La represión de los NO vacunados y la inutilidad de los pasaportes de vacunación
Published on: martes, 23 de noviembre de 2021 //
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¿Se puede ser provacunas (o estar, en general, a favor de la vacunación) y estar totalmente en contra de medidas coercitivas contra no vacunados? Claro que sí y cualquier persona que ame la libertad y se considere democrática debería estar en contra de la represión de quienes no acepten determinado tratamiento sanitario. Y más con tantas dudas como plantean las actuales vacunas Covid-19.
El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, se ha vuelto a mostrar partidario de que se obligue a vacunar a todo el mundo
Se una así a la catarata represiva contra quienes han elegido libre y legalmente no vacunarse contra la Covid-19.
Comparte así frente antiNoVacunados con su homólogo el presidente gallego Alberto Núñez Feijóo, quien insiste en que «no tiene ningún sentido» que el pasaporte Covid, el certificado que acredita que una persona está vacunada con la pauta completa frente al coronavirus, solo sirva «cuando un español sale de España».
Galicia obliga a presentar bien este certificado u otros que acrediten haber dado negativo en las últimas horas o haber superado la enfermedad, para acceder al interior de la hostelería.
En Europa destaca por la agresividad de sus medidas Austria que aplica ya el confinamiento parcial para los no vacunados. Dichas personas sólo podrán salir de sus hogares para comprar productos esenciales, ir a trabajar o visitar a un médico.
Parto de la base de que siempre defenderé la libertad de quienes elijan vacunarse y por cualquier razón no les dejen o no puedan (los vacunados con tres dosis en los países ricos superan a la población con una en los más pobres).
Las vacunas en general y las del Covid-19 no son una excepción son una elección individual, NO son obligatorias, se ponen de manera voluntaria. Pese a que son voluntarias -así lo garantiza la Ley de autonomía del paciente, hay quienes no pierden la oportunidad para intentar hacer realidad sus sueños húmedos de una vacunación de la Covid obligatoria (lo hacen siempre que las circunstancias se lo ponen fácil).
Y esta vez la mentalidad reaccionaria está muy crecida auspiciada por el miedo que a diario generan los grandes medios de comunicación que en buena medida es lo que mueve a los políticos a tomar medidas impopulares.
En Bélgica, por ejemplo, en cada instalación y en cada bar donde entras te piden hoy el certificado de vacunación (nunca antes la Humanidad fue tratada en masa como ganado, literalmente además pues vacuna viene de vaca, ya que fueron descubiertas gracias a estos animales).
En España, como observamos, las comunidades autónomas quieren avanzar por ese camino. Según los expertos, es una medida fácil de aplicar pues bastaría con un Decreto ley del Gobierno que puede conseguirse en unas pocas semanas.
Pero ¿es totalmente efectiva la medida o directamente absurda y sólo se entiende desde el ansia del Poder por el control social?
Los vacunados pueden seguir contagiando.
Y se observa que estar rodeado de personas vacunadas hace que bajes la guardia por ejemplo usando menos la mascarilla.
Las vacunas Covid son las menos útiles de la historia (no obstante se hicieron a toda prisa). Estos productos apenas previenen la infección ni detienen la transmisión viral por lo que no existe justificación médica para hacerlas obligatorias.
Sí reducen la gravedad de la enfermedad y la mortalidad, además de las hospitalizaciones. ¿Es motivo ello como para justificar la obligatoriedad? Nuestra legislación es clara, no se puede obligar a una persona sana a recibir un tratamiento médico que no desee.
Se apela entonces a la «solidaridad» de los vacunados con el resto de la población pero es falso. Las vacunas Covid no producen inmunidad de grupo. Para que las vacunas permitieran alcanzar la inmunidad de grupo deberían ser capaces de reducir significativamente la transmisión del virus.
Si esta premisa no se cumple, la vacunación termina siendo una opción individual, respetable, pero sin repercusiones sociales.
Y hay que tener algo muy importante en cuenta, que en conjunto el descenso de la inmunidad postvacunal es bastante rápido en la población.
Por ello, se insiste en la tercera dosis y como en unos meses se reduce de manera muy notable la inmunidad se dan cada vez más casos de vacunados que siguen infectándose, lo que hace más discriminatorio aún que sean reprimidos sólo los no vacunados: en meses un vacunado se convierte en un no vacunado si no vuelve a vacunarse. Una bucle vacunal que parece que no va a tener fin…
Escrito de otro modo, que un vacunado enseñe su pasaporte Covid NO quiere decir que no esté en ese momento infectado ni que no vaya a infectar a quienes le rodean. De ahí su inutilidad desde el punto de vista sanitario… otra cosa será el control social ya apuntado.
La urgencia por conseguir vacunar con estos productos a toda la población o la imposición de pases Covid para acceder a espacios públicos se conviertan en medidas absurdas e, incluso, contraproducentes, porque crean una falsa sensación de seguridad (los vacunados han de guardar las mismas medidas de seguridad que los que no han elegido «protegerse»).
Aún así, la autorización para la tercera dosis de la vacuna contra la Covid-19 sigue llegando a más capas de la población.
Hay un repunte de casos. Es la prueba de que estas vacunas no funcionan en una amplia capa de la población.
En torno al 30% de los ingresados hoy en las Unidades de Cuidados Intensivos, están vacunados, según comentaba ayer un médico en un espacio televisivo), Pedro Sánchez ha anunciado que los mayores de 60 años y el personal sanitario serán vacunados de nuevo.
¿Se entiende lo del bucle vacunal? Esto, como comenta Juanlu Sánchez, analista de elDiario.es:
Esta escalada represiva contra no vacunados nos lleva de nuevo a otro capítulo de desigualdad insoportable.