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Noticias Amor y Rabia

Las conquistas del anarquismo combaten su leyenda negra

Published on: martes, 29 de diciembre de 2020 // ,


por Alejandro Torrús


13 de febrero de 2016


Frente a la criminalización actual que sufre, los anarquistas consiguieron desarrollar el movimiento obrero en España, una educación sin clases y sin distinción de género, abanderar la lucha por la emancipación de la mujer y una amplia producción cultural. La primera ministra de la historia de España, Federica Montseny, era anarquista y legisló la interrupción voluntaria del embarazo. 


Federica Montseny en el mítin de la CNT en Montjuic, Julio de 1977


Hubo un tiempo en el que el anarquismo era top en España. La CNT tenía un millón de afiliados, sus tesis pedagógicas eran la vanguardia europea (Escuela Moderna y Ateneos libertarios), sus postulados sobre la emancipación de la mujer abanderan el movimiento feminista e, incluso, una mujer anarquista, Federica Montseny, se convirtió en la primera fémina en ocupar un ministerio de un Gobierno español (Octubre de 1936). Eran otros tiempos. Era otra sociedad. Prácticamente, era otro mundo. El sueño libertario de una sociedad sin clases parecía alcanzable. A la vuelta de la esquina. 


Tan alcanzable que en los primeros meses de la Guerra Civil, Barcelona fue tomada por los anarquistas. George Orwell, autor de 1984, describía en Homenaje a Cataluña la Barcelona de 1936: "Por primera vez en mi vida, me encontraba en una ciudad donde la clase trabajadora llevaba las riendas. Casi todos los edificios, cualquiera que fuera su tamaño, estaban en manos de los trabajadores y cubiertos con banderas rojas o con la bandera roja y negra de los anarquistas".




Sin duda, eran otros tiempos. Era la edad de oro del anarquismo en España. La situación actual difiere radicalmente. Rara vez aparece la palabra anarquista en un titular sin ir asociada a una detención por presunto terrorismo y a la criminalización de la ideología. Prueba de ello es esa Biblia del siglo XXI, llamada Google, que establece el término "detenido" como segunda búsqueda más común asociada a anarquistas. De hecho, el año pasado asistimos a varias operaciones policiales desarrolladas contra grupos anarquistas acusados de pertenencia a “organización terrorista de tipo insurreccionista-anarquista" cuyo fin "era el de subvertir el orden público y alterar gravemente la paz”.


La última oportunidad para desacreditar, criminalizar y tratar de borrar del mapa a la ideología anarquista ha sido la detención y encarcelamiento de los dos titiriteros que representaron la obra La Bruja y Don Cristóbal, de claro mensaje libertario, en el Carnaval de Madrid. El hecho de que uno de los autores de la obra sea afiliado de la CNT y que el mensaje del espectáculo fuera claramente libertario ha sido aprovechado para una nueva ofensiva criminalizadora. Algunos medios de la ultraderecha, incluso, han llegado a relacionar a los autores de la obra de títeres con "grupos anarquistas y terroristas"



El problema de la criminalización de las ideologías y, en concreto, de la criminalización del anarquismo es que deja atrás, ignorado, arrinconado y con el sello de visto para el olvido todo un legado cultural, político, sindical y social que contribuyó a la emancipación de las clases obreras, de la mujer y que arrancó de las manos de la Iglesia el derecho a educar a los ciudadanos del Estado. 


"El anarquismo en España fue un movimiento antipolítico y, sobre todo, antipolítica parlamentaria. Aquí se convierte en un movimiento de masas tras la I Guerra Mundial porque su discurso radical frente a una política parlamentaria corrupta de las élites contraponen una alternativa política fuera del parlamento. Tanto los anarcoindividualistas como los anarcosindicalistas comparten este elemento común: el antipoliticismo", explica a Público el historiador Julián Casanova, autor, entre otras obras, de Tierra y Libertad. Cien años de anarquismo en España y del ensayo Anarquismo y violencia política en la España del siglo XX.


Mujeres luchando en la milicia CNT-FAI

El otro elemento común que comparten las diferentes corrientes anarquistas es "la posibilidad de que todo se produzca a través de pactos mutuos de libre elección sin autoridad política jerárquica", prosigue Casanova, que destaca también el legado que han dejado los anarquistas bajo la fórmula "de críticas al Estado burocrático y tecnocrático que tenemos en la actualidad y del Estado como un mecanismo de coerción"



Pero si algo ha dejado para las generaciones futuras el movimiento anarquista español del primer tercio del siglo XX fue su lucha por la emancipación obrera y de la mujer, la batalla por una educación de igual a igual fuera de la Iglesia, y un espectacular archivo artístico y cinematográfico gracias, en parte, a la colectivización de la industria cinematográfica de 1936 y a la obsesión de los anarquistas por la producción cultural y la contrainformación. En estos campos destacan nombres propios que con su trabajo cambiaron a España y cuyas contribuciones siguen siendo validas un siglo después. Se trata de sindicalistas como Joan Peiró y Buenaventura Durruti; de Federica Montseny, la primera mujer en ser ministra en España y la segunda de Europa; o Francesc Ferrer i Guàrdia, creador de la Escuela Moderna a principios del siglo XX.  


La otrora periodista de El Mundo y hoy diputada por el PSOE, Irene Lozano, autora de la obra Federica Montseny. Una anarquista en el poder escribía en su blog que la conquista histórica de la jornada laboral de ocho horas por parte de los trabajadores no se hubiese conseguido nunca "sin la movilización de la CNT en las huelgas de los años 1917 y 1918".  "Estos detalles no se pueden olvidar y mucho menos al abordar un fenómeno como el 15M, cuyos métodos deliberativos y de toma de decisiones son tan deudores del anarquismo español", escribe Irene Lozano, que recuerda que la CNT cambiaba (y aún cambia) su dirección cada año, y también modificaba su ciudad de ubicación, de acuerdo con su carácter descentralizado y no jerárquico, o sea, como esa asociación en red y horizontal de los indignados. 


De hecho, la respuesta más común a la pregunta qué nos ha legado el anarquismo de los años 30 a la España de 2016 es, en palabras del histórico anarquista Tomás Ibañez a este periódico, "los modos de debatir, de decidir, y de actuar que están basados en la democracia directa, en la horizontalidad, en el asamblearismo, en el respeto de las minorías, en la no delegación permanente y en la acción directa".



"El 15-M tuvo, sin duda, importantes connotaciones anarquistas. El mero hecho de que el único sujeto político legítimo en el seno de las plazas fuese el colectivo que las ocupaba y que estaba implicado en la lucha, desautorizando cualquier instancia exterior, ya situaba el movimiento en el corazón de los principios anarquistas", relata Tomás Ibañez, autor de El anarquismo en movimiento, que apunta que también la formación catalana CUP tiene "algunas prácticas" que "presentan afinidades con los planteamientos anarquistas, por ejemplo, el asamblearismo, la horizontalidad, cierta propensión a la acción directa y un anticapitalismo radical". No obstante, Ibañez también señala que "la dimensión nacionalista de la CUP" marca a su entender una "clara incompatibilidad" con el anarquismo.


Una clase de la Escuela Moderna


Una educación sin deferencia de sexos


No obstante, reducir el legado del anarquismo al asamblearismo del 15M sería poco más que realizar una caricatura de lo que fue este movimiento en el pasado de España. El profesor de Historia en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), Pablo Sánchez León, recuerda que los postulados de Francesc Ferrer i Guàrdia con su Escuela Moderna (1901) "están por encima de lo que significa hoy la LOMCE del Partido Popular"



"Ferrer i Guàrdia arrancó la educación de las manos de la Iglesia. Estableció que hombres y mujeres tenían que estudiar juntos ["que la humanidad masculina y femenina se compenetre, desde la infancia"] sin distinciones de clases sociales. Era un revolucionario. Llevó a cabo una educación libre, racional y laica, integral e igualitaria en 1901", señala Sánchez León, que recuerda que en 1909, tras la rebelión antimilitarista de Barcelona que pasó a la historia con el nombre de la Semana Trágica, fue fusilado como chivo expiatorio. "Era un peligro público", resume. 


Los anarquistas también desarrollaron una red de Ateneos libertarios. De hecho, uno de los fundadores de la CNT, Anselmo Lorenzo insistía en que lo primero que debían hacer los sindicatos de cada localidad era crear un Ateneo libertario. Estos espacios fueron casi una Universidad popular para la clase obrera de todas las edades, donde fue adquiriendo la educación y la cultura que le había sido negada por el Estado español por su condición social.

 


Asimismo, el profesor Julián Casanova destaca que el anarquismo fue la "ideología política más vinculada con el feminismo desde el siglo XIX". "Defendían un feminismo muy moderno y aunque Federica Montseny nunca se declaró feminista, fue la primera mujer en ocupar un ministerio". En este sentido, la Catedrática de Historia Contemporánea en la Universidad de Málaga, María Dolores Ramos, recuerda que el anarquismo tuvo muy claro desde el principio que la "revolución social no es posible sin la emancipación femenina", ya que "quedaría privada de su sentido igualitario y coja desde la perspectiva de clase".


"Montseny llevó a cabo reformas imprescindibles en el terreno higiénico y de salud público, medidas pioneras sobre prevención de la enfermedad, eugenesia, sexualidad, control de la natalidad, destacando el decreto de interrupción voluntario del embarazo. En otro terreno, también quiso acabar con la prostitución y creó los liberatorios, espacios donde las prostitutas entraban y salían libremente, recibían instrucción y tratamiento médico, recuperaban autoestima y eran preparadas para incorporarse a la esfera laboral", resume María Dolores Ramos, flamante ganadora del premio Meridiana 2016 del Instituto Andaluz de la Mujer "por contribuir a situar a las mujeres en la Historia".



En la lucha por la emancipación de la mujer fue especialmente importante la organización Mujeres libres, vinculada al sindicato CNT, que llegó a tener cerca de 20.000 afiliadas y que hizo especial hincapié en la preparación de la mujer para el mundo del trabajo ya que la independencia económica era una cuestión vital para la emancipación. "Mujeres libres fue la primera organización a escala mundial en comenzar a plantear que había que terminar con la relación jerárquica que asumían las mujeres dentro de la pareja. Pretenden modificar la relación hombre/mujer y defienden el amor libre, por lo que se situaban en contra del matrimonio y de la familia, a la que consideraban el origen de la opresión", señala a Público Pilar Arias, miembro de la junta directiva de la Fundación Andreu Nin.




La violencia de los años 30 


Frente a todas estas aportaciones, el anarquismo también tiene un pasado asociado a los magnicidios, al pistolerismo y a la acción directa contra el 'dominador'. Eran otros tiempos. "Si el anarquismo en España se limitara a la violencia ejercida por algunos anarquistas o a la violencia que desplegaron durante la Guerra no hubiesen pasado a la historia. Hay un tópico y un mito entorno a eso y siempre que se habla de anarquismo se recurre a ello. Pero, evidentemente, la historia del anarquismo es importante porque arraigó en las masas y su importancia radica en lo que aportó al sindicalismo obrero, jornalero y a las luchas por la emancipación", señala el historiador Julián Casanova. 


En el capítulo del terror anarquista es especialmente destacable el documental El honor de las injurias, realizado por el pintor Carlos García-Alix, que relata la trayectoria de un anarquista español, Felipe Sandoval. "Este hombre es un criminal y un revolucionario. Si me preguntan mi opinión, fue un revolucionario. ¿Si cometió crímenes? Claro que sí. La mayoría por decisiones de su propia organización", señala García Alix durante el debate Comprender la violencia de nuestros antepasados: la Segunda República y la memoria de su defensa popular celebrado en el Teatro del Barrio. 




"La primera huelga general de Madrid se celebra en 1917. Estaba dirigida por el PSOE y UGT para derribar la monarquía. Fue masiva. La organización obrera decide que la manifestación la encabecen mujeres y niños pensando que los soldados del rey no actuarán. Pero lo hicieron. Fue una matanza. Se dio una masacre que fue censurada en la prensa. Cuando se ven algunas imágenes de aquello, se ve otro tipo de violencia: obreros famélicos, analfabetos e ignorantes. Pedirles a esta clase, con esta memoria de represión, de violencia, que cuando el 20 de julio de 1936 se hacen con armas se comporten de una manera cívica y educada es un disparate. Van a ir a ajustar las cuentas. Y así ocurrió. La izquierda tiene que reconocer esto y no abochornarse", reflexiona el artista Garcia-Alix en el citado encuentro.  


Tras la derrota de la Guerra Civil, todo rastro anarquista fue borrado del mapa. Los pocos que sobrevivieron a 'la limpieza' fascista se tuvieron que esconder en montes y montañas, desde donde continuaron su lucha contra la dominación franquista e iban siendo eliminados uno a uno por un régimen mucho más fuerte, armado y con más hombres. El exministro Joan Peiró fue capturado a España por la Gestapo y extraditado a España para su ejecución. Juan García Oliver murió en 1980 en el exilio mexicano. Juan López regresó a España en 1967, sin sufrir persecución, y murió en 1970, mientras que Federica Montseny regresó a España en 1977 y continuó con su activismo en pro de la CNT y del anarquismo. Así terminaron los cuatro ministros anarquistas de la II República. 


Militantes Anarquistas de la CNT durante la Guerra Civil


Quedan para el recuerdo los multitudinarios mitines de Federica Montseny en San Sebastián de los Reyes en 1977, cuando todavía no estaban legalizadas las organizaciones sindicales, o el que ofreció en Montjuic en el mismo año y cuya fotografía encabeza este artículo. Estos mitines, además del éxito puntual de publicaciones culturales como la revista Ajoblanco hicieron pensar que podía haber un nuevo auge del anarquismo en el país, pero no fui así. Además, el incendio provocado en la sala de fiestas Scala de Barcelona el 15 de enero de 1978, que causó la muerte de cuatro personas, y en el que se intentó inculpar a las organizaciones anarquistas CNT y FAI alejaron a las masas obreras del anarquismo, que volvía a quedar criminalizado.. 




La CNT actual, cuyo secretario general es Martín Paradelo, se reclama "heredera y continuadora" de la tradición anarcosindicalista. Asume la violencia ejercida como "hechos que se dieron en un determinado momento histórico" y saca pecho por las grandes conquistas que los anarquistas trajeron a España. Ahora, dice Paradelo, no se puede pensar como en los años 30 que es posible derrumbar el capitalismo y, por tanto, hay que trabajar "en la resistencia creando redes entre trabajadores y nuevas formas de vida". "Pensar en una alternativa al capitalismo en Europa es ahora mismo imposible", dice.


Paradelo explica que la CNT rechaza las elecciones sindicales y considera que "los modelos de representación lo que hacen en realidad es eliminar la capacidad de actuación autónoma de los trabajadores". Asimismo, desde el sindicato apoyan y desarrollan "grupos de consumo alternativos, redes de economía alternativa e intentan poner en desarrollo consejos económicos y consejos de economía alternativa"


¿Queda algo de aquel anarquismo en la actualidad? La pregunta parece pertinente viendo cómo ha cambiado España y Europa. El histórico dirigente de la CNT Tomás Ibáñez considera que el anarquismo de hoy día tiene "semejanzas notables" pero que también difiere en otros aspectos para poder "entroncar con la realidad social en la que está insertado y luchar contra las formas actuales de la dominación". Considera que los anarquistas de hoy día han aprendido que "el valor de las luchas no depende tanto de las promesas que encierran sino que radica en su propio acontecer, en sus características substantivas, y en lo que permiten crear en el presente".




"Lo que el anarquismo contemporáneo deja atrás es, entre otras cosas, un conjunto de ideas heredadas de la Ilustración, tales como la fe inquebrantable en el Progreso y el encumbramiento acrítico de La Razón. Atrás queda también una concepción demasiado simplificadora del poder, unas prácticas de lucha ordenadas en torno a una desaparecida centralidad del trabajo, y un imaginario revolucionario construido en torno a la gran insurrección del trabajo", dice Ibáñez.  


Si esto es lo que deja atrás, el anarquismo lega para el presente y el futuro su lucha por unas condiciones de trabajo dignas, por la socialización de los medios de producción, su tarea alfabetizadora de unas clases obreras depauperadas, su esfuerzo por llevar la cultura a todas las clases sociales y por impulsar el libre pensamiento de la mujer en la búsqueda por superar el patriarcado. 

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