Ser pobre ahora es ‘cool’: así se utiliza el lenguaje para embellecer la pobreza, por Javier Fernández
Published on: sábado, 25 de abril de 2020 //
medios de comunicacion,
titulares
En 2005 se publicó ‘The Art of Stylish Poverty’, una guía sobre cómo hacerse rico sin ganar dinero. La obra fue escrita por el conde alemán Alexander von Schönburg, y parte de la idea de que la gente irá haciéndose cada vez más y más pobre. El noble, cuya familia amasó una gran fortuna gracias a la extracción de minerales en Sajonia, cree que hay algunas cosas que se consideran erróneamente necesarias, como el coche o el móvil, y propone deshacerse de ellas para mejorar fácilmente la calidad de vida. Asimismo, sugiere comprar ropa de segunda mano y salir a correr por el parque en lugar de pagar la cuota del gimnasio.
Además, Von Schönburg, propietario de varios pisos en alquiler ubicados en las ciudades germanas de Berlín y Postdam, considera que las vacaciones no merecen la pena, pues producen demasiado estrés.
Sin entrar a valorar la pretensión de dar lecciones sobre cómo vivir con pocos recursos desde una posición social construida gracias a la acumulación de millones de euros, lo cierto es que actualmente existe una tendencia similar que busca atenuar las consecuencias de la pobreza en gran parte de la sociedad.
Las secciones de estilo de vida de muchos medios de comunicación están repletas, desde hace unos años, de artículos que presentan el tener un trabajo precario o comer de la basura como tendencias ‘cool’. Los términos utilizados para ello no son pocos, y aquí hemos hecho una selección de los más sorprendentes.
Un trabajo precario, pero ‘cool’
Salario emocional
España es, según la OCDE, el país de la UE con más trabajadores pobres. Un dato así debería sacudir a la sociedad y obligar a los responsables a buscar una solución para mejorar la calidad de vida de la gente en esa situación. Pero no, aquí nadie sale a la calle por eso. Es más, algunos 'expertos' han decidido que la solución pasa por otras cosas, que también vienen bien, pero que al final no nos sirven para llegar a final de mes, sino para aumentar todavía más el beneficio empresarial. Hablamos del salario emocional.
Este concepto busca proporcionar a los trabajadores beneficios considerados más valiosos que una subida de sueldo, como un ambiente de trabajo agradable, la conciliación de la vida laboral con la familiar o los horarios flexibles, para darles más comodidad y mejorar su productividad. El problema es que estos deberían ser derechos laborales básicos, solo que ahora se venden como avanzadas concesiones que hace la empresa para evitar pagar un salario digno a sus empleados.
‘Mini-jobs’
Sin embargo, la precariedad no es el único problema que tiene el sistema laboral español. También está la temporalidad. De hecho, España fue en 2017 el país de la Unión Europea con la mayor tasa de trabajo temporal, un 27%. Otra victoria más para sacar la bandera.
Aquel año, más del 90% de los contratos laborales que se firmaron fueron temporales. Estos puestos de trabajo comparten las siguientes características: corta duración, poca remuneración y, generalmente, muchas horas de trabajo. Tal es la descripción, también, de los ‘mini-jobs’, solo que convertido en algo interesante únicamente por el hecho de traducirlo.
Esta forma de trabajo fue sugerida en 2011 por el Banco Central Europeo a España como una manera para luchar contra el desempleo. La idea era combatir la economía sumergida y dar una oportunidad a los jóvenes para que se integrasen en el sistema laboral. En la práctica, algunas voces especializadas consideraron que supondría el abaratamiento de la mano de obra y una mayor dificultad para acceder al sistema de pensiones.
‘Jobsharing’
Otra forma de trabajo que se ha extendido en algunas empresas, sobre todo entre los cargos de importancia, es el ‘jobsharing‘: compartir un puesto de trabajo y su salario correspondiente entre dos personas. Lo que se pretende conseguir es proporcionar a los empleados en cuestión una mayor flexibilidad horaria y la posibilidad de conciliar su vida laboral con la familiar. No obstante, esta práctica solo es viable si el 50% del salario cubre todos tus gastos. Y no suele ser así, vaya.
‘Trabacaciones’
Cuando parece que la perversión del lenguaje en el terreno laboral no puede ir a más, el neoliberalismo hace su ‘hold my beer‘ particular y aparecen las ‘trabacaciones’. Eso es, ni más ni menos, que trabajar en vacaciones. Según Jorge Cagigas, experto en innovación y liderazgo, “Los empleos de ahora implican un desgaste más intelectual y no es necesario estar un mes de vacaciones para cargar las pilas”, por eso se plantea la opción de convertir el lugar de vacaciones en el nuevo espacio de trabajo.
No obstante, el campo laboral no es el único ámbito de la vida en el que están surgiendo esta clase de conceptos. Prepárense que vienen curvas.
¿Independencia? Tarde y en un zulo ‘chic’
‘Treinteenagers’
Con estas estadísticas que hemos visto, no es de extrañar que en 2016 el 80% de las personas menores de 30 años en España aún viviera con sus padres, dato que coloca a nuestro país a la cola de los países europeos cuyos jóvenes se independizan más pronto, con 29,3 años. Estamos que lo tiramos, ¿eh?
Esta situación provoca un cambio de la perspectiva de futuro de los jóvenes. Con esa idea concibieron Juan Díaz-Faes y Carlos García Miranda el concepto ‘Treinteenagers‘. Estos nuevos treintañeros viven como ‘adolescentes mayores‘ que tienen que sortear obstáculos como la alopecia o la dificultad actual de conseguir un contrato indefinido, y no se adaptan a los cánones sociales establecidos, como formar una familia.
A pesar del elemento humorístico del nombre, en realidad aborda consecuencias directas de la precariedad laboral y de la falta de oportunidades. Pero que no cunda el pánico, actualmente se han construido viviendas que, se supone, cumplirán el deseo de muchos millenials de independizarse de su hogar familiar.
‘Tiny houses’
Las ‘tiny houses’ son un fenómeno que ha triunfado en Estados Unidos y en algunos países de Europa como Francia. Son exactamente eso, pequeñas casas de 40 metros cuadrados (a veces de 10) ofertadas a precios baratos para aquellas personas con rentas bajas que quieran hacerse con su propia vivienda.
Sin embargo, si ya tienes un hogar propio pero pasas apuros para protegerte del invierno, puedes seguir algunos consejos sobre cómo calentar tu casa sin encender la calefacción. Instrucciones muy útiles para evitar las 7.000 muertes al año que causa la pobreza energética en España, sin duda.
Podemos comprobar que las consecuencias de la precariedad ensombrecen el futuro de muchas personas y determinan los hábitos de quienes la sufren. Otro ejemplo de ello son los ‘sinkies’ y el ‘nesting’.
Ni hijos ni diversión
‘Sinkies’
Este término, acuñado por Cáritas Europa, resulta del acrónimo ‘Single Income, No Kids’ (‘Ingresos de soltero, sin niños’). Se utiliza para nombrar a las jóvenes parejas que deciden no tener hijos, ya que la suma de sus salarios no daría para mantenerlos. Lo que vienen siendo parejas sin los recursos necesarios, pero con un nombre guay.
‘Nesting’
‘Nesting‘ deriva de la palabra inglesa ‘nest’, que significa nido en castellano. Es una práctica que consiste en quedarse en casa durante todo el fin de semana, sin hacer planes con los amigos o la familia, viendo series, regando las plantas o haciendo bizcochos. El ‘nesting’ pretende ofrecer grandes beneficios para la salud, pero realmente no es otra cosa que la decisión de quedarte en tu casa porque no tienes ni un euro para salir a tomar unas cañas.
‘Friganismo‘
Esto de darle un toque ‘cool‘ a la precariedad parece que va a continuar por mucho tiempo, o al menos hasta que las grandes mentes pensantes que se encargan de hacerlo se queden sin ideas o excusas. La última de ellas ha sido el ‘friganismo‘: comer alimentos de la basura por voluntad propia.
Esta práctica se fundamenta en dos cuestiones: el anticonsumismo y la denuncia contra las compañías que tiran al contenedor comida que no está apta para la venta pero sí puede ser ingerida. De hecho, ya se han creado aplicaciones móviles para adquirir alimentos cuyo destino es el cubo de la basura de algunos restaurantes. Y oye, esas denuncias están genial, pero hay que ir más allá y ver lo que implica el término.
A las cosas por su nombre
“Si el pensamiento corrompe el lenguaje, el lenguaje puede corromper el pensamiento” escribió George Orwell. Las palabras son importantes, y no se pueden utilizar para maquillar las consecuencias de un trabajo miserable o los hábitos de una vida sin perspectiva de futuro.
Vivir en una habitación de 10 metros cuadrados y comer de la basura no son características de una nueva forma de vida ‘trendy‘ ni ‘cool‘. Son evidencias del grado absoluto de indecencia de un sistema socioeconómico que, en lugar de poner solución a la miseria, la intenta embellecer.