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Cuidado con Rusia, o ¿qué está pasando en Ucrania?

Published on: miércoles, 9 de febrero de 2022 // ,


por Rabioso

De nuevo, la escena internacional gira en torno a una puesta en escena del poderío militar ruso. Esta vez, Moscú exige a la OTAN que dé marcha atrás a su expansión, que no se desplieguen sistemas de misiles en los países con los que comparte frontera, y que ambas cosas se garanticen por escrito. Como medida de presión sobre EEUU, el gobierno ruso ha llevado a cabo un despliegue militar a lo largo de las fronteras de Rusia y Bielorusia con Ucrania, que permitiría hacerse rápidamente con el control del país. Ahora que hasta las Femen están en contra de una guerra con Rusia, conviene reflexionar críticamente sobre sus exigencias,.

Basicamente, Moscú exige a EEUU que respete lo que considera su “zona de influencia”: las antiguas repúblicas y estados periféricos de la antigua Unión Soviética, denominados por los estrategas rusos ближнее зарубежье, el “extranjero cercano” (1). Es el concepto equivalente al America’s Backyard o “patio trasero de EEUU”, que es como los estrategas estadounidenses califican a América Latina, lo que pone de manifiesto que los objetivos rusos van mucho más allá de unas meras “garantías de seguridad”: lo que Putin está pidiendo a Biden es repartirse Europa, ignorando los intereses y objetivos de más de una docena de estados. 

Para cumplir con las exigencias rusas, Washington debería de reconocer por escrito -es decir, públicamente- que prefiere establecer un pacto con Rusia a su alianza cristalizada en la OTAN y plasmada en el despliegue de misiles estadounidenses en Polonia y Rumanía. Hacerlo provocaría la pérdida inmediata de confianza de ambos estados en EEUU, y de su influencia en Centroeuropa. A partir de ese momento, las promesas occidentales serían consideradas papel mojado por las oligarquías de Ucrania, Moldavia y Georgia, ex-repúblicas soviéticas con conflictos militares que las impiden entrar en la OTAN y que nunca formarán nunca parte de la UE; estos países no tardarían en buscar un modus vivendi con Moscú, ingresando en la Unión Económica Euroasiática (ЕАЭС) y la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (ОДКБ).

Las consecuencias de la retirada de la OTAN y EEUU del este de Europa “hasta las fronteras de 1997” no se limitarían a las ex-repúblicas soviéticas, ya que eliminaría el motivo del despliegue militar en Alemania, permitiendo a EEUU trasladarlo a otros teatros de operaciones -frente a China, por ejemplo. Pero dejar de considerar a Rusia como una amenaza permitiría a Berlín a reposicionarse en Centroeuropa: eliminados los obstáculos actuales a su cooperación energética con Rusia, el resultado sería una nueva Ostpolitik, que estrecharía los lazos entre Rusia y Alemania, abriendo las puertas a la integración de Moscú en Occidente. Esta integración no se detendría en Europa: gracias a sus presencia global, Rusia ayudaría a modificar la balanza de poder en África frente a China en favor de occidente, estrecharía los lazos de la India con el bloque occidental y podría servir de interlocutor con Vietnam, Corea del Norte, Siria, Cuba, Venezuela, Turquía o Irán. Y, lo que es más importante, un acuerdo con Rusia estrecharía muchísimo el cerco a China.

El problema es que EEUU no puede permitirse semejante acuerdo. El principal pilar de la arquitectura imperial de EEUU tras la Segunda Guerra Mundial es impedir que Europa -o, más exactamente, Alemania- vuelva a convertirse en un competidor por la hegemonía global. Aceptar la integración de Rusia como potencia regional en el Imperio daría lugar a sinergías entre la capacidad industrial de Alemania y el potencial militar y los inmensos recursos de Rusia; no tardando mucho, la metástasis sería tal que Washington haría frente a una amenaza que dejaría pequeño el actual desafío chino.




CONTENIENDO A LOS BÁRBAROS

La ironía de la situación actual es su parecido, salvando las distancias, con la última etapa del Imperio Romano: la idea de que Roma había caído debido a una invasión bárbara es una mentira convenientemente difundida por la Iglesia durante un milenio;  en realidad los llamados “bárbaros” jamás pretendieron destruir el Imperio, sino que querían formar parte de el. Rusia misma es heredera de la admiración de aquellos pueblos periféricos hacia la civilización romana: bastó una visita del caudillo eslavo Vladímir a Bizancio para convencerlo de que ese debía ser el rumbo a seguir y sembró la semilla de la  religión ortodoxa y la civilización rusa que, tras la caída de Bizancio, pasó a considerarse la Tercera Roma (en palabras del monje Filoféi, “Dos Romas cayeron, la tercera se mantiene en pie, y no habrá una cuarta”(2).

El problema de Roma era que no podía integrar a los mal llamados bárbaros en el Imperio: cuando un tsunami de pueblos eslavos empezó a chocar en sucesivas olas contra las fronteras orientales del Imperio por motivos olvidados en la noche de los tiempos, Roma estaba sumida en una espiral de decadencia de la que no saldría. Incapaz de expandirse tras alcanzar sus fronteras naturales -el Atlántico, el Sáhara, los improductivos bosques de Centroeuropa y los sucesivos imperios persas en Oriente Medio-, el fin de las invasiones de nuevos territorios que saquear y convertir en nuevos mercados que integrar en el área romana de libre comercio favoreció los productos más baratos -el ‘todo a 100’-, destruyendo los centros económicos del Imperio acelerando la decadencia (3)  el empobrecimiento resultante se intentó combatir manipulando el contenido de plata de las divisa romana, remedio cortoplacista que provocó rebeliones de los soldados y dio lugar al control de los Pretorianos sobre el trono y convirtiendo el asesinato en la causa habitual de la muerte de los emperadores romanos (4)  La sofisticación y riqueza que cautivó a los bárbaros eran sombras del pasado, y cuando atravesaron el Limes sellaron el destino del Imperio.

Hoy día, Rusia y China son los nuevos bárbaros: al pretender formar parte como miembros de pleno derecho del Imperio, muestran sus límites. Washington es incapaz de eliminar a Rusia sin suicidarse en un holocausto nuclear, y pactar con ella liberaría de sus ataduras a Alemania, amenazando con partir en dos Occidente. Y tampoco puede permitir que China siga formando parte de los mercados mundiales, que en tan sólo dos décadas se ha convertido en un agujero negro que ha engullido buena parte de la riqueza generada por la Globalización, permitiendo la turbomodernización del país a costa del estancamiento económico de Occidente: otra década abriría el camino a la tercermundización.

Además de estas amenazas exteriores, el Imperio de EEUU se enfrenta a problemas insolubles internos. Tras la desintegración de los mercados financieros en 2008/9 y 2019, la Reserva Federal (Fed) ha adoptado la huida hacia adelante: si Roma inició una espiral sin fin de reducción del contenido de plata de su moneda hasta que casi no tenía nada, la Fed se está dedicando a aumentar el volumen de dólares en circulación, que en 2020-21 creció un 25%. Y, políticamente,  una regeneración pacífica del sistema es imposible: los tentáculos de Silicon Valley de la Guardia Pretoriana del Complejo Militar-Industrial (el llamado Deep State) pueden quitar y poner presidentes a su antojo; hoy día sería imposible el ascenso al poder de un personaje maquiavélico como Nixon, que superó la crisis del sistema de Bretton Woods con el Petrodólar y venció a la URSS aliándose con la China de Mao.


Los análisis críticos hacia la revolución de colores del Maidan, apoyada por occidente y llevada a cabo por nazis ucranianos, silencian la “primavera rusa”, la revolución de colores apoyada por Rusia que tuvo lugar al mismo tiempo, en la que participaron utras rusos 


LAS APARIENCIAS ENGAÑAN

El desafío ruso no es más que un nuevo episodio de la lucha eterna por el poder, que existe desde que el homo sapiens se cansó de ser cazador-recolector y se asentó en ciudades, dando paso a lo que llamamos historia, y que no es más que una sucesión sangrienta de salvajadas cubiertas de oro por los propagandistas del Estado. Basta arañar la costra de propaganda rusa de la última década sobre Ucrania para que surjan sus esqueletos convenientemente escondidos.

Tras las Revoluciones de colores iniciadas por EEUU en la periferia rusa a comienzos del siglo XXI, el aparato militar-industrial ruso heredado de la URSS se puso manos a la obra para descubrir no solo cómo hacerlas frente, sino también cómo utilizarlas en beneficio propio. Una década más tarde, la infiltración rusa de las estructuras occidentales era un hecho reconocido por el propio Putin, que a finales de 2013 declaró que la revolución de colores del Maidan, iniciada tras negarse el gobierno ucraniano a firmar un acuerdo de libre comercio con la UE, se había puesto en marcha antes de tiempo, ya que estaba preparada para las elecciones ucranianas de 2015. Este reconocimiento de Putin implicaba que Rusia conocía los planes occidentales e intervino para interferir en el golpe y convertirlo en un estrepitoso fracaso. para ello usó:

• Filtraciones de conversaciones telefónicas de líderes occidentales, como el famoso “Fuck the EU” de Victoria Nuland, responsable estadounidense de organizar deprisa y corriendo el golpe con mano de obra neonazi; o Urmas Paet, ministro de Asuntos Exteriores de Estonia, diciendo a Catherine Ashton, representante de política exterior de la UE, que los francotiradores que mataron manifestantes eran miembros de la oposición. Estas filtraciones, que destrozaron la imagen revolucionaria usada por occidente para justificar su golpismo blando, fueron posibles gracias a un sofisticado nivel  tecnológico capaz de superar las protecciones de las comunicaciones, que sólo está al alcance de Rusia; y no fueron casos aislados, sino parte de una estrategia que disponía de medios de comunicación creados para hacerlas públicas, siguiendo el ejemplo de las revoluciones de colores occidentales, que se apoyan en medios de comunicación creados ex-profeso para ellas (5): Russia Today fue creada en 2005, tras la “revolución naranja” en Ucrania, y Ruptly y Sputnik (ex-RIA Novosti) creadas en 2014, año del Maidan, y jugaron un papel clave en la difundir la versión rusa de lo que ocurría en Ucrania.


Voluntarios fascistas franceses que lucharon en milicias pro-rusas en el Dombás junto a izquierdistas occidentales


• La toma de control de Crimea con ayuda de oligarcas pro-rusos, golpe maestro sin derramamiento de sangre y ultimo escalón de una operación iniciada en los años previos gracias a la colaboración decisiva del oligarca Alexander Chaliy, que financió la puesta en marcha de un movimiento social pro-ruso en Crimea y sería nombrado tras el golpe del Maidan alcalde de Sebastopol, ciudad que alberga la mayor base naval de Rusia. Tras sustituir los golpistas la constitución ucraniana por una versión previa para poder derrocar “legalmente” a Yanukovich, los pro-rusos aprovecharon que incluía una cláusula que reconocía el derecho de Crimea de llevar a cabo un referendum de autodeterminación para convocar uno que dio como resultado una mayoría absoluta a favor de abandonar Ucrania e integrarse en Rusia. La toma de control de Crimea por tropas rusas sin uniforme, impidiendo a occidente denunciar la intervención rusa, fue un ejemplo del alto grado de refinamiento de la operación. Chaliy formó parte como alcalde de Sebastopol de la delegación que firmó el 18 de marzo de 2014 la integración de Crimea en la Federación Rusa en el Kremlin.


DE IZQUIERDA A DERECHA: Sergei Aksyonov (primer ministro de Crimea), Vladimir Konstantinov (presidente del parlamento de Crimea), Putin y el oligarca y alcalde de Sebastopol, Aleksei Chaliy, se dan la mano durante de la ceremonia en el Kremlin de la entrada de Crimea en la Federación rusa


• La “primavera rusa” en el este de Ucrania, consistente en el izado de banderas rusas y la toma de edificios por manifestantes pro-rusos, que tuvo lugar de manera paralela al Maidan en Kiev y el derribo de estatuas de Lenin en el oeste del país (6)  Como las revoluciones de colores, occidentales la primavera rusa ignoró las ideologías (izquierda/derecha) para sumar la mayor cantidad posible de apoyos; esto se puso de manifiesto en los voluntarios extranjeros de las milicias pro-rusas del Donbás, que incluían miembros de grupos bolcheviques y fascistas. Para detener el movimiento pro-ruso, los golpistas llevaron a cabo la matanza de Odesa, en la que quemaron vivos a decenas de activistas pro-rusos en una sede sindical, asentando un duro golpe a la propaganda occidental que calificaba a los golpistas de “pacíficos manifestantes”.


¡Nuestros oligarcas son mejores que los vuestros!


• La guerra del Donbás y la creación de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, en el que jugaron un papel destacado ciudadanos rusos convertidos en señores de la guerra, como Arsen Pavlov “Motorola”. Como los estatutos de la OTAN no permiten integrarse en la alianza militar a estados con conflictos militares en marcha, Moscú fomentó desde la desintegración de la URSS conflictos congelados que detuvieron la expansión de la OTAN, como el de Transnistria en Moldavia o los de Adjacia y Osetia en Georgia. La participación rusa se puso de manifiesto en la derrota de las fuerzas ucranianas asesoradas por la CIA (7) en golpes maestros como la trampa de Debáltsevo, la mayor batalla de tanques y artillería en Europa desde el fin de la Guerra Fría, estudiada en Saumur, la escuela de élite del ejército francés (8). Es imposible que la capacidad estratégica de que hicieron muestra los pro-rusos en el Donbás surgiera por generación espontánea de señores de la guerra como Mikhail Tolstykh “Givi”, guardia de seguridad en un supermercado antes de la guerra.


Los “señores de la guerra” pro-rusos del conflicto del Dombás han muerto posteriormente casi todos de manera violenta


Tras congelarse el conflicto de Ucrania, a Rusia tan sólo la interesó asegurarse el control de la situación y evitar sorpresas. Por ello no es sorprendente que no tardase en estallar un conflicto en Crimea entre el oligarca Chaily y el Kremlin, que prohibió su organización política (9)  peor destino han sufrido los señores de la guerra del Donbás: casi todos ellos han sido asesinados desde el fin del conflicto en atentados cuya autoría se desconoce: ¿ajustes de cuentas, atentados ucranianos, eliminación de testigos incómodos para Rusia? Posiblemente de todo un poco (10).

Desde su inicio, el golpe de Ucrania fue un desastre de imagen para occidente, que además tuvo que hacerse cargo desde entonces de un gigantesco estado fallido, mientras Putin alcanzó sus mayores cotas de popularidad entre la población y aprovechó para acabar con la dependencia del Complejo Militar-Industrial ruso de suministros ucranianos. Quienes creen que Rusia tiene interés en hacerse cargo del cenagal ucraniano no han entendido que uno de los motivos de la desaparición de la URSS fue el hastío de la burocracia soviética (=rusa) hacia los mecanismos de redistribución de la riqueza del centro a la periferia, que solo sirvieron para que las repúblicas periféricas se creyeran indispensables y creciera en ellas el separatismo antiruso. 

EL FIN DEL ESTADO LIBERAL

La Rusia actual carece de ambiciones de expansión territorial, que sólo traen problemas. El despliegue militar ruso en torno a la frontera ucraniana no es parte de un supuesto plan de invasión, como ha reconocido el propio gobierno ucraniano; el objetivo de Rusia es otro: tantear la reacción del Imperio y de la OTAN, para comprobar su capacidad de combate. El resultado ha sido desolador: Rumanía se ha negado a luchar contra Rusia, Alemania ha prohibido que atraviesen su espacio aéreo los envíos británicos de armas a Ucrania, el presidente de EEUU ha reconocido que no irá a la guerra con Rusia por Ucrania... En definitiva, el caos que surge en un gallinero cuando se acerca el lobo. Con ello, Rusia ha puesto de manifiesto que el emperador está desnudo.

La actual crisis ucraniana no es por tanto una crisis militar, sino una crisis sistémica: ha mostrado que el aparato imperial de EEUU ha llegado a sus límites y es incapaz de hacer frente a los desafíos ruso y chino por separado, y mucho menos al mismo tiempo. La incapacidad de EEUU de asimilar a Rusia y China ha tenido como consecuencia la formación de un bloque euroasiátco, devolviéndonos a la Guerra Fría, y no al mundo multipolar que anunció Rusia hace años. Este nuevo mundo que empieza a surgir de los cristales rotos de la Globalización es la sustitución Estado-nación del liberalismo y universalismo por el Estado civilizador de las diferencias culturales (11)  En otras palabras, el fin de la Ilustración.

NOTAS

(1) Editorial (El País, 06.02.1994): El extranjero cercano; Wikipedia, Patio trasero de Estados Unidos.

(2) Oleg Yegórov (Russia Beyond, 28.03.2017): ¿Por qué llaman a Moscú la Tercera Roma?; María Luisa Pastor Gómez  (Boletín IEEE Nº 14, 2019)): Moscú, la tercera Roma. Un concepto histórico recurrente; CEEEP (23.12.2019): Moscú, la tercera Roma, un concepto vigente.

(3) Jean-Louis Gombeaud y Maurice Decaillot (El Viejo Topo, 2014): El regreso de la gran depresión.

(4) Visual Capitalist (20.03.2016): Chart: Deaths of Roman Emperors vs. Coinage Debasement.

(5) Gerald Sussman (2010): Branding Democracy. U. S. Regime Change in Post-Soviet Eastern Europe.


(7) Tras la toma de control rusa de Crimea, el gobierno de Obama creó el departamento Ground de la CIA, un programa de paramilitares que desde 2015 asesoran a las tropas ucranianas para “matar rusos”. Zach Dorfman (Yahoo News, 13.01.2022): CIA-trained Ukrainian paramilitaries may take central role if Russia invades; Dave DeCamp (antiwar.com, 14.012022): The CIA Has Been Training Ukrainian Paramilitaries to ‘Kill Russians’.


(9) European Council on Foreign Relations (30.07.2019): Inside Sevastopol: The maverick city fights back.


(11) Adrian Pabst (New Statesman, 08.05.2019): China, Russia and the return of the civilisational state. La adopción y difusión de las ideas de la izquierda identitaria por EEUU es un abandono de facto del universalismo.








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