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«Por ahora no pienso vacunarme»: Entrevista a Peter C. Gotzsche

Published on: miércoles, 20 de enero de 2021 // ,


16 de enero de 2021


Peter C. Gotzsche (Næstved, Dinamarca, 1949): biólogo, médico e investigador. En su nuevo libro, Vacunas (Capitan Swing), habla de las verdades, las mentiras y las controversias en torno a ellas. Incluidas las vacunas contra el coronavirus.


¿Cómo sería el mundo sin vacunas?


Sin vacunas, millones de personas habrían muerto. Sólo en las epidemias de viruela, un tercio de la población podría haber fallecido. En Inglaterra, por ejemplo, los padres realmente no sabían si sus hijos saldrían adelante antes de que hubiera una vacuna contra la viruela.


En los últimos años, sin embargo, algunas personas han desarrollado la idea "romántica" de que las vacunas son algo que va en contra de la naturaleza y que es mejor que los niños pasen una enfermedad en lugar de vacunarles contra ella. ¿Qué tiene de erróneo esa creencia?


En primer lugar, esa idea es errónea desde el punto de vista científico. Y, en segundo lugar, no es ético que algunos padres se nieguen a vacunar a sus hijos porque esos niños pueden morir, como por ejemplo, si no se les administra la vacuna contra el sarampión. Además, hay otras muchas cosas que son contra natura y que sin embargo hacemos y valoramos. Salvar la vida de muchos pacientes sería, en determinado sentido, algo contra natura. Y también sería contra natura emplear antibióticos cuando alguien puede morir a causa de una infección. Se trata de un argumento horrible y peligroso que mata a personas.


¿Cómo explica el gran aumento en los últimos años del movimiento negacionista de las vacunas?


No estoy seguro de que haya crecido tanto. Se trata sobre todo de un fenómeno de Estados Unidos. Aquí en Dinamarca, por ejemplo, es algo muy menor. Y en Estados Unidos también es reducido: afecta al 1-2% de la población.



En su libro usted denuncia además que detrás de los negacionistas de las vacunas se oculta en muchos casos un fabuloso negocio...


Así es. Algunas de las personas que están en contra de las vacunas son unos puros charlatanes que se dedican a vender un montón de cosas inútiles, como por ejemplo grandes dosis de vitamina C, lo que de hecho puede matar. Alguna gente de esa es realmente peligrosa.


En 1998 la revista 'The Lancet' publicó un artículo que relacionaba la vacuna contra el sarampión con la aparición de autismo, y que luego se demostró que era absolutamente falso. ¿Cree que el aumento del movimiento negacionista de las vacunas puede estar relacionado con eso?


El caso de Andrew Wakefield, el autor de ese artículo, es verdaderamente triste. Para empezar, la supuesta investigación que publicó en The Lancet era un fraude completo. Y, aun así, todavía hay mucha gente que lo considera un héroe al mismo nivel que por ejemplo Galileo, en especial en Estados Unidos, donde tiene muchos seguidores. Creo incluso que llegó a ponerse en contacto con Donald Trump, otra persona que también miente constantemente.


¿Considera que la industria farmacéutica tiene alguna responsabilidad en el aumento del número de negacionistas de las vacunas?


Sí, sin duda. Hace unos siete años publiqué un libro que en España se tituló Medicamentos que matan. Los medicamentos que nos recetan son la tercera principal causa de muerte después de las enfermedades cardíacas y del cáncer. Los medicamentos matan a millones de personas cada año. Y la mayoría de quienes han muerto ni siquiera necesitaba esos medicamentos que los han matado. Es una gran tragedia. Y las compañías farmacéuticas están haciendo trampas en ese sentido, están cometiendo un fraude. Mucha gente ya no se fía de las compañías farmacéuticas y, desgraciadamente, eso contribuye a que se lo piensen dos veces antes de vacunarse.


¿Qué opina de las vacunas contra el coronavirus?


Por ahora hay tres vacunas. Y hasta ahora están teniendo un efecto increíblemente positivo. Esas tres vacunas han sido probadas en miles de personas: 50 de ellas desarrollaron casos graves de Covid-19 y sólo una estaba en los grupos en vacunación, las 49 restantes estaban en los grupos de control, un resultado muy, muy impresionante. Así que, aunque se pueden criticar cosas en esas pruebas, mi expectativa es que esas vacunas reducirán sustancialmente la mortalidad por Covid-19. Y eso es algo que veremos bastante pronto, porque en poco tiempo se está vacunando a millones de personas. Si las vacunas reducen la mortalidad, como yo creo que harán, lo veremos en un periodo bastante corto de tiempo. Pero por otro lado...



¿Por otro lado qué?


Pues que dos de esas tres vacunas usan ARN mensajero, una técnica que no había sido utilizada antes en vacunas y en la que el ARN le dice a las células que produzcan una proteína igual a una que se encuentra en la superficie del coronavirus para que el sistema inmunitario pueda reaccionar contra él. Pero las pruebas que se han hecho han sido tan cortas que no tenemos absolutamente ni idea de cuáles pueden ser los daños a largo plazo de esas vacunas. En realidad, es bastante raro que se produzcan daños serios a largo plazo a causa de una vacuna. Pero le puedo dar un ejemplo, que está también en mi libro: hace 12 años hubo una pandemia de gripe porcina y mucha gente se vacunó contra ella. Y años después se descubrió que una de las vacunas utilizadas había causado en más de 1.000 personas narcolepsia, una enfermedad muy grave para toda la vida contra la que no hay tratamiento y que provoca somnolencia extrema durante el día, hasta el punto de hacer que una persona se quede dormida de repente. Se trata de un ejemplo reciente de una vacuna que provoca daños tan graves que no debería haberse usado. Pero la probabilidad de que ocurra algo así con la vacuna de coronavirus es muy baja, ya que se trata de algo que en la historia de las vacunas ha sucedido muy raramente. Lo que espero de verdad es que estas vacunas contra el coronavirus puedan devolvernos la vida que nos han robado. Pero eso no significa que todo el mundo tenga que vacunarse...



¿Ah no? ¿Y quién no debería de vacunarse contra el coronavirus?


Los niños, por ejemplo: toleran el coronavirus muy bien, así que no hay razón para que tengan que vacunarse. Y menos aún si vives en un país con muy pocas infecciones como es el caso de Taiwán, el país que mejor ha abordado esta pandemia del mundo y donde sólo siete personas de un total de 23 millones de habitantes han muerto de Covid-19. Si yo viviera en Taiwán, no me vacunaría.


¿Cree sin embargo que en aquellos países con un índice de contagios elevado, como es el caso de España, Italia, Francia o Reino Unido, la vacunación contra el coronavirus debería de ser obligatoria?


No, eso sería un error tremendo. En los países en los que ha habido un número elevado de muertos hay muchísima gente que quiere vacunarse, de hecho la mayoría de la población de esos países se vacunará, no tengo ninguna duda al respecto. Y si las vacunas contra el coronavirus son tan buenas como parecen ser, muy pronto podremos decir que hemos vencido a la pandemia, lo que será maravilloso. Pero vacunarse no puede ser obligatorio. Dedico un capítulo completo de mi libro a este asunto, y en mi opinión la vacunación obligatoria sería completamente inaceptable por motivos éticos. Lo que hay que hacer es convencer a la gente con buenos argumentos. No se trata de mandar a la policía a por una persona, que la inmovilice y le inyecte la vacuna, porque eso sería una violación flagrante de los derechos humanos y no puede ocurrir. Además, hacer eso supondría darle munición a la gente que está contra las vacunas... Si mandamos a la policía a vacunar a la gente, los anti-vacunas se harán más fuertes. Espero que algo así no ocurra jamás.


¿Tenemos entonces la responsabilidad colectiva, como sociedad, de vacunarnos para así frenar al coronavirus?


Bueno, yo considero por ejemplo que no es ético exigir que los niños se vacunen para proteger a los ancianos. Todas las vacunas entrañan un riesgo, y no sabemos el riesgo a largo plazo de estas tres nuevas vacunas contra el coronavirus. Imagínese el peor de los escenarios, imagínese que todos los niños son vacunados para proteger así a los ancianos y que después, en uno o dos años, empezara a manifestarse en esos niños alguna terrible enfermedad, como vimos con la narcolepsia hace diez años. Sería absolutamente inaceptable. No puede usarse a unas personas en beneficio de otras, no es correcto desde el punto de vista ético.


También muchos medicamentos provocan efectos secundarios y no por eso dejamos de usarlos. ¿No deberíamos simplemente aceptar que las vacunas pueden provocar efectos secundarios en algunas personas, como ocurre con las medicinas?


No es eso de lo que estoy hablando. Estamos hablando de si es necesario vacunar a los niños contra el coronavirus. Y yo creo que, por el propio bien de los niños, a ellos no habría que vacunarles.



Quizás no sea necesario en Taiwán. ¿Pero está en contra de sean vacunados en los países de Europa occidental?


Yo no estoy a favor ni en contra de nada. Yo sólo interpreto los datos científicos. Y los datos científicos dicen que no es necesario vacunar a los niños. En Dinamarca, mi país, no se recomienda por ejemplo vacunar a los niños contra la gripe. Y por lo que hasta ahora hemos visto en los niños el coronavirus no es peor que una gripe, incluso puede ser menos dañino. Y si no vacunamos a los niños contra la gripe, no hay ninguna buena razón para que los vacunemos ahora contra el coronavirus.


¿Usted se va a poner la vacuna contra el coronavirus?


Por ahora no. Voy a esperar a que millones de personas se vacunen para ver si esas vacunas tienen algún efecto colateral negativo.


¿Y cuánto piensa esperar para ver esos posibles efectos secundarios? Porque a lo mejor esos efectos tardan años en aparecer...


Puede que cambie de idea, estoy sólo tratando de ser honesto con usted. Y por ahora no me voy a vacunar. Si recibo un email de los servicios de salud invitándome a vacunarme por mi edad, simplemente lo ignoraré. Antes de vacunarme yo quiero ver lo que ocurre cuando millones de personas lo hagan. Mi riesgo personal, que es lo que todos debemos de valorar, es bajo. Es verdad que mi edad, 71 años, juega en mi contra. Pero excepto la edad no tengo ningún otro factor de riesgo. Aunque estoy oficialmente jubilado, sigo trabajando en muchas cosas, pero trabajo desde mi casa y veo a muy poca gente. Ni siquiera me permiten jugar al tenis, algo bastante absurdo porque sólo puede haber como máximo cuatro personas en una pista de tenis. Y como no puedo jugar al tenis, salgo a correr al bosque. No corro ningún riesgo de infectarme con el coronavirus. Y si mi riesgo de contagiarme y enfermar con el coronavirus es así de bajo, no veo por qué debería vacunarme.


Ya. Pero si todo el mundo actuara como usted entonces nadie se vacunaría y la pandemia seguiría su curso...


No se preocupe. No hay tanta gente como yo que haya estudiado cuidadosamente las evidencias.


¿Pero qué cree que es mejor y más efectivo: vacunarse contra una enfermedad o caer enfermo y medicarse entonces contra esa determinada enfermedad?


Depende de cada enfermedad y de cada vacuna, no se puede generalizar. Pero en el caso del coronavirus, por ejemplo, todo apunta de manera muy clara a que es mejor vacunarse que no vacunarse. Las vacunas son los mejores remedios que tenemos en el campo del cuidado de la salud. Por lo general las vacunas son algo absolutamente fantástico.


Peter C. Gøtzsche

ECONOMÍA