Del feudalismo al neofeudalismo (2): Lecciones de la Historia
1. GOBERNANTES DIVIDIDOS
En 1381, los londinenses estaban resentidos por la autoridad de la Corona sobre Londres, con un sistema legal de la monarquía compitiendo con las autoridades de Londres por el control del poder judicial. Hubo rumores de que el alcalde de Londres sería reemplazado por alguien nombrado por la Corona. Esto significó que la clase dominante estaba dividida contra sí misma y era más lenta en su capacidad de responder a la amenaza a su poder representada por la Revuelta Campesina. La mayor parte del ejército y sus comandantes se encontraban en Francia, y Londres solo tenía unos pocos cientos de hombres armados. Los señores locales no actuaron en parte por cobardía, pero también porque, según la ley inglesa, solo el rey podía convocar a las milicias locales o ejecutar legalmente a los rebeldes, y el rey y sus ministros eran débiles, indecisos, arrogantes y, lo más importante, subestimaron por completo a los rebeldes.
Hoy Londres es una ciudad abrumadoramente en manos de consejos locales administrados por los laboristas, que controlan 20 de las 33 autoridades locales, y la Autoridad del Gran Londres tiene un alcalde laborista; sin embargo, al mismo tiempo, Londres es la sede del gobierno conservador, el hogar de la monarquía británica y, hasta que el Brexit entre en vigor, es la capital financiera del capitalismo mundial, la City de Londres. Aunque los dos principales partidos políticos comparten una lealtad inquebrantable al capitalismo monopolista y a la política del neoliberalismo, su odio mutuo los ha dejado ciegos al odio de la clase de personas que ambos desprecian y que componen la parte de la población más grande e invisible del Reino Unido, algunos de los residentes más pobres de los cuales viven en la capital. El caos que siguió al referéndum sobre la pertenencia del Reino Unido a la Unión Europea, cuando el gobierno careció de un primer ministro durante varias semanas y la oposición leal de Su Majestad consideró oportuno iniciar un desafío a su propio liderazgo, fue un momento comparable de debilidad de la autoridad. Desafortunadamente, la reacción popular, bajo la dirección de la propaganda de la clase dominante, se limitó casi por completo a las protestas de la clase media contra el referéndum, por lo que no vio la oportunidad que este vacío de poder presentaba para el levantamiento de la clase trabajadora, y por eso no vio la oportunidad que este vacío de poder presentaba para el levantamiento de la clase trabajadora.y por eso no vio la oportunidad que este vacío de poder presentaba para un levantamiento de la clase trabajadora.
2. APELACIONES A LA AUTORIDAD
Durante 1377, comenzaron a estallar las protestas en el sureste y suroeste de Inglaterra. Conocidas como el Gran Rumor (Great Rumour), los trabajadores rurales se organizaron en grupos de protesta y se negaron a trabajar para sus señores, argumentando que, según el Domesday Book, que había sido compilado para permitir a Guillermo el Conquistador cobrar impuestos a su pueblo recién conquistado, estaban exentos de los servicios laborales feudales. Se hicieron apelaciones y peticiones tanto a los tribunales de justicia como al rey Ricardo II, pero no tuvieron éxito. Cuatro años más tarde, los campesinos aparecieron a las puertas de Londres armados con palos, horquillas, mayales, guadañas, garfios, cuchillos, palos, martillos, hachas de madera y arcos largos, todos los cuales estaban fácilmente disponibles para la clase campesina. De repente, el rey estaba dispuesto a recibirlos.
Hoy, el Domesday Book ha sido evocado de nuevo, no por los manifestantes sino por los abogados, el Ministro de Hacienda, el alcalde de Londres y la Comisión de Tierras de Londres, que ha elaborado un registro de la propiedad de todas las tierras en desuso en Londres, incluidas las fincas del consejo y la asociación de vivienda en las que viven alrededor de 2 millones de londinenses, para preparar su conversión en propiedades de inversión para el capital internacional. Y, una vez más, los manifestantes y las autoridades amenazadas por este llamado Domesday Book del siglo XXI’ han enviado llamamientos y peticiones a las autoridades que planean derribar sus casas y, al igual que el rey Ricardo II y sus ministros, esas autoridades se han negado a escucharles. Es una regla de la política que solo un oponente sobre el que tienes algún poder escuchará tus demandas; las peticiones nunca conmovieron a las personas despiadadas, y mucho menos hacer concesiones.
3. EXIGENCIAS DE LA AUTORIDAD
Enfrentado a miles de campesinos enojados que ejecutaron a sus ministros y quemaron sus palacios, Ricardo II cedió a cada una de sus demandas cuando se reunió con ellos el 14 de junio en Mile End. Estas demandas incluían el fin del trabajo en servidumbre, la libertad de vender sus productos en el mercado en lugar de a un señor, la reducción de la renta de la tierra en todo el país a una tarifa fija anual de 4 peniques el acre y la amnistía para los rebeldes. Los campesinos no eran tontos e insistían en que el rey redactase y firmase las Cartas o Decretos Reales. Pero fueron extremadamente crédulos al confiar en la palabra de un caballero, y más aún, de un rey, y tras ser derrotados, el niño-rey se presentó ante su Parlamento, aseguró que había firmado los documentos bajo coacción y los parlamentarios derogaron obedientemente cada una de las concesiones que había hecho. Lo primero que deberían haber hecho los campesinos era matar al Rey, como habían hecho con sus ministros, obispos y el resto de administradores de su reino de explotación. No hacerlo fue la causa última de su derrota.
De manera similar, hoy en día, las demandas hechas por los manifestantes a las autoridades para abolir su autoridad son evidentemente contradictorias. Ninguna clase dominante en la historia ha renunciado voluntariamente a su propio poder, y nunca lo hará. De la misma manera, las demandas de los liberales y socialdemócratas de jugar con el capitalismo, de suavizar sus efectos más duros mientras se mantienen sus bases económicas, delata una ignorancia fundamental de cómo funciona el capitalismo. El capitalismo no funciona mediante la producción de riqueza, como nos dicen constantemente los capitalistas, sino mediante la producción de una pobreza que garantiza un excedente de trabajo mal pagado que produce esa riqueza, cuya distribución desigual, tanto el trabajo como la riqueza que produce, corresponde defender y mantener a la policía y el ejército. Si queremos derrocar esta desigualdad, tenemos que derrocar la fuente de la desigualdad, comenzando por su cabeza. Los revolucionarios no exigen, derrocan y crean un mundo nuevo.
4. ACCIÓN DIRECTA
Lo que distinguió al Gran Rumor de 1377 de la Revuelta de los Campesinos de 1381 fue que esta última comenzó con el ataque a John Bampton, miembro del Parlamento por Hampshire y Juez de Paz, cuando llegó a Brentwood en Essex el 30 de mayo y trató de cobrar el Poll Tax que no se había pagado en los pueblos de los alrededores. Tom Baker, el representante de Fobbing, le dijo que su pueblo ya había pagado sus impuestos y no iba a pagar más (de donde viene el término ‘fobbed off’, engañado), y cuando Bampton ordenó el arresto de Baker, los campesinos le expulsaron a el y a sus sargentos fuera de la ciudad. Cuando regresaron al día siguiente con hombres armados, los campesinos, que habían tomado la precaución de armarse, atacaron y asesinaron a varios empleados y jurados.
Hoy, hacer marchas, manifestarse, protestar y todas las demás actividades obsoletas de la izquierda liberal se han convertido en una actividad puramente formal, simbólica, es decir, se han convertido en la autoexpresión de las clases medias. Ni son un ajuste de cuentas constitucional (razón por la cual a nuestros líderes elegidos democráticamente realmente no les importa cuántas personas se manifiesten contra ellos) ni una amenaza política, no solo por el creciente poder de la policía, el ejército y otras fuerzas de seguridad, sino porque, salvo raras excepciones, la masa de personas que se manifiesta lo hace sin intención o capacidad de utilizar su número como fuerza política. Lo que una vez fue, hace mucho tiempo, una demostración del poder de la clase trabajadora, se ha convertido desde hace algún tiempo en poco más que una muestra de desaprobación. Y a los políticos, con ejércitos a su disposición, no les importa esa desaprobación.
Históricamente, las revoluciones que han triunfado han cruzado el punto sin retorno lo antes posible. En lugar de hacer que la protesta pierda la autoridad moral que tiene en la mente de los liberales, que no se cansan de hablarnos de la inutilidad de la violencia, la acción directa hace que los que protestan se comprometan con todas sus consecuencias. Los rebeldes de 1381 tenían de hecho un código moral, y cuando entraron en Londres prohibieron los saqueos y ellos mismos castigaron a cualquiera que lo hiciera; pero esto no les impidió rastrear y decapitar a cualquier persona relacionada con los ministros del Rey y la administración de sus odiadas leyes. Sin esta voluntad de ir más allá de las peticiones y demandas, y defenderse de la violencia del Estado, la revuelta de 1381 habría sido tan ineficaz como las protestas de 1377.
5. COMUNICACIÓN
El 4 de junio, cinco días después de que comenzara la revuelta, los rebeldes celebraron una gran reunión en Bocking, Essex, donde campesinos y líderes comunitarios de docenas de aldeas se reunieron y formularon su manifiesto, declarando que no tendrían más gobernantes que ellos mismos, y con qué fin se comprometían a ejecutar a los corruptos señores del rey Ricardo II. A los ojos de los campesinos, eran ellos, y no el rey, los responsables de todas los sufrimientos y quienes habían traicionado a Inglaterra. En la parte superior de su lista de traidores estaba el tío del rey, Juan de Gaunt, primer duque de Lancaster y hombre más rico y odiado de Inglaterra, de quien se sospechaba había robado grandes cantidades del impuesto electoral y había amasado una fortuna equivalente a aproximadamente 90.000 millones de libras actuales. Tras él estaba el Lord Canciller del Rey, Simon Sudbury, quien también era el arzobispo de Canterbury, y que como tal había introducido el tercer impuesto. Y codo con codo con él estaba el Lord Alto Tesorero del Rey, Sir Robert Hales, Gran Prior de los Caballeros Hospitalarios, personalmente responsable de recaudar el impuesto electoral. Contra tan poderosos oponentes, los rebeldes se encargaron de organizar su revuelta utilizando mensajes codificados, que enviaron a Kent, Suffolk, Norfolk, Cambridgeshire y Londres; y desde el primer día de la revuelta tuvieron como objetivo las mansiones, abadías, prioratos y palacios en los que se llevaban a cabo los registros de impuestos, derechos laborales y deudas, sabiendo que, aunque los recaudadores de impuestos podrían ser reemplazados en caso de que fracasara la revuelta, eso no podría hacerse con los registros.
Hoy en día, la capacidad de los manifestantes para comunicarse entre sí utilizando tecnología moderna facilita la coordinación de acciones de manera aún más amplia; pero nunca debemos olvidar que nuestros teléfonos móviles son dispositivos de rastreo, nuestras computadoras portátiles son archivos personales para los servicios secretos y todos nuestros movimientos son registrados por la mayor densidad de camaras de vigilancia del mundo. Antes que sea un medio de comunicación, la tecnología es ante todo un medio de vigilancia, y los rebeldes siempre debemos usar lenguaje codificado y seudónimos, porque si las cosas van mal, los nombres de los manifestantes incluidos en las comunicaciones o identificados por traidores se usarán para rastrearlos y castigarlos. Los nombres de 110 rebeldes de Essex que atacaron el Templo Cressing de los Caballeros Hospitalarios el 10 de junio, y de más de 500 rebeldes que atacaron el Palacio Saboya de Juan de Gante tres días después, fueron registrados por las autoridades, y sufrieron un castigo extremo y desproporcionado por parte de una clase gobernante vengativa.
Del mismo modo, las sentencias de prisión impuestas a 945 de los 2.770 manifestantes que protestaban contra el asesinato a tiros por la policia de Mark Duggan en 2011 fueron casi cuatro veces más largas que los delitos comparables del año anterior, y dos tercios permanecieron bajo custodia en espera de juicio. Dos jóvenes recibieron sentencias de cárcel de cuatro años tan solo por incitar en las redes sociales a un motín que nunca ocurrió, mientras que otro recibió una sentencia de 6 meses por robar una botella de agua por valor de 3,50 libras esterlinas. Si cree que el poder judicial no form parte de la guerra de clases, debería pensarlo nuevamente y recordar que el 71% de los jueces superiores fueron a escuelas privadas, y el 75% a las universidades de Oxford y Cambridge. Al defender la resistencia en cualquier medio de comunicación que pueda presentarse como prueba en un tribunal de justicia, por lo tanto, debemos tener cuidado (como he hecho en este artículo) de no defender nunca nada que pueda utilizarse para procesarnos, silenciarnos o encarcelarnos.
6. SOLIDARIDAD
Por casualidad, al mismo tiempo que comenzaba la revuelta de Essex, Sir Simon de Burely, el alguacil del castillo de Dover y uno de los hombres más influyentes en la corte del rey Ricardo, había arrestado a un hombre en Kent llamado Robert Belling. II. Burely afirmó que Belling era un siervo fugitivo de sus tierras y lo encarceló en el castillo de Rochester. Enfurecida, la población local se reunió en Dartford el 5 de junio, justo cuando les llegó la noticia del levantamiento de Essex. Desde allí marcharon hacia Maidstone, donde irrumpieron en la cárcel y llegaron al castillo de Rochester al día siguiente. Frente a la multitud enojada, el agente del rey abrió las puertas y Belling fue liberado. No solo eso, sino que muchos de los campesinos y ciudadanos locales se unieron a la revuelta, incluido el alguacil del castillo de Rochester.
Lo mismo sucedió cuando los rebeldes de Kent llegaron al Puente de Londres el 12 de junio y fueron admitidos en la ciudad sin resistencia; cuando los rebeldes de Essex, el mismo día, eran dejados pasar por Aldgate por los guardias de la ciudad; y cuando una fuerza de 400 rebeldes al mando de Johanna Ferrour, uno de los líderes de los rebeldes de Kent de Rochester, irrumpió en la Torre de Londres el 14 de junio y encontró su puente levadizo derribado y la puerta enrejada levantada. Seguro detrás de dos hileras de muros y la propia fortaleza, parte de la razón por la que los guardias eran tan complacientes era que, mientras el rey accedía a las demandas de los rebeldes en Mile End, su canciller y tesorero, odiados universalmente, se escondían en su interior, junto con John Legge, sargento real y creador del Poll Tax y la llamada “prueba de la pubertad”, y William Appleton, médico de John of Gaunt. Los cuatro fueron llevados a Tower Hill y decapitados, y sus cabezas desfilaron por la ciudad antes de quedar puestas, como lo habían estado antes las cabezas de tanta gente común, en las entradas al Puente de Londres. Los rebeldes también encontraron al hijo de Juan de Gante, el futuro rey Enrique IV de quien desciende el actual duque de Beaufort, y estaban a punto de ejecutarlo cuando una guardia real intercedió y los convenció de que mostraran misericordia. Enrique IV no devolvería el favor al reprimir sangrientamente las numerosas rebeliones contra su gobierno, incluida la revuelta de Gales por la independencia entre 1400 y 1415.
No importa cuán pequeña sea en número y recursos una rebelión en sus inicios. si transmite su atractivo a la clase trabajadora que maneja la maquinaria del estado, la apoyarán. La excepción, por supuesto, son la policía y el ejército, que representan la mayor barrera para un levantamiento popular y que son mantenidos por el estado precisamente con este propósito y no, como se nos dice constantemente, para protegernos unos de otros o de otros. Pero la facilidad con la que los rebeldes, sin equipo de asedio ni nada más que las armas más básicas, tomaron posiciones militares antes inexpugnables, también muestra la posibilidad e importancia de tomar acciones directas contra leyes injustas y las instituciones que las imponen. No hay nada más alentador para un pueblo oprimido que tener la justicia en sus propias manos y descubrir que ellos, y no sus señores y amos, deciden las leyes bajo las cuales eligen vivir. El odio y la repugnancia generalizados hacia nuestro ex Canciller y Primer Ministro y su gabinete de aristócratas y millonarios hereditarios, que se rieron y rebiaron durante seis años de austeridad y privatización, no dio lugar a la misma suerte que corrieron sus antepasados; pero si hay una lección que aprender de la misericordia que los rebeldes le mostraron a Enrique IV, es que la clemencia no tiene cabida en la guerra de clases contra la tiranía.
7. LIDERAZGO
El 7 de junio, en una reunión de rebeldes en Maidstone en Kent, Wat Tyler fue nombrado líder general de la rebelión, que hasta entonces contaba con muchos líderes locales. Los cronistas sugieren que Tyler, cuyo nombre indica que era techador y comerciante, había servido en Francia como arquero y era un líder carismático al que consideraban responsable de formular los objetivos políticos de la revuelta. Los rebeldes avanzaron hacia Canterbury, donde una vez más entraron sin resistencia en la ciudad amurallada y el castillo el 10 de junio. El arzobispo se había escapado a Londres, por lo que los rebeldes lo depusieron en su ausencia y ejecutaron a cualquiera asociado con el Consejo Real. Se abrió la cárcel de la ciudad y se liberó a los prisioneros. A la mañana siguiente, Tyler encabezó una marcha sobre Londres con varios miles de rebeldes, mientras otra fuerza rebelde se acercaba desde Essex. Estas fuerzas incluían numerosas milicias de aldea que habían sido encarceladas por negarse a luchar en Francia y ahora se unieron a la revuelta que las había liberado. Aunque compuestos mayoritariamente por campesinos, los rebeldes incluían aldeanos, comerciantes, hombres libres y mercaderes, y estaban dirigidos por líderes comunitarios ya existentes que tenían el respeto y la confianza de la gente.
Desafortunadamente, el nombramiento de Tyler como comandante general de los rebeldes -lo que permitió una mayor coordinación de la revuelta, con ambas armas llegando a las puertas de Londres el 12 de junio- también hizo que la protesta fuera vulnerable a la pérdida de autoridad y mantenimiento del liderazgo en caso de su muerte. Los ministros del Rey, que entendían esta jerarquía de liderazgo mejor que los campesinos, lo reconocieron; y cuando Tyler pidió más demandas al rey, acordaron reunirse con él en Smithfield el 15 de junio con la condición de que se acercara al rey el solo. Al no reconocer la vulnerabilidad de su propia posición como líder de los rebeldes, o que con la concesión de las cartas reales la mayoría de los rebeldes de Essex habían abandonado la ciudad, dejando a las fuerzas rebeldes considerablemente más débiles, Tyler, sin embargo, hizo demandas que afectaban a los cimientos sociales y económicos de Inglaterra que sobreviven hasta el día de hoy. Estas incluían la libertad de todos los hombres de la servidumbre; que los tribunales de justicia y las fuerzas policiales locales fueran gobernados por las propias comunidades; la abolición del alto clero y la aristocracia, además del Rey; y finalmente la redistribución de la inmensa riqueza de los señores y obispos entre la gente común.
Ésta era la señal que estaba esperando la casa del rey. Primero, Sir John Newton insultó a Tyler, llamándolo ladrón; luego, bajo el mando de William Walworth, el alcalde de Londres, hombres armados atacaron a Tyler. Aunque gravemente herido, Tyler logró escapar y se refugió en el Priorato de San Bartolomé, pero fue arrastrado y decapitado delante de los rebeldes. Por esta traición, llevada a cabo bajo la bandera negra de la tregua, Walworth fue nombrado caballero por el Rey, y hoy una estatua del Lord Mayor se encuentra en el Viaducto de Holborn, cerca del lugar donde ordenó el asesinato de Wat Tyler.
El papel del liderazgo es uno de los temas más cuestionables hoy en día, ya que abundan los ejemplos negativos en nuestra política. Entre las organizaciones de izquierda domina la elección democrática de líderes, el sometimiento de cada decisión a un voto democrático y el cuidado de que se siga el debido proceso en la sala de reuniones, si no en la calle -donde los manifestantes son vigilados por sus propios delegados, se sigue obedientemente a los líderes y el orden reina supremo-, y parece agotar cualquier energía que los miembros de esa organización puedan haber tenido alguna vez. Con los ejemplos que tenemos en todos los niveles de la vida pública de la forma en que el público es manipulado con mentiras y propaganda para votar por los sociópatas en el poder, es difícil creer que sigamos depositando tanta fe en el proceso democrático; o que las mediocridades que ocupan cargos públicos, desde los líderes intercambiables de los gobiernos de Su Majestad hasta el alcalde de Londres y los líderes de nuestras autoridades locales, sean nuestros verdaderos líderes.
Fuera de estas estructuras democráticas, los verdaderos líderes no son votados sino que surgen en función de la voluntad de la comunidad. Dentro de dicha comunidad, un líder puede presentarse para cumplir un papel, o puede ser colocado allí por sus camaradas, pero solo mantendrá esa función mientras sus habilidades y personalidad cumplan con sus requisitos. Por el contrario, la persona elegida para un cargo comparte una característica definitoria con sus compañeros líderes, y esa es su voluntad de liderar. Es una obviedad sobre la clase política que cualquiera que quiera ser líder debería, por ese deseo, se descalificado para serlo. Cualquiera que haya sido parte de una comunidad genuina sabe que los líderes no son elegidos y que el corazón de la comunidad a menudo puede estar en otra parte o en otra persona. Una de las definiciones y medidas de comunidad es que cada uno de sus miembros encuentra su propio papel en la comunidad y todos asumen la responsabilidad de sus acciones comunes. No se trata solo de que las comunidades sean experimentos y modelos de los que puedan surgir futuras formaciones sociales, sino también de resistir la trampa en la que cayeron los rebeldes cuando, habiendo elegido un líder general, se hicieron vulnerables a su eliminación.
La policía de hoy lo sabe tan bien como los hombres de armas de William Walworth. La pregunta que nunca dejan de hacerse primero cuando controlan las protestas es: “¿Quién está al mando?” Las organizaciones democráticas no necesitan responder, ya que invariablemente informaron y pidieron permiso a la policía antes de su protesta; y sus discursos, escuchados por una multitud que asiente con la cabeza, son pronunciados por una orden preseleccionada de líderes elegidos democráticamente a salvo de arrestos. Todo muy divertido. Por el contrario, quienes son identificados por la policía como líderes por sus acciones son arrestados cada vez más, mantenidos durante la noche en las celdas, acusados de delitos fabricados y sometidos a todo el hostigamiento, a la intromisión en su privacidad y los intentos de destruir su medio de vida que la policía y los servicios legales pueden infligirle dentro de los límites de la ley y, a menudo, fuera de ella. Tales tácticas sirven no solo para aplastar a individuos que de otro modo serían activos y, al hacerlo, reducir su capacidad para liderar, sino también para desviar la energía de la comunidad de su objetivo hacia la defensa de sus líderes.
Después de dos milenios de dogma cristiano, el deseo de martirio tal vez esté todavía profundamente arraigado incluso en el más ateo de nosotros; pero es importante que no nos dejemos someter a los escuadrones de asalto utilizados para convertir cada manifestación contra la autoridad del Estado en una demostración de su poder para detenernos y agredirnos impunemente. Una y otra vez vemos a manifestantes que se van de las manifestaciones cuando se creen una fantasía, como los campesinos de Essex que regresaron a casa cuando habían retirado sus cartas del Rey, dejando a sus compañeros para ser atacados por la policía, apaleados durante horas, sus datos personal tomados por la fuerza, sus portavoces y líderes capturados y arrestados por policías que se habían apartado de la multitud más grande esperando este momento de indisciplina.Es importante para nuestra capacidad continua de protestar y actuar bajo leyes cada vez más restrictivas y punitivas que nos esperan que las comunidades de protesta se organicen mucho mejor de lo que lo están actualmente contra la policía y defiendan a sus compañeros de la detención. Sin esa organización, y la disciplina que requiere, los manifestantes, sin importar qué lemas griten, no son mejores que los hippies, los liberales y los socialdemócratas.
8. NI DIOS NI AMO
Cuando los rebeldes irrumpieron en la prisión de Maidstone, liberaron a John Ball, un ex párroco de la iglesia St. James en Colchester y radical lolardo (movimiento político y religioso precursor de la Reforma protestante, AyR) que había sido excomulgado y encarcelado por predicar que todos los hombres fueron creados iguales. Como hombre con letras, Ball jugó un papel crucial en la difusión de la revuelta, y muchas de sus cartas a los líderes rebeldes aún sobreviven. Se dice que en su sermón a los rebeldes en Blackheath el 12 de junio planteó la pregunta: “¿Dónde estaban los caballeros cuando Adán cavó y Eva tejió?” (When Adam delved and Eve span, who was then a gentleman?) El mensaje de John Ball tenía la intención de acabar con la servidumbre y las jerarquías de la Iglesia que separaban a los súbditos del Rey del Rey, pero no para abolir su soberanía, cuyo titular actual, insistía, fue designado divinamente. ¡Con el rey Ricardo y los verdaderos bienes comunes de Inglaterra! era su lema, al que los rebeldes obligaban a jurar lealtad a todos los que conocieron. Sin embargo, cualquiera que sea la igualdad que Ball predicaba a los comunes, creía que todos los súbditos, excepto el soberano, eran iguales ante Dios. John Ball descubriría exactamente lo debajo de Dios que estaban los súbditos del Rey + cuando, un mes después, su soberano divinamente designado lo hizo colgar, arrastrar y descuartizar en el mercado de St. Albans como advertencia a los demás.
Fue la fatal lealtad y obediencia de los rebeldes al rey, algo que es en parte culpa de Ball, lo que contuvo los dedos de los arqueros en Smithfield, cuando sus flechas habrían podido matar al rey a su fuerza de no más de 200 hombres de armas, y habría sentado las bases para convertir su revuelta en una revolución. En cambio, el joven rey, según los cronistas, se declaró su líder y los condujo a Clerkenwell Fields. Una vez que los rebeldes estuvieron fuera de la ciudad, se alzó la milicia de Londres, y los campesinos, sin líderes y enfrentando una creciente oposición armada, se retiraron a Essex.
No en vano, figuras del Partido Laborista, desde Morgan Phillips y John Smith hasta criminales de guerra como Tony Blair, han hablado de su Dios y afirman, con bastante precisión, que su filosofía política le debe más al metodismo que al marxismo. Hoy, el Culto de Corbyn (se refiere a Jeremy Corbyn, jefe del Partido Laborista británico entre 2015 y 2020, AyR), un desarrollo aparentemente anacrónico bajo el capitalismo tardío, y en sí mismo una rebelión de la clase media contra el declive de su nivel de vida, tiene un fervor religioso similar. Cegados por su fe en su salvador para liberarlos en el futuro, los seguidores de Jeremy Corbyn se niegan rotundamente a ver su traición en el presente a la clase trabajadora que dice representar bajo el apelativo típicamente de clase media de “gente común” (ordinary people), y citan sus discursos propagandísticos en su defensa, al igual que los campesinos de Essex agitaban las cartas reales ante las espadas de los vengadores soldados del rey. Mientras tanto, los consejos laborales, con el respaldo de Corbyn, derriban nuestras urbanizaciones, venden tierras públicas, criminalizan a las personas sin hogar y llevan a cabo un programa de privatización.
En cualquier movimiento popular siempre habrá personas que actúen por lo que ellos consideran caridad cristiana, sea lo que sea que eso signifique con respecto a la más violenta y punitiva de las religiones; y los diversos grupos que componen el movimiento de la vivienda, las organizaciones benéficas para personas sin hogar y las organizaciones activistas afiliadas al Partido Laborista en Londres no son diferentes. Pero debemos recordar que los cristianos, o cualquier otro creyente en una fuente divina de autoridad, y quizás más especialmente, los sumos sacerdotes del Partido Laborista, siempre son en última instancia obedientes a los intérpretes de su fe, es decir, la autoridad de la clase dominante. No deberíamos tener que referirnos a la Biblia para responder a la pregunta retórica de John Ball cuando la experiencia vivida por la clase trabajadora es todo el conocimiento que necesitamos. ¡Ni Dios ni los amo! es nuestra consigna, y nunca debemos olvidarla.
9. PROPIEDAD DE LA TIERRA
La revuelta se había extendido rápidamente desde Essex, y el 13 de junio, el mismo día en que los rebeldes marcharon hacia Londres, el pueblo se levantó en St. Albans en Hertfordshire, donde tenía viejos agravios contra el poder de la abadía. Al día siguiente se reunieron con el abad, Thomas de la Mare, y exigieron que les liberase del gobierno de la abadía. Un grupo de rebeldes marchó a Londres para apelar al rey, pero en cambio se reunió con Wat Tyler, que para entonces estaba a cargo de la capital, y regresaron inspirados para emprender acciones directas contra la abadía. El 16 de junio, los rebeldes irrumpieron en la abadía, abrieron sus mazmorras y liberaron a los prisioneros, destruyeron sus registros fiscales, vaciaron el estanque de peces del abad, derribaron las vallas que rodeaban las tierras comunales, mataron y se comieron la caza y dividieron la tierra de la abadía entre ellos. Luego obligaron al abad a firmar estatutos que otorgaban la devolución de sus derechos de comunión sobre la tierra robada por la Iglesia, perimitir pastar su ganado en sus pastos y recolectar leña de sus bosques, y daban libertad de pescar en sus ríos y de cazar en su terrenos. Para entonces, sin embargo, Tyler ya había muerto y la revuelta ya estaba siendo reprimida.
En la actualidad, solo el 0,3% de nuestra población (160.000 familias) sigue poseyendo dos tercios de la tierra en el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, lo que nos sitúa en el segundo lugar del mundo tras Brasil como el país con la distribución de la tierra más desigual. Este es el verdadero establishment, esta es la gente que es dueña de Gran Bretaña: no los inquilinos de unos edificios edificados sobre esa tierra, sino los propietarios de los árboles, la hierba, el barro y las rocas, hasta el centro de la tierra y para siempre. No está a la venta a ningún precio, y puedes ser tan rico como Dios y aun así no comprarlo, por la sencilla razón de que nunca se compró en primer lugar. Fue entregado, a cambio del poder político y las vidas de los hombres que murieron luchando por tomarlo, los reyes (en UK por ley el rey es el propietario último de todas las tierras del país, AyR).
Las familias propietarias de la tierra (los Beauchamps, D’Arcys, FitzWilliams, Harcourts, Lyons, Mandevilles y Percys que la heredaron de sus padres y la darán en herencia a sus hijos) son en su mayoría normandos, o al menos anglo-normandos, descendientes de las aproximadamente noventa familias que ataron sus estandartes al mástil de Guillermo el Conquistador y lucharon con él en Hastings, y luego administraron el sistema feudal que introdujo cuando ganaron. La mitad del país quedó en manos de 190 hombres, una cuarta parte en manos de apenas 11 hombres. Hoy en día, el duque de Buccleuch posee 250.000 acres, el duque de Northumberland 135.000 acres, el duque de Westminster 133.000 acres, el conde de Lonsdale 70.000 acres, el duque de Cornwall 135.000 acres y el duque de Lancaster 45.500 acres, siendo estos dos últimos mejor conocidos como el Príncipe de Gales y la Reina Isabel II, quien también posee 70.000 acres más en las propiedades de Balmoral y Sandringham (un acre equivale aproximadamente a 0,5 hectáreas, la centésima parte de un kilómetro cuadrado; la provincia de Valladolid, por ejemplo, tiene 8.111 km², lo que equivale a 811.100 hectáreas o 2 millones de acres, y toda Inglaterra tiene una superficie de 130.000 km², AyR).
Pero, de hecho, toda la tierra en el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte es propiedad formal de la Corona, luego arrendada al Gobierno, la Iglesia de Inglaterra, Oxford, Cambridge y Eton, el Ministerio de Defensa, el National Trust, el Forestry Commission, los descendientes degenerados de unos cientos de señores normandos y varios miles de corporaciones privadas. No existe tal cosa como tierra de propiedad pública, lo que en sí mismo es un nombre que lleva a error. La tierra de bienes comunales (Common land), otro término mal entendido, se refiere a los derechos del pueblo sobre la tierra adyacente a la arrendada a campesinos. No poseemos nada de eso. Somos súbditos de Su Majestad, la Reina Isabel II, y dado que su antepasado, Guillermo el Conquistador, nos convirtió en una sociedad feudal, no somos dueños de ni un metro cuadrado de la tierra en la que caminamos, vivimos, trabajamos y morimos.
Un alien o un visitante extranjero llegado hoy al Reino Unido al que se le mostrasen las justificaciones políticas y legales para su distribución de la tierra y riqueza concluiría que los habitantes de estas islas están locos, o son estúpidos, o son tan faltos de dignidad humana que merecen ser los siervos sin tierra que somos, y tendrían razón. Los descendientes de asesinos y ladrones que todavía poseen la tierra, cuyos ancestros la recibieron de Guillermo el Conquistador o algún otro autócrata a cambio del poder, o que simplemente robaron 7 millones de acres durante el cercado (enclosures) de la tierra de los siglos XVIII y XIX, nunca se verán obligados a renunciar a ella bajo el sistema político y legal actual. Es frente a esta expropiación forzosa del derecho de nacimiento del 90% de la población del Reino Unido que la manipulación de la política parlamentaria se revela más claramente como la irrelevancia ineficaz que es. La revolución política y social es el único medio para deshacer la injusticia obscena bajo la que han vivido nuestros antepasados desde que la historia registra, y bajo la cual nuestros descendientes seguirán viviendo hasta que nosotros, como clase, hagamos algo para cambiarlo.
10. PROPAGANDA
La revuelta de los campesinos amenazó de tal forma el control que tenía la clase dominante sobre Inglaterra, que su venganza incluyó la reescritura de su historia. Los rebeldes que habían organizado una revuelta nacional, atacado a funcionarios corruptos, destruido los registros de la propiedad, prohibido los saqueos, creado un programa de demandas políticas revolucionarias y casi derrocaron al gobierno, fueron transformados por los cronistas de la época (pagados y dirigidos por el Rey y su Iglesia) en una turba desorganizada de alborotadores criminales dedicados a su beneficio personal mediante el saqueo y el asesinato que casi provocaron el derrumbe del orden social de la Inglaterra medieval. Todavía en una fecha tan tadía como 1906, Sir Charles William Chadwick Oman, profesor de Historia Moderna en Oxford, escribía: “Es probable que Tyler fuera un aventurero de antecedentes desconocidos, y podemos creer al habitante de Kent que declaró que era un granuja y bandolero muy conocido”. La otra cara de esta moneda muestra a los cronistas contemporáneos atribuir personalmente el asesinato de Tyler al alcalde de Londres, y no a sus soldados; incluso hoy día los historiadores afirman que la represión de los rebeldes se debió al «carisma» y la «valentía» del rey de catorce años, y no a la santidad que siglos de dogma religioso habían conferido a la persona del soberano.
Si todo esto te suena familiar es porque lo es. Desde la huelga general de transporte de 1911, cuando Winston Churchill, en su puesto de ministro del Interior, ordenó al ejército británico aplastar el levantamiento, hasta el Viernes Negro, cuando Churchill, siendo secretario de Estado para la Guerra, ordenó a los tanques británicos cargar contra los trabajadores en huelga en Glasgow en 1919, hasta la manifestación contra la brutalidad policial en Brixton en 1981, el piquete de Orgreave atacado por la policía y las fuerzas del ejército en 1984, la manifestación del Poll Tax en 1990 atacada por la Policía Metropolitana y la protesta de Londres contra el asesinatoi a tiros por la policía de Mark Duggan en 2011: el gobierno, la policía y los medios de comunicación siempre han calificado con desdén las protestas sociales de “disturbios”. Como sabe cualquiera que haya estado alguna vez en un ‘motín’ de este tipo, son el resultado de ataques policiales llevados a cabo precisamente por esta razón.para producir la propaganda que permita al aparato ideológico estatal reescribir su historia.
Recordemos quién dirige esta propaganda. 10 de los 12 principales diarios británicos (The Sun, Daily Mail, Metro, London Evening Standard, Daily Mirror, Daily Telegraph, The Times, Daily Star, Daily Express, Financial Times y The Guardian) son propiedad de 7 multimillonarios, incluido 1 exiliado fiscal australiano estadounidense naturalizado no domiciliado (Rupert Murdoch), 1 exiliado fiscal no domiciliado (Viscount Rothermere), 2 exiliados fiscales no domiciliados antiguos defensores de Margaret Thatcher (Sir David y Sir Frederick Barclay), 1 pornógrafo conservador exiliado fiscal (Richard Desmond), 1 exiliado fiscal ruso naturalizado no domiciliado (Evgeny Lededev) y 1 empresario japonés (Tsuneo Kita). Nuestro ex Ministro de Hacienda, George Osborne, heredero del título de Barón de Ballentaylor y Ballylemon, acaba de ser nombrado nuevo editor del Evening Standard; y el ex editor de News of the World, Andrew Coulson, a pesar de haber cumplido una sentencia de prisión por escuchas telefónicas ilegales, acaba de ser nombrado asesor de relaciones públicas del Telegraph Group.
La mayor parte de nuestras opiniones políticas, sin embargo, provienen de otros lugares. El adulto promedio del Reino Unido consume casi 57 minutos de noticias y asuntos de actualidad cada día de las siguientes fuentes del Reino Unido: el 39% proviene de la televisión, el 29% de la radio, el 18% de los periódicos y el 14% de webs de noticias. La BBC (British Broadcasting Corporation) representa el 75% de la televisión, el 85% de la radio y el 50% de las noticias y la actualidad en la red, con una participación global del 60,6%; y su sesgo institucional es abrumadoramente favorable al gobierno conservador. Andrew Neil, el presentador de Daily Politics y This Week, fue el editor de The Sunday Times durante el gobierno de Margaret Thatcher; Evan Davis, el presentador de Newsnight, formó parte del equipo del Institute of Fiscal Studies (Instituto de Estudios Fiscales) que ideó el Poll Tax; Chris Cook, editor de temas políticos de Newsnight, solía ser asesor de David Willetts, el actual Ministro de Estado para Universidades y Ciencia; y Nick Robinson, presentador de Today, fue presidente de la Oxford University Conservative Association (Asociación Conservadora de la Universidad de Oxford). Recordemos que el 26% de los ejecutivos de la BBC y el 43% de los columnistas de periódicos provienen del 7% de la población que recibió educación privada; y que el 33% de los ejecutivos de la BBC y el 47% de los columnistas de periódicos provienen de menos del 1% de la población que fue a Oxbridge.
Realmente nada ha cambiado. En 1984, el secretario de Estado de Transportes, Nicholas Ridley, el arquitecto de los planes para reducir el poder de los sindicatos bajo el gobierno conservador de Margaret Thatcher, declaró que la huelga de los mineros era “muy parecida a una revuelta campesina” (very much in the nature of a peasants’ revolt). Hijo del vizconde Ridley, un anciano etoniano (el Eton College es un centro educativo fundado en 1440, cuyos alumnos son los hijos de las familias que controlan UK desde hace 1.000 años, AyR) y graduado de Oxford, y ministro del gabinete responsable de introducir el Poll Tax en 1990, Ridley pasói a ser un miembro viutalicio de la élite británica tras ser nombrado barón Ridley de Liddesdale dos años más tarde. Nada cambiará a menos que nosotros, como clase, lo cambiemos. Desde la revuelta de los campesinos de 1381 hasta las marchas, protestas, manifestaciones y ocupaciones casi semanales que tuvieron lugar en todo el Reino Unido en 2017, aquellos que controlan el presente seguirán controlando el pasado y aquellos que controlan el pasado seguirán controlando el futuro. .Si queremos recuperar el control del futuro que nos queda, debemos recuperar el control de nuestra propia propaganda durante y después de las protestas. Si no lo hacemos, la propaganda estatal del presente continuará controlando nuestro futuro reescribiendo nuestro pasado con tanta seguridad como lo ha hecho con la Revuelta Campesina y cualquier otro levantamiento de la clase trabajadora desde entonces.
11. REVUELTA Y REVOLUCIÓN
Los rebeldes de Londres decapitaron al Lord Canciller, el Lord High Treasurer, el ex alcaide de la Casa de la Moneda y miembro del Parlamento por Essex Richard Lyons, mataron a decenas de abogados y empleados, irrumpieron en las cárceles de Marshalsea, King’s Bench, Newgate, Fleet y Westminster y liberaron a los prisioneros, saquearon la Torre de Londres, incendiaron el Savoy Palace de John of Gaunt y arrojaron un botín por valor estimado de 10.000 libras en el río Támesis, demolieron el Clerkenwell Priory que era la sede de Robert Hales y los Caballeros Hospitalarios, quemaron los registros de Poll Tax en el complejo del Templo y difundieron la noticia de su revuelta por toda Inglaterra. La revuelta de los campesinos se pudo en marcha en Suffolk el 12 de junio, en Hertfordshire el 13, en Norfolk el 14 y en Cambridgeshire el 15, con más rebeliones surgiendo en lugares tan lejanos como Leicestershire, Lincolnshire, Yorkshire y Somerset. Pero cuando la mayoría de los rebeldes de Essex se fueron a casa con las cartas reales y lo que creían que eran concesiones del rey, incluida su propia amnistía freste a posible sjuicios, dejaron intacta la estructura de la sociedad contra la que se habían rebelado.
La Revuelta Campesina, por tanto, a pesar de sus exigencias revolucionarias, no fue una revolución; y una vez que los administradores y funcionarios del Estado y de la Iglesia fueron reemplazados por nuevos miembros de la aristocracia y el clero, y alrededor de 4.000 hombres armados fueron reunidos en Londres, la clase dominante fue capaz de llevar a cabo una sangrienta venganza, lo que hizo. La revuelta en Suffolk fue sometida con 500 hombres armados al mando del conde de Suffolk. El propio rey viajó a Essex, donde supervisó la masacre de 500 rebeldes en los bosques de Billericay. Pero la principal resistencia estaba en Norfolk, donde las fuerzas del obispo de Norwich derrotaron a los rebeldes en la batalla de North Walsham del 25 al 26 de junio. Para jutificar la supresión de la rebelión se invocaron una amplia gama de leyes, desde cargos de quema de libros y demolición de casas hasta traición generalizada.pero la mayoría de los rebeldes capturados fueron ejecutados sin juicio.
Los líderes de la revuelta fueron perseguidos, torturados y asesinados. Jack Straw, uno de los líderes de los rebeldes que habían decapitado a Sir John Cavendish, el presidente del Tribunal Supremo del King’s Bench, fue torturado y ejecutado en Londres .John Wrawe, un ex capellán que había liderado una fuerza de rebeldes desde Essex hasta Suffolk y ayudó a extender la revuelta por East Anglia, fue ahorcado, reclutado y descuartizado el 6 de mayo del año siguiente. William Grindcobbe, el molinero que encabezó la revuelta en St. Albans, fue ahorcado, arrastrado por caballos y descuartizado junto con John Ball el 15 de julio. Geoffrey Litster, un tintorero coronado como “Rey de los Comunes” en Norfolk, fue ahorcado, arrastrado por caballos y descuartizado en North Walsham poco después de la batalla, y partes de su cuerpo fueron enviadas a Norwich, Yarmouth, Lynn y a su propia casa en Felmingham; Posteriormente, las autoridades persiguieron a su viuda y la obligaron a pagar las deudas pendientes de su difunto marido de 33 chelines y 9 peniques. Y el hombre que empezó todo, Tom Baker, también fue ahorcado, arrastrado por caballos y descuartizado en Chelmsford el 4 de julio, poco más de un mes después de que su pueblo se negara a pagar el impuesto electoral.
Para una democracia parlamentaria cuyo poder económico, político y militar a lo largo de los siglos ha permanecido en manos de una clase dominante casi inmutable, hacemos una gran cosa de que nuestros líderes solo pueden ocupar el cargo por un número limitado de mandatos y son elegido democráticamente por ‘El Pueblo’ (The People, como les gusta llamarnos). Pero, ¿qué importa quién se sienta en el cargo cuando ese cargo sigue siendo el mismo, y cuyo propósito primordial es continuar gobernándonos a través de cambios incrementales en el mismo sistema económico? Durante los últimos 18 meses hemos visto los extraordinarios e implacables ataques de la prensa, los medios de comunicación, la City de Londres, el ejército británico (uno de cuyos generales prometió liderar un golpe militar) e incluso su propio partido político a la amenaza. de alguien tan suave como Jeremy Corbyn, cuyo programa de nacionalización dentro de una economía capitalista dista mucho del socialismo que promete o de la demagogia de que es un miembro de la “extrema izquierda”, cargo del que es acusado por todos los editores de noticias de nuestro limitado espectro político. ¿Podemos realmente esperar que se permita que surja un desafío genuino al status quo en el marco de nuestra democracia parlamentaria de 900 años de antigüedad? Las políticas indistinguibles por similares de nuestros partidos políticos en respuesta a la creciente desigualdad económica del electorado son testimonio de la hegemonía de la clase dominante, pero algunas leyes recientes nos dan una indicación más de cuán lejos de nosotros están nuestro parlamento, los servicios civiles, la policía y las fuerzas de seguridad, que están dispuestos a criminalizar cualquier amenaza a su poder.
Como parte de su estrategia de 2015 contra el extremismo, el gobierno está tratando de aprobar un proyecto de ley que define el extremismo no violento como “la oposición activa o vocal a nuestros valores fundamentales, incluida la democracia, el estado de derecho, la libertad individual y el respeto mutuo y tolerancia de diferentes credos y creencias”. El proyecto de ley aún no se ha publicado y se nos promete que será examinado por un Comité Conjunto Selecto (Joint Select Committee) para comprobar que cumpla con la legislación sobre derechos humanos relacionada con nuestras libertades de expresión y reunión; pero la estrategia propone el uso de órdennanzas civiles -cuya violación es un delito penal- para reprimir un extremismo considerado como tal sin necesidad de presentar una acusación penal que requiere de manera estandard la presentación de pruebas. Hasta ahora no se ha presentado una definición legal de lo que en qué consisten los “valores británicos”, aunque hemos visto en este artículo una serie de ejemplos de lo que podrían ser.
El pasado mes de noviembre, como un ejemplo más, la Ley de Poderes de Investigación (Investigatory Powers Act) de 2016 se convirtió en ley. Esta ley, apodada Ley de los fisgones (Snooper’s Charter) requiere que los proveedores de servicios de Internet y las compañías de telefonía móvil mantengan registros de los historiales de navegación de todos, incluso en las redes sociales, correos electrónicos, llamadas de voz y servicios de mensajería de teléfonos móviles durante 12 meses, y garantiza a la policía, los servicios de seguridad y una variedad de departamentos gubernamentales un acceso sin precedentes a los datos (lo que significa que saben que estoy escribiendo esto y tú lo estás leyendo). También otorga a la policía y a los servicios de seguridad nuevos poderes para piratear computadoras de la población y sus teléfonos para recopilar datos de comunicación a gran escala. A pesar de ser una de las leyes de vigilancia más extremas jamás aprobadas en una autodenominada ‘democracia’, la ley fue aprobada con escaso escrutinio parlamentario u oposición pública el 29 de noviembre mientras el electorado del Reino Unido se distraía con los debates sobre la legalidad del referéndum del Brexit y sus amenazas a nuestros derechos humanos.
Hoy vivimos bajo leyes cada vez más restrictivas y punitivas promulgadas por una policía cada vez más militarizada y privatizada cuyas funciones y poderes ya se están subcontratando a empresas de seguridad privada. Tan bien armados como cualquier soldado medieval y armados con armas mucho más letales que utilizan con creciente impunidad, desde esposas rápidas, porras de peso y aerosoles de gas CS hasta armas Taser, pistolas automáticas y rifles de asalto, la policía patrulla nuestro calles y cielos en coches patrulla, furgonetas antidisturbios y helicópteros equipados con la tecnología de vigilancia de un ejército de ocupación, que es, por supuesto, precisamente lo que son. En Londres, el Servicio de Policía Metropolitana es una de las fuerzas policiales más grandes del mundo, con casi 50.000 agentes y un presupuesto anual de 3.240 millones de libras esterlinas. Una vez más, para poner esto en contexto, la deuda total del sistema público de salud NHS para los hospitales de toda Inglaterra es de 2.450 millones de libras esterlinas. Este febrero, Su Majestad, la Reina Isabel II, nombró a la nueva Comisionada de la Policía Metropolitana, Cressida Dick, una graduada con educación privada de Oxford y Cambridge que supervisó el asesinato y el encubrimiento del asesinato de Jean Charles de Menzes tras los atentados con bombas en Londres el 7 de julio de 2005. Y el pasado més de agosto el alcalde de Londres anunció una nueva fuerza de 600 policías paramilitares llamados “antiterroristas“ vestidos de gris, fuertemente armados, dudosamente entrenados, que fueron fotografiados como la pandilla callejera que son, mostrando con orgullo su variedad de chalecos antibalas, pistolas, rifles de francotirador, metralletas y rifles de asalto automáticos. Se estima que en la actualidad hay 2.800 agentes armados en la Policía Metropolitana de Londres.
Y, sin embargo, estos enormes recursos de mano de obra, armas, equipos, vigilancia y tecnología, y las nuevas leyes y la erosión de nuestros derechos humanos que permiten al gobierno usarlos, no fueron suficientes para detener a un hombre que, en una camioneta, mató a 4 personas e hirió a otras 50 más sobre el puente de Westminster el 22 de marzo de este año. Podríamos concluir de este escenario tan increíble que las enormes sumas gastadas en estos recursos policiales, y todas las nuevas leyes contra el terrorismo y el extremismo aprobadas y la correspondiente pérdida de nuestros derechos humanos y privacidad, no están hechas para protegernos de los terroristas. y extremistas, sino para proteger a la clase dominante de nosotros mientras someten a nuestra clase a una pobreza y servidumbre cada vez mayores.
Tras el ataque de Westminster, el Parlamento y la prensa pidieron a gritos que el diputado conservador de Bournemouth East, Tobias Ellwood, fuera nombrado caballero por la Reina como premio por sus acciones al intentar reanimar mediante el boca a boca al oficial de policía asesinado, PC Keith Palmer. Ellwood, un ex capitán del ejército que también es subsecretario de Estado parlamentario para la lucha contra el terrorismo, fue nombrado posteriormente miembro del Consejo Privado (Privy Counci) de la Reina. Fundado por los monarcas normandos y compuesto por políticos de alto nivel, jueces y obispos, ser miembro de dicho Consejo significa que, además de ser tratado como ‘El Muy Honorable’, (The Right Honourable) Ellwood ahora también recibirá informes de seguridad nacional ultrasecretos y se le notificará con anticipación sobre cualquier decisión del primer ministro de hacer intervenir a las Fuerzas Armadas del Reino Unido. Exactamente cuatro semanas después del ataque de Westminster, el 18 de abril, la primera ministra briánica Theresa May anunció elecciones anticipadas que esperaba que se esperaba que le otorgaran la mayoría parlamentaria más grande desde el segundo mandato de Margaret Thatcher (el resultado fue finalmente el contrario, ya que los conservadores perderon la mayoría absoluta, AyR).
Podría seguir. Ni siquiera he mencionado al ejército, nuestros numerosos servicios secretos o los poderes de vigilancia del GCHQ (la NSA británica, AyR), y mucho menos el poder financiero y la corrupción de la City de Londres y la amenaza del complejo militar-industrial del capitalismo mundial bajo el cual todos vivimos. Pero detengámonos aquí. Si pensamos que nos enfrentamos a una tarea imposible al oponernos al aparentemente imparable ascenso de un totalitarismo más dominante, invasivo y controlador que cualquiera que haya existido en el pasado, deberíamos pensar en aquellos siervos que, hace seis siglos, se levantaron de la pobreza extrema y la opresión violenta. desafiaron la riqueza y el poder del rey inglés, la aristocracia anglo-normanda y la Iglesia Católica Romana, y animarnos con su ejemplo.Es más, no tenemos otra opción si queremos evitar que nuestra clase se hunda en un mundo que hará que la Inglaterra del siglo XIV parezca un manuscrito iluminado del futuro Apocalipsis.
PASADO, PRESENTE, ¿FUTURO? La aristocracia británica, heredera de los inavasores normandos, que lleva 1.000 años controlando la riqueza del Reino Unido (FUENTE)
UN EJEMPLO PARA LA POSTERIDAD
En la conferencia que pronunció en 1981 en el 600 aniversario de la Revuelta Campesina, el periodista y socialista Paul Foot concluyó con estas palabras sobre nuestra herencia del levantamiento de 1381:
Hay una tendencia entre las personas que reflexionan sobre la historia, mayor posiblemente -quizás de manera especial- entre los marxistas que piensan en la historia, a dividirla en compartimentos sellados. Dicen que el campesino viene de otra época, está separado de nosotros, no tiene nada que ver con nosotros, y que la historia se mueve por etapas, etapas científicas, y el campesino es una etapa y los trabajadores están en otra. Por lo tanto, lo que sucedió hace seiscientos años no tiene nada que ver con nosotros, en un tipo de economía muy diferente. Lo podemos dejar a un lado. No somos campesinos, somos gente muy avanzada, hemos sido una clase trabajadora industrial durante años y no hemos llegado a ninguna parte, pero somos tremendamente importantes y somos mucho más importantes que cualquier campesino.
“Creo que eso no sólo es reaccionario y erróneo, sino paralizante, porque toda la idea de que la historia determina las cosas y que todo es inevitable nos paraliza, deja fuera la actividad que está en el centro de la Revuelta Campesina. También es un insulto para las personas que mantuvieron esas ideas de lucha para nosotros durante todos esos años. Lo más extraordinario de la Revuelta Campesina no son las diferencias entre nosotros y ellos, que son obvias y esperadas, sino las similitudes. Estamos unidos por esta lucha implacable entre las clases, que persiste a lo largo de su historia y a lo largo de la nuestra.
La servidumbre fue finalmente abolida en 1574, casi doscientos años después de la Revuelta Campesina; el Estatuto de los Trabajadores (Statute of Labourers) fue derogado en 1863; el servicio nacional se mantuvo hasta que 1963 empezó a ser eliminado gradualmente; y el Poll Tax, que Margaret Thatcher recuperó con el disfraz de Community Charge en 1990, fue derrotado ese mismo año por manifestaciones masivas y una negativa generalizada a pagar. Así que ha habido algunas victorias en los últimos 636 años. Pero hasta que el jefe de estado y todo lo que se parece a él haya sido eliminado en Smithfield, en el mismo sitio donde el rey Richard traicionó, emboscó y asesinó a Wat Tyler, básicamente seguiremos librando la misma guerra de clases.
Juan de Gante no estaba en Londres en el momento de la Revuelta, sino participando en la Marcha de Escocia, donde al enterarse del levantamiento corrió de un castillo a otro en busca de santuario, y finalmente fue acogido por el rey Roberto II de Escocia, sin duda a cambio de una fuerte suma de dinero. Desafortunadamente, por lo tanto, el primer duque de Lancaster evitó ser decapitado por los rebeldes, algo que no lograron el arzobispo Simon Sudbury y Sir Robert Hales. La familia Beaufort, descendiente en la línea masculina de John of Gaunt, está representada hoy por su rama de cadetes, la Casa de Somerset, cuyo representante principal es David Somerset, undécimo duque de Beaufort, que ocupó el puesto 679 de la lista de 2015 de personas más ricas del Sunday Times (Rich List), con una riqueza estimada en 145 millones de libras con sus tierras en Badminton y Swangrove. Sin embargo, me complace informar que los diversos baronazgos de Hales, que se crearon en el siglo XVII, están extintos.
¿Y los siervos? Nueve días después de firmar las cartas reales en las que juró que aboliría la servidumbre, derogaría el impuesto electoral y el estatuto de los trabajadores, devolvería las tierras comunales a los plebeyos y otorgaría amnistía a los rebeldes, el rey Ricardo II, que rescindió cada una de esas cartas, autorizó en julio y noviembre de ese mismo año la ejecución de entre 3.000 y 7.000 rebeldes; según declaró a los campesinos de Essex el cronista y monje contemporáneo Thomas Walsingham:
Siervos habeis sido y siervos sereis, pero no sometidos como hasta ahora, sino de manera incomparablemente más dura. Mientras vivamos y este reino sea gobiernado por la gracia de Dios, usaremos nuestra fuerza, nuestro cerebro y nuestras propiedades para trataros de tal forma que vuestra esclavitud sea un ejemplo para la posteridad que esté a la vista de aquellos que puedan ser como vosotros que vivan ahora y en el futuro, para que vean vuestra miseria y tengan motivos para maldeciros, y tengan miedo de hacer cosas como las que habeis hecho.
Más de 600 años después, ¿seguimos siendo obedientes a este ejemplo para la posteridad, como lo somos a tantos otros, o hemos aprendido las lecciones de la historia y hemos encontrado el coraje para superar nuestro miedo y lograr, finalmente, lo que la Revuelta Campesina de 1381 estuvo a punto de lograr?