¿Haremos como si todo esto hubiese sido un sueño?
¿Qué trabajos son una mierda y cuáles son de vital importancia para el sistema? “No debemos olvidar eso después de la crisis del coronavirus”, dice el crítico anarquista y anticapitalista David Graeber.
¿Occupy Homeoffice vendrá tras Occupy Wall Street? Nos comunicamos en Londres con el antropólogo David Graeber, quien espera que nuestra vida laboral y nuestro sistema económico nunca sean los mismos que antes de la crisis del coronavirus.
Sr. Graeber, de repente la oficina en casa es posible y los cajeros de los supermercados son esenciales para el sistema. ¿La crisis del coronavirus está cambiando nuestro mundo laboral para siempre?
– David Graeber: Aquí en Gran Bretaña el gobierno ha hecho una lista de las profesiones más relevantes: quienes trabajan en ellas pueden continuar enviando a sus hijos a la escuela, donde son atendidos. La lista es irónicamente apasionante, ¡con la increíble ausencia de consultores de gestión y gestores de fondos de cobertura! Los que ganan más no aparecen. La regla básica es: cuanto más útil es un trabajo, peor es el salario. Una excepción seria, por supuesto, la de los médicos. Pero incluso en este punto habría discusión, ya que, en lo que respecta a la salud, el personal de limpieza de los hospitales contribuye tanto como los médicos, y gran parte del progreso en los últimos 150 años se debe a una mejor higiene.
En Francia los empleados de supermercados que se ven especialmente afectados reciben una bonificación extra, a instancias del gobierno. El mercado no regula esto por sí solo.
– Eso es debido a que, aunque se nos insista en ello constantemente, el mercado no se basa en la oferta y la demanda: Quién gana qué es una cuestión de poder político. La crisis actual hace aún más evidente que mi salario no depende de cuánto se usa realmente mi profesión.
Este es uno de los temas de su último libro, “Trabajos de mierda” (Bullshit Jobs): muchos trabajos socialmente indispensables están mal pagados y, al mismo tiempo, muchos trabajadores bien remunerados se preguntan si su trabajo de oficina tiene algún sentido, o si solo están haciendo un «trabajo de mierda».
– Hay algo importante para mí: nunca contradiría a aquellos que sienten que están haciendo una contribución importante con su trabajo. Sin embargo, para mi libro he recogido voces de personas que no tienen exactamente este sentimiento: a veces están profundamente frustrados porque quieren contribuir al bien de todos pero para ganar suficiente dinero para sus familias, tienen que hacer ciertos trabajos que no funcionan para nadie. La gente me decía: “Trabajaba como maestra de infantil y era un trabajo excelente, satisfactorio e importante, pero no podía pagar mis facturas. Ahora estoy trabajando para un subcontratista de seguros de salud. Hago formularios todo el día, y nadie lee mis informes, pero gano veinte veces más”.
¿Qué les sucede a estos trabajadores de oficina que ahora, debido al COVID-19, están haciendo su “trabajo de mierda” de oficina en casa?
– Algunas personas ahora me contactan y me dicen: “Siempre sospeché que podía hacer mi trabajo en dos horas a la semana, pero ahora sé que es así”. Porque, tan pronto como haces esto desde casa, por ejemplo, las reuniones que no sirven para nada a menudo dejan de tener lugar.
Después de la crisis financiera de 2008 usted participó en el movimiento de protesta Occupy Wall Street, con activistas que ocupaban los parques cerca de la Bolsa de Nueva York. ¿Podría la crisis del coronavirus producir un movimiento de izquierda similar? ¿Ocupar una oficina en casa?
– Si es así, el lema es más bien: ocupa el departamento en el que vives y no pagues el alquiler. Se habla mucho sobre las huelgas de alquiler en este momento porque la gente ya no puede pagar su alquiler debido a la crisis del coronavirus. Lo verdaderamente importante ahora es apoyar a los trabajadores que son esenciales para el sistema y que no cuentan con el equipo que necesitan para hacer su trabajo. Es de nuestro interés que el personal médico y los trasportistas [de alimentos, medicinas y equipos médicos] tengan equipos de protección.
Al mismo tiempo, en esta crisis estamos aprendiendo cuán central es el trabajo para nuestra sociedad: no importa si no podemos visitar ciertos lugares (como museos, instalaciones…), a menudo estos sitios deben continuar trabajando.
– Eso se ve en el transporte público: si se cierra, se cerrará primero durante fin de semana. Ya no podrás ir al parque, pero… ¡Dios no quiera que no puedas ir a trabajar! Aunque desde hace ya algún tiempo nos hayamos dado cuenta de que gran parte del trabajo no tiene por qué hacerse en la oficina.
Eso da una idea clara de la situación actual, ¿verdad?
– Sí. La única pregunta es: cuando la crisis por la pandemia termine, ¿la gente fingirá que fue solo un sueño? Se observó algo similar después de la crisis financiera de 2008. Durante algunas semanas todo el mundo decía: «¡Vaya, todo lo que pensábamos que era verdad en realidad no lo es!» Se pusieron encima de la mesa preguntas fundamentales: ¿Qué es el dinero? ¿Qué son las deudas? Pero en algún momento de repente nos dijimos: “Vamos a dejarlo, hagamos como que todo esto no ha ocurrido. ¡Hagamos que todo vuelva a ser como antes!”. Y las políticas neoliberales y el mundo de las finanzas simplemente siguieron adelante, no se detuvieron. Por eso es tan importante que no reprimamos todo aquello de lo que nos damos cuenta en tiempos de crisis. Por ejemplo, qué trabajos son esenciales para el sistema y cuáles no.