Virus Z: un experimento mental
Published on: sábado, 3 de julio de 2021 //
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Lo sorprendente de nuestro experimento mental es la poca información confiable que tenemos sobre la transmisibilidad de nuestro hipotético Virus Z y las consecuencias a largo plazo de sus mutaciones.
por Charles Hugh Smith
Hagamos un experimento mental con un virus hipotético que llamaremos Virus Z, una variedad respiratoria común y corriente no muy diferente de otros virus que son
1) muy pequeños;
2) mutan rápidamente y
3) infectan células humanas y modifican la maquinaria celular para producir más partículas virales.
Al igual que otros virus, el Virus Z mejora continuamente las probabilidades de su replicación futura mediante la selección natural de cualquier mutación que mejore sus capacidades de replicación. Dado que los virus necesitan células huésped para replicarse, las ventajas clave seleccionadas mediante la mutación son aquellas que permitan evadir las respuestas inmunitarias a los virus invasores de los huéspedes.
Como en todos los organismos en los que surgen mutaciones que facilitan la reproducción y eventualmente la propagación a través de las instrucciones genéticas del organismo, la selección natural en las mutaciones de los virus no es teleológica, lo que quiere decir que el proceso evolutivo no tiene un objetivo establecido, más allá de todo aquello que sea ventajoso para adaptarse a un entorno concreto.
Para usar una analogía del rugbi, las mutaciones virales no tienen el objetivo de avanzar 10 metros para anotarse un tanto y continuar hasta cruzar la línea de gol. Se conserva cualquier mutación que ayude al virus a evitar ser atacado por el sistema inmunológico del huésped, ya que los virus que son atacados y devorados por el sistema inmunológico ya no se replican, mientras que el virus que logra evadir el sistema inmunológico continúa replicándose. Cualquier mutación que le permita evadir ser atacado se conservará en la codificación genética de todos los virus futuros.
En nuestro experimento mental, el Virus Z es un virus respiratorio novedoso, es decir, se propaga a través de partículas de humedad exhaladas por huéspedes humanos, por lo que la mayoría de los huéspedes humanos no tienen una inmunidad natural porque el sistema inmunológico de su cuerpo nunca lo ha encontrado antes. Como resultado, muchas personas expuestas al Virus Z enferman porque el virus desencadena una respuesta inmunitaria (inflamación, fiebre, congestión) que interrumpe varios procesos (el de absorción de oxígeno, la digestión, etc.)
Como muchos otros patógenos, el virus Z provoca la muerte de algunas personas infectadas con sistemas inmunitarios afectado por otras afecciones o debilitados. En nuestro experimento mental, el Virus Z provoca la hospitalización de un porcentaje de personas infectadas y la muerte de alrededor del 2% de todas las personas que contraen la enfermedad.
Esta no es una tasa excepcional en la historia de la humanidad y, como muchos otros patógenos, el Virus Z tiende a enfermar a los ancianos y otras personas frágiles que tienen sistemas inmunológicos menos robustos.
Sin embargo, el 2% no es cero, por lo que la biociencia desarrolla una vacuna contra el virus Z que reduce con éxito la gravedad de la enfermedad y, naturalmente, reduce la tasa de muertes por la enfermedad viral.
La vacuna se prueba para comprobar una cosa: ¿reduce la gravedad de la enfermedad o no? Como resultado de este objetivo y del protocolo usado en los tests, se desconoce si el virus puede permanecer activo a un bajo nivel en las personas vacunadas y ser transmisible a otras personas.
En otras palabras, se desconoce si algunas personas vacunadas pueden ser contagiosas aunque no presenten síntomas de enfermedad.
Así como las vacunas contra la gripe no son efectivas al 100% contra todas las cepas de la gripe, resulta que la vacuna contra el Virus Z es muy eficaz para reducir las probabilidades de contraer el virus y la gravedad de cualquier enfermedad posterior, pero no reduce a cero ni la transmisibilidad ni el número de personas que se enferman a pesar de estar vacunados.
Dado que no es práctico hacer tests constantemente a todas las personas vacunadas, se desconoce el número de personas vacunadas que aún albergan niveles bajos de virus sin síntomas (es decir, vacunados asintomáticos). Un individuo vacunado puede estar libre de virus pero luego ser reinfectado por exposición a una nueva variante que sobrevive al ataque inmunológico pero no genera síntomas.
Entonces, en este grupo de X individuos vacunados, el virus continúa mutando, y las mutaciones que ayudan al virus a evadir el sistema inmunológico que ha sido mejorado por la vacuna del huésped son aquellas mutaciones que se conservan, ya que los virus que son atacados por el sistema inmunológico ya no se replican, mientras que aquellos con la mutación que permite evitarlo continúan replicándose.
Los virus que evaden a los atacantes del sistema inmunológico también pasan el proceso de selección natural para mejorar su transmisibilidad, lo que significa que aquellos con transmisibilidad limitada no infectan a otros huéspedes, mientras que aquellos con transmisibilidad mejorada (es decir, son más contagiosos) se propagan con relativa facilidad a otros huéspedes, tanto vacunados como no vacunados, ya que la vacuna suprime la transmisibilidad pero no la reduce a zeeo.
Como el objetivo del programa de vacunación era reducir el número de personas que enferman gravemente y requieren hospitalización, el sistema solo tiene en cuenta a las personas que enferman lo suficiente como para requerir hospitalización: las personas hospitalizadas se separan en dos campos, los no vacunados y los vacunados.
Como era de esperar, la mayoría de las personas hospitalizadas de gravedad no están vacunadas, ya que la vacuna redujo de manera efectiva el número de personas que desarrollaron casos graves después de contraer la enfermedad.
Lo que la vacuna no hace es reducir a cero el número de personas vacunadas que contraen la enfermedad, ni reduce a cero la transmisibilidad del virus entre los portadores vacunados .
Esto significa que un porcentaje desconocido (desconocido porque no es práctico realizar tests rutinarios a decenas de millones de personas) de personas vacunadas se convierten en portadoras del virus. Un porcentaje desconocido contraerá la enfermedad, pero no de forma lo suficientemente grave como para requerir hospitalización, por lo que el sistema no los tendrá en cuenta. Unas pocas requerirán hospitalización y se contarán como "casos irruptivos", es decir, individuos vacunados que contrajeron el virus, enfermaron y requirieron hospitalización.
Pero debido a que el sistema no tiene en cuenta a las personas vacunadas que enferman y se quedan en casa, el número de "casos irruptivos" registrados oficialmente es un número inferior al total.
Dado que relativamente pocas personas vacunadas que están enfermas en casa irán a un centro de tests para confirmar que tienen el virus Z, se desconoce el número total de personas vacunadas que son portadoras (es decir, contagiosas) y que enfermaron lo suficiente como para tener que quedarse en casa.
Como muchos otros virus, el virus Z desencadena síntomas de debilidad a largo plazo en un porcentaje de los que se enferman y, de estos, un porcentaje de esos efectos a largo plazo es sufrido por personas cuya enfermedad fue relativamente leve. Dado que no es práctico realizar tests rutinarios a decenas de millones de personas vacunadas, se desconoce el número de personas que contrajeron la enfermedad y experimentan síntomas debilitantes a largo plazo.
Lo que sí sabemos a través de un seguimiento cuidadoso de los contactos es que un individuo vacunado transmitió el virus a otras 20 personas, tanto no vacunadas como vacunadas, en un encuentro en un espacio cerrado, y esta variante es genéticamente distinta del Virus Z inicial .
Esto es preocupante, ya que la transmisibilidad de un virus es más peligrosa que la tasa de mortalidad de los infectados. Si un virus de baja transmisibilidad provoca la muerte del 5% de los que contraen la enfermedad y enferman 1.000 personas, morirán 50 de los afectados. Un virus altamente transmisible con una tasa de mortalidad del 2% puede parecer menos peligroso, pero si enferman 100.000 personas y el 2% muere, son 2.000 personas las que perdieron la vida.
Dado que el virus ha mutado en un número X de individuos vacunados en una tasa de mutación típica de los virus (es decir, una tasa alta), un número pequeño pero significativo de estos millones de mutaciones ayudan al virus mutado a evadir tanto el sistema inmunológico del huésped como aquellas ayudas que haya dado la vacuna.
Dentro de este grupo de mutaciones que eludieron a los atacantes del sistema inmunológico, aquellas mutaciones que también mejoran la transmisibilidad se propagan rápidamente a otros huéspedes humanos, tanto no vacunados como vacunados, dependiendo de la efectividad relativa de la vacunación en cada individuo, la robustez relativa de su sistema inmunológico y una variedad de otros factores complejos, como la inmunidad natural parcial, la exposición a variantes previas del Virus Z, etc.
Dentro de este grupo de mutaciones que mejoran la transmisibilidad, algún porcentaje aumentará la transmisibilidad a individuos más jóvenes y sanos que eran menos susceptibles al Virus Z inicial.
Lo sorprendente de nuestro experimento mental es la poca información confiable que tenemos sobre la transmisibilidad de nuestro hipotético Virus Z y las consecuencias a largo plazo de sus mutaciones. Lo sorprendente es la cantidad de datos importantes que se desconocen, se recopilan al azar o son tan incompletos que inducen a error.
La ciencia no puede avanzar si los datos no están disponibles, no son confiables o si se recopilan de manera tan selectiva que son engañosos. Lo sorprendente de nuestro experimento mental es lo poco que se sabe de manera confiable sobre la transmisibilidad del virus Z, su virulencia o efectos a largo plazo.