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Del feudalismo al neofeudalismo (1): Pasado y Presente

Published on: viernes, 19 de noviembre de 2021 // ,


Reflexiones sobre la revuelta de los campesinos británicos en 1381

por Simon Elmer

Este artículo, publicado en 2017 en el 27º aniversario del ataque del Servicio de Policía Metropolitana a la manifestación contra el Poll Tax en Londres el 31 de marzo de 1990, está dedicado a Ian Bone, guerrero de la lucha de clases y camarada. Las ilustraciones de la revuelta de los campesinos son de Clifford Harper.

Cuando se mira hacia atrás a un suceso histórico, es útil comparar las condiciones sociales en las que ocurrió con las de la actualidad pero no para mostrar lo avanzada, justa, igualitaria, más rica y democrática que es la sociedad bajo el capitalismo, como inevitablemente hacen nuestras lecciones de historia, sino para revelar cuán imprevisibles, injustas, explotadoras, empobrecidas y elitistas son nuestras actuales estructuras económicas, políticas y legales.

En Inglaterra, extranjeros sorprendidos por nuestra arraigada estructura clasista nos dicen constantemente que si sobrevive es porque nunca tuvimos una revolución social, como la que tuvieron América del Norte, Francia o incluso Alemania, y aún menos revoluciones como las de Rusia o China, y por lo tanto conservamos el anacronismo de una monarquía, aunque sea bajo una democracia parlamentaria. Es un poco extraño que tanta gente, y no solo del extranjero, desconozcan que en 1640 Inglaterra tuvo la primera revolución de cualquier nación moderna, casi 150 años antes de la Revolución Francesa, que también fue una revolución de las clases medias, y que dio origen a nuestro actual sistema de monarquía constitucional tras la Restauración del rey Carlos II en 1660. Sin embargo, la Revuelta de los Campesinos de 1381 fue el primer levantamiento a gran escala de las clases trabajadoras inglesas, mucho antes incluso de la Revolución Inglesa, y, por lo tanto, fue el suceso social más importante que sucedió en Inglaterra durante la Edad Media; en este centenario de la Revolución Rusa me he dedicado a mirar las condiciones de las que surgió esa revuelta, en lugar de esos diez días de octubre de 1917, y las he comparado con la Inglaterra del presente.

El Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte es ahora el país más desigual de Europa y uno de los países más desiguales del mundo, peor incluso que los Estados Unidos de América. El 1% más rico de nuestra población de 65 millones de personas posee casi el 24% de la riqueza total del Reino Unido: eso equivale a la riqueza del 55% más pobre y más de 20 veces la riqueza del 20% más pobre. El 10% más rico de nuestra población posee el 54% de la riqueza nacional, mientras que el 20 % más pobre posee solo el 0,8% y el 40% más pobre solo el 14,6% de la riqueza, la proporción más baja de cualquier país occidental. 34% de la población posee los 9 billones de libras esterlinas de riqueza en manos privadas del Reino Unido, y el 66% restante carece de activos financieros. El 21% de la población, 13,4 millones de personas, vive en una pobreza relativa, es decir, gana menos del 60% del ingreso medio; y el 17%, 4,5 millones de hogares, vive en la pobreza energética, lo que significa que para calentar sus hogares tiene que caer por debajo del umbral de pobreza. El año pasado se distribuyeron a travües de los bancos de alimentos más de 1 millón de provisiones de alimentos de emergencia para tres días. Ha habido un aumento del 71% en los ingresos hospitalarios de personas que padecen desnutrición, y 391 personas murieron a causa de ella en 2015. Los casos de escarlatina se han duplicado en los últimos años y tenemos la quinta tasa de mortalidad infantil más alta de Europa. Sin embargo, al ser el hogar de 120 multimillonarios, el Reino Unido tiene los mayores ingresos per cápita de todos los países del mundo, incluido EEUU. La riqueza de nuestras 1.000 personas más ricas se ha duplicado en la última década hasta 547.000 millones de libras, más de un tercio de la producción económica anual de todo el Reino Unido, y tenemos la quinta economía más grande del mundo. Parece útil preguntarse, por tanto, no si nos hemos alejado de la Inglaterra de 1381, sino lo cerca que estamos todavía de una época que hoy puede parecernos inimaginablemente atrasada, corrupta y violenta, pero a la que no estamos volviendo, como se suele decir, sino que estamos intentando imitarla bajo las condiciones del capitalismo monopolista. Si no creemos que las enormes desigualdades, la opresión social y la violencia política de la Edad Media de Inglaterra puedan volver a estas islas, no hemos estado prestando suficiente atención a la historia.

Eso no es sorprendente, ya que la historia no es algo que sucedió en el pasado, sino algo que está escrito o, más exactamente, son diferentes textos que compiten por convertirse en la versión oficial del pasado. Como escribió acertadamente George Orwell: “Quien controla el pasado controla el futuro; Quien controla el presente controla el pasado”. No es casualidad que tan pocos niños ingleses hayan oído hablar de la Revuelta de los Campesinos, ya que la historia es sólo materia obligatoria hasta el tercer año de la escuela secundaria. Hasta hace relativamente poco tiempo, en nuestra historia, los relatos que había sobre ella sirvieron a la clase dominante del pasado para asegurar mejor la continuación del gobierno de sus descendientes en el futuro. Eso ha cambiado ligeramente en las últimas décadas, pero el control de la clase dominante sobre el presente ha asegurado que pocos de los niños de las clases sometidas lean alguna vez un libro de historia o se interesen por la historia reprimida de su clase oprimida. En un esfuerzo por recuperar este control de nuestro futuro, he estado analizando la Revuelta de los Campesinos, sus causas, sus similitudes con la actualidad y qué lecciones de la historia podemos aprender sobre cómo cambiar nuestro presente a partir de lo que sucedió en el sureste de Inglaterra en el verano de 1381.




PASADO Y PRESENTE

1. SERVIDUMBRE

En 1348, la Peste Negra llegó a Inglaterra, matando a aproximadamente el 50% de la población, y a un porcentaje mucho mayor entre el campesinado. Esto tuvo el efecto de aumentar la cantidad de tierra disponible, cuyo precio de alquiler, por lo tanto, disminuyó, y también se redujo la cantidad de mano de obra, lo que elevó los salarios y redujo las ganancias de la aristocracia terrateniente. Como resultado, entre 1348 y 1381 los salarios de los trabajadores agrícolas aumentaron alrededor del 40%. Sin embargo, los siervos nacidos en la servidumbre, que constituían alrededor del 90% del campesinado, todavía no podían abandonar la tierra en la que trabajaban sin permiso, o incluso casarse sin la aprobación de su señor, y sus hijos nacían en las mismas condiciones. Las mujeres que se casaban fuera de una mansión tenían que pagarle a su señor una indemnización por el trabajo perdido. Además de la renta de la tierra y los impuestos basados ​​en su tierra y propiedades, que generalmente se pagaban con productos agrícolas, los siervos tenían que dedicar una parte de la semana a trabajar la tierra del señor para su propio uso, que tenía prioridad sobre la suya propia al llegar la época de la cosecha. Les estaba prohibido cazar y capturar animales salvajes. La familia de un siervo muerto antes de los sesenta años tenía que entregar su mejor bestia, ya fuera vaca o cerdo, en compensación a su señor por la cantidad de servicio militar que habría efectuado el fallecido hasta la edad de sesenta años, y su siguiente mejor bestia a la iglesia en compensación por los diezmos que habría pagado hasta alcanzar esa edad. Dado que ninguna familia campesina tenía más de dos bestias, estas obligaciones relacionadas con la muerte en la práctica hundían al resto de la familia en una pobreza abyecta.

Hoy en día, podríamos considerar que tal control sobre los movimientos de otra persona es contrario a nuestra idea de libertad, pero las personas que reciben el subsidio de desempleo no pueden viajar sin advertirselo antes al Departamento de Trabajo y Pensiones y, a menos que puedan demostrar que están buscando trabajo activamente todos los días, 35 horas por semana, y puedan demostrarlo acudiendo a un Centro de Empleo, en algunos casos todos los días, pero al menos una vez a la semana, sus subsidios serán recortados, inicialmente hasta durante 3 meses, y hasta duranten 3 años en el caso de nuevas desobediencias. Para hacer una reclamación, todos los aspectos de su vida privada, desde pruebas de sus gastos hasta su estado de casado, residencia y ciudadanía, deben someterse a investigación y aprobación, y después de apenas tres meses de este suplicio, se le obligará, nuevamente bajo la amenaza de ser castigado, a asistir a un programa de trabajo que durará hasta 2 años, al que tendrá que asistir todos los días. Si tiene entre 16 y 24 años, hasta noviembre de 2015 se le podría colocar en un programa de trabajo obligatorio (Mandatory Work Programme) durante dos meses de trabajo a tiempo completo sin recibir pago, a cambio de recibir 70 libras semanales de subsidio, programa de “experiencia laboral” que se impuso a quienes recibían el subsidio de desempleo entre mayo de 2011 y noviembre de 2015 y fue aprovechado por un total de 534 empresarios y empresas, que se beneficiaron de la mano de obra gratuita. Sin embargo, no fueron los únicos que se beneficiaron. Aproximadamente 300.000 demandantes de subsidios fueron sancionados y privados de beneficios por valor de cerca de 550 libras cada uno, lo que supuso un ahorro para el Departamento de Trabajo y Pensiones de alrededor de 130 millones de libras.

En cuanto a que nuestros hijos nazcan en condiciones de servidumbre, la noción de movilidad social que se ha puesto delante de las narices de la clase trabajadora británica durante generaciones es cosa del pasado. Los nacidos en la pobreza en el Reino Unido en 2017 permanecerán en la pobreza en una proporción abrumadora. En el otro extremo de la escala económica, la comisión de Movilidad Social y Pobreza Infantil publicada en agosto de 2014 mostró que el 7% de la población educada en escuelas privadas proporciona el 20% de nuestros vicerrectores universitarios, el 22% de los jefes de policía y 350 directores ejecutivos de empresas presentes en el FTSE (índice de las principales empresas de la bolsa de Londres), 26% de los ejecutivos de la BBC, 33% de los miembros del Parlamento, 43% de los columnistas de periódicos, 44% de las personas en televisión, cine y música, 45% de los presidentes de organismos públicos, 50% de los miembros de la Cámara de los Lores, 53% de los diplomáticos, 55% de los secretarios permanentes, el 62% de los oficiales superiores de las fuerzas armadas y el 71% de los jueces superiores. Para menos del 1% de la población que fue a Oxbridge (Oxford y Cambridge, AyR), las cifras son aún peores, con las dos universidades suministrando el 24% de los parlamentarios, el 33% de los ejecutivos de la BBC, el 47% de los columnistas de periódicos, el 57% de los permanentes. secretarios y el 75% de los magistrados superiores.




2. FIJACIÓN DE SALARIOS

La Ordenanza de Trabajadores (Ordinance of Labourers) de 1349 exigía que todos los trabajadores menores de 60 años tenían que trabajar, fijaba los salarios a los niveles previos a la plaga y los precios a niveles que restringían el “exceso de ganancias” de los campesinos, y convertía en delito dar limosna a los mendigos. Cuando estas leyes fueron violadas y los salarios continuaron aumentando, el Estatuto de los Trabajadores (Statute of Labourers) de 1351 convirtió en un crimen negarse a trabajar e impuso un castigo a los transgresores, que incluyó marcarlos con hierros ardiendo y encarcelarlos. Estas leyes fueron aplicadas por jueces de paz seleccionados entre la nobleza local y con la ayuda de sheriffs, alguaciles, y policías.

Hoy en día, los contratos de cero horas mantienen en la práctica al trabajador en estado de espera, sin que el empresario tenga obligación alguna de darles suficiente trabajo para que pueda mantenerse económicamente. Y con el surgimiento de la llamada gig-economy (economía de los trabajos por encargo), los trabajadores ahora son designados como autónomos, lo que libera a su ‘cliente’ de cualquiera de las obligaciones de un empresario. En 1381, los siervos que intentaron irse de la tierra de su señor eran encarcelados y castigados, mientras que en 2017 a los trabajadores simplemente se les permitió perder sus medios de ingresos y morir de hambre, mientras que las personas sin hogar que son sorprendidas durmiendo a la intemperie, mendigando o sacando comida de los contenedores del supermercado son multados con 100 libras, criminalizándolos si no pueden pagar. En respuesta, las nuevas working charities (organizaciones benéficas que dan trabajo, AyR) ahora están ofreciendo a las personas sin hogar comida y manutención a cambio de hasta 40 horas de trabajo no remunerado a la semana en lo que es un regreso al sistema de bienestar de las Workhouses (casas de trabajos forzados, AyR) victorianas.

Las previsiones actuales indican que los salarios en 2022 no serán más altos que en 2007, y las familias perderán 12.000 libras esterlinas de crecimiento salarial en la peor década de los últimos 210 años. Una sola persona que trabaje a tiempo completo con el salario mínimo y gane 13.150 libras estará en 2020 en peor situación, cobrando 380 libras menos; y una pareja con ingresos dobles y dos hijos, con unos ingresos combinados de 29.020 libras esterlinas, será 360 libras esterlinas al año más pobre. En cuanto al nuevo salario mínimo de 7,50 libras por hora (7,05 si tiene entre 21 y 24 años, 5,60 si tiene entre 18 y 20 años) al que un trabajador del Reino Unido tiene ‘derecho’, en respuesta a este aumento de sueldo al menos 3.700 de los 1,7 millones de trabajadores de tiendas del Reino Unido con el salario mínimo fueron despedidos de las cadenas de tiendas del Reino Unido solo en los primeros 3 meses de 2017 tras su entrada en vigor, y sus empleadores se sienten seguros ya que, tras eliminar el gobierno el derecho a buscar una compensación por despido injusto, ahora hay que pagar por adelantado las tasas judiciales, por valor de 1.200 libras.




3. NACIONALISMO Y XENOFOBIA

En 1359 se introdujo una nueva legislación para tratar con los inmigrantes, las Leyes de Conspiración existentes se aplicaron más ampliamente y la Ley de Traición de 1351 se amplió para incluir a los siervos que traicionaron a sus amos. Los londinenses, en particular, se quejaron de la afluencia de extranjeros, a quienes acusaron de quitarles el trabajo y hundir sus salarios. Tales sentimientos fueron promovidos por la clase dominante, que usó la bandera del nacionalismo para proseguir sus guerras de conquista en Francia con la sangre de un campesinado adecuadamente patriota.

Hoy en día, el nacionalismo y la xenofobia son implacablemente alentados y alimentados por la propaganda estatal de la clase dominante para proporcionar una explicación y un chivo expiatorio a la ira provocada por nuestra pobreza crecienter. Al mismo tiempo, el aumento de los llamados ‘crímenes de odio’, y la amenaza que se nos dice es cada vez mayor de un ataque terrorista, se utilizan para aprobar leyes cada vez más represivas y opresivas por parte del gobierno, con un aparato estatal cada vez más invasivo de nuestra intimidad, justificando cada nueva erosión de nuestros derechos humanos con la llamada “guerra contra el terror” y nuestra necesidad de protección por parte de la policía, el servicio secreto y las fuerzas militares, cuyo poder cada vez mayor sobre nosotros constituye la mayor amenaza para nuestras libertades.

Esto parece estar muy lejos de cuando el gobierno del Nuevo Laborismo (New Labour) de Tony Blair cambió la política y las leyes sobre inmigración en este país para permitir un gran aumento en la cantidad de permisos de trabajo otorgados a los trabajadores inmigrantes. Tras la expansión de la Unión Europea en 2004, los mercados laborales del Reino Unido se abrieron a trabajadores de la República Checa, Estonia, Letonia, Lituania, Hungría, Polonia, Eslovaquia y Eslovenia. Esto no se hizo por una conversión repentina a la política de paz, amor y armonía entre los pueblos, sino para reducir los costos crecientes de la mano de obra de la clase trabajadora del Reino Unido. En 2014, diez años después, el 43% de los trabajadores en trabajos básicos de plantas de proceso (limpieza industrial y empacadoras, embotelladoras, enlatadoras y rellenadoras), el 33,6% de los trabajadores de limpieza y limpieza y el 32% de los trabajadores de procesamiento de comida, las industrias de bebidas, tabaco, vidrio, cerámica, textil, química, caucho, plástico y metal, habían nacido en el extranjero, lo que representaba un aumento del 8,5% en comparación con 2002.

La situación que tenemos hoy, en la que la afiliación de un trabajador del Reino Unido a un sindicato, reclamar un salario digno o un contrato son motivos legales para el despido, es un resultado directo de esta inundación del mercado laboral. Cuando los manifestantes indignados preguntan cómo es posible que Sir Phillip Green pueda comprar un tercer yate de lujo con las pensiones de 20.000 ex trabajadores de BHS, o despedir a cualquier empleado que haga huelga por pedir un salario con el que pueda vivir, es posible que tengan que preguntarse dónde están los derechos de los trabajadores, el recurso a la huelga y el poder de negociación salarial de la clase trabajadora en este país. Los empresarios capitalistas lo llaman ‘competencia’, y lo respaldan con propaganda recibida con entusiasmo en los medios de comunicación y las industrias del entretenimiento, que denigran a la clase trabajadora británica calificándola de  holgazanes, tímidos, buscadores de beneficios y carentes de ética laboral por no aceptar las mismas condiciones de empleo que los trabajadores de la construcción polacos y las mujeres de limpieza rumanas. Incluso estos ahora se están levantando y protestan contra esas condiciones. Pero esos mismos trabajadores que han visto socavado el valor económico de su trabajo y habilidades por la importación deliberada de mano de obra migrante al Reino Unido, cuyos sindicatos han quedado impotentes o han sido ilegalizados por los sucesivos gobiernos esclavos de la City (el distrito financiero de Londres, AyR), y que han visto como se empobrecen cada vez más los servicios sociales de los que dependen sus comunidades al sufrir recortes por las políticas de austeridad, saben exactamente de qué se trata: son los medios por los cuales los ricos se han enriquecido más allá de la avaricia y los pobres han sido llevados a una pobreza cada vez más abyecta.

Lo que los tecnócratas de clase media del capitalismo neoliberal llaman ‘multiculturalismo’, que ha sido adoptado y propagado como la ideología de nuestro feliz nuevo mundo (brave new world, referencia a la obra distópica de Huxley, AyR), no es más que el movimiento desregulado de capitales a través de los mercados globales por corporaciones multinacionales que no tienen país, no pagan impuestos, no están sujetas a ningún gobierno, no conceden derechos a sus trabajadores, redactan nuestras leyes para legalizar su robo y determinan nuestros gobiernos. Y la libre circulación de trabajadores aclamada por los liberales de clase media como la realización económica de esta ideología no es más que el medio por el cual se ha eliminado la capacidad de resistencia de los trabajadores a su empobrecimiento mediante la afluencia de una fuerza laboral excedente.



A pesar de esto, el resultado del referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea ha sido interpretado universalmente en nuestra prensa y medios de educación privada y educados en Oxbridge en los mismos términos en que fue lanzado por la campaña liderada por UKIP para salirnos, es decir, como un voto contra la inmigración motivado por el racismo y la xenofobia, que son equipararados a la identidad de la clase trabajadora británica. Los ‘Remainders’ (defensores de permanecer en la UE, AyR), en orgulloso contraste, se autoproclaman defensores de esa Gran Bretaña totalmente ilusoria que tanto han hecho para crear, que no ve ninguna contradicción en describirse a sí misma como construida sobre la tolerancia, el multiculturalismo y las oportunidades económicas mientras tiene lugar el mayor ataque a las condiciones de vida y laborales de la clase trabajadora en este país en una generación. Casi nada se ha dicho sobre las motivaciones económicas del voto favorable a abandonar la UE: que los trabajadores británicos pueden estar hartos de que sus salarios se hundan y perder derechos laborales debido a una mano de obra importada por multinacionales para conseguir precisamente eso; que ser tratado como siervo por una industria semifeudal de trabajo y servicios de la élite financiera no es su idea de ciudadanía; y que, como los trabajadores en Grecia, no quieren que la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional fijen la cuantía de sus sueldos y pensiones.

No es una medida del racismo supuestamente inherente de la clase trabajadora, sino de la ausencia de algo parecido a un partido político que pueda ser votado y no simplemente lance una mirada condescendiente en su dirección durante varias décadas -si es que alguna vez lo ha hecho- lo que ha forzado a la clase trabajadora del Reino Unido a apoyar políticamente junto con la derecha racista la campaña del Leave (lo que no quiere decir que la campaña Stay no fuera igualmente racista y derechista). Pero que las clases medias políticamente correctas continúen descartando ese voto como basado en el racismo y la xenofobia, ignorando sus motivaciones económicas reales, es hacer el juego a los políticos, banqueros, financieros internacionales y magnates de los medios de comunicación que quieren escorar este país hacia la derecha, económica, cultural y políticamente.




La verdadera violencia contra los trabajadores inmigrantes del Reino Unido no la está perpetrando la clase trabajadora blanca, sino nuestro gobierno, sobre cuyas acciones no escuchamos casi nada en nuestra llamada prensa libre. Ahora que ya no son necesarios,  los trabajadores extranjeros pueden ser sacados por la fuerza de sus hogares o lugares de trabajo sin previo aviso por los escuadrones de captura de Cumplimiento y Aplicación de Inmigración (Immigration Compliance and Enforcement) mediante la Ley de Inmigración de 1971 complementada por la nueva Ley de Fronteras del Reino Unido de 2007, y ser encerrados indefinidamente bajo vigilancia en Centros de Eliminación de Inmigración (Immigration Removal Centres), y luego enviados de regreso a su país de nacimiento en aviones en vuelos fletados secretos, sin importar los peligros que esto represente para ellos. Para que alguien sufra dicha deportación, el ciudadano extranjero debe ser alguien que el Secretario de Estado considere su deportación como de interés para el bién pblico; la esposa, pareja de hecho o hijo de un deportado; o alguien condenado por un delito penal que conlleve una pena de prisión. Entre 2009 y 2014, fuero arrestadas anualmente una media de 6.000 personas de esta manera en el Reino Unido, alrededor de un tercio de las cuales han sido deportadas. Entre 2010 y 2015 hubo 19.853 redadas solo en Londres, unas 11 diarias. El 75% de los afectados eran de Bangladesh, Pakistán e India, todas antiguas colonias del Imperio Británico; y en caso de que el motivo de clase de su deportación no sea lo suficientemente evidente, la mayoría eran personas que trabajaban en el Reino Unido en los sectores de la construcción, el comercio minorista, ocio, entretenimiento, en residencias, manufactura, restaurantes y transporte.

4. CONSUMO

El Estatuto sobre Dieta y Vestimenta de 1363 prohibió a los trabajadores que tenían mayores ingresos usar ropa o comer los alimentos que antes solo estaban disponibles para los ricos, y detallaba el estilo de vestimenta que podían usar las personas de cada clase de la sociedad inglesa.

Hoy en día, basta el coste de los bienes de lujo para impidir su compra por parte de una clase trabajadora cada vez más empobrecida, pero cuando compran imitaciones, como el look de Essex con Burberry y Barbour, las llamadas joyas y accesorios que brillan de la cultura Hip-Hop, o simplemente niños de clase trabajadora que compran imitaciones de las marcas de ropa de marca de diseñador que no pueden pagar están sometidos a la burla y la denigración incesante por nuestra industria del entretenimiento, mientras que al mismo tiempo se les explota en la comercialización de bienes de consumo por parte de nuestras industrias minoristas. El centrarse los disturbios de Londres de 2011 en el robo de bienes de consumo, algo que fue condenado universalmente en nuestra prensa y medios de comunicación como prueba de las motivaciones apolíticas del levantamiento, demostró cuán exitosa es esta regulación del consumo como medio de diferenciamiento, manipulación y control de clase.

5. IMPUESTOS

El primer impuesto Poll Tax, de 1377, costaba 4 peniques a cada persona mayor de 14 años en Inglaterra. El segundo, aplicado dos años más tarde, en 1379, tenía una escala móvil para las siete clases del orden social inglés. Pero cuando esto no logró recaudar fondos suficientes para la guerra en Francia, se impuso un tercer impuesto electoral en 1380, que debía ser pagado por todos los mayores de 15 años, con un valor fijo de 1 chelín (12 peniques, o 1 vigésimo de libra) por persona, lo que representaba el salario medio mensual de un siervo. Cuando este impuesto no se pagó en gran parte, y muchos campesinos en el sureste de Inglaterra se negaron a registrarse, al año siguiente se enviaron comisiones de investigación para identificar a los que no habían pagado. Estas consultas fueron extremadamente intrusivas e incluyeron revisar las vaginas de las niñas para ver si habían alcanzado la pubertad y, por lo tanto, tenían que pagar impuestos. Fue esto, según un posterior relato del siglo XVI, lo que hizo que Wat Tyler (uno de los principales líderes de la Revuelta de los campesinos de 1381, AyR) matara a un funcionario que intentó realizar un examen de ese tipo a su hija.

Sin duda, no podemos imaginarnos que tal intromisión y abuso fuesen llevados a cabo hoy por un funcionario del gobierno, pero desde hace algunos años hemos permitido que el gobierno del Reino Unido someta a las personas que reclaman el subsidio de desempleo u otros subsidios por discapacidad a los más intrusivos, humillantes y pruebas innecesarias de su discapacidad que han sido la causa de un estrés enorme y, debido a cómo están diseñadas, sean la causa de que las personas se nieguen a participar y, al hacerlo, caigan en la pobreza, la falta de vivienda, en algunos casos el hambre y en muchos más el suicidio. Según cifras publicadas por el Departamento de Trabajo y Pensiones en agosto de 2015, entre enero de 2011 y febrero de 2014 murieron un total de 91.740 personas mientras reclamaban prestaciones por incapacidad a una tasa de 99 muertes diarias desde diciembre de 2011, un aumento de 32 muertes diarias durante los 11 meses anteriores. En el mismo período, 2.650 personas (2.380 con subsidio de desempleo y 270 con subsidio por incapacidad o subsidio por discapacidad grave) murieron después de que Atos Healthcare considerase que eran aptas para trabajar tras las pruebas para ver si eran merecedoras de los beneficios por discapacidad. Atos, subsidiaria de la corporación francesa de servicios informáticos, se adjudicó contratos gubernamentales por un valor total de 1.6 millones de libras en junio de 2013, por los cuales no pagaron impuestos en 2012.

Aunque el Poll Tax ha sido reemplazado por un impuesto municipal que es casi inevitable de pagar por la propiedad doméstica pagado por su ocupante, el Reino Unido tiene la participación más baja del gasto público de cualquier nación capitalista importante, incluidos los EEUU. El impacto de los cambios en los impuestos y las prestaciones ha afectado, y lo hará cada vez más, a los más pobres, y se prevé que 2,3 millones de personas más vivirán en la pobreza para 2020. 4/5 partes de las ganancias de los recortes del impuesto sobre la renta se destinan a la mitad más rica de los hogares, mientras que el tercio más pobre se hará cargo de dos tercios de los recortes del gobierno a las ayudas. A pesar de esto, los impuestos a los hogares británicos como porcentaje del Producto Interno Bruto alcanzarán su máximo de 40 años, con el 37,5% en 2026.

En cuanto a la violencia contra las mujeres, en virtud de la Ley de Trabajo y Reforma del Bienestar Social de 2016, que entró en vigor el pasado mes de noviembre, se han reducido las ayudas totales a 88.000 hogares, con 250.000 niños, pasando del límite anterior de 26.000 libras esterlinas a 23.000 libras esterlinas anuales para las familias de Londres y 20.000 para familias en el resto del Reino Unido, una reducción media de alrededor de 60 libras semanales. El 61% de los solicitantes cuyas prestaciones se han visto reducidas por estos límites son madres solteras. El 86% de la carga de los recortes de austeridad del gobierno corresponde a las mujeres, que constituyen la mayor proporción de los trabajadores del sector público, así como del personal de atención domiciliaria y de agencias. Para 2020, las mujeres asiáticas de las familias más pobres cobrarán 2.247 libras anuales menos, las madres solteras negras 3.996, y los cambios al crédito universal recortarán una media de 800 libras anuales de los padres solteros que trabajan, 90% de los cuales son mujeres. Mientras tanto, el gobierno planea restringir el derecho al crédito fiscal para los nuevos solicitantes a un máximo de dos hijos, y se hace una excepción para las mujeres que conciben un tercer hijo debido a una violación, pero solo después de un examen por parte de un tercero que demuestre que han sido violada. Si recuerda los jueces de paz del rey Ricardo II metiendo los dedos en las vaginas de las campesinas para establecer si habían alcanzado la pubertad, piense en nuestra propia policía, trabajadores sociales y de salud subcontratados por el Departamento de Trabajo y Pensiones para hacer lo mismo a víctimas de violación con el fin de establecer si pueden reclamar legalmente esas pocas libras extra semanales.




6. GASTO MILITAR

1337 marcó el comienzo de la Guerra de los Cien Años, que tuvo enromes costos para los campesinos, tanto en la pérdida de mano de obra por muertes, como por la riqueza que produjeron para financiar su ruinoso desperdicio de recursos. Los consejeros del rey se embolsaron enormes sumas de estos impuestos, y en 1380 el canciller, que también era el arzobispo de Canterbury, declaró un tercer impuesto de capitación para recaudar 160.000 libras, el equivalente a cerca de 62.300 millones de libras actuales.

El equivalente obvio hoy día, cuando el gobierno lleva siete años con un programa de austeridad que ha recortado todos los aspectos del apoyo estatal y la atención social y casi lleva a la bancarrota al Servicio Nacional de Salud (NHS), y que la Royal Society of Medicine estima que probablemente haya provocado 30.000 muertes en Inglaterra y Gales solo en 2015, es el programa de armas nucleares Trident que Reuters ha estimado que le costará al contribuyente del Reino Unido 167.000 millones de libras durante su vida útil de 30 años, o 5.560 millones anuales. Para poner esto en su contexto, la deuda total del NHS para los hospitales en Inglaterra es de 2.450 millones. En 2015, el presupuesto de defensa de 56.200 millones de libras esterlinas del Reino Unido fue el quinto más grande del mundo, solo después de EEUU, China, Arabia Saudita y Rusia, y representó el 2% de nuestro PIB. Y, por supuesto, en los últimos diez años, el Reino Unido ha sido el segundo mayor comerciante de armas del mundo, solo superado por EEUU, vendiendo armas a 22 de los 30 países incluidos en la lista de vigilancia por abusos de derechos humanos del propio gobierno, incluidos Arabia Saudita e Israel, con 7.700 millones de libras en contratos de venta de armas aprobados solo en 2015.

7. IGLESIA Y MONARQUÍA

Además de la adquisición de tierras comunales y la expropiación del 10% de todos los productos o ganancias del campesinado mediante diezmos, el papel de la Iglesia en la Inglaterra medieval era santificar al Rey y, por lo tanto, el sistema social, económico y político que encabezaba, predicando tolerancia y sufrimiento a sus súbditos, con la promesa de una recompensa eterna por su obediencia en la otra vida. Con este fin, el clero identificó la servidumbre como una consecuencia del pecado original, la herencia de Caín y ordenada por Dios, por lo que rebelarse contra ella estaba en contra de las leyes de Dios interpretadas por el clero del Rey, administrada por los ministros del Rey, juzgada por los tribunales del Rey, impuesto por los soldados del Rey y castigado por los carceleros y verdugos del Rey.

Poco ha cambiado hoy, cuando el gobierno y su prensa de derecha identifican la pobreza no como resultado de los bajos salarios, los recortes en las prestaciones, el costo cada vez mayor de vida y vivienda, y la concentración cada vez mayor de la riqueza en manos de un porcentaje cada vez menor de la población, sino debido a carencias morales individuales, con los solicitantes de beneficios obligados a someterse a tratamiento por supuestos problemas de salud mental o que han de enfrentan a sanciones, con 40.000 solicitantes de beneficios obligados a participar en terapias cognitivo-conductuales. La Iglesia de Inglaterra, mientras continúa desgarrándose por la política de identidad de si las mujeres pueden ser sacerdotes y los sacerdotes homosexuales pueden follar con otros hombres, se ha mantenido obedientemente en silencio sobre la guerra de clases que se está perpetrando, con su aprobación tácita, contra la clase trabajadora de Inglaterra. Como en 1381, la doctrina cristiana de predicar la tolerancia y el sufrimiento silencioso a su ‘rebaño’ es ideal para el gobierno y la clase que paga sus gastos.

En cuanto a la monarquía, cuando era un niño de 14 años, el rey Ricardo II se parecía mucho a la reina Isabel II ahora, una figura decorativa en lugar de un poseedor del poder. Pero al igual que entonces, el monarca juega un papel crucial en desinflar la ira de la clase trabajadora, que como los campesinos rebeldes mantiene una lealtad inexplicable a la figura decorativa y garante de un sistema de clases que de otra manera desprecian, con el 76%. de conservar nuestra monarquía y el 86% a favor de preferir a un monarca como jefe de estado en lugar de un presidente elegido por votación. No es de extrañar que la clase dominante sea tan reacia a eliminar la figura anacrónica de un monarca, ya que satisface sus necesidades mucho mejor de lo que cualquier presidente podría lograr. Se necesita poco más que una apelación al patriotismo por parte de los medios de comunicación de derechas para que todos los súbditos de Su Majestad se pongan de acuerdo. Si cree que la reina no juega más que un papel simbólico en la sociedad, debe recordar que ningún proyecto de ley parlamentario se convierte en ley hasta que se le otorga el consentimiento real (Royal Assent) en una extraña ceremonia llevada a cabo por el secretario de los parlamentos, quien declara en un acento espantoso La Reine le veult - ‘La Reina lo quiere’. Un legado de la conquista normanda, esta frase convierte el proyecto de ley del gobierno en la nueva ley del país, que pasa a ser implementada por las autoridades locales, aplicada por los tribunales, la policía y el ejército, y, dado que el soberano británico es el jefe de estado, comandante en jefe de nuestras Fuerzas Armadas y Gobernador Supremo de la Iglesia Anglicana, es autorizada por el mismísimo Dios (a medida que te acercas al cielo las mayúsculas crecen cada vez más).

De manera más actual y particular a nuestra forma actual de gobierno, ahora que Theresa May ha activado el artículo 50 del Tratado de Lisboa, iniciando los dos años de negociación de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, presentará un nuevo proyecto de ley al Parlamento, de diversas maneras. denominada Gran Ley de derogación o Ley de la Unión Europea, que transferirá todas las leyes europeas a la legislación del Reino Unido al final de este período. Sin embargo, debido a la falta de debate que recibirá por lo tardío de su puesta en marcha, por su falta de transparencia respecto a cuales de las decenas de miles de leyes se mantendrán, y porque otorgará al gobierno facultades discrecionales para derogar derechos contenidos en las leyes de la UE sin el permiso del Parlamento, este proyecto de ley otorgará al Primer Ministro los llamados “poderes de Enrique VIII”. Así llamado en honor al Estatuto de Proclamaciones de 1539 que dio al rey Enrique VIII el poder de legislar solo con su palabra, estos poderes permitirán al gobierno cambiar la legislación primaria utilizando legislación secundaria que pase por el Parlamento con poco o ningún escrutinio, permitiendo que sus ministros descarten, por ejemplo, legislación sobre igualdad y medio ambiente, y derechos humanos y laborales.

8. CIRCUNSTANCIAS ACTUALES

Como dije al comienzo de este artículo, el propósito de hacer estas comparaciones entre diferentes períodos de la historia inglesa es mostrar las circunstancias, más que la necesidad histórica, de las instituciones económicas, políticas, legales y sociales bajo las cuales vivimos, e intenta sacarnos de nuestra familiaridad y aceptación incuestionable de ellas. Pocos de nosotros fuera del establishment británico consideraríamos la servidumbre, la fijación de salarios, las leyes sobre el consumo, la agresión sexual de niñas para establecer su estatus fiscal, los gastos ruinosos en cien años de guerra, la justificación de la pobreza apelando a la Biblia, o un jefe de Estado de 14 años sean partes aceptables de la sociedad contemporánea; pero, aparentemente, estamos bastante contentos de dejar que el nacimiento sea el determinante abrumador de nuestra riqueza o pobreza individual, de obligar a los desempleados a elegir entre el trabajo obligatorio y la pobreza, de ser despojados de nuestro empleo y derechos humanos, someternos a la vigilancia más intrusiva y de mayor alcance de cualquier nación del mundo, ver cómo nuestra industria cultural y del entretenimiento se convierte en una máquina de propaganda a favor de la clase dominante, de someter a nuestros ciudadanos más pobres y vulnerables a la pobreza de manera planificada para reducir el déficit presupuestario del gobierno, de desmantelar y privatizar nuestros sistemas sanitario, de transporte y otros servicios públicos, mientras gastamos decenas de miles de millones en el complejo militar-industrial, la autoridad de nuestras leyes se basa en los libros religiosos de una tribu de la Edad del Hierro del sur de Levante, de que seleccionamos a nuestros gobernadores de todos los niveles de la sociedad entre miembros sector más rico de la población, y de que aún, seis siglos después de que el rey Ricardo II traicionara a la gente común, tenemos a su descendiente nominal como nuestro jefe de estado, iglesia y ejército.

Entonces, dadas estas similitudes entre la Inglaterra de 1381 y el Reino Unido de 2017, y sin ignorar o tratar de minimizar las diferencias entre ellos, ¿qué lecciones podemos aprender de la historia sobre nuestro presente y, lo que es más importante, sobre cómo cambiar el futuro que nos está preparando la clase dominante?

Próximo capítulo (y final): Lecciones de la historia



Este texto es parte de el número 46 de la revista Desde el Confinamiento, que puede descargarse gratuitamente aquí. Una introducción puede leerse aquí.

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