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Jaque mate ruso en Ucrania

Published on: sábado, 29 de enero de 2022 // ,


por Scott Ritter


En diciembre, Rusia envió a EEUU y la OTAN dos borradores de documentos de tratados que detallan sus demandas de garantías de seguridad relacionadas con la postura de la OTAN en Europa del Este. Estas demandas surgieron en un clima de tensión alimentado tanto por un acumulación de fuerzas militares rusas en la frontera con Ucrania como por la histeria de EEUU y la OTAN sobre lo que consideraron una inminente incursión militar rusa en Ucrania. Las respuestas escritas que llegaron el 22 de enero no abordaron, como se esperaba, ninguna de las preocupaciones de Rusia, incluida la línea roja de la expansión continua de la OTAN. Más bien, EEUU y la OTAN enumeraron vías alternativas para el compromiso diplomático, incluido el control de armas y los límites de las maniobras militares, y ahora presentan la crisis en curso como una opción entre aceptar el marco diplomático que dictaron o la guerra. Rusia, sin embargo, es demasiado sofisticada para permitir que la arrinconen de esa manera. En las próximas semanas y meses, Rusia será quien dicte el resultado de esta crisis, que será una victoria rusa rotunda.

El despliegue ruso en sus distritos militares del oeste y del sur, así como en Bielorrusia, tiene dos propósitos. El objetivo secundario es demostrar la capacidad de Rusia, en el momento y lugar que elija, para proyectar suficiente poder militar sobre Ucrania como para derrotar abrumadoramente a las fuerzas armadas ucranianas y derrocar a su gobierno.

Para dejarlo claro, Rusia no ha amenazado con ninguno de estos resultados. Asegura que el despliegue militar es simplemente una maniobra militar diseñada para garantizar que pueda responder a la agresiva expansión de fuerzas de la OTAN a lo largo de su flanco occidental. Y dice que el origen de esta confrontación está en el “pecado original” de la expansión oriental de la OTAN.

Un hecho histórico respalda la interpretación rusa: el mantra ruso de "ni una pulgada hacia el este" se deriva de una promesa oral hecha por el exsecretario de Estado estadounidense James Baker al presidente soviético Mikhail Gorbachev en el momento de la reunificación alemana. Pero el objetivo de Rusia no es ganar puntos de debate, sino forzar a la OTAN a revertir su política y las actuaciones que considera dañinas para su seguridad nacional.

Con este fin, el objetivo principal dl despliegue militar de Rusia es exponer la impotencia política, militar y económica de la asociación entre EEUU y la OTAN en una serie de crisis (independientemente de cualquier incursión militar en Ucrania) ante las cuales ni EEUU ni la OTAN disponen de soluciones viables salvo ceder en la mayoría, si no a todas, de las demandas de garantías de seguridad de Rusia.




GRITAR "¡QUE VIENE EL LOBO!"

El escenario de la crisis actual se puso en marcha en la primavera de 2021, cuando Rusia movilizó alrededor de 100.000 soldados en las zonas del despliegue actual. Estados Unidos y la OTAN comenzaron de inmediato una guerra de gestión de la percepción basada en la retórica, utilizando los principales medios de comunicación y grupos de expertos para pintar una imagen de la mala fe rusa y la determinación occidental.

El resultado fue una reunión cara a cara entre el presidente ruso, Vladimir Putin, y el presidente de EEUU Joe Biden, y Rusia finalmente retiró sus tropas, después de destacar varios puntos: exigió que occidente obligase a Ucrania a cumplir sus obligaciones como está estipulado en el acuerdo de Minsk de 2015. Y, después de una maniobra militar de "libertad de navegación" que llevó a un destructor británico a navegar por las aguas disputadas frente a Crimea, el gobierno ruso dejó claro las líneas rojas que Rusia estaba preparada para defender, con la fuerza si fuera necesario.

Rusia sacó dos lecciones de esto. Primero, que ni Estados Unidos ni la OTAN tenían una respuesta militar viable. La superioridad militar rusa en cualquier conflicto futuro con Ucrania estaba casi asegurada. En segundo lugar, que la única respuesta que podrían dar los EEUU o la OTAN se centraría en las sanciones económicas. Este test de estrés expuso varias debilidades críticas que Rusia podría explotar.

Armada con estos importantes conocimientos, Rusia esperó hasta el otoño pasado para repetir el test de estrés, movilizando nuevamente a más de 100.000 soldados cerca de Ucrania y desplegando decenas de miles de tropas de choque de élite (el Primer Ejército de Tanques de la Guardia) en Bielorrusia. Nuevamente, Rusia no emitió amenazas, y afirmó repetidamente que simplemente estaba maniobras militares de rutina.

EEUU y la OTAN, por el contrario, consideraron de inmediato el despliegue ruso como una prueba clara de su intención de invadir Ucrania. Al llegar a esta conclusión (a pesar de las negativas de Rusia y el rechazo de Ucrania de la inevitabilidad de tal resultado) tanto EEUU como la OTAN basaron efectivamente su posición en el principio de la inviolabilidad de la política de “puertas abiertas” de la OTAN, que dice que cualquier nación calificada para ser miembro de la OTAN debería tener la oportunidad de unirse a la alianza militar.

Por su parte, Rusia señaló que la expansión hacia el este de la OTAN ha creado un riesgo inaceptable para su seguridad nacional . Reclama el derecho a ejercer una esfera de influencia alrededor de sus fronteras, lo que implica que cualquier acceso a la OTAN por parte de las ex repúblicas soviéticas de Ucrania o Georgia se considera una amenaza existencial que requeriría una respuesta "técnico-militar". Rusia dijo lo mismo en los dos proyectos de tratados que presentó en diciembre. Además, Rusia exigió que tanto la OTAN como los EEUU respondieran por escrito.




PONIENDO UNA TRAMPA

Visto en retrospectiva, la demanda de Rusia de una respuesta por escrito fue una trampa, una que ni EEUU ni la OTAN han reconocido aún. Al rechazar las demandas rusas de garantías de seguridad, EEUU y la OTAN se han unido en una postura definida por la política de “puertas abiertas” sobre la entrada de nuevos miembros en la OTAN. Además, cuando Rusia se negó a cesar su movilización ante las amenazas de sanciones, EEUU y la OTAN no tuvieron más remedio que cambiar de marcha y crear la percepción de una respuesta militar diseñada para ejercer presión sobre el flanco oriental de Rusia, a pesar de que Washington ha dicho claramente que no defenderá a Ucrania frente a un ataque ruso.

Lo que surgió fue, primero, que ni EEUU ni la OTAN son capaces de llevar a cabo un despliegue militar significativo incluso dentro de las propias fronteras de la OTAN. Poner a 8.500 soldados estadounidenses en alerta para un posible despliegue en Europa es como acercar una manguera de jardín a un incendio a gran escala. Además, amenazar con activar la fuerza de respuesta rápida de la OTAN para un problema ajeno a la OTAN creó grietas en la unidad de la OTAN. Alemania ha dudado. La República Checa y Bulgaria han prohibido que sus tropas se involucrasen en tal aventura. Turquía ve toda la crisis de Ucrania como una conspiración de Estados Unidos y la OTAN para contener sus ambiciones regionales al enredarla en un conflicto con Rusia.

Estas fracturas militares, junto con la vacilación de Europa de cometer un suicidio económico al aceptar sanciones que la apartarían de la energía rusa que necesita para sobrevivir, han llevado a Rusia a tres conclusiones principales: la OTAN es militarmente impotente; no existe unanimidad ni dentro de la OTAN ni en Europa sobre las sanciones económicas dirigidas a Rusia; y la OTAN, una organización basada en el consenso, está profundamente fracturada políticamente.




HACIA EL JAQUE MATE

A pesar de las repetidas advertencias occidentales, es muy poco probable que Rusia invada Ucrania, al menos no todavía. En cambio, Rusia parece estar entrando en una nueva fase de gestión de crisis que busca explotar las debilidades de la alianza entre EEUU y la OTAN que han quedado al descubierto en sus respuestas por escrito a sus demandas.

Primero, Rusia mantendrá abierta la opción diplomática, pero en sus propios términos. Moscú ya se ha involucrado en las llamadas conversaciones de formato de Normandía que involucran a Rusia, Francia, el Reino Unido y Ucrania sobre la crisis en curso en Dombás. En la reunión inicial, todas las partes acordaron respetar el alto el fuego vigente y volver a reunirse en 10 días, exactamente lo contrario de lo que se esperaría en caso de una invasión inminente de Rusia. Tengase en cuenta la ausencia de los EEUU y la OTAN de estas conversaciones.

A continuación, Rusia usará contra Estados Unidos y Europa sus amenazas de sanciones. Rusia ya ha declarado que prohibir su participación en el sistema Swift para transacciones monetarias internacionales dará como resultado el cese inmediato de los suministros de energía rusos a Europa. Se espera que Rusia firme pronto importantes acuerdos económicos con China que la alejarán aún más de efectos graves de las sanciones económicas occidentales. China ha dejado en claro que apoya a Rusia en la crisis actual, reconociendo que si Occidente gana contra Rusia, pronto tendrá que hacer frente a un ataque similar.

Finalmente, Rusia explotará la hipocresía de EEUU sobre las esferas de influencia y las alianzas militares al entablar relaciones militares con Cuba, Venezuela y Nicaragua y desplegar un escuadrón naval en el Caribe, con el potencial de despliegues de fuerzas adicionales en el futuro.

Con estas tres medidas, Rusia busca aislar aún más a EEUU de la OTAN y Europa. Al final, EEUU se enfrentará a una de dos opciones: aceptar cambiar la política de puertas abiertas de la OTAN por un acuerdo ruso de no desplegarse en el hemisferio occidental, o forzar una confrontación que resulte en una invasión rusa de Ucrania de la que Europa culparía a los Estados Unidos.

Las piezas de ajedrez ya se están moviendo. Si bien es posible que EEUU no lo vea, se puede predecir que habrá un jaque mate ruso no tardando mucho.

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