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Noticias Amor y Rabia

El desmoronamiento del imperio estadounidense

Published on: jueves, 22 de abril de 2021 // ,


por Chris Hedges


El liderazgo estadounidense ha pasado de una debacle militar a otra, una trayectoria que refleja los tristes finales de otras potencias imperiales históricas.

La derrota de America en Afganistán es uno más de una serie de catastróficos errores militares que presagian la muerte del imperio estadounidense. Con la excepción de la primera Guerra del Golfo, librada en su mayor parte en pleno desierto por unidades mecanizadas que no intentaron, sabiamente, ocupar Irak, el liderazgo político y militar de los Estados Unidos ha pasado de una debacle militar a otra. Corea. Vietnam. Líbano. Afganistán. Irak. Siria. Libia. La trayectoria de los fiascos militares refleja los tristes finales de los imperios chino, otomano, Habsburgo, ruso, francés, británico, holandés, portugués y soviético. Si bien cada uno de estos imperios decayó con sus propias peculiaridades, todos mostraron patrones de disolución que caracterizan el experimento estadounidense.

Helicóptero del Ejército de EEUU cerca de Jalalabad, Afganistán, 5 de abril de 2017

La ineptitud imperial se corresponde con la ineptitud doméstica. El colapso del buen gobierno en casa, con el control de los sistemas legislativo, ejecutivo y judicial tomado por el poder de las corporaciones, asegura que los incompetentes y los corruptos, aquellos dedicados no al interés nacional sino a aumentar las ganancias de la élite oligárquica, conduzcan al país hacia un callejón sin salida. Los gobernantes y los líderes militares, impulsados ​​por intereses personales venales, suelen ser personajes bufonescos en una gran opereta cómica. ¿De qué otra manera pensar en Allen Dulles, Dick Cheney, George W. Bush, Donald Trump o el desventurado Joe Biden? Si bien su vacuidad intelectual y moral es a menudo oscuramente divertida, es asesina y salvaje cuando se dirige contra sus víctimas.

No hay un solo caso desde 1941 en el que se lograse establecer un gobierno democrático mediante golpes de Estado, los asesinatos políticos, el fraude electoral, la propaganda negra, el chantaje, el secuestro, las brutales campañas de contrainsurgencia, las masacres sancionadas por Estados Unidos, la tortura en los agujeros negros globales (se refiere al archipiélago de prisiones secretas o Guatánamos que tiene EEUU repartidos por todo el planeta, AyR), las guerras indirectas o las intervenciones militares llevadas a cabo por el EEUU. Las guerras que duran ya dos décadas en Oriente Medio, el mayor error estratégico en la historia de EEUUs, solo han dejado a su paso un estado fallido tras otro. Sin embargo, nadie en la clase dominante rinde cuentas por ello.

EN EL ATOLLADERO

La guerra, cuando se libra para servir a absurdas ideas utópicas, como por ejemplo implantar un gobierno subordinado a EEUU en Bagdad para convertir a la región, Irán incluido, en protectorados estadounidenses; o como cuando, como ha pasado en Afganistán, no hay visión alguna, y se convierte en un atolladero. La asignación masiva de dinero y recursos al ejército de los EEUU, que incluye la solicitud de Biden de 715.000 millones de dólares para el Departamento de Defensa en el año fiscal 2022, un aumento de 11.000 millones de dólares o un aumento del 1,6% con respecto a 2021, al final no se trata de defensa nacional. El inflado presupuesto militar está diseñado fundamentalmente para evitar que la economía estadounidense colapse, como explicó Seymour Melman en su libro, The Permanente Wr Economy. American Capitalismo in Decline (La economía de la guerra perpetua. El capitalismo americano en declive). Todo lo que realmente hacemos son armas. Una vez que se comprende esto, la guerra perpetua tiene sentido, al menos para quienes se benefician de ella.

Seymour Melman, The Permanente Wr Economy. American Capitalismo in Decline (La economía de la guerra perpetua. El capitalismo americano en declive)

La idea de que EEUU es un defensor de la democracia, la libertad y los derechos humanos sería una gran sorpresa para quienes vieron a sus gobiernos elegidos democráticamente subvertidos y derrocados por EEUU en Panamá (1941), Siria (1949), Irán (1953), Guatemala (1954), Congo (1960), Brasil (1964), Chile (1973), Honduras (2009) y Egipto (2013). Y esta lista no incluye una serie de otros gobiernos que, por despóticos que fueran, como fue el caso de Vietnam del Sur, Indonesia o Irak, fueron vistos como enemigos de los intereses estadounidenses y destruidos, haciendo en cada caso que la vida de sus habitantes fuese incluso más miserable.


Pasé dos décadas en los confines del imperio como corresponsal en el extranjero (el autor, Chris Hedges, es un periodista ganador del Premio Pulitzer que fue corresponsal en el extranjero durante 15 años para The New York Times, donde fue responsable de Medio Oriente y de los Balcanes, AyR). La retórica florida utilizada para justificar el sometimiento de otras naciones para que las corporaciones puedan saquear los recursos naturales y explotar la mano de obra barata es únicamente para el consumo interno. Los generales, agentes de inteligencia, diplomáticos, banqueros y ejecutivos corporativos que administran el imperio encuentran risible esta charla idealista. Desprecian, con razón, a los liberales ingenuos que piden una "intervención humanitaria" y creen que los ideales utilizados para justificar el imperio son reales, que el imperio puede ser una fuerza para el bien. Estos intervencionistas liberales, los idiotas útiles del imperialismo, intentan civilizar un proceso que fue creado y diseñado para reprimir, intimidar, saquear y dominar.

Los intervencionistas liberales, debido a que se envuelven en altos ideales, son responsables de numerosas debacles militares y de política exterior. Los llamamientos de intervencionistas liberales como Barack Obama, Hillary Clinton, Joe Biden, Susan Rice y Samantha Power para financiar a yihadistas en Siria y deponer a Muammar Gaddafi en Libia ha sumido ambos países, como pasó en Afganistán e Irak, en una zona en la que en enfrentan zonas en manos de señores de la guerra. Los intervencionistas liberales son también la punta de lanza en la campaña para aumentar las tensiones con China y Rusia.

Personal del Departamento de Estado de EEUU camino a Trípoli, Libia (18 de octubre de 2011)

Se culpa a Rusia de interferir en las dos últimas elecciones presidenciales en nombre de Donald Trump. Rusia, cuya economía es aproximadamente del tamaño de la de Italia, también es atacada por desestabilizar Ucrania, apoyar a Bashar al-Assad en Siria, financiar el partido Frente Nacional de Francia y piratear computadoras alemanas. Biden impuso sanciones a Rusia, incluidos límites a la compra de deuda soberana recién emitida, como reacción a las acusaciones de que Moscú estaba detrás de el hackeo de SolarWinds Corp. y de haber intentado frustrar su candidatura a la presidencia de EEUU.

Al mismo tiempo, los intervencionistas liberales están orquestando una nueva guerra fría contra China, justificando esta guerra fría porque el gobierno chino estaría llevando a cabo un genocidio contra su minoría uigur, reprimiendo el movimiento prodemocrático en Hong Kong y robando patentes estadounidenses. Al igual que con Rusia, se han impuesto sanciones contra la élite gobernante del país. Estados Unidos también está llevando a cabo maniobras militares provocadoras a lo largo de la frontera rusa y en el Mar de China Meridional.

La creencia central de los imperialistas, vengan encarnados en personajes como Barack Obama o como George W. Bush, es el racismo y el chauvinismo étnico, la noción de que a los estadounidenses se les permite imponer sus "valores" a razas inferiores. y pueblos por la fuerza debido a unos atributos superiores. Este racismo, llevado a cabo en nombre de la civilización occidental y su corolario de la supremacía blanca, une a los rabiosos imperialistas e intervencionistas liberales de los partidos Republicano y Demócrata. Es la enfermedad fatal del imperio, capturada en la novela The Quiet American (El americano tranquilo) de Graham Greene y The English Patient (El paciente inglés) de Michael Ondaatje .

9 de agosto de 1998: Embajada de Estados Unidos en Nairobi (Kenia) 
después del ataque con bombas.   

Los crímenes del imperio siempre generan contraviolencia que luego se utiliza para justificar formas más duras de represión imperial. Por ejemplo, EEUU secuestró sistemáticamente a yihadistas islámicos que luchaban en los Balcanes entre 1995 y 1998. Fueron enviados a Egipto -(muchos eran egipcios) donde fueron salvajemente torturados y normalmente ejecutados. En 1998, el Frente Islámico Internacional para la Jihad dijo que llevaría a cabo un ataque contra EEUU después de que los yihadistas fueran secuestrados y trasladados a agujeros negros desde Albania. Cumplieron su amenaza de hacer explotar camiones bomba masivos en las embajadas de EEUU en Kenia y Tanzania que dejaron 224 muertos. Por supuesto, las “entregas extraordinarias” de la CIA no terminaron ni tampoco los ataques de los yihadistas.

MICRO-MILITARISMO

Nuestros fiascos militares de décadas, una característica de todos los imperios tardíos, se llaman "micromilitarismo". Los atenienses se dedicaron al micromilitarismo durante la Guerra del Peloponeso (431-404 a. C.) cuando invadieron Sicilia, sufriendo la pérdida de 200 barcos y miles de soldados. La derrota desencadenó revueltas exitosas en todo el imperio ateniense.

El imperio romano, que en su apogeo duró dos siglos, creó una máquina militar que, como el Pentágono, era un estado dentro de otro estado. Los gobernantes militares de Roma, dirigidos por Augusto, extinguieron los restos de la anémica democracia de Roma y marcaron el comienzo de un período de despotismo que vio al imperio desintegrarse bajo el peso de extravagantes gastos militares y corrupción.

El imperio británico, después de la locura militar suicida de la Primera Guerra Mundial, terminó en 1956 cuando atacó a Egipto en una disputa por la nacionalización del Canal de Suez. Gran Bretaña se vio obligada a retirarse humillada, empoderando a líderes nacionalistas árabes como Gamal Abdel Nasser de Egipto y condenando el dominio británico sobre las pocas colonias que le quedaban. Ninguno de estos imperios se recuperó.

"Si bien los imperios en ascenso suelen ser juiciosos, incluso racionales en su aplicación de la fuerza armada para la conquista y el control de los dominios de ultramar, los imperios que se desvanecen se inclinan a demostraciones de poder mal consideradas, soñando con audaces golpes maestros militares que de alguna manera recuperarían el prestigio y el poder perdidos", escribe el historiador Alfred W. McCoy en su libro In the Shadows of the American Century: The Rise and Decline of US Global Power (A la sombra del siglo estadounidense: el auge y la decadencia del poder global de EEUU): "A menudo irracionales incluso desde un punto de vista imperial, estas operaciones micromilitares pueden producir gastos hemorrágicos o derrotas humillantes que tan sólo aceleran el proceso que ya está en marcha".

Alfred W. McCoy: In the Shadows of the American Century: The Rise and Decline of US Global Power (A la sombra del siglo estadounidense: el auge y la decadencia del poder global de EEUU)

Cuanto peor se ponen las cosas en casa, más necesita el imperio fabricar enemigos por dentro y por fuera. Ésta es la verdadera razón del aumento de las tensiones con Rusia y China. La pobreza de la mitad de la nación y la concentración de la riqueza en manos de una pequeña camarilla oligárquica, el asesinato desenfrenado de civiles desarmados por la policía militarizada, la rabia contra las élites gobernantes, expresada con casi la mitad del electorado votando por un estafador y demagogo y una turba de sus partidarios asaltando el capitolio, son los signos internos de la desintegración. La incapacidad de los servicios nacionales de salud con fines de lucro para hacer frente a la pandemia, la aprobación de un proyecto de ley de ayuda de Covid y la propuesta de un proyecto de ley de infraestructura que entregaría la mayor parte de unos 5 billones de dólares a las corporaciones mientras arrojaban migajas (cheques únicos de 1.400 dólares) a una ciudadanía en graves problemas financieros, solo acelerará ese declive.


Febrero de 2018: Manifestación de Teens For Gun Reform tras el tiroteo en la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas en Parkland, Florida

Debido a la pérdida de trabajos con presencia sindical, la disminución real de los salarios, la desindustrialización, el subempleo y el desempleo crónicos y los programas de austeridad represores, el país está plagado de un conjunto de enfermedades desesperantes que incluyen adicciones a los opioides, alcoholismo, suicidios, juegos de azar y depresión, obesidad mórbida y tiroteos masivos: desde el 16 de marzo, EEUU ha tenido al menos 45 tiroteos masivos, incluidas ocho personas muertas en una instalación de FedEx de Indiana el viernes, tres muertos y tres heridos en un tiroteo en Wisconsin el domingo, y otros tres muertos en un tiroteo en Austin el domingo. Estas son las consecuencias de una sociedad profundamente inquieta.

La fachada del imperio es capaz de enmascarar la podredumbre dentro de sus cimientos, a menudo durante décadas, hasta que, como vimos con la Unión Soviética, el imperio parece desintegrarse repentinamente. La pérdida del papel del dólar como moneda de reserva mundial probablemente marcará el capítulo final del imperio estadounidense. En 2015, el dólar representaba el 90% de las transacciones bilaterales entre China y Rusia, un porcentaje que desde entonces ha caído a alrededor del 50%. El uso de sanciones como arma contra China y Rusia empuja a estos países a reemplazar el dólar con sus propias monedas nacionales. Rusia, como parte de este alejamiento del dólar, ha comenzado a acumular reservas de yuanes.

La pérdida del dólar como moneda de reserva mundial aumentará instantáneamente el costo de las importaciones. Dará lugar a un desempleo de los niveles de la era de la Depresión. Obligará al imperio a contraerse drásticamente. A medida que la economía empeore, alimentará un hipernacionalismo que probablemente se expresará a través de un fascismo cristianizado. Los mecanismos, ya establecidos, para el control social total, la policía militarizada, la suspensión de las libertades civiles, la vigilancia gubernamental total, las leyes de "terrorismo" mejoradas que llevan a la gente al sistema penitenciario más grande del mundo y la censura supervisada por los monopolios de los medios digitales se consolidarán sin problemas en un estado policial. Las naciones que caen en crisis tan severas buscan desviar la ira de una población traicionada hacia chivos expiatorios extranjeros. China y Rusia se utilizarán para cumplir ese papel.

La derrota en Afganistán es una historia familiar y triste, una historia que padecen todos aquellos cegados por la arrogancia imperial. La tragedia, sin embargo, no es el colapso del imperio estadounidense, sino que, sin la capacidad de llevar a cabo una autocrítica y una autocorrección, mientras muere, atacará con una furia ciega e incipiente a inocentes en el país y en el extranjero.

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