prostitutas, trabajadoras sexuales y sus demandantes son clientes, punto.

La publicación de la guía ha vuelto a evidenciar la enorme grieta entre unos y otros. "Sentí una profunda impotencia y una terrible decepción, la consideraba una mujer con la suficiente sensibilidad y sentido común para respetar y comprender a los ciudadanos por y para quienes ‚supuestamente‘ trabaja. Fue una verdadera estocada y una verdadera bajeza la suya para el colectivo de las prostitutas", responde Kenia refiriéndose a sus primeros pensamientos tras la presentación de Carmena.

Por el momento, y a pesar de toda la polémica despertada, la guía de la alcaldesa no ha sido retirada, nadie del Ayuntamiento ha salido a dar explicaciones y los colectivos de prostitutas tampoco han sido contactados para establecer un diálogo.

Parece que es mucho más fácil dejar las cosas como están que buscar un consenso con las que desempeñan el trabajo más viejo del mundo y, a la vez, el más denigrado. También desde el estamento político.



Publicado originalmente en Playground Magazine (28.09.2016)

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