Una perspectiva anarquista de los pasaportes, vacunas y códigos QR contra el Coronavirus
13 de octubre de 2021
Nos gustaría hacer algunos comentarios desde una perspectiva anarquista sobre la situación actual en Suiza (y de manera similar en algunos lugares de Europa) sobre el tema de las medidas contra el Coronavirus, el certificado COVID, así como la ciencia y las vacunas.
Durante demasiado tiempo han faltado voces críticas de los círculos anarquistas o antiautoritarios en Suiza. Ahora ha llegado el momento de hablar y actuar. El Estado nos asegura que tiene la solución para volver a la normalidad. Pero quizás hayamos olvidado que hace mucho las anclas de esta seguridad, de esta normalidad, se sentían como cadenas que había que romper para dirigir el barco hacia la anarquía (algo que, afortunadamente, sigue siendo relevante para muchos); siendo conscientes de que sería un mar tormentoso, pero nos llevaría hacia un horizonte de libertad desconocido.
Pero ahora muchos, demasiados, se lanzan a los botes salvavidas, reman, regresan a tierra, melancólicos de nuestras felices islas de antagonismo, y aceptan la normalidad que les ofrece el estado.
SOBRE LA SOLIDARIDAD Y LA HIPOCRESÍA
Desde el brote del coronavirus, "solidaridad" parece ser la nueva palabra de moda en la sociedad capitalista. Solidaridad que nos exigen los mismos estados que hacen guerras, matan gente en el Mediterráneo, en las fronteras y en las cárceles, y construyen fortalezas de las que hay que excluir a los pobres.
Esta solidaridad la propagan las mismas empresas farmacéuticas que siempre anteponen las ganancias a las vidas humanas, que han hecho tal cantidad de cosas repugnantes que sus "buenas acciones" llenarían libros. Todos esos "apóstoles morales"hipócritas que nos gritan por miedo a perder su cómoda vida y hablan de solidaridad, mientras se han pasado toda su vida mirado con indiferencia (e incluso aplaudido) cuando la gente pasa hambre, es explotada, torturada, sufren guerras y la destrucción de sus hogares, solo para que podamos consumir de todo aquí, en cualquier momento, en las ricas regiones europeas, con la mayor comodidad posible, y para que podamos viajar a donde queramos. Todos estos hipócritas exigen ahora solidaridad.
¿Qué tipo de solidaridad es esa? ¿Solidaridad con una sociedad basada en la opresión y la explotación? ¿Solidaridad con quién, para quién? Esta solidaridad no puede ser el mismo tipo de solidaridad que queremos construir. La solidaridad no puede ser impuesta por los estados ni surgir mediante presiones morales y sociales. Porque entonces la solidaridad se convierte en hipocresía. La solidaridad depende del contexto, y de la cosmovisión y las ideas que la gente comparte -o no.
Incluso partes de la "izquierda radical" que se orientan hacia la socialdemocracia han adoptado la misma idea de "solidaridad" difundida por los estados y están pidiendo "confinamientos solidarios" o "#Stayathome" (Permanece en casa, AyR), el uso de certificados Covid y la vacunación. En estas llamadas al confinamiento, a vaciar las calles y usar códigos QR y certificados COVID, no hay lugar para prácticas como conectar con los en resistencia al sistema y los oprimidos, a conspirar y organizarnos juntos practicando la solidaridad diaria, o llevando nuestras ideas y prácticas a las tensiones y conflictos sociales existentes, en un momento en que la sociedad capitalista está en crisis o reestructurándose.
Mientras "nosotros" #NosQuedamosEnCasa, el Estado ofrece la única alternativa para salir del confinamiento, encargándose de administrar la situación actual y organizando la "solidaridad", con "nuestro" consentimiento tácito. ¿Desde cuándo delegar nuestra capacidad de actuación y decisión, especialmente al Estado, ha sido parte de la caja de herramientas anarquista? El vacío dejado por la "izquierda radical" al no criticar las medidas estatales y no resistirlas está llenándose actualmente de forma mayoritaria por propaganda fascista y reaccionaria.
En este contexto, nos preguntamos si las personas de los círculos de la "izquierda radical" son conscientes de las consecuencias reales de las consignas que utilizan a menudo. "Contra el capitalismo", "Contra las autoridades", "por una vida autoorganizada y autodeterminada" (para algunos también "por la destrucción del estado, las fronteras y las cárceles"). ¿Son cosas por las que la gente quiere luchar y que defienden siempre, pase lo que pase, o son palabras vacías que quedan muy bien en pegatinas o camisetas y son solo una parte necesaria de una subcultura?
Porque, queridos, la lucha por otro mundo, una revolución o lograr momentos revolucionarios, en la vida real, probablemente será tan hermosa y llena de emociones, pero también estará llena de sufrimiento, momentos difíciles, pérdidas, y nos sacará de nuestras zonas de confort. Sugerir #Stayathome o confinarse y depender de las medidas prescritas por el Estado no es, en nuestra opinión, un buen comienzo si queremos aprender a luchar, llevar una vida autodeterminada y autoorganizada y cómo apoyarnos los unos a los otros en "tiempos de crisis".
Es importante para nosotros mencionar cómo los círculos de la "izquierda radical" están respondiendo a las actuales protestas contra las medidas del Estado contra el Coronavirus. La "revolución social", los "movimientos sociales" u otros momentos de conflicto social son protagonistas en algunos de nuestros discursos, textos e ideas, pero ahora la gente está saliendo a protestar a las calles y no participamos por la presencia de imbéciles fascistas o nacionalistas. Sí, este es un punto de discusión importante y creemos que deberíamos pensar juntos sobre cómo podemos abordarlo. Pero, ¿hemos pensado alguna vez en el significado de conflicto "social"? Afortunadamente, al menos nosotros (quienes escribimos este texto) no vemos un conflicto "social" como un conflicto en el que la totalidad de las personas involucradas son nuestros individuos perfectos, idealizados, revolucionarios que comparten nuestros mismos conceptos, ideas y perspectivas. Estas luchas surgen en la sociedad en la que vivimos, con todas sus contradicciones y fuera de las burbujas que nos gusta crearnos. De repente nos damos cuenta de que no estamos acostumbrados a lidiar con estas contradicciones. Este es un callejón sin salida, un obstáculo que queremos superar para llevar nuestras ideas, nuestras críticas y nuestras prácticas a la calle, a la gente, con todas sus contradicciones y fuera de las burbujas que nos gusta crearnos.
Desde las protestas de los Gilet Jaunes (Chalecos amarillos, AyR) en Francia hasta los levantamientos de Gezi en Turquía, un gran número de personas participó y sigue participando en estas luchas, en las que en un principio también influyeron fuerzas fascistas, burguesas y conservadoras. La presencia y determinación de compañeros con ideas revolucionarias en las calles, dentro de estas luchas, ha ayudado a hacer retroceder y aislar estas fuerzas.
En Suiza también vemos la presencia de antifascistas en la calle. Organizan contramanifestaciones y acciones contra las medidas contra el Coronavirus y protestas contra las vacunas sin tomar una postura crítica hacia las restricciones y medidas del estado, que conducen a una mayor vigilancia y control. Estos "antifascistas" tienden a generalizar y afirman que cualquiera que esté con los fascistas es también fascista, o al menos que son "teóricos conspiranoicos irracionales". Con estas generalizaciones, estigmatizaciones y banalizaciones de todas las personas que participan en estas protestas, toman una posición ante la presencia de fascistas en estas protestas que es incómodamente similar a la del Estado. En nuestra opinión, debemos enfrentarnos a los fascistas y al mismo tiempo expresar una postura crítica hacia las medidas impuestas por el Estado.
Creemos que debemos construir medios para estar presentes en estas protestas o al menos tener nuestras propias iniciativas para desenmascarar a los reaccionarios y fascistas. Queremos poder aplicar nuestra perspectiva anarquista a esta situación dentro de las diversas formas de conflicto y práctica y dejando claro lo que defendemos (con esto queremos decir que no queremos solo dedicarnos a seguir las protestas y esperar que los grupos y las personas que en ellas participan nos pidan que hagamos algo para poder reaccionar, sino tener nuestras propias prácticas y posiciones utilizando el conocimiento que tenemos). Cómo lograrlo es, por supuesto, tema de mucha discusión, pero discusiones que nos gustaría tener y probar. Eso podría ponernos en una situación en la que estaría más definido quienes podríamos tener como cómplices y a quienes podríamos tener como enemigos.
LA NEUTRALIDAD DE LA CIENCIA
La idea de la neutralidad de la ciencia es una historia traicionera. La ciencia se desarrolla en determinadas condiciones sociales, culturales y económicas, por lo que de ningún modo puede ser neutral, como tampoco lo son muchas otras estructuras. En la lógica científica y en la medicina occidental existe un paradigma estandarizado que convierte a las personas en objetos medibles e ignora todas las diferencias, historias, emociones y las condiciones y el entorno en el que se vive. La ciencia occidental ha logrado establecerse como la verdad general, neutral y única posible. Al desplazar enfoques alternativos al conocimiento, puede mantener su dominio.
La ciencia no es estática y cambia constantemente. ¿Quién financia la investigación, con qué finalidad, en qué momento...? Todas las empresas involucradas en la investigación y distribución de vacunas, biotecnologías, ingeniería genética, nanotecnología, tecnologías digitales y robótica, están estrechamente vinculadas, movilizando dinero y recursos de un lado a otro y promoviendo sus intereses siguiendo las reglas de la economía capitalista. ¡Esto no es nada nuevo! En realidad, es una vieja historia, y el avance de la ciencia y la biomedicina está estrechamente relacionado con la explotación, el colonialismo, la dominación occidental y las prácticas imperialistas patriarcales. No es particularmente difícil encontrar estas conexiones en la historia, así como tampoco es difícil encontrar la historia de la resistencia y el sabotaje contra ellos.
Lo que quizás sea nuevo para nosotros es el hecho de que las críticas a las vacunas contra el Coronavirus o la ingeniería genética reciben inmediatamente la etiqueta acrítica de "Negacionistas"o "conspiranoicos", lo que elimina y silencia cualquier posible resistencia a las mismas. Se está creando un peligroso nuevo dualismo y una división dentro de la sociedad (incluso dentro de nuestros propios círculos) que crean conflictos que solo sirven al Estado. Porque los conflictos permanecen horizontales en lugar de volverse verticales. Cualquier crítica que se le haga, no importa por quién y desde qué círculos, incluso si ha sido parte de las luchas de los compañeros en diferentes lugares durante años (tomemos como ejemplo la consideración crítica de las bio- y nanotecnología, o a la digitalización de la sociedad), ahora todo eso está incluido en el "Negacionismo", el "Conspiracionismo", e identificado a las ideas fascistas, reaccionarias y nacionalistas. No es sorprendente que esta división ha sido fomentada por el Estado y los medios de comunicación. Pero esta división fue asumida e integrada dentro de la izquierda extraparlamentaria
Hoy, la "guerra contra el virus" es la ocasión perfecta para probar nuevas tecnologías, avanzar en la digitalización, el control y la vigilancia, cerrar fronteras y ampliar el acceso Estatal y capitalista al cuerpo humano. Las incertidumbres y los miedos que genera esta "crisis" y que promueven los Estados, los medios de comunicación y los expertos hacen que la gente se vaya acostumbrando y vaya aceptando, lenta y silenciosamente, circunstancias que muchos (al menos nosotros) habríamos considerados impensables hace tan solo unos meses. A esto hay que añadir, además, el aspecto económico que tienen algunas de las empresas involucradas en la investigación, producción y distribución de vacunas, tests y fármacos, sin olvidar las inversiones en el desarrollo de soluciones digitales de "contención" del virus, que se beneficiarán enormemente de esta situación. Una gran cantidad de dinero y recursos se han invertido en la investigación y, de repente, aparecen todas estas oportunidades para tecnologías que estaban restringidas hace no mucho tiempo. Otro aspecto económico es que toda esta tecnología e investigación está impulsando el desarrollo de nuevos sectores que ayudarán a estimular el crecimiento económico y restablecer la normalidad en la sociedad capitalista.
Una sociedad capitalista excesivamente dañina para el medio ambiente que ha destruido en el pasado y presente todo aquello que se interponía y se interpone en su camino, con monocultivos, deforestación, agricultura intensiva, globalización, explotación extrema de la vida humana, la naturaleza y todos los seres vivos... Todo esto ha sentado las bases perfectas para que se desarrolle este virus (y muchas otras enfermedades), y la vacuna no cambia esa dirección, es tan solo un parche a pegar en una sociedad enferma. Todos estos desarrollos deben ser vistos siempre con un sano escepticismo y crítica, y en nuestra crítica radical queremos decir que debemos ir más allá de la vacuna y expresarnos sobre las condiciones en las que vivimos y que favorecen la propagación de enfermedades.
Preguntas como: ¿En qué tipo de mundo queremos vivir? Mientras vivamos habrá enfermedades, virus y muerte, ¿cómo queremos afrontarlo? ¿Es el mundo en el que queremos vivir un mundo en el que todo el mundo es visto solo como un peligro y queremos separarnos y distanciarnos unos de otros cada vez más, desconfiar constantemente, queremos controlarnos y vigilarnos unos a otros? El contacto interpersonal es necesario para vivir y sobrevivir. Renunciar a ella significa renunciar a la vida.
TECNOLOGÍA GENÉTICA Y UNA VIDA AUTODETERMNADA
Las vacunas contra el Coronavirus son las denominadas ARNm o vacunas vectoriales, pertenecen a la categoría de vacunas genéticas. Por tanto, nos ocupamos de la investigación genética, la ingeniería genética y la biotecnología. La investigación en esta área se ha estado realizando durante varios años. Sin embargo, estas vacunas de ARNm se aprobaron por primera vez en 2020 debido a la "urgencia" de encontrar una vacuna que protegiera contra el virus Covid-19. El tiempo de investigación y prueba de tales tecnologías se ha reducido enormemente y no hay posibilidad de ir a los tribunales por sus posibles consecuencias a largo plazo.
No es tan absurdo que la gente sea escéptica o tenga una actitud crítica al respecto. Y no debería sorprendernos que muchas personas de los círculos anarquistas y antiautoritarios adopten una postura crítica con respecto a la investigación genética, la biotecnología o el progreso técnico y médico. El avance de la ciencia biomédica tiene como objetivo extender la vida hasta el infinito, a cualquier precio. Las personas se están convirtiendo en consumidores de soluciones médico-técnicas y poco a poco están perdiendo el contacto con sus propios cuerpos y con la naturaleza.
La genética y la biotecnología surgen de la necesidad de un mundo patriarcal y capitalista de controlar, estandarizar y perfeccionar todo. En este momento, como en otros momentos de la historia, una supuesta crisis, una amenaza, se utiliza como una oportunidad para probar en muchas áreas de la vida nuevas tecnologías en el cuerpo humano y en la sociedad. En otras situaciones, probar estas tecnologías habría encontrado más resistencia y habría llevado más tiempo. Así se ha forzado la aceptación de estas tecnologías.
Sin embargo, si una persona decide vacunarse o no: ¡mi cuerpo, mi decisión! es algo que se aplica ayer, se aplica hoy y también se aplicará a nosotros mañana. Seguimos defendiendo la idea de que cada persona (en el mejor de los casos en un contexto colectivo) decide qué le sucede a su propio cuerpo. No hay ninguna razón (y esto también es cierto en relación con la salud) por la que las personas deban verse privadas de la capacidad de decidir sobre sus propios cuerpos, y ciertamente no por un Estado o presiones sociales. Los problemas que rodean el control de nuestro propio cuerpo y salud son de gran importancia y podría y debería haber un intercambio de ideas y discusión en nuestros círculos. También creemos que queremos intentar averiguar cómo podemos abordar estos problemas de una manera autodeterminada. Lo que ha estado sucediendo recientemente en algunos espacios de la "izquierda radical", en casas okupadas, lugares de reunión y centros sociales, no ha funcionado en este sentido. Los espacios que se describen a sí mismos como autoorganizados se han sometido a las medidas del estado y requieren de las personas el certificado Covid o varias G (probadas, curadas o vacunadas (se refiere a las llamadas 3 Gs en el espacio lingüístico germánico: Geimpft, Genessen, Getested, AyR)). Algunos incluso llegan a decir que las personas sin el certificado Covid no pueden ingresar ni permanecer en estos lugares, o aconsejan a las personas que se vacunen. Llamar a estos actos solidaridad o responsabilidad es algo engañoso. La reproducción e implementación de las reglas decretadas por el Estado, especialmente si implican tener que registrarse en algún sitio, la división de personas en grupos separados, más control, confinamiento- es cumplir las reglas delEstado, algo que también puede verse como simple obediencia.
NUEVAS TECNOLOGÍAS PARA LA VIGILANCIA Y EL CONTROL
El certificado Covid es solo el último desarrollo de un proceso que eventualmente podría permitir la vigilancia completa de grupos y áreas enteras de la sociedad. No solo en el sentido de represión, sino también económicamente: "Big Data" -la cantidad de datos que producimos todos los días con la ayuda de muchas herramientas digitales que deben ser categorizadas, analizadas, etc., para que se puedan obtener ganancias de ella- es una de las "Materias primas" más nuevas del futuro en la que se centran muchos intereses. Una crítica anticapitalista debería tener esto en cuenta.
Actualmente se están produciendo grandes avances en las áreas de digitalización, control y seguimiento.
Las aplicaciones, que todos debemos instalar en nuestros smartphones y revelar los datos de nuestros movimientos y ubicación, la creciente posibilidad de transmitir estos datos y metadatos en tiempo real, la videovigilancia, el rastreo de contactos, todo esto es parte de un desarrollo cada vez más generalizado y estandarizado de tecnologías de vigilancia. Al igual que la recientemente aprobada Ley de Terrorismo (PMT, medidas policiales para combatir el terrorismo (se refiere a la nueva legislación antiterrorista aprobada recientemente en Suiza aprobada el 13 de junio de 2021, AyR)), el certificado COVID permite el control y vigilancia de una parte cada vez mayor de la población. El ser humano se convierte en un conjunto de datos que se pueden controlar y gestionar. Y con la justificación de la amenaza (sean virus, terroristas, o el colapso de la economía), la gente debe someterse al control, el autocontrol y la vigilancia. Por el "bien" de todos. Un sueño para los Estados y para todos aquellos que tengan interés en asegurar que todos los ámbitos de la vida puedan ser controlados, analizados y capitalizados. Ante la amenaza de un virus, una crisis o el terrorismo, estas tecnologías se pueden utilizar más rápidamente, de manera legítima, y sin el consentimiento de una población. Por cierto, esto incluye también medios que fascistas y derechistas están felices de usar una y otra vez. Se legitima la llamada a usar estos medios contra los migrantes, los grupos "marginales" de la sociedad, las personas y grupos resistentes y rebeldes, pero por supuesto no contra ellos mismos. Por eso consideramos oportunistas e hipócritas las apelaciones derechistas y fascistas a la libertad.
Avanzan los códigos y certificados QR, el registro de personas y la constante recopilación de datos, el lento proceso de acostumbrarse a la digitalización de nuestras vidas y la vigilancia integral y constante. Las medidas COVID (cierres de fronteras, aplicaciones COVID, certificados COVID,...) llevan implícitos problemas como el control de cuerpos y movimientos, la digitalización y registro de personas a un nuevo nivel y una velocidad deslumbrante. El estado de salud de las personas, dónde y cuándo se encuentran, con quién viajan, se registra en forma de datos y se hace controlable. El certificado Covid es una continuación de la flagrante interferencia e interferencia del Estado en nuestras vidas, como lo es la Ley de Terrorismo (PMT) recientemente aprobada. No podemos aceptar todo esto en silencio.
Por todas estas razones y muchas más...
Contra las medidas estatales COVID, contra el certificado COVID, contra el control y la vigilancia
Por una vida autodeterminada, por la libertad, por la anarquía