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¿Libertarios?, por Juan Cáspar

Published on: miércoles, 15 de abril de 2020 // ,


Como creo que ya he comentado en más de una ocasión, uno tiene la muy oxigenante costumbre de indagar de manera reiterada en un horizonte libertario de aspiraciones innovadoras y lo más amplio posible. Me ha quedado algo retórico, pero así es. Esto me recuerda lo que dijo cierto ácrata en el pasado, y una vez más tengo que pedir disculpas por mi escasa memoria para los nombres de las citas, y algo así como que sobre las espaldas del anarquismo se han cargado excesivas cosas. Esto es así y no temo pecar de insistente si recuerdo que sobre las ideas anarquistas, o si se quiere libertarias, se ha vertido el mayor número de ignominias. Hay que fastidiarse lo lírica que me está quedando hoy la columna. Sin embargo, la capacidad de falsear al anarquismo tiene todavía la capacidad de sorprenderme. Escuchando a los liberales más puros, y al menos a nivel teórico en España hay unos cuantos, bien es verdad que sin mucho recorrido y con cierta tendencia endogámica, uno llega a una confusión terminológica que produce escalofríos.

El término ‘libertario’, en el idioma español o castellano, señores míos, es sinónimo de anarquista. Es así hasta el punto que si bien existe un movimiento llamado anarquista, aquel vocablo no posee ismo alguno. Libertarismo, a pesar de Wikipedia, no supone neologismo alguno. Aclararemos también, aunque dé un poco de vergüenza decirlo, que el anarquismo pretende la supresión de toda autoridad coercitiva y una comunidad de hombres libres e iguales, dos conceptos que van inequívocamente unidos. Estos liberales de toda la vida, que ahora presumen exentos de vergüenza de ser libertarios e incluso anarquistas, como cualquiera con un mínimo conocimiento de política sabe, se llenan la boca de libertad, pero niegan la igualdad al identificarla de manera grotesca y simplista con un régimen totalitario. Resulta curioso que el origen de la palabra libertaire, en francés, la acuñara un anarquista a mediados del siglo XIX precisamente para criticar y diferenciarse del liberalismo económico. Es casi un siglo después, ya bien entrado el siglo XX cuando entra en juego en inglés el término libertarian, de indudable origen conservador como comprobamos al ver los que lo usan, para invitar a la confusión en nuestro idioma. No mucho después ya empezó a hablarse de un anarquismo de derechas o anarcocapitalismo o como demonios lo quieran llamar, y creo no ser necesario explicar lo que pretende.

La cuestión es que escuchando a estos pseudolibertarios, cuya escasa aportación a las ideas clásicas del liberalismo les empuja tal vez a esa confusión terminológica, uno no puede más que indignarse. De esta manera, hablan de forma despectiva de un anarquismo que ellos consideran colectivista y de izquierdas, y sueltan chascarrillos sobre el desconocimiento de economía que tienen los que no portan, como ellos claro, la verdad pura y revelada. No hace falta aclarar, a pesar de mis exabruptos habituales, que me parecen estupendos, y dignos de una sociedad mínimamente libre el debate y el enfrentamiento entre ideas en busca de un horizonte innovador y emancipador todo lo amplio posible. Una cosa es eso y otra muy distinta acaparar términos que son, en gran medida, antagónicos. Es cierto que hay planteamientos coincidentes sobre una sociedad libre, pero el anarquismo ya realizó una temprana crítica al liberalismo económico y una apuesta por la autogestión social en todos los ámbitos de la vida. Insistiremos en la íntima vinculación entre los conceptos de libertad e igualdad, con toda la complejidad que eso supone, y en la erradicación de toda autoridad coercitiva, también en el campo económico. También es verdad que en los idiomas hay anfibología y polisemia, que suenan a enfermedades, pero viene a ser el diferente sentido o significado de los términos. Pero, en este caso, se trata de una hábil mistificación etimológica por parte de personas que, sencillamente, defienden algo muy diferente que contribuye a la falsedad sobre el auténtico anarquismo (con perdón de la expresión). Uf, me puse muy serio, pero es que el asunto me enerva.

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