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Noticias Amor y Rabia

El estado de vigilancia omnipresente

Published on: viernes, 29 de enero de 2021 // ,


por John W. Withehead


19 de junio de 2019


"TENÍAS QUE VIVIR -VIVISTE, DE UN HÁBITO QUE SE CONVIRTIÓ EN INSTINTO- EN LA ASUNCIÓN DE QUE TODOS LOS SONIDOS QUE HACÍAS IBAN A SER ESCUCHADOS Y, EXCEPTO EN LA OSCURIDAD, CADA MOVIMIENTO SERÍA ESTUDIADO"

—George Orwell,  1984


Ande con cautela: la ficción de George Orwell se ha convertido en un libro de instrucciones para el moderno y omnipresente estado de vigilancia.


Han pasado 70 años desde que Orwell —muriéndose, acosado por fiebre y tosiendo sangre, e impulsado a avisar contra el surgimiento de una sociedad en la que el abuso desenfrenado del poder y la manipulación masiva son la norma— describió el amenazante aumento de una tecnología ubicua, el fascismo y totalitarismo en su novela 1984.


¿Quién podría haber predicho que 70 años después de que Orwell escribiese las últimas palabras de su novela distópica, "Amaba al Gran Hermano", no haríamos caso de su advertencia y llegaríamos a amar al Gran Hermano?


Portada de la primera edición de 1984


¡DESDE LA ERA DE LA UNIFORMIDAD, DESDE LA ERA DE LA SOLEDAD, DESDE LA ERA DEL GRAN HERMANO, DESDE LA ERA DEL DOBLEPENSAMIENTO, SALUDAMOS AL FUTURO O AL PASADO, A UN TIEMPO EN QUE EL PENSAMIENTO ES LIBRE, EN EL QUE LOS HOMBRES SON DIFERENTES ENTRE SÍ Y NO VIVEN SOLOS, UN TIEMPO EN EL QUE LA VERDAD EXISTE Y LO QUE SE HACE NO SE PUEDE DESHACER!”

—George Orwell


1984 retrata una sociedad global de control total en la que a las personas no se les permite tener pensamientos que estén en desacuerdo de alguna manera con el estado corporativo. No hay libertad personal y la tecnología avanzada se ha convertido en la fuerza que impulsaba de una sociedad dirigida por la vigilancia. Los soplones y las cámaras están por todas partes. La gente está sujeta a la Policía del Pensamiento, que se ocupa de cualquier culpable de delitos de pensamiento. El gobierno, o "Partido", está encabezado por el Gran Hermano que aparece en carteles por todas partes con las palabras: "El Gran Hermano te vigila".


Hemos llegado, mucho antes de lo previsto, al futuro distópico soñado no solo por Orwell sino también por escritores de ficción como Aldous Huxley, Margaret Atwood y Philip K. Dick.



"SI LA LIBERTAD SIGNIFICA ALGO, ES EL DERECHO A DECIRLE A LA GENTE LO QUE NO QUIEREN ESCUCHAR"

―George Orwell


Al igual que el Gran Hermano de Orwell en 1984 , el gobierno y sus espías corporativos ahora vigilan todos nuestros movimientos. Al igual que Un mundo feliz (A Brave New World) de Huxley , estamos creando una sociedad de observadores a los que "se les han quitado sus libertades, pero... en realidad lo difrutan, porque [están] distraídos de cualquier deseo de rebelarse mediante la propaganda o el lavado de cerebro". Al igual que en la novela de Atwood El cuento de la criada, se enseña a la población a “conocer cual es su sitio y sus obligaciones, a entender que no tienen derechos reales, pero estarán protegidos hasta cierto punto si se adaptan, y a pensar tan mal de sí mismos que aceptarán su destino asignado y no se rebelarán ni huirán".


Y de acuerdo con la visión oscuramente profética de Philip K. Dick de un estado policial distópico -que se convirtió en la base del thriller futurista Minority Report de Steven Spielberg-,  ahora estamos atrapados en un mundo en el que el gobierno lo ve todo, lo sabe todo y lo puede todo, y si te atreves a ir por tu cuenta, los equipos SWAT de la policía vestidos de oscuro y las unidades pre-crime romperán algunos cráneos para controlar a la población.


Lo que antaño parecía futurista ya no ocupa el ámbito de la ciencia ficción.


Increíblemente, a medida que las diversas tecnologías emergentes empleadas y compartidas por el gobierno y las grandes empresas (reconocimiento facial, escáneres de iris oculares, enormes bases de datos, software de predicción de comportamiento, etc.) se incorporan a una red cibernética compleja e interconectada destinada a controlar nuestros movimientos, predecir nuestros pensamientos y controlar nuestro comportamiento, las visiones distópicas de escritores del pasado ​​se están convirtiendo rápidamente en nuestra realidad.


Nuestro mundo se caracteriza por una vigilancia generalizada, tecnologías de predicción del comportamiento, minería de datos, centros de fusión, automóviles sin conductor, hogares controlados por voz, sistemas de reconocimiento facial, cybugs (robots miniaturizados con forma de insecto, AyR) y drones, y vigilancia policial predictiva (antes de que tenga lugar un delito) dirigida a capturar a los que podrían ser delincuentes antes de que puedan hacer cualquier daño.


Las cámaras de vigilancia están por todas partes. Los agentes del gobierno escuchan nuestras llamadas telefónicas y leen nuestros correos electrónicos. La corrección política -una filosofía que está en contra de la diversidad- se ha convertido en un principio rector de la sociedad moderna.



"LA GENTE DUERME TRANQUILAMENTE EN SUS CAMAS POR LA NOCHE SÓLO PORQUE HAY HOMBRES BRUTOS LISTOSN A APLICAR LA VIOLENCIA EN SU NOMBRE"

―George Orwell


Los tribunales han destruido las protecciones de la Cuarta Enmienda contra los registros e incautaciones de bienes injustificados. De hecho, los equipos SWAT derribando puertas sin órdenes de registro y los agentes del FBI que actúan como una policía secreta que investiga ciudadanos disidentes son hechos normales en los EEUU de hoy día. Y el derecho a la privacidad e integridad corporales ha sido completamente despojado de cualquier validez mediante la opinión predominante de que los estadounidenses no tienen derechos sobre lo que les sucede a sus cuerpos durante un encuentro con funcionarios del gobierno, a quienes se les permite registrar, incautar, desnudar, escanear, espiar, investigar, cachear, aplicar descargas eléctricas mediante pistolas taser, y arrestar a cualquier individuo en cualquier momento y por la menor provocación.



“LAS CRIATURAS DEL EXTERIOR MIRABAN AL CERDO Y LUEGO AL HOMBRE, AL HOMBRE Y LUEGO AL CERDO, Y DEL CERDO AL HOMBRE DE NUEVO; PERO YA ERA IMPOSIBLE DECIR CUÁL ERA CUÁL”

―George Orwell, La granja de animales


Estamos cada vez más gobernados por múltiples corporaciones unidas al estado policial.


Lo que muchos no se dan cuenta es que el gobierno no está llevándolo a cabo solo. No puede. El gobierno necesita un cómplice. Así, el sector empresarial se ha hecho cargo de las cada vez más complejas necesidades de seguridad del masivo gobierno federal, especialmente en las áreas de defensa, vigilancia y manejo de datos, mostrándose como un poderoso aliado que depende de que el gobierno se extralimite en sus funciones y lo fomenta.


De hecho, la unión del Big Tech (como se denomina en EEUU a las empresas gigantes de nuevas tecnologías, AyR) y el Big Government (como se denomina en EEUu a un gobierno con competencias cada vez más amplías y tentáculos cada vez más extendidos sobre la sociedad, AyR), se ha transformado en el Gran Hermano, y ahora estamos gobernados por la Élite Corporativa cuyos tentáculos se han extendido por todo el mundo. Por ejemplo, USA Today informa que cinco años después de los ataques terroristas del 11 de septiembre, el negocio de la seguridad nacional estaba floreciendo hasta tal punto que ha eclipsado a empresas maduras como la industria de las películas y de la música en ingresos anuales. Se prevé que el gasto en seguridad de corporaciones privadas como Google, Amazon, Microsoft y otras supere el billón de dólares en un futuro próximo.


El gobierno ahora tiene a su disposición arsenales tecnológicos tan sofisticados e invasivos que anulan cualquier protección constitucional. Encabezado por la NSA, que ha demostrado que le importan poco o nada los límites constitucionales o la privacidad, el "complejo industrial / de seguridad" —un matrimonio de intereses gubernamentales, militares y corporativos destinados a mantener a los estadounidenses bajo vigilancia constante— ha llegado a dominar el gobierno y nuestras vidas. Con tres veces el tamaño de la CIA, constituyendo un tercio del presupuesto de inteligencia y con su propia red de espionaje global para actuar, la NSA tiene una larga historia de espionaje de ciudadanos estadounidenses, tanto se ha tenido siempre o no la autorización para hacerlo.


Dinero, poder, control. No faltan los motivos que alimentan la convergencia de las megacorporaciones y el gobierno. ¿Pero quién paga el precio? El pueblo estadounidense, por supuesto.


Orwell entendió lo que muchos estadounidenses, atrapados en sus banderas partidistas, todavía están luchando por asimilar: que no existe tal cosa como un gobierno organizado para el bien de la gente. Incluso las mejores intenciones de quienes están en el gobierno inevitablemente dan paso al deseo de mantener el poder y el control sobre la ciudadanía a toda costa. Como explica Orwell:


El Partido busca el poder enteramente por sí mismo. No nos interesa el bien de los demás; nos interesa únicamente el poder, el poder puro. Lo que significa poder puro, lo entenderás ahora. Nos diferenciamos de las oligarquías del pasado en que sabemos lo que hacemos. Todos los demás, incluso los que se parecían a nosotros, eran cobardes e hipócritas. Los nazis alemanes y los comunistas rusos se acercaron mucho a nosotros en sus métodos, pero nunca tuvieron el valor de reconocer sus propios motivos. Fingieron, tal vez incluso creyeron, que habían tomado el poder de mala gana y por un tiempo limitado, y que a la vuelta de la esquina había un paraíso donde los seres humanos serían libres e iguales. Nosotros no somos así. Sabemos que nadie se hace con el poder con la intención de renunciar a él. El poder no es un medio; es un fin. No se establece una dictadura para proteger una revolución; se hace la revolución para instaurar la dictadura. El objeto de la persecución es la persecución. El objeto de la tortura es la tortura. El objeto del poder es el poder. Ahora empiezas a comprenderme.



"CUANTO MÁS SE ALEJA UNA SOCIEDAD DE LA VERDAD, MÁS ODIARÁ A AQUELLOS QUE HABLAN DE ELLA"

- George Orwell


¿Cómo cambias la forma de pensar de la gente? Empiece por cambiar las palabras que usan.


En los regímenes totalitarios (también conocidos como estados policiales), donde la conformidad y el cumplir tu papel se imponen a punta de pistola, el gobierno dicta las palabras que pueden y no pueden usarse. En países donde el estado policial se esconde detrás de una máscara benévola y se disfraza de tolerancia, los ciudadanos se autocensuran, controlando sus palabras y pensamientos para ajustarse a los dictados de la mente de las masas.


La literatura distópica muestra lo que sucede cuando la población se transforma en autómatas sin sentido. En Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, la lectura está prohibida y los libros se queman para suprimir las ideas disidentes, mientras que el entretenimiento televisado se utiliza para anestesiar a la población y hacer que se pacifique, distraiga y pueda ser controlada fácilmente.


En Un mundo feliz de Huxley, la literatura seria, el pensamiento científico y la experimentación están prohibidos como algo subversivo, mientras que el pensamiento crítico es desalentado a través del uso de condicionamiento, los tabúes sociales y educación de mala calidad. Asimismo, las expresiones de individualidad, independencia y moralidad se consideran vulgares y anormales.


Y en 1984 de Orwell, el Gran Hermano acaba con todas las palabras y significados indeseables e innecesarios, yendo incluso tan lejos como para reescribir la historia de manera rutinaria y castigar los "crímenes de pensamiento". En esta visión distópica del futuro, la Policía del Pensamiento actúa como los ojos y oídos del Gran Hermano, mientras que el Ministerio de la Paz se ocupa de la guerra y la defensa, el Ministerio de la Abundancia se ocupa de los asuntos económicos (el racionamiento y el hambre), el Ministerio del Amor se ocupa de la ley y el orden (la tortura y el lavado de cerebro), y el Ministerio de la Verdad se ocupa de las noticias, el entretenimiento, la educación y el arte (la propaganda). Los lemas de Oceanía: LA GUERRA ES LA PAZ, LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD, LA IGNORANCIA ES LA FUERZA.



Los tres —Bradbury, Huxley y Orwell— tenían una extraña habilidad para comprender el futuro, pero fue Orwell quien mejor comprendió el poder del lenguaje para manipular a las masas. El Gran Hermano de Orwell se basó en la neolengua (newspeak) para eliminar palabras indeseables, despojar a las palabras que quedaban de significados poco ortodoxos y hacer que el pensamiento independiente y no aprobado por el gobierno fuera completamente innecesario. Para dar un solo ejemplo, como ilustra el psicólogo Erich Fromm en su epílogo de  1984:


La palabra libre todavía existía en la neolengua (Newspeak), pero solo se podía usar para expresiones como "Este perro está libre de piojos" o "Este campo está libre de malas hierbas". No podía usarse en su antiguo sentido de “políticamente libre” o “intelectualmente libre”, ya que las libertades política e intelectual ya no existían como conceptos...


Donde estamos actualmente es en el cruce del OldSpeak (donde las palabras tienen significados y las ideas pueden ser peligrosas) y el Newspeak (donde sólo se permite lo que es "seguro" y "aceptado" por la mayoría). La élite del poder ha dejado claras sus intenciones: perseguirán y enjuiciarán todas y cada una de las palabras, pensamientos y expresiones que desafíen su autoridad.


Este es el eslabón final de la cadena del estado policial.



"MIENTRAS NO SEAN CONSCIENTES, NUNCA SE REBELARÁN, Y MIENTRAS NO SE HAYAN REBELADO NO PODRÁN VOLVERSE CONSCIENTES".

—George Orwell


Los estadounidenses han sido condicionados a aceptar invasiones en su derecho a la privacidad de manera rutinaria. De hecho, la adicción a los dispositivos dotados de una pantalla, especialmente los teléfonos, ha creado un efecto de colmena en el que la población no es solo vigilada, sino que también controlada, por robots de inteligencia artificial. Sin embargo, en un momento dado, la idea de un estado de vigilancia total que rastreara cada uno de los movimientos de una persona habría sido aborrecible para la mayoría de los estadounidenses. Todo eso cambió con los ataques del 11 de septiembre. Como observa el profesor Jeffrey Rosen: "Antes del 11 de septiembre, la idea de que los estadounidenses aceptaran voluntariamente vivir sus vidas bajo la mirada de una red de cámaras de vigilancia biométrica, que les observan en edificios gubernamentales, centros comerciales, metros y estadios, habría parecía impensable, una fantasía distópica de una sociedad que había renunciado a la privacidad y el anonimato".


Habiendo sido reducidos a una ciudadanía acobardada (callados ante los políticos elegidos en votación que se niegan a representarnos, indefensos ante la brutalidad policial, impotentes ante las tácticas militarizadas y la tecnología que nos tratan como combatientes enemigos en un campo de batalla, y desnudos ante la vigilancia del gobierno que ve y oye todo) no nos queda ningún lugar adonde ir.


Hemos pasado, por así decirlo, de ser una nación donde el derecho a la privacidad es el rey a una en la que nada está a salvo de las miradas indiscretas del gobierno. En busca de los llamados terroristas y extremistas que se esconden entre nosotros, la proverbial "aguja en un pajar", como la denominó un funcionario, el Estado Corporativo se ha dedicado a monitorear todos los aspectos de nuestras vidas, desde llamadas de teléfonos móviles y correos electrónicos hasta la actividad en Internet y transacciones con tarjeta de crédito. Gran parte de estos datos se alimentan a través de Fusion centers (centros donde los diversos servicios de inteligencia interior comparten datos, AyR) por todo el país, que trabajan con el Departamento de Seguridad Nacional (Department of Homeland Security) para realizar evaluaciones de todos los ciudadanos para comprobar si son una amenaza, incluidos los niños en edad escolar. Son centros de inteligencia estatales y regionales que recopilan datos sobre usted.



"EL GRAN HERMANO TE VIGILA"

―George Orwell


Vayas donde vayas y hagas lo que hagas, ahora te están vigilando, especialmente si dejas una huella electrónica. Cuando usas su teléfono celular, dejas un registro de cuándo se realizó la llamada, a quién has llamado, cuánto duró la llamada e incluso dónde te encontrabas en ese momento. Cuando usas su tarjeta de cajero automático, dejas un registro de dónde y cuándo has usado la tarjeta. Incluso hay una cámara de video en la mayoría de los lugares equipada con software de reconocimiento facial. Cuando usas un teléfono celular o conduces un automóvil citado de GPS, puedes ser rastreado por satélite. Dicha información se comparte con agentes gubernamentales, incluida la policía local. Y toda esta información que alguna vez fue privada sobre tus hábitos de consumo, dónde estás y tus actividades ahora se está transmitiendo al gobierno de los EEUU.


El gobierno tiene recursos casi inagotables cuando se trata de rastrear nuestros movimientos, desde dispositivos electrónicos de escuchas telefónicas, cámaras de tráfico y biometría hasta tarjetas de identificación por radiofrecuencia, satélites y vigilancia por Internet.


La tecnología de reconocimiento de voz ahora hace posible que el gobierno realice escuchas telefónicas masivas a través de sofisticados sistemas informáticos. Las llamadas telefónicas se pueden vigilar, el audio se convierte en archivos de texto y se almacena en bases de datos informáticas de manera indefinida. Y si se detecta alguna palabra “amenazante”, sin importar lo estúpida o tonta que sea, el registro puede ser marcado y asignado a un agente del gobierno para una investigación más profunda. Los gobiernos federal y estatal, nuevamente trabajando con corporaciones privadas, vigilando que pones en Internet. Se crean perfiles de los usuarios, y son rastreados para identificarlos, identificarlos e incluso perseguirlos.


En tal clima, todo el mundo es sospechoso. Y eres culpable hasta que puedas demostrar tu inocencia. Para subrayar este cambio en la forma en que el gobierno ahora ve a sus ciudadanos, el FBI utiliza su amplia autoridad para investigar a individuos o grupos, independientemente de si son sospechosos de actividad criminal.



"NADA ERA TUYO, EXCEPTO LOS POCOS CENTÍMETROS CÚBICOS DENTRO DE TU CRANEO".

- George Orwell


Sin embargo, esto es lo que mucha gente no entiende: no es solo lo que dice o hace lo que está siendo vigilado, sino cómo crees que está siendo vigilado  y convertido en un objetivo. Ya hemos visto este juego a nivel estatal y federal con la legislación sobre delitos de odio que toma medidas enérgicas contra los llamados pensamientos y expresiones “odiosos”, fomenta la autocensura y reduce el debate libre sobre diversos temas.


Saluda a la nueva Policía del Pensamiento.


La vigilancia total de Internet por parte del Estado Corporativo, tan omnipresente como Dios, es utilizada por el gobierno para predecir y, lo que es más importante, para controlar a la población, y no es tan descabellado como podría pensar. Por ejemplo, la NSA ahora está diseñando un sistema de inteligencia artificial que está concebido para anticipar todos tus movimientos. En pocas palabras, la NSA alimentará grandes cantidades de la información que recopila a un sistema informático conocido como Aquaint (el acrónimo significa Advanced QUestion Answering for INTelligence), que la computadora puede usar para detectar patrones y predecir comportamientos.


Ninguna información es sagrada ni está a salvo.


Todo, desde grabaciones y registros de teléfonos móviles, correos electrónicos, mensajes de texto, información personal publicada en las redes sociales, extractos de tarjetas de crédito, registros de circulación de bibliotecas, historiales de tarjetas de crédito, etc., es recopilado por la NSA y compartido libremente con sus colaboradores criminales: la CIA, el FBI y el DHS. Un investigador de la NSA de hecho abandonó el programa Aquaint, "aduciendo estar preocupado por los peligros de poner un arma tan poderosa en manos de una agencia de alto secreto con poca responsabilidad".


Por lo tanto, lo que estamos presenciando, en nombre de la seguridad y la eficiencia, es la creación de un nuevo sistema de clases compuesto por los observados (estadounidenses normales como usted y yo) y los observadores (burócratas gubernamentales, técnicos y corporaciones privadas).


Es evidente que la era de la privacidad ha llegado a su fin en EEUU.



"SI QUIERES UNA IMAGEN DEL FUTURO, IMAGINA UNA BOTA ESTAMPADA PARA SIEMBRE EN UN ROSTRO HUMANO".

—Orwell


Entonces, ¿dónde nos deja eso?


Ahora nos encontramos en la posición poco envidiable de ser vigilados, administrados y controlados por nuestra tecnología, que no responde ante nosotros sino ante nuestros gobernantes estatales y nuestros gobernantes corporativos. Ésta es la lección en la que los-hechos-que-son-más-extraños-que-la-ficción nos son impuestos diariamente.


No pasará mucho tiempo antes de que nos encontremos mirando hacia el pasado con nostalgia, hacia una época en la que podíamos hablar con quien queríamos, comprar lo que queríamos, pensar lo que queríamos sin que se rastrearan esos pensamientos, palabras y actividades, que son procesadas ​​y almacenadas por gigantes corporativos como Google, vendidos a agencias gubernamentales como la NSA y la CIA, y utilizados en nuestra contra por la policía militarizada con su ejército de tecnologías futuristas.


Para ser un individuo hoy día, una persona inconformista, con siquiera una pizca de privacidad y viviendo más allá del alcance de los ojos móviles del gobierno y de los espías tecnológicos, uno no solo debe ser rebelde, sino que ha de rebelarse.


Incluso cuando te rebelas y te posicionas, rara vez te espera un final feliz. Quedas fuera de la ley.


Entonces, ¿cómo sobrevivir en el estado de vigilancia estadounidense?


Nos estamos quedando sin opciones.


Como dejo claro en mi libro Battlefield America: The War on the American People, pronto tendremos que elegir entre la autocomplacencia (las distracciones del pan y el circo que ofrecen los medios de comunicación, los políticos, los conglomerados deportivos, la industria del entretenimiento, etc.) y la autoconservación en forma de una vigilancia renovada sobre las amenazas a nuestras libertades y un compromiso activo por un autogobierno.


Sin embargo, como reconoció Aldous Huxley en Brave New World Revisited (Un mundo feliz revisitado): "Solo los que se mantienen vigilantes de manera constante pueden mantener sus libertades, y solo aquellos que están constante e inteligentemente en el lugar adecuado pueden esperar gobernarse a sí mismos de manera efectiva mediante procedimientos democráticos. A una sociedad cuya mayoría de miembros pasan gran parte de su tiempo, no en el lugar adecuado, no aquí y ahora y en su futuro calculable, sino en otro lugar, en mundos irrelevantes del deporte y la telenovela, de la mitología y la fantasía metafísica, le resultará difícil resistir las invasiones de aquellos que la quiereb manipular y controlar".

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