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Noticias Amor y Rabia

Kara, el talón de Aquiles de EEUU

Published on: domingo, 14 de noviembre de 2021 // ,


por Rabioso


Las guerras del gas (1):  Del embargo de las tuberías de la OTAN a Nord Stream


INTRODUCCIÓN


La construcción del gasoducto Nord Stream 2 entre Rusia y Alemania, ignorando los constantes chantajes y amenazas de EEUU, tiene unas dimensiones estratégicas enormes que han pasado desapercibidas. No se trata simplemente de que el Kapital alemán se haya negado en redondo en cumplir el Diktat de Washington, sino que en el proceso Rusia ha sido capaz de romper el cerco estadounidense, agrietar la OTAN, consolidar y modernizar su estructura energética, y extender sus gasoductos por el este del continente euroasiático. Para entenderlo hay que hacer un repaso histórico de la guerra de EEUU contra el desarrollo del potencial energético de la Unión Soviética primero, y después de Rusia.



ASCENSO Y CAIDA DE LA RUSIA ZARISTA COMO SUPERPOTENCIA ENERGÉTICA


Históricamente, Rusia ha sido un obstáculo para los planes del capital anglosajón de monopolizar la industria de la energía. A comienzos del siglo XX, los enormes yacimientos de petróleo del Cáucaso, y más concretamente de Bakú, eran la principal amenaza para los planes de la Royal Dutch Shell y la Standard Oil de Rockefeller de hacerse con el control del mercado chino. La estrategia de Ludwig Nobel (hermano de Alfred Nobel creador del premio que lleva su nombre) era convertir su empresa petrolera Branobel en una empresa energética global, algo que cuadraba perfectamente con los planes industrialización del país del Conde Witte, que eran financiados por Francia, que de esta manera vivía de las enormes rentas que producían sus inversiones. Tras inventar Branobel los primeros barcos petroleros para transportar su petróleo al extranjero, el Imperio Inglés la prohibió usar el Canal de Suez para llevar su petróleo a China, para evitar que compitiera con Royal Dutch Shell. Como respuesta, Witte y Branobel utilizaron como alternativa el tren, construyendo el Transsiberiano, que permitiría el envío del petróleo en vagones hasta el puerto chino de Port Arthur, en manos de Rusia.


Los planes de Rusia quebraron en 1905. En 1903 el Imperio Británico se alió con Japón, y le ofreció apoyo suficiente como para atreverse a declarar la guerra a la Rusia zarista. Al mismo tiempo, estallaron en el Cáucaso protestas revolucionarias entre los trabajadores del sector de petróleo (uno de ellos era Stalin), que prendieron fuego a más de 5.000 pozos de petróleo. La derrota de Rusia eliminó el control de Port Arthur y convirtió el Transsiberiano en una linea férrea muerta que languidecería hasta nuestros días, y Branobel nunca lograría recuperarse de las destrucciones revolucionarias. Se sabe ahora que Sidney Really, agente secreto británico que jugó un destacado papel en lograr el control británico de los yacimientos de petróleo de Persia (hoy Irán) estuvo en Port Arthur y en contacto con el servicio secreto japonés antes del inicio de la guerra; y también se sabe que Japón financió a los revolucionarios rusos para debilitar al coloso ruso (situación que se repetirá poco después en la revolución mexicana de 1910 por las empresas de Rockefeller para acabar con el control del petróleo mexicano por la Royal Dutch Shell).


Destrozados los planes de Witte-Nobel, la industria petrolera rusa nunca logró recuperarse, y Branobel acabó en manos de un consorcio alemán dominado por el Deutsche Bank, que intentó hacer frente (en vano) al control de las empresas energéticas anglosajonas de los mercados europeos.


SIBERIA Y EL ASCENSO LA UNIÓN SOVIÈTICA COMO SUPERPOTENCIA ENERGÉTICA


A finales de los años 50, Errico Mattei, una de las personas más poderosas de Italia, intentó convertir a la empresa estatal ENI, un gigante con un peso enorme en la economía y política del país, en una empresa energética global, pero fue saboteado por las que el llamaba “las Siete Hermanas”, las 2 empresas británicas, 4 estadounidenses y 1 francesa que se habían repartido en secreto los yacimientos de Oriente Medio en el periodo de entreguerras mediante el llamado “Acuerdo de la Linea Roja”, y controlaban el mercado mundial del petróleo. Hay que recordar aquí además, que las reglas del Plan Marshall prohibían usar los fondos estadounidenses para la construcción de una industria petrolera propia en Europa. La reacción de Mattei fue aplicar el “libre mercado”: a sabiendas de que sus competidores tan sólo daban una pequeña parte de los beneficios de la producción de petróleo a los gobiernos locales, firmó acuerdos de producción de petróleo con gobiernos de Oriente Medio y el norte de África en los que se repartia los beneficios por igual con el gobierno, al 50%. Esto creo fuertes tensiones entre EEUU y sus aliados y Mattei, pero la gota que colmó el vaso fueron los acuerdos para comprar petróleo a la Unión Soviética.


DCHA: Los inmensos depósitos de hidrocarburos del Mar de Kara, según un mapa del informe de marzo de 1988 de la CIA titulado “The Kara Sea: A Soviet Oil Resource for the Turn of the Century“. IZDA: Pese a todos los esfuerzos del Kremlin, sólo se han explotado mínimamente los inmensos recursos del Mar de Kara. Sin el boicot anglosajón, se dispararían las reservas de hidrocarburos de golpe, eliminando el mito del “Peak Oil” del ecologismo apocalíptico y el Ecocapitalismo.


Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno soviético de Stalin se había dedicado a intentar devolver el sector petrolífero del Cáucaso su antigua gloria, fracasando. A pesar de que se habían encontrado indicios de grandes yacimientos en otras partes de la URSS, su desarrollo sólo se hizo posible tras la muerte de Stalin, dando lugar a la creación de nuevas zonas de producción de petróleo, el “segundo Baku”, y el “tercer Baku”. La URSS sufría todavía de las enormes destrucciones y pérdidas humanas provocadas por el salvajismo nazi-fascista, sacrificio que permitió aplastar a la inmensa maquinaria militar-industrial del nacionalsocialismo, y además tuvo que hacerse cargo de la reconstrucción de la devastada Europa oriental en la postguerra, por lo que necesitaba nuevas fuentes de financiación, y el petróleo podría ser una. La élite del Capital italiano (sobre todo Mattei y Agnelli), hartos de la “soberanía limitada” impuesta por EEUU, firmaron un acuerdo con la URSS en 1958 mediante el cual se construiría un enorme oleoducto desde Siberia hasta Europa central, para lo cual Italia suministraría las tuberías a cambio de obtener petróleo soviético barato. El acuerdo fue visto con interés por otras potencias europeas (Alemania, Francia, y hasta UK), y EEUU reaccionó exigiendo el cancelamiento de los contratos de suministro de materiales y maquinaria con la URSS, desatando a finales de 1962 el “embargo de las tuberías” (Röhren-Embargo), primer ejemplo del uso de las listas CoCom de tecnología prohibida de exportar a la URSS. La presión estadounidense provocó que el Kapital alemán cancelase sus contratos, pero los todopoderosos EEUU no lo eran tanto, ya que el oleoducto soviético se construyó. Italia pagó cara su osadía: a comienzos de los 60 la red Gladio de la OTAN se activó, formando neofascistas y dándoles armas para llevar a cabo atentados para desestabilizar el país; la mano de la Gladio impulsó el independentismo en el Tirol (cerca de por donde pasaba el oleoducto que transportaría el petróleo soviético), y personal de la Gladio estuvo detrás del sabotaje del avión en el que viajaba Mattei, que provocó su muerte en octubre de 1962.


Lo peor para EEUU fue el efecto de todo esto en el seno del Kapital alemán, que veía como haber cumplido las directrices de Washington fue hacer el imbécil, ya que la industria británica cumplió sus contratos (lo que puso en marcha la desestabilización del gobierno británico en los Wilson Plots, pero eso es otra historia). Por ello, cuando en los 70 la URSS construyó un gasoducto para transportar gas de Siberia a Europa, Alemania participó. La crisis energética de los 70, provocada por EEUU para sustituir el Gold Standard con el (Petro)dólar, hizo imperativo para Alemania diversificar sus fuentes de energía, mientras que la Unión Soviética tuvo que hacer frente a un parón abrupto en el crecimiento económico del COMECON, la comunidad económica de los países comunistas satélites de Moscú del este de Europa. El descubrimientos de inmensos yacimientos de gas en el Mar de Kara hizo que la URSS y Alemania decidieran construir una gigantesca red de gasoductos para transportar el gas a Europa, cuyos gobiernos (comunistas o capitalistas) podrían de esta manera combatir el enorme crecimiento de los precios de los combustibles y mejorar la calidad de vida de la población.


Los yacimientos de gas del Mar de Kara se convirtieron desde entonces la peor pesadilla geoestratégica de EEUU. La primera reacción del gobierno de EEUU de Ronald Reagan fue volver a imponer un “embargo de las tuberías” (Röhren-Embargo), pero esta vez el Kapital alemán, encabezado por el Deutsche Bank, se negó a cancelar sus gigantescas inversiones en el gas soviético. El intento de volver a imponer el uso de la lista CoCom como instrumento de chantaje y la imposición de sanciones a las empresas que no la respetaran provocó una rebelión de los gobiernos europeos contra EEUU, que al final retiró sus sanciones. De nuevo, la Unión Soviética había logrado su objetivo, y los análisis de la CIA daban por seguro que el gas se convertiría en los 90 en el principal pilar económico soviético.


Inaguración del puerto de Mukran, 1986


POLONIA, YAMAL Y LA DESINTEGRACIÓN DEL MODELO SOVIÉTICO DE DESARROLLO


Los avances del desarrollo de las capacidades energéticas de la URSS y los acuerdos de suministro firmados con Europa occidental para llevar a Europa el gas de la península de Yamal tenían un talón de Aquiles: Polonia. La estructura económica del poder soviético en Europa oriental (y en la propia URSS) se basaba en el desarrollo de la periferia en perjuicio del núcleo central. Esto alimentó los espejismos separatistas en algunas repúblicas de la URSS, como los países Bálticos o Ucrania que, una vez lograda la “independencia” se chocaron de bruces con la realidad: su alto nivel económico se debía a los mecanismos de compensación soviéticos para evitar la acumulación de la riqueza en pocas zonas, y, al tener que enfrentarse al “libre mercado” capitalista, se han hundido desde entonces en una espiral de desindustrialización, pobreza y emigración.


Esta situación se repetía en Polonia, uno de los países más importantes de la esfera de influencia soviética, a pesar de que debía su reconstrucción tras ser arrasada por los nazis a la URSS. El comunismo nunca logró gran implantación en Polonia debido a la implantación del nacionalismo, como pasaba en otros países de Europa oriental. Cuando la URSS empezó a comerciar con Europa occidental, Polonia siguió el ejemplo y puso en marcha una sociedad de consumo basada en créditos y productos occidentales (el FIAT ‘Maluch’ 126 era el símbolo de la prosperidad efímera de esa época). 



ARRIBA: Artículo del Wall Street Journal (14.07.1982) avisando que el embargo contra el gaseoducto soviético podría fracasar como el embargo contra el oleoducto soviético.
ABAJO: Infografico del Wall Street Journal (31.08.1982) mostrando la participación de varios países de Europa occidental en la construcción del gasoducto soviético.



Cuando llegó la crisis en los años 70, el partido comunista polaco fue incapaz de evitar el estallido de fuertes protestas en 1970 y 1976 al intentar llevar a cabo subidas de los precios de los alimentos. Incapaz de imponer recortes y habiendo desaprovechado la posibilidad de establecer una economía saneada, el partido comunista polaco decidió aprovechar la posición privilegiada de Polonia como país de tránsito, y aumentó las tarifas aduaneras de los productos del resto de países comunistas. Fue la gota que colmó el vaso.


Los análisis de los archivos de los antiguos regímenes comunistas ponen de manifiesto el creciente hartazgo de la URSS y Alemania oriental con los constantes incumplimientos polacos: pedían mucho, y entregaban lo que debían con retraso o nunca, lo que provocó serias dificultades a los planificadores soviéticos. El intento de obligarles a pagar la factura de la crisis polaca llevó a alemanes y soviéticos a poner en marcha planes para rodear Polonia por mar, creando una linea férrea/marítima entre el puerto soviético de Klaipeda y el de Mukran, en Alemania oriental. Esta planificación, puesta en marcha bajo el mayor secreto en los años 70, demuestra que el mal estado de la estructura de poder soviética no se inició en los años 80, como se cree.


Símbolo del sindicato anticomunista polaco Solidarność.

La crisis social polaca se agravó a finales de los 70, y dio lugar a la creación de Solidarność, sindicato anticomunista liderado por un colaborador de la policía. Como anteriormente las provocaciones policiales se habían usado en la lucha de poder en el seno del partido (la policía secreta polaca llevó a cabo una serie de sabotajes que jugaron un papel en desatar la revuelta que obligó en 1970 a dimitir a Gomulka, secretario general del partido comunista polaco), queda la duda de si las protestas no fueron aprovechadas como instrumento para negociar con Moscú, que no estaba en condiciones de afrontar otra intervención tipo Hungría (1956) o Checoslovaquia (1968). Fuera como fuese, lo cierto es que Moscú prescindió completamente del territorio polaco para el trazado del gasoducto de Yamal, y al mismo tiempo construyó la linea férrea/marítima entre Klaipeda y Mukran, el mayor proyecto de infraestructuras de la Alemania socialista, concluido en 1986, que nunca llegó a usarse como se había planeado.


DERRUMBE SOVIÉTICO Y ASCENSO DE RUSIA


El fracaso económico de los planificadores soviéticos, debido al sabotaje y las provocaciones de EEUU,  pero también a que el sistema había fracasado en Europa oriental, dio lugar a un “sálvese quien pueda”, en el que la URSS primero se retiró lentamente de Europa oriental, al no poder seguir sosteniéndola, y después se desintegró mediante la independencia de las repúblicas que la formaban. Así, mientras George Soros empezaba a sembrar de ONGs toda Europa oriental a inicios de los 80s, en la URSS en 4 años hubo 3 secretarios generales del partido (resultado de haber establecido una gerontocracia), y finalmente en 1986 llegó al poder Gorbachov, el responsable de mandar a la URSS a la tumba y a si mismo al paro. Con ayuda de los descendientes de los grupos fascistas que habían colaborado con los nazis, y usando (en Lituania) los mecanismos de las revoluciones de colores de Gene Sharp, que se desplazó in situ para entrenar a los nacionalistas lituanos, la Unión Soviética pasó a la historia en 1991.


Una vez derrumbado el sistema comunista, Solidarność, ahora en el gobierno, permitió subidas de precios de hasta el 1.000% en algunos productos (las subidas de precios que pretendían llevar a cabo los comunistas de entre un 30% y un 70%) y, debido al derrumbe del mercado común soviético (COMECON), carecía de fuentes de ingresos que merecieran dicho nombre. Por ello, a comienzos de los 90, acordaron con Rusia la construcción del gasoducto Yamal (llamado EuRoPol en Polonia), para beneficiarse de los ingresos de los derechos de tránsito.



La estrategia rusa contra el sabotaje de los países de tránsito: rodearlos.


En 1997, cuando el proceso de consolidación del capitalismo en Rusia estaba llegando a su fin, el monopolio gasistico ruso Gazprom (resultado de la conversión del ministerio de gas soviético en una empresa a finales de los 80) planteó a Finlandia la construcción de un nuevo gasoducto, junto con Finlandia, llamado North Transgas, que transportaría el gas del enorme yacimiento de Shtokman y, tras atravesar la península de Karelia y el mar Báltico, suministraría energía a los países escandinavos y a Alemania. Esta idea no tardó en abandonarse debido a varios problemas: primero, el conflicto abierto desde hacía décadas con Noruega sobre la delimitación de las aguas territoriales; y después, debido a la llegada de Putin al poder y la restauración del poder del estado.


El intento del gigante petrolero ruso Yukos de vender enormes yacimientos siberianos a la empresa estadounidense Exxon (heredera de la Standard Oil de Rockefeller) dio lugar a una reacción defensiva del estado y el capital rusos, que dio lugar a la nacionalización de Yukos y el encarcelamiento de su jefe y dueño, y puso en marcha una dinámica en la que se fueron eliminando de manera sistemática los planes de cooperación eon empresas extranjeras en el sector energético, joya de la corona de la economía rusa. Así fueron cancelados los proyectos como el de Shtokman o expulsadas las empresas extranjeras de los proyectos en Sahalin, mientras en paralelo se llevaba a cabo una rápida concentración del sector energético ruso en un puñado de empresas.


La pérdida del acceso a las riquezas de Rusia fue respondida con una creciente agresividad por EEUU, que veía como Rusia, carente de los lastres de Europa oriental o de las ex-repúblicas soviéticas, aumentaba su fuerza y poder muy rápidamente. La política estadounidense se centró en cercar a Rusia, siguiendo la estrategia iniciada tras la caída de la URSS:


1) expandiendo la OTAN hacia el este;


2) llevando a cabo “revoluciones de colores” para derrocar a los gobiernos de la periferia rusa, de Yugoslavia hasta Asia Central y Mongolia, sustituyéndoles por gobiernos títere pro-EEUU; y 


3) favoreciendo proyectos energéticos que desconectasen a la antigua periferia soviética de Rusia, especialmente en el Cáucaso.



En 2021, Polonia ha dejado de ser un país de tránsito en el suministro de gas ruso a Europa ha desaparecido, y la puesta en marcha de Nord Stream 2 impide a Ucrania volver a chantajear a Rusia. 



Washington tomó así el control de Ucrania, evitando que entrase en la Comunidad Económica Euroasiática (EurAsEC), y poniendo como jefes de gobierno a un simpatizante nazis (Yusenko) y luego a una oligarca que se había enriquecido robando gas de los gasoductos rusos (Timoshenko). Ambos, con apoyo polaco, se dedicaron a obstaculizar al máximo la política exterior y energética de Rusia, pero cometieron el error de paralizar el suministro de gas a Europa, algo que EEUU pretendía usar como argumento para apartar de Rusia a Europa occidental. Sin embargo, el resultado fue el contrario: a la vista de la inestabilidad creciente de la ruta ucraniana del gas, a finales de 2005 el gobierno alemán de Gerhard Schröder en su último acto aprobó la construcción de un nuevo gasoducto que uniese a Rusia y Alemania atravesando el mar Báltico, llamado North European Gas Pipeline y más tarde Nord Stream. En 2011, tras completar su construcción, Rusia dio pasos para aumentar su capacidad mediante la construcción de otro gasoducto, Nord Stream 2.


El principal aliado de EEUU en la UE en la lucha contra la construcción de Nord Stream 2 fue Polonia, confirmando que el papel geopolítico de Polonia es intentar sustituir a Rusia en la hegemonía en el este de Europa (la estrategia Intermarium/Międzymorze de Pilsudsky, mero eco de la lucha entre los Grandes Ducados de Lituania y Moscovia por el liderazgo de Todas las Rusias). Mientras saboteó por todos los medios Nord Stream, el gobierno polaco impulsó la construcción del Gaseducto del Báltico (Baltic Pipe), que sustituiría el suministro de gas ruso de Polonia por gas noruego, primero, y convertir Polonia, después,  en un hub energético que suministre energía al norseste de Europa. Como parte de esta estrategia, que concluirá en 2022, Polonia anunció en 2020 el fin del gasoducto Yamal que transporta gas ruso a Europa, provocando además una seria crisis económica en Bielorusia, que pierde sus ingresos como país de tránsito.


El gasoducto del Báltico (Baltic Pipe), la piedra angular de los planes polacos para sustituir a Rusia como principal suministrador de gas a los países del noreste de Europa aliados con EEUU


Tras llegar al poder en 2021, Biden asumió, como Reagan antes que el, que el coste político y estratégico de bloquear Nord Stream 2 era demasiado caro, y permitió su finalización. De esta manera, el gasoducto se completó finalmente el pasado septiembre, 10 años después de completarse Nord Stream


PRÓXIMO CAPÍTULO: El gasoducto South Stream y el fin de la unidad de la OTAN 



Este texto es parte de un dossier sobre las guerras del gas publicado en el número 44 de la revista Desde el Confinamiento, que puede descargarse gratuitamente aquí. Una introducción puede leerse aquí.

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